El aire del Festival Cultural de la Academia Shuchiin era un torbellino de risas, música y el bullicio de cientos de estudiantes. Los clubes de todos los géneros habían transformado el campus en un carnaval de creatividad. Pero en un rincón del edificio, una pequeña puerta con un letrero que decía "Club de Tecnología" era el centro de un misterioso murmullo.
Ren llegó al laboratorio con la calma habitual, la misma que había usado toda su vida como un escudo. La única diferencia era que hoy no se sentía solo. Dentro, el equipo de Haruto Kirigaya trabajaba en la instalación final, sus caras radiantes de orgullo y agotamiento.
Haruto se acercó a Ren. —Ishigami. Estamos listos.
Ren asintió. Se puso en su lugar, detrás del mostrador. El Sistema zumbó en su mente, una voz robótica que había sido su único compañero. [Misión "Crear una experiencia de juego para la exhibición del Club de Tecnología" completada. A la espera de la ejecución. Progreso: 100%.]
A las 10:00 AM, el club abrió sus puertas. Los estudiantes, atraídos por el rumor del "juego revolucionario", entraron en masa. Al ver las pantallas, se detuvieron. En lugar de un videojuego convencional, lo que tenían ante sus ojos era un mundo de bloques pixelados, vasto y lleno de potencial. El Club de Tecnología había instalado docenas de computadoras, todas conectadas al mismo servidor, permitiendo a los estudiantes explorar, construir y crear en tiempo real. Era una exhibición, pero se sentía como un mundo.
Los estudiantes, al principio escépticos, pronto se engancharon. Uno construyó una casa con bloques de madera. Otro, en una pantalla vecina, creaba una escultura abstracta. El sistema de juego era tan intuitivo que cualquiera podía entenderlo, y en cuestión de minutos, el laboratorio se llenó de risas, gritos de sorpresa y la emoción de la creación.
A media mañana, el consejo estudiantil hizo su aparición. Chika Fujiwara, con los ojos brillando de emoción, se sentó frente a una de las computadoras. —¡Oh, wow! ¿Qué es esto, Ishigami-kun?
Ren, con su habitual tono de desinterés, respondió: —Es un juego.
—¡Es increíble! —dijo Chika, su voz más alta de lo normal. En cuestión de segundos, ya había construido un pequeño castillo.
Kaguya Shinomiya se paró detrás de ella, su expresión una mezcla de asombro y admiración. Miyuki Shirogane se unió a ella, con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Él, un genio en su propio derecho, no podía comprender la complejidad detrás de esa interfaz simple. Se acercó a la pantalla de Ren, donde un diagrama de flujo de datos mostraba el funcionamiento del servidor.
—Este código... es demasiado avanzado para un proyecto escolar —dijo Miyuki, su voz era una mezcla de escepticismo y respeto. —¿Quién lo hizo?
Haruto, escuchando desde la distancia, se infló de orgullo. —Todo fue obra de Ishigami. Nosotros solo... ayudamos.
Kaguya miró a Ren. El chico que se escondía en la oscuridad había construido un mundo. La ironía de la situación no pasó desapercibida para su mente analítica. El tesorero que evitaba la atención pública ahora era el centro de atención de todo el Festival Cultural.
A medida que el día llegaba a su fin, una notificación del Sistema zumbó en la mente de Ren. [Misión "Crear una experiencia de juego..." completada. Medición de impacto: Alto. Recompensa: 500,000¥ transferidos. Progreso de la misión principal: 0.05%.]
La cuenta bancaria de Ren acababa de aumentar en medio millón de yenes. Pero, por primera vez, el dinero no era la única recompensa. Haruto se le acercó, con una sonrisa genuina.
—Ishigami, lo logramos. —dijo Haruto—. Fue un éxito total.
Ren asintió, pero la voz robótica de su mente fue reemplazada por un sentimiento que no podía cuantificar. El respeto y el orgullo de su equipo, la admiración de sus compañeros, la mirada de asombro de Kaguya y Miyuki. Eran cosas que no se podían comprar.
Había creado un mundo para otros, y en el proceso, había descubierto algo sobre sí mismo. El Sistema le había prometido dinero, pero también le había dado una misión más importante: una oportunidad para conectar con un mundo que pensó que no lo querría, y para construir una vida que su yo anterior nunca creyó posible. Su viaje por la riqueza apenas había comenzado, pero el camino a seguir estaba lleno de posibilidades que su corazón, no su Sistema, había encontrado.