La ciudad era un ejemplo de progreso y tecnología avanzada. La gente sigue sus rutinas diarias, sumida en la normalidad de sus vidas.
De repente, todo cambió. El cielo se fue oscureciendo sin previo aviso, y los habitantes, al levantar la vista, quedaron paralizados ante la incertidumbre.
—¿Qué está pasando? —murmuró una mujer, aterrada.
En el cielo, una sombra gigantesca cernió sobre la ciudad, opacando el brillo del sol y llenando el ambiente con una atmósfera de opresión. No hubo tiempo para responder a su pregunta; el caos se desató en cuestión de segundos.
Explosiones sacudieron el lugar, derrumbando edificios enteros y demás estructuras. Las llamas consumieron todo a su paso a una velocidad aterradora, iluminando el cielo con un resplandor anaranjado. El sonido de los disparos y los gritos de desesperación retumbaban por todas partes.
—¡Rápido, muévanse! —gritó alguien, con el rostro cubierto de sangre, mientras guiaba a un grupo de niños, jóvenes y mujeres hacia una nave de escape.
Los soldados y guerreros más hábiles de su especie se reunieron en las calles principales, formando una barricada con los pocos sobrevivientes que quedaban.
—¡No dejaremos que pasen de aquí!
—¡Malditos, monstruos! ¡Pagarán por lo que hicieron!
Sabían que su misión era suicida, pero no tenían otra opción.
Dentro de la nave, los niños lloraban mientras las puertas se cerraban.
Con un rugido, la nave despegó, dejando atrás un paisaje de devastación.
Noviembre de 2003.
Las noticias mostraban la llegada de una nave alienígena. Las cámaras se enfocaron en su aterrizaje, y la gente, aterrada, observaba en silencio.
—Un objeto desconocido ha aterrizado cerca de la ciudad... —informaba con esfuerzo un reportero, tratando de mantener la compostura mientras las imágenes de la inmensa nave se proyectaban en plena transmisión.
Las fuerzas armadas no tardaron en llegar al sitio. Vehículos blindados se estacionaron en los alrededores, soldados armados con rifles avanzaban con cautela, y helicópteros sobrevolaban la zona, iluminando la nave con sus reflectores. Todos estaban preparados para lo que fuera necesario. En un momento tenso, un representante alienígena apareció. Tenía aspecto humano, con una expresión pacífