Ficool

Chapter 6 - Callejón Diagon

—Es aquí —anunció la mujer cuando llegaron al segundo rellano y se pararon delante de la primera puerta de un largo pasillo. Llamó dos veces con los nudillos y entró—. ¿León? Tienes visita. Te presento a la profesora Hooch. Ha venido a decirte… Bueno, será mejor que te lo explique ella.

El chico entornó los ojos mientras examinaba el extravagante atuendo de su visitante. Hubo un breve silencio. —¿Cómo estás, León? —preguntó la profesora Hooch, acercándose para tenderle la mano. Tras vacilar un momento, el chico se la estrechó.

La profesora acercó una silla y la puso al lado de la cama. —Soy la profesora Rolanda Hooch y trabajo en un colegio llamado Hogwarts. He venido a ofrecerte una plaza en mi colegio, en tu nuevo colegio, si es que quieres ir.

-Nunca he escuchado sobre Hogwarts, ni siquiera figura entre las 20 mejores escuelas de reino unido dice León

La profesora Rolanda Hooch sintió unas ganas de darle una lección a este niño por hacer menos a Hogwarts, pero como adulta se calmó rápidamente.

Hogwarts —prosiguió la profesora Hooch, --es un colegio para gente con habilidades especiales.

—¡Yo no estoy loco! —Ya sé que no lo estás. Hogwarts no es un colegio para locos. Es un colegio de magia.

—¿De magia? —repitió en un susurro. —Exacto.

—¿Es… magia lo que yo sé hacer? Murmuro León para sí mismo.

-- ¿las libras son aceptadas en este mundo mágico? Pregunto León mientras que en su mente repasaba el dinero que tenía ahorrado gracias a los concursos que gano.

- no la moneda del mundo mágico son los galeones, sickle, knut, pero puede cambiar sus libras en Gringotts, es un banco mágico responde la profesora.

Pero en Hogwarts hay un fondo destinado a quienes necesitan ayuda para comprar los libros y las túnicas quizá tengas que adquirirlos de segunda mano dijo la profesora Hooch

¿Dónde se compran los libros de hechizos? —lo interrumpió el chico

En el callejón Diagon. Puedo ayudarte a encontrarlo todo… si decides aceptar ir a Hogwarts dice la profesora Hooch

-Acepto ir a Hogwarts, que día podemos ir al callejón Diagon pregunto León que estaba emocionado.

-ahora mismo, si dispones de tiempo responde la profesora Hooch

-vamos entonces dijo León

Ambos salen del orfanato y la profesora levanta su varita, León confundido mira esto.

Pero entonces de la nada aparece un autobús de tres pisos, y la puerta de abre mostrando al cobrador del bus.

"soy Stan Shunpike, cobrador del autobús noctambulo para brujos…" dijo Stan Shunpike

-ya lo sé Stan, tenemos prisa, así que solo quiero 2 boletos para el caldero chorreante dijo la profesora Hooch con impaciencia mientras le entrega varias monedas de plata.

-claro profesora Hooch dijo Stan Shunpike

El autobús parte a toda velocidad, León cae al piso, mientras con dificultad trata de levantarse, pero cada giro que da el autobús hace que caiga de nuevo al piso.

Minutos después llegaron a su destino la calle Charing Cross Road en Londres.

León estaba confundido, escucho como la profesora dijo el caldero chorreante, pero toda la calle parecía normal, nada mágico y ningún letrero decía caldero chorreante.

León siguió a la profesora que camino unos cuantos metros hasta detenerse.

—¡Aquí está! —dijo la profesora, señalando un bar estrecho y sucio—. Este es el pub del Caldero Chorreante, la entrada al Callejón Diagon.

Nunca pensé que existiría un lugar así en esta ciudad. Parecía un edificio del siglo pasado. Pensó León

La profesora abrió la puerta, donde ambos entraron y la expectativa de un lugar mágico decayó mucho a los ojos de León.

El caldero chorreante era muy oscuro y destartalado. A la tenue luz de las velas, León vio unos vestidos extraños, como una vieja bruja de aspecto medieval sentada en un rincón bebiendo una copita de jerez. Sentado en el borde de la barra había un hombre de aspecto escurridizo con vendas, frente a él un platito de hígado crudo. 

"¡Bienvenida, profesora Hooch!" El camarero, un anciano corpulento con lomo de camello, apareció silenciosamente ante varias personas.

"¡Hola Tom, estamos de pasada así que si nos disculpas!" respondió la profesora Hooch

Ambos salieron del bar y entraron a la parte de atrás, donde se encontraba un muro de ladrillos, la profesora saco su varita.

--León recuerda el orden en que golpeo lo ladrillos, dijo la profesora quien con su varita golpeaba los ladrillos, para después estos cobraran vida, moviéndose y revelando la entrada al callejón Diagon.

