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Chapter 4 - capitulo 8 y 9: La Fama Silenciosa

Capítulo 8: La Fama Silenciosa

A una semana del Festival Cultural, el mundo de Minecraft estaba casi listo. El equipo de Haruto Kirigaya trabajaba con una energía que rayaba en la manía. Habían implementado una interfaz de usuario minimalista, un sistema de guardado y carga de mundos, y lo más impresionante de todo, un algoritmo que generaba biomas complejos, no solo planos y colinas, sino también montañas, lagos y ríos.

El rumor del "juego revolucionario" ya no era solo una especulación. El Club de Tecnología había publicado un tráiler de diez segundos en el sitio web de la escuela, mostrando fragmentos de lo que habían creado. El video, sin narración y solo con una música de fondo, mostraba un mundo de bloques que era a la vez simple y magnífico. En menos de una hora, se volvió viral en todo el campus. Estudiantes de todos los clubes, desde el de artes marciales hasta el de música, estaban hablando de ello.

La fama, sin embargo, no venía sin un costo. La noche antes del festival, Ren, Haruto y el equipo se quedaron en el laboratorio. Estaban haciendo la última ronda de pruebas, ajustando los últimos detalles. El Sistema le había advertido a Ren que su nivel de energía era peligrosamente bajo. [Alerta: Agotamiento físico. Nivel de energía: 5%. Se recomienda detener la actividad. Riesgo de fallo sistémico.]

Pero Ren lo ignoró. El recuerdo de su madre, trabajando hasta el agotamiento, lo impulsaba. No podía fallar. No se lo podía permitir. Su obsesión con la seguridad financiera era una armadura que lo protegía del miedo a la pobreza. Y este proyecto era el primer gran paso para construir esa armadura.

Haruto se sentó junto a él, con una taza de café en la mano. Su mirada era de preocupación genuina. —Ishigami, tienes que descansar. Si colapsas, todo lo que hemos hecho no servirá de nada.

Ren no respondió, sus ojos fijos en la pantalla, donde las líneas de código se movían. [Análisis de la situación: Haruto Kirigaya. Nivel de Confianza: Extremo. Nivel de preocupación: Alto. Sugerencia: Reconsiderar el descanso. El objetivo de la misión es el éxito, no el colapso.]

Por primera vez desde su reencarnación, Ren dudó. El Sistema, su herramienta de lógica, le estaba aconsejando algo que su subconsciente rechazaba. Cerró la laptop, se levantó y se estiró.

—Necesito aire —dijo, su voz más débil de lo normal.

Haruto asintió. —Ve. Nosotros nos encargamos de esto. Confía en nosotros.

Ren se dirigió al patio de la escuela. Se sentó en un banco, el aire fresco de la noche llenando sus pulmones. La luna brillaba con un resplandor plateado, y Ren, por primera vez en mucho tiempo, se sintió vulnerable. Había trabajado solo toda su vida, y ahora, en este nuevo mundo, había un equipo que confiaba en él. Era un sentimiento extraño, uno que su "Sistema" no podía procesar.

Se sentía como si estuviera parado en el borde de un precipicio, con la seguridad financiera en un lado y un abismo de reconocimiento en el otro. El Sistema, con sus misiones de "reputación de genio tecnológico", lo estaba empujando hacia ese abismo. Y, para su sorpresa, una parte de él quería saltar.

—Ishigami-kun, ¿qué haces aquí tan tarde?

Se giró. Kaguya Shinomiya estaba parada detrás de él. Su mirada era de preocupación genuina. Había venido al consejo a dejar unos papeles y lo había visto.

—Estaba... —dijo Ren, su voz monótona—. Estoy bien.

—No lo estás —dijo Kaguya, su voz era suave pero firme—. El presidente Shirogane está preocupado. Los rumores dicen que no has dormido en días.

Ren no respondió. Había intentado esconderse, pero el mundo de Shuchiin era demasiado pequeño.

—Tu proyecto... el juego... es algo que nunca había visto —dijo Kaguya—. El presidente, Chika-san y yo... estamos impresionados.

