Después del día en que el agua se congeló mágicamente, León empezó a notar algo extraño en sí mismo. Descubrió que podía crear hielo con solo concentrarse. Al principio, solo lograba hacer granizo, pero con el pasar de los días logro crear mariposas, vasos, copas, candelabro, él se sorprendió mucho al ver cómo sus creaciones cobraban vida y se movían a su orden.
León decidió no quedarse solo con ese talento. Con ayuda de Anya, comenzaron a investigar usando cómics y libros sobre mutantes y poderes especiales. Se dieron cuenta de que parecía tener habilidades similares a las de un mutante, alguien con capacidades extraordinarias. Inspirados por esas historias, empezaron a entrenar juntos: León practicaba en secreto en la biblioteca de la escuela, investigando qué efectos podría tener la baja temperatura en su cuerpo si lo usaba demasiado o por mucho tiempo.
Para fortalecer su físico, León también asistió a clases de karate, donde aprendió a defenderse y a controlar mejor sus movimientos. Con el tiempo, logró crear animales de hielo cada vez más grandes y complejos, que podían moverse y responder a sus órdenes: ratones rápidos, conejos ágiles y hasta un pequeño osito que parecía muy tierno, pero era muy resistente.
Pasaron los años, León y Anya fue creciendo.
A los 11 años León, recibió una carta muy especial y diferente a todas las demás. La carta tenía un escudo en el sello, en el que aparecían figuras simbólicas: un león, un tejón, un águila y una serpiente.
Al abrirla, León leyó unas palabras que le llenaron de sorpresa:
COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA
Director: Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore.
Querido señor: León
Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios. Las clases comienzan el 1 de septiembre. Esperamos su lechuza antes del 31 de julio.
Muy cordialmente,
Minerva McGonagall
Subdirectora
LISTA
Uniforme
Los alumnos de primer año necesitarán:
Tres Túnicas sencillas de trabajo.
Un sombrero negro puntiagudo para uso diario.
Un par de guantes protectores.
Una capa de invierno.
Libros
Todos los alumnos deben tener un ejemplar de los siguientes libros:
El Libro Reglamentario de Hechizos Miranda Goshawk
Una Historia de la Magia, Bathilda Bagshot
Teoría Mágica, Adalbert Waffling
Guía de Transformaciones para principiantes, Emeric Switch
Mil Hierbas y hongos mágicos, Phyllida Spore
Filtros y Pociones Mágicas, Arsenius Jigger
Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos, Newton Scamander
Las Fuerzas Oscuras. Una guía para la autoprotección, Gylderoy lockhart
Resto del equipo
1 varita.
1 caldero de peltre número 2.
1 juego de redomas de vidrio o cristal.
1 telescopio.
1 balanza de latón. Los alumnos también podrán traer una lechuza, un gato, una rata o un sapo.
SE RECUERDA A LOS PADRES QUE A LOS ALUMNOS DE PRIMER AÑO NO SE LES PERMITE TENER ESCOBAS PROPIAS
León, al recibir la carta con el escudo misterioso, no le prestó mucha atención. Nunca había oído hablar de Hogwarts ni de esa organización secreta. Para él, lo más importante era su interés en Westminster School, una institución con una larga tradición académica y prestigiosa, donde esperaba poder aprender más sobre sus poderes y quizás descubrir su verdadera historia.
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Dos días después, mientras caminaba por las calles cerca del orfanato, algo inusual ocurrió. En un callejón oscuro y silencioso, una figura femenina apareció de repente entre las sombras. Ella vestía ropa diferente a la que solía ver en el barrio: llevaba un manto oscuro y un sombrero alto adornado con una pluma de águila, con un aire misterioso pero amable.
—¿Por qué aceptaste cubrir a Pomona? —se quejó ella mientras cruzaba la calle para llegar al orfanato Wool—.
Al llegar al edificio, tocó el timbre y fue recibida por el guardia, el Sr. Blas, un hombre corpulento y siempre atento a todo lo que ocurría en el lugar.
—¿Qué desea? —preguntó con voz firme pero respetuosa.
—Soy la profesora Rolanda Hooch. Vengo a ver a la directora —dijo Rolanda Hooch con calma—. Tengo una cita con la Sra. Sarah.