La vista fue mágica para León vio lechuzas, calderos, escobas, y muchos magos que estaban en movimiento sin detenerse,

--León vamos primero al banco para retirar el fondo destinado para niños huérfanos y si tienes libras las puedes cambiar ahí dijo la profesora Hooch mientras guiaba el camino.

Ambos subieron unos escalones de piedra blanca hasta un enorme salón de mármol que tenía como letrero Banco de Gringotts.

Al entrar un centenar de goblins estaban sentados en taburetes altos tras un largo mostrador, escribiendo en grandes libros de contabilidad, pesando monedas en balanzas de latón y examinando piedras preciosas con gafas. Había demasiadas puertas que daban al pasillo, y aún más goblins guiaban a la gente para entrar y salir.

León y la profesora hicieron fila unos minutos para ser atendido por un goblin llamado Griphon.

"que desea" pregunto el goblin Griphon

"vengo a retirar el fondo de ayuda de Hogwarts para estudiantes de bajos recursos" dijo la profesora

"tiene su carta de presentación" pregunto el goblin Griphon

"si aquí la tengo" respondió la profesora

El goblin le entrego una pequeña bolsa de cuero que contenía varias monedas, dado se escuchó el tintinar de estas dentro de la bolsa.

Antes de que el Goblin les dijera que se retiraran león intervino indicando su propósito de cambiar libras por dinero mágico.

León y la profesora salieron del banco, mientras la profesora dirigía el camino.

—León, vamos a Ollivanders para tu varita, es el mejor fabricante de ellas dijo la profesora Hooch

-Así que no es el único que fabrica varitas pensó León.

Los dos llegaron a una tienda estrecha y destartalada.

Sobre la puerta se leen letras doradas descascaradas que dicen Ollivanders: creadores de varitas finas desde el año 382 a. C.

En la ventana polvorienta, una solitaria varita yacía sobre un cojín morado descolorido.

Una campana tintineante sonó en algún lugar de la tienda al entrar. León miró a su alrededor y la tienda era diminuta, vacía salvo por un banco frente al mostrador.

No muy lejos, había miles de cajas estrechas apiladas cuidadosamente hasta el techo.

Había todo tipo de varitas dentro. Por alguna razón, a León se le erizó la nuca. El polvo y el silencio parecían vibrar con alguna magia secreta.

La profesora Hooch lo condujo a sentarse en el banco y esperó un rato, una voz suave salió de la tienda.

—¡Buenos días! —Un anciano de pupilas muy claras estaba de pie frente a ellos—. Me alegro mucho de verla, Profesora Hooch. Un placer. Treinta centímetros de largo, madera de cerezo, más resistente. Es una buena varita.

—Sí, señor Ollivanders, me encanta esta varita. —La profesora Hooch se levantó rápidamente y saludó—. Este es León. Es un nuevo estudiante en Hogwarts este año y necesita comprar una varita.

—¡Claro, claro! —La mirada de Ollivanders se dirigió a León—. Los magos necesitan varitas para hacer magia, pero recuerda, ¡son las varitas las que eligen al mago!

—¡Bueno, déjame ver! —Ollivanders no se detuvo. Sacó una cinta métrica larga con marcas plateadas de su bolsillo y se acercó a León—. Sr. León ¿Cuál es el brazo de su varita?

—Soy diestro —respondió León.

—Extiende el brazo, por favor. —Ollivanders midió a León desde el hombro hasta el dedo, luego desde la muñeca hasta el codo, desde el hombro hasta el suelo, desde la rodilla hasta la axila y alrededor de su cabeza.

Mientras medía, les explicó a León: «Cada varita de Ollivanders tiene un núcleo de una poderosa sustancia mágica. Usamos pelos de unicornio, plumas de cola de fénix y fibras de corazón de dragón. No hay dos varitas de Ollivanders iguales, al igual que no hay dos unicornios, dragones o fénix iguales. Y, por supuesto, nunca obtendrás tan buenos resultados con la varita de otro mago. Por favor, tenlo siempre presente: ¡es la varita la que elige al mago!».

Apenas dijo esto y desapareció entre los densos estantes; y antes de que León tuviera tiempo de relajarse, lo vio salir con una caja.

Prueba con este, de catorce pulgadas, color ébano y pelo de unicornio, un poco curvado.

León acababa de tomarlo y él se lo arrebató de la mano casi de inmediato.

—No, creo que debería ser este. Está hecho de sauce y pelo de unicornio, mide veinte centímetros y medio y tiene una elasticidad muy fuerte.

León acababa de recibirlo, y la varita salió disparada contra la pared.

-parece que no dijo Ollivanders

Veamos esta de 14 pulgadas, madera de pino y núcleo de nervio de corazón de dragón.

León tomó la varita y un chorro de calor brotó de sus dedos. La punta de la varita desprendía un halo blanco, como ondas en el agua, extendiéndose en círculos.

Una combinación extraordinaria, ideal para el trabajo. En tu clase de defensa serás todo un éxito.

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