La fama en la Academia Shuchiin era una espada de doble filo, y Ren Ishigami se encontraba, para su consternación, en el centro de su filo más brillante. El éxito del proyecto de Minecraft en el Festival Cultural había sido total. El "misterioso" genio de la computación, el recluso que nadie conocía, se había vuelto la comidilla del campus. Los rumores eran tan extravagantes como el mismo juego. Y aunque la recompensa del Sistema había sido cuantiosa, el 0.05% de progreso en la misión principal le recordaba que solo era el inicio.
Una semana después del festival, Ren se encontraba en la oficina del Consejo Estudiantil, intentando volver a su rutina de tesorero. Pero la rutina no existía. Los miembros del club lo miraban con una mezcla de respeto y curiosidad que lo incomodaba. Había un nuevo brillo en los ojos de Miyuki y una mirada más intensa en los de Kaguya. Pero la más insistente era Chika Fujiwara.
—¡Ishigami-kun! ¡Tu juego fue increíble! —dijo Chika, con una energía que amenazaba con derrumbar el delicado equilibrio de la oficina—. ¡Quiero que me enseñes a programar! ¡Podemos ser el dúo de programadores más cool de la escuela!
Ren la miró con su habitual expresión monótona. [Análisis de la situación: Sujeto, Chika Fujiwara. Nivel de entusiasmo: Extremo. Probabilidad de interferencia en la rutina: 99%. Sugerencia: Abordar con respuesta lógica para mitigar el riesgo.]
—Fujiwara-san —dijo Ren—. La programación es una disciplina compleja. Requiere dedicación y...
—¡Tonterías! —interrumpió Chika, haciendo un puchero—. ¡Quiero que me enseñes! ¡Es una orden del Club de Detección de Fiestas y la Alianza de Jugadores de Mesa!
Ren suspiró. Se dio cuenta de que no había una "respuesta lógica" que funcionara con Chika. Su naturaleza era el caos, el opuesto de su propio algoritmo. [Nuevo parámetro detectado: Caos. El Sistema no tiene un protocolo de respuesta. Procedimiento de adaptación iniciado.]
Mientras tanto, Miyuki y Kaguya se miraban. Un nuevo juego mental había comenzado. El objetivo: averiguar la relación entre Ishigami y Fujiwara. Ambos se preguntaban si la personalidad oscura de Ishigami sería capaz de lidiar con la extravagancia de Chika.
A pesar de sus esfuerzos, Ren no pudo deshacerse de Chika. Al final de la jornada, se encontró a sí mismo camino a la estación de tren, con Chika caminando a su lado, hablándole sin parar sobre la programación, los juegos y el Club de Detección.
—¿Sabes, Ishigami-kun? —dijo Chika, de repente, con un tono más serio—. Siempre te ves tan solo. No tienes por qué ser así.
Las palabras de Chika golpearon a Ren como un error inesperado en su código. Su mente racional no podía procesar la sinceridad de su comentario. Su respuesta programada para la vida era el desinterés y la soledad. Era su escudo.
—Estoy bien —respondió, su voz era un muro que intentaba protegerse.
Pero Chika no se rindió. —¿Por qué no creas un juego sobre... el amor? —dijo, con una sonrisa enigmática—. Imagina... dos personas que se gustan, pero son demasiado orgullosas para confesarlo. Y el juego es una batalla mental para ver quién se rinde primero. Podrías llamarlo... "Kaguya-sama".
Ren se detuvo en seco. Su mente, que había creado mundos enteros a partir de la nada, se quedó en blanco. [Alerta: Idea de misión detectada. Sujeto, Chika Fujiwara. Nivel de potencial: Extremo. Riesgo: Desconocido. Sugerencia: Evaluar el concepto para su posterior implementación. Probabilidad de éxito: Alta. Progreso de la misión principal: 0.05%.]
Ren miró a Chika, a la chica que había dicho la tontería más lógica que había escuchado en su vida. No era solo un juego. Era una oportunidad. Un camino indirecto para lograr su objetivo. El Sistema lo había impulsado a hacer juegos para volverse rico, pero Chika le había dado una idea. Una que no solo lo haría famoso, sino que también lo obligaría a interactuar con los dos genios más grandes de la Academia Shuchiin de una manera que su sistema no había previsto. Una que lo obligaría a lidiar con el caos del corazón.