El guardia asintió y le indicó que podía pasar.
—Pase, ahora viene.
La profesora Rolanda Hooch entró en un vestíbulo de baldosas blancas y negras; era un lugar viejo y desgastado, pero impecablemente limpio.
Una mujer flacucha y de aspecto nervioso se apresuró hacia el vestíbulo por un pasillo.
Su rostro de facciones afiladas denotaba más ansiedad que antipatía, y mientras se acercaba a
Dumbledore miraba hacia atrás hablando con otra ayudanta que también llevaba delantal.
—… y súbele el yodo María; a Billy Stubbs ha estado arrancándose las costras y Eric Whalley ha
manchado mucho las sábanas. Sólo nos faltaba la varicela —dijo a nadie en particular, pero entonces se fijó en Rolanda Hooch y se detuvo en seco, observándolo con tanto asombro como si se tratase de una jirafa.
—Buenas tardes —saludó él y le tendió la mano. Ella se quedó boquiabierta—. Me llamo Rolanda Hooch. Le envié una carta solicitándole una visita y usted tuvo la amabilidad de invitarme a venir
hoy.
La señora Sarah parpadeó. Tras decidir, al parecer, que Hooch no era ninguna alucinación, dijo
con un hilo de voz:
—¡Ah, sí! Ya… Bueno, entonces… será mejor que vayamos a mi oficina.
La guio hasta un pequeño cuarto que hacía las veces de salita y despacho, tan destartalado como el vestíbulo y cuyos muebles se veían viejos y desparejados. Invitó a Dumbledore a sentarse en una desvencijada silla, y ella tomó asiento detrás de un escritorio cubierto de carpetas y papeles. Parecía nerviosa.
—Como ya le explicaba en mi carta, he venido para hablar de León y de los planes para el
futuro del chico —expuso Hooch
—¿Es usted familiar suyo?
—No, yo soy una profesora. He venido a ofrecerle a León una plaza en mi colegio.
—¿Y qué colegio es ése?
—Se llama Hogwarts.
—¿Y por qué se interesa por León?
—Creemos que tiene las cualidades que nosotros buscamos.
—¿Quiere decir que le han concedido una beca? ¿Cómo es posible? Él nunca ha solicitado ninguna a Hogwarts.
—Verá, está inscrito en nuestro colegio desde que nació.
—¿Quién lo inscribió? ¿Sus padres? No cabía duda de que la señora Sarah era una mujer aguda y perspicaz.
Al parecer, la profesora Hooch también lo pensaba, porque sacó con disimulo su varita del bolsillo del traje de terciopelo al mismo tiempo que cogía una hoja en blanco que había encima de la mesa.
—Tome —dijo la profesora Hooch, y agitó una vez la varita mientras le tendía la hoja—. Creo que esto se lo aclarará todo.
Los ojos de la mujer se desenfocaron y volvieron a enfocarse al examinar con atención la hoja en blanco.
—Veo que está todo en orden —dijo al cabo, y se la devolvió a la profesora Hooch.
Entonces su mirada se desvió hacia una botella de ginebra y dos vasos que no estaban allí unos segundos antes—. Hum… ¿le apetece un vasito de ginebra? —preguntó con tono afectado.
—Gracias —aceptó la profesora Hooch.
Llenó ambos vasos con generosidad y vació el suyo de un trago.
¿Podría contarme algo acerca de la historia de León? Creo que nació aquí, en el orfanato.
—No, el no nació aquí, lo trajeron aquí debido a un accidente automovilístico donde falleció su madre—confirmó la mujer, y se sirvió más ginebra—Es un chico brillante —añadió. -Imagino que querrá verlo.
—Sí, desde luego —afirmó la profesora Hooch, y también se puso en pie. Una vez hubieron salido del despacho, la señora Sarah la guio y subieron por una escalera de piedra; por el camino iba repartiendo instrucciones y advertencias a ayudantas y niños.
Todos los huérfanos llevaban el mismo uniforme gris. Se los veía bastante bien cuidados, pero evidentemente tenía que ser muy deprimente crecer en un lugar como aquél.