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Chapter 8 - Capítulo 15 y 16: La Melodía del Código

El caos de Chika en la Torre del Reloj no solo había desbaratado la trampa de Ren, sino que había introducido una nueva variable en la ecuación de su vida: la imprevisibilidad. Sentado en su escritorio del consejo, Ren analizó el "incidente" con la frialdad de un analista de datos. El plan había fallado, pero el resultado no fue del todo negativo. La tensión entre Kaguya y Miyuki se había intensificado, y su curiosidad por él se había vuelto más profunda.

Justo en ese momento, la voz robótica del Sistema zumbó en su mente.

[Nueva misión detectada: "Optimizar el rendimiento del Club de Música para el próximo concierto". Objetivo: Resolver el problema de sincronización del audio en su sistema de sonido. Recompensa: 150,000¥. Progreso de la misión principal: 0.08%.]

Ren suspiró internamente. El Sistema no solo estaba dándole misiones que lo harían rico, sino que también lo estaba empujando a interactuar con los mismos clubes que él había evitado en su vida pasada. Un golpe a su reclusión.

La voz del Sistema continuó. [Análisis del sujeto: Hitori Gotō. Nivel de habilidad musical: Extremo. Nivel de ansiedad social: Alto. Nivel de dependencia de la tecnología: Moderado. Sugerencia: Abordar con empatía para mejorar la colaboración.]

Ren fue al Club de Música después de clase. La sala de práctica estaba llena de instrumentos y cables. Hitori Gotō, con su cabello rosado cubriéndole la cara, estaba inclinada sobre un equipo de sonido, un auricular en su oreja. A su lado, estaba una de sus compañeras de banda, una chica con cabello azul que la miraba con preocupación.

—El problema es que... no podemos conseguir que el bajo y la batería se sincronicen con el vocalista —explicó Hitori, su voz era un susurro nervioso. —El sonido sale... distorsionado. Y no sabemos por qué.

La voz robótica del Sistema zumbó en la mente de Ren. [Diagnóstico: Incompatibilidad de controladores de audio. Causa: Unidades de hardware antiguas que no pueden procesar la señal de audio de los micrófonos de nueva generación. Solución: Escribir un controlador de software a medida para el equipo.]

Hitori Gotō lo miró con los ojos de un ciervo asustado. Ella había reconocido a Ishigami, el chico que la había ayudado antes, pero su aura de desinterés la intimidaba.

—Puedo arreglarlo —dijo Ren, sin una pizca de emoción. Se sentó en el suelo, sacó una laptop y un cable USB, y comenzó a teclear.

Sus dedos, una vez más, se movieron con una velocidad sobrehumana. Líneas de código que se veían como un lenguaje extraterrestre aparecieron en la pantalla. Ren no solo estaba escribiendo un controlador; estaba creando un parche que optimizaría la salida de sonido, mejoraría la latencia y, sin que Hitori lo supiera, se comunicaría directamente con el sistema de la Torre del Reloj, que Kaguya y Miyuki usarían para sus reuniones. El "Juego de Amor" necesitaba más variables.

Hitori se quedó sin palabras, su ansiedad social reemplazada por un asombro genuino. Ella entendía la música, pero el lenguaje de Ren era un misterio. Su compañera de banda, por otro lado, se quedó petrificada.

—¿Quién es él? —susurró.

En menos de quince minutos, Ren se levantó. —Prueben ahora.

Hitori y su banda se prepararon para tocar. El bajo de Hitori, la batería de su amiga, y la voz del vocalista sonaron con una claridad asombrosa. La sincronización era perfecta. Hitori soltó un grito de alegría que hizo que Ren se estremeciera ligeramente.

—¡Es... es perfecto, Ishigami-kun! —exclamó Hitori, sus ojos llenos de una emoción que era contagiosa—. ¡Cómo lo hiciste!

Ren solo asintió. [Misión "Optimizar el rendimiento del Club de Música..." completada. Medición de impacto: Alto. Recompensa: 150,000¥ transferidos. Progreso de la misión principal: 0.09%.]

Mientras tanto, en la oficina del consejo, Miyuki Shirogane se frotó la barbilla. Había recibido un correo electrónico del Club de Música. En él, le agradecían por su apoyo y por la "ayuda invaluable" de Yū Ishigami. Kaguya Shinomiya, que estaba mirando por encima de su hombro, arqueó una ceja.

—Ishigami-kun —dijo Kaguya, con una voz que era una mezcla de desconfianza y curiosidad. —¿Ahora eres un experto en sonido?