Ren parpadeó. ¿Impresionados? La alabanza no era un concepto que su mente pudiera procesar fácilmente. No era algo que pudiera cuantificar o monetizar.

—No lo hice por... —empezó Ren.

—No tienes que explicarte —dijo Kaguya, interrumpiéndolo—. Solo descansa. Mañana es el gran día.

Ren la miró, luego se levantó y se fue. Kaguya Shinomiya, con toda su frialdad, le había dado un consejo que el Sistema no le había proporcionado: la validación emocional. El camino hacia la riqueza era claro, pero el camino hacia la fama y el reconocimiento era un laberinto. Y ahora, Ren, por primera vez, se preguntaba si su "Sistema" no era solo un mapa, sino también una guía hacia una vida que su yo anterior nunca se atrevió a soñar.

La cuenta regresiva para el Festival Cultural había llegado a su fin.

Capítulo 9: La Noche Antes del Alba

La noche previa al Festival Cultural se sentía eléctrica, cargada de una mezcla de nerviosismo y expectación. En el laboratorio del Club de Tecnología, sin embargo, había una quietud tensa. Ren no estaba allí. Había seguido el consejo de Kaguya –y, para su sorpresa, la "sugerencia" del Sistema– y se había ido a descansar, dejando al equipo en el umbral de la finalización del proyecto. El silencio de su ausencia era casi palpable, pero no detuvo el trabajo.

Haruto Kirigaya, con los ojos inyectados en sangre y una taza de café humeante en la mano, se movía entre los monitores. La pantalla principal mostraba el mundo de Minecraft 1.16 en su estado casi final, vasto y lleno de potencial. Pero aún quedaban los últimos ajustes, las pequeñas "depuraciones" que separarían un buen juego de uno excepcional.

—¡El sistema de guardado sigue fallando aleatoriamente! —exclamó uno de los programadores, golpeando suavemente su teclado con frustración—. No se puede guardar el progreso del jugador. Es un error crítico.

Haruto se acercó. Había trabajado con Ishigami durante semanas, y su mente, antes enfocada en su propia genialidad, ahora estaba calibrada con la lógica implacable de Ren. Había aprendido.

[Análisis de la situación: Error en el módulo de guardado. Causa probable: Desincronización de hilos de escritura/lectura. Sugerencia mental de Haruto: Verificar la implementación de locks y semáforos.]

—Revisa los locks del archivo de guardado —dijo Haruto, con una voz que imitaba la calma de Ren—. Es posible que haya un conflicto de acceso concurrente.

El programador asintió, sorprendido por la precisión de Haruto. Se puso a trabajar. Mientras tanto, el equipo de diseño gráfico estaba ajustando las texturas finales de los nuevos biomas. El club, que antes era una colección de individuos, ahora era un organismo vivo, cada parte trabajando en armonía para un objetivo común.

A medida que las horas pasaban, el cansancio se hacía más evidente, pero la determinación era aún mayor. Recordaban la dedicación de Ishigami, su capacidad para resolver problemas que parecían imposibles. Había infundido en ellos una ética de trabajo que los impulsaba, incluso en su ausencia.

—¡Lo tengo! ¡El sistema de guardado funciona! —gritó el programador, su voz resonando en el laboratorio. El resto del equipo estalló en vítores silenciosos, levantando los puños en señal de victoria.

Haruto sonrió. Una sonrisa cansada pero genuina. El sol comenzaba a asomarse por el horizonte, tiñendo el cielo sobre la Academia Shuchiin con tonos naranjas y rosados. La luz de un nuevo día se colaba por las ventanas, iluminando las caras exhaustas pero orgullosas del equipo.

—Solo quedan los ajustes finales y la instalación en las estaciones de juego —dijo Haruto, mirando a su equipo—. Esto es todo.

No había necesidad de palabras de aliento. El trabajo de Ishigami, su visión, su código, había hablado por sí mismo. Habían completado el proyecto. Estaban listos

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