El camino hacia la riqueza se había bifurcado, y ahora, en el camino hacia la fortuna, se encontraba un nuevo y peligroso factor: Chika Fujiwara. Ren sonrió, un gesto que nadie en la escuela había visto. La batalla mental por el romance, y un nuevo plan maestro, acababa de comenzar.
Capítulo 12: El Nuevo Juego Mental
El silencio en la oficina del consejo estudiantil era tan denso que se podía cortar con un cuchillo. La idea de Chika, una broma lanzada al aire, había aterrizado con el peso de una bomba. Ren, con una expresión ilegible, esperaba la reacción. Miyuki y Kaguya, sin embargo, se miraban con un frío desdén. La idea de que sus sutiles y complejas batallas mentales fueran la base de un "juego" les resultaba insultante.
—Fujiwara-san —dijo Kaguya, con una voz tan gélida que Ren sintió un escalofrío—. No somos... no somos personajes de un juego. Nuestra relación, nuestras interacciones, son un asunto privado y... complejo.
Miyuki se cruzó de brazos. Su rostro, por lo general tranquilo, mostraba una mueca de disgusto. —No sé de dónde sacas esas ideas, Fujiwara. Las interacciones entre Kaguya y yo son simplemente las de un presidente y una vicepresidenta. Nada más.
Chika parpadeó, completamente ajena a la tensión. —Pero es divertido, ¿no? ¡Como una película romántica! Ustedes dos siempre tienen esos momentos...
—¡Basta, Fujiwara-san! —interrumpió Miyuki, su voz era más severa de lo normal—. Deberías concentrarte en tus propias actividades del club, no en las de los demás.
El ambiente se volvió tan incómodo que Ren sintió la necesidad de intervenir, no por bondad, sino por lógica. Si su plan iba a funcionar, no podía dejar que su fuente de información se pusiera en su contra.
—Presidente, Vicepresidenta —dijo Ren, su voz monótona—. Fujiwara-san tiene razón. La idea es interesante desde una perspectiva de desarrollo de juego. Es un concepto de juego de estrategia con elementos de simulación social.
Kaguya y Miyuki lo miraron, sorprendidos de que Ishigami estuviera de su lado.
—Podría ser un proyecto para el Club de Tecnología —continuó Ren, como si estuviera hablando de un simple problema de matemáticas—. Podríamos modelar un sistema de puntos, donde cada interacción suma o resta puntos. Un punto por cada vez que uno de ustedes ayuda al otro, un punto menos por cada vez que uno se burla del otro. Un simple experimento de simulación.
La mente de Miyuki y Kaguya, incapaz de resistir un buen desafío, se activó. La idea de un experimento, una simulación, apelaba a su naturaleza competitiva.
—¿Y quién ganaría? —preguntó Miyuki, sin poder evitarlo.
—El que logre que el otro confiese primero —respondió Ren, con una lógica fría que solo él podía tener—. Es una simulación para ver quién es el más astuto. El ganador se lleva un premio simbólico.
Kaguya sonrió, una sonrisa fría y calculada. —No estoy interesada en juegos infantiles.
Pero sus ojos, por un segundo, brillaron. La idea de ganar ese "juego" y demostrar su superioridad era una tentación demasiado grande. Miyuki lo notó y también sonrió. La batalla por el honor había comenzado.
Ren se sentó en su escritorio, victorioso. [Nueva misión detectada: "Acelerar el romance de Kaguya Shinomiya y Miyuki Shirogane". Objetivo: Lograr que uno de los dos confiese en un plazo de tres meses. Recompensa: 1,000,000¥ y acceso a nuevos módulos del Sistema. Probabilidad de éxito: Extrema. Riesgo: Desconocido. Procedimiento de adaptación iniciado.]
El Sistema, con su lógica despiadada, había detectado la oportunidad y había creado una nueva misión. Una que no solo lo haría rico, sino que lo obligaría a ser un jugador en el juego más grande de todos: el amor. Y el protagonista, para su sorpresa, estaba más que dispuesto a jugar.