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Chapter 9 - Capítulo 17 y 18: La Lógica del Corazón

El sol de la tarde se filtraba por las ventanas de la oficina del consejo estudiantil, tiñendo el aire con un cálido resplandor. Kaguya Shinomiya y Chika Fujiwara se habían ido, dejando a Miyuki Shirogane solo con el tesorero, que ordenaba los documentos con su habitual calma. La reciente incorporación de Ishigami al Club de Arte y su proyecto de manga habían dejado a Miyuki con la guardia baja. No podía comprender los motivos detrás de la nueva ambición de Ishigami.

—Ishigami —dijo Miyuki, su voz era cautelosa, llena de una curiosidad que no podía ocultar—. ¿Qué tramas?

Ren levantó la vista. Su expresión era ilegible. El Sistema no le había dado una misión para este momento, pero su lógica personal le decía que era la oportunidad perfecta para presionar a Miyuki.

—Nada —respondió Ren—. Solo estoy... jugando un nuevo juego.

Miyuki frunció el ceño. —¿Un juego? ¿Qué tipo de juego?

Ren se detuvo en su tarea, miró directamente a los ojos de Miyuki y, con una voz más seria de lo habitual, comenzó a hablar.

—Se lo voy a decir directamente, Presidente —dijo Ren—. Si de verdad le gusta la Vicepresidenta y ella le gusta a usted, no le veo el problema. No se haga el tonto. Todo el mundo lo sabe. Hasta Fujiwara-san, con lo ingenua que es, sabe algo de eso.

Miyuki se tensó. Su orgullo era una armadura, pero las palabras de Ishigami eran como flechas que la atravesaban.

—No sé de qué estás hablando, Ishigami —respondió Miyuki, su voz era una mezcla de irritación y pánico.

—Claro que lo sabe —continuó Ren, sin inmutarse—. Piensan que son los únicos que tienen un plan. Piensan que su batalla mental es un secreto. Pero para los demás, es un libro abierto. Están jugando un juego tonto donde el primero en confesar se vuelve el sirviente del otro.

Ren se inclinó sobre el escritorio. Su expresión era tan intensa que Miyuki se sintió arrinconado.

—Y si de verdad piensa en esa regla, entonces eso no es amor —dijo Ren, su voz era un muro de lógica que destruía las defensas de Miyuki—. Eso es solo oportunismo e interés. Es una competencia por la ventaja. El amor no se trata de quién gana o quién pierde, se trata de estar con la otra persona.

Miyuki se quedó sin palabras. La acusación de Ishigami, tan directa y sin rodeos, lo había desarmado por completo. Había planeado esta batalla durante meses, cada movimiento era una estrategia, cada palabra una trampa, y ahora, un chico que ni siquiera conocía lo suficiente había venido y había destrozado su juego.

Ren se recostó en su silla, su expresión de nuevo tan monótona como siempre. La voz robótica del Sistema zumbó en su mente.

[Análisis de la situación: Sujeto, Miyuki Shirogane. Nivel de Shock: Extremo. Nivel de Introspección: Alto. Objetivo de la misión: Completado. La semilla de la duda ha sido plantada. Progreso del "Juego de Amor": 0.15%.]

Miyuki, incapaz de responder, se sentó en su silla. El silencio era pesado. El tic-tac del reloj en la pared sonaba como un tambor en sus oídos. Las palabras de Ren resonaron en su mente: "Eso no es amor. Eso es solo oportunismo e interés." Por primera vez, se preguntó si el juego que él y Kaguya estaban jugando no era tan perfecto como pensaba. Se dio cuenta de que Ren Ishigami no era solo un tesorero. Era un jugador en un juego mucho más grande que el de ellos.