Ren los miró con su habitual expresión de indiferencia. Él ya había recibido su recompensa. El juego continuaría sin que ellos lo supieran. El camino hacia la riqueza se estaba volviendo más interesante, pero también más peligroso.

Capítulo 16: El Dibujo del Dinero

La cuenta bancaria oculta de Ren había crecido a una cifra que habría parecido un sueño para su yo anterior. Ahora, con 780,000¥, su mente racional le decía que era hora de diversificar sus activos. El Sistema, con su lógica implacable, ya tenía un plan.

[Nueva misión detectada: "Producir una serie de manga exitosa para el Club de Arte". Objetivo: Vender una cantidad de copias a los estudiantes para obtener un beneficio. Recompensa: 250,000¥ por el éxito de la publicación. Progreso de la misión principal: 0.1%.]

Ren suspiró. El Sistema lo estaba obligando, de nuevo, a salir de su caparazón. El manga era una industria lucrativa, y sabía que un éxito, incluso a pequeña escala, podría ser un gran paso.

Se dirigió al Club de Arte después de clases. La sala estaba llena de caballetes, pinceles y el olor a pintura. En el centro, un grupo de estudiantes se reía mientras dibujaban. Una chica de piel morena, con el cabello largo y un brillo travieso en los ojos, se inclinaba sobre un boceto. Era Hayase Nagatoro. A su lado, un chico con una gorra, su rostro era una mezcla de torpeza y timidez. Era Senpai.

Ren se acercó. La voz del Sistema zumbó en su mente. [Análisis de sujetos: Hayase Nagatoro, Nivel de Energía: Extremo. Senpai, Nivel de Introversión: Extremo. Sugerencia: Abordar con prueba de concepto tangible para mitigar el riesgo de interacción social.]

—Vengo a unirme al club —dijo Ren, su voz era monótona, como siempre.

Nagatoro se giró. Sus ojos se entrecerraron con curiosidad. —Wow, ¿el mismísimo Ishigami-senpai del Consejo Estudiantil? ¿Vienes a dibujar? ¿Qué vas a dibujar, una tabla de contabilidad?

Senpai se encogió. —Nagatoro, no seas tan...

Ren ignoró el comentario. Sacó un lápiz y un cuaderno de bocetos. Su mente, con la ayuda del Sistema, procesó un concepto. Dibujó un personaje, una versión más realista de un personaje de manga. El trazo era seguro, limpio, y cada línea era perfecta. Nagatoro se inclinó para mirar. Sus ojos se abrieron de par en par.

—¡Wow! ¡¿Cómo hiciste eso?! —exclamó. Su tono de burla se había desvanecido, reemplazado por un asombro genuino.

—El sistema de proporción está optimizado —respondió Ren, sin una pizca de emoción.

El "Senpai" se acercó, su timidez un poco menos pronunciada. —Tu estilo... es muy detallado. ¿Alguna vez has pensado en hacer manga?

Ren asintió. —Es mi objetivo.

Nagatoro se entusiasmó. —¡Podríamos hacer un manga juntos! ¡Tengo una idea! Sería sobre una chica... que se divierte molestando a un chico que le gusta. Y el chico... es súper tímido.

Ren la miró con su expresión monótona. La idea era simple, pero el Sistema ya estaba procesando su potencial. El humor, el romance, la dinámica de los personajes. Era un concepto sólido para el mercado de manga escolar.

[Análisis de la situación: Concepto de manga propuesto. Nivel de potencial: Alto. Nivel de interacción social: Moderado. Sugerencia: Aceptar la propuesta. La colaboración con el sujeto Nagatoro permitirá una distribución de tareas eficiente. ]

—De acuerdo —dijo Ren.

Nagatoro sonrió, y por un momento, Ren vio algo más que travesura en sus ojos. Vio el mismo tipo de ambición que él tenía, una pasión por crear que no se podía cuantificar.

—¡Genial! ¡Será un éxito! —exclamó Nagatoro, sus ojos brillaban con entusiasmo.

Mientras tanto, en la oficina del consejo, Miyuki Shirogane se frotó las sienes. Había recibido un correo electrónico del Club de Arte, informándole que Yū Ishigami se había unido a sus filas.

—Ishigami... ¿qué está tramando ahora? —murmuró Miyuki.

Kaguya, sentada a su lado, sonrió para sí misma. Primero, el juego de computadoras. Ahora, el manga. Ishigami estaba construyendo un imperio, sin decir una palabra. Y el juego mental, tanto el que jugaban entre ellos como el que él estaba a punto de crear, solo se había vuelto más interesante.

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