Aquí tienes el Capítulo 18:

Capítulo 18: La Confesión del Presidente

Las dos semanas que siguieron a la confrontación de Ren Ishigami con Miyuki Shirogane fueron un purgatorio para el presidente del consejo estudiantil. Las palabras de Ishigami resonaban en su mente como un eco constante: "Eso no es amor. Eso es solo oportunismo e interés." Cada vez que Kaguya sonreía, cada vez que sus miradas se cruzaban, Miyuki se veía a sí mismo a través de los ojos fríos y lógicos del tesorero. El juego que había orquestado con tanto esmero ahora le parecía vacío, infantil.

[Análisis del sujeto: Miyuki Shirogane. Nivel de Introspección: Crítico. Nivel de Duda: Extremo. Progresión hacia el objetivo de la misión: Acelerado. Sugerencia: El sujeto está listo para una acción decisiva. ]

La oportunidad se presentó una tarde, después de una larga reunión del consejo estudiantil. Chika Fujiwara había salido disparada para una actividad de su club, y Ren, con su habitual eficiencia, había terminado de archivar los documentos y se había despedido con un monosílabo. Solo quedaban Miyuki y Kaguya Shinomiya en la oficina, el sol de la tarde filtrándose por las ventanas, creando un ambiente íntimo y un silencio cargado.

Miyuki observó a Kaguya. Ella estaba sentada en su escritorio, revisando unos últimos papeles, con la luz del atardecer brillando en su cabello. Era la mujer que había admirado, respetado y, sí, amado durante tanto tiempo. La idea de un juego, de una batalla mental, de un sirviente y un maestro, le pareció ridícula, insignificante.

Tomó una respiración profunda. Su corazón latía con fuerza, una cacofonía que su lógica no podía calmar. Pero esta vez, no había una estrategia. No había un plan. Solo la verdad.

—Kaguya —dijo Miyuki, su voz era inusualmente firme, libre de la habitual tensión competitiva.

Kaguya levantó la vista, sorprendida por el tono. —¿Sí, presidente?

Miyuki se levantó de su asiento y caminó hacia ella, deteniéndose frente a su escritorio. Kaguya lo miró con curiosidad, una pizca de nerviosismo en sus ojos.

—Durante mucho tiempo —comenzó Miyuki, sus ojos fijos en los de Kaguya—, he estado jugando un juego. Un juego estúpido. Un juego donde pensaba que si eras la primera en confesar, de alguna manera... ganaría. Y supongo que tú también lo hacías.

Kaguya lo escuchaba, su expresión cambiaba de la sorpresa a una comprensión gradual.

—Pero no es así —continuó Miyuki, su voz se suavizó—. Ishigami tenía razón. Eso no es amor. El amor no se trata de quién gana o quién pierde, o de quién es el primero. Se trata de... de estar con la otra persona. Y de quererla.

Miyuki se inclinó ligeramente, su mirada era de una honestidad cruda que desarmó por completo a Kaguya.

—Y yo... yo te quiero, Kaguya —dijo Miyuki, las palabras saliendo de él con una sinceridad abrumadora. —Te quiero más de lo que jamás imaginé. Y no quiero jugar más. Solo quiero estar contigo. No me importa quién confiese primero, no me importa quién gane. Solo... solo te quiero a ti.

Kaguya se quedó sin palabras. Sus ojos se llenaron de lágrimas, una cascada silenciosa que Miyuki nunca había visto. La gran batalla, la épica guerra de voluntades que habían librado durante meses, había terminado no con una victoria estratégica, sino con una simple verdad.

—Miyuki... —murmuró Kaguya, su voz temblaba.

El Sistema de Ren, que lo había estado monitoreando en silencio desde su propia oficina, zumbó con un sonido de satisfacción.

[Misión "Acelerar la relación de Miyuki y Kaguya": Completada. Recompensa: 500,000¥ transferidos. Progreso del "Juego de Amor": 100%.]

Ren asintió. Él había cumplido su misión. Había ganado su dinero. Y, por primera vez, sintió una pizca de algo más que satisfacción numérica. Había sido el catalizador de un momento, un momento tan impredecible y humano que su lógica apenas podía procesarlo. El amor, incluso en el mundo de los algoritmos de Ren, había encontrado una manera de ganar.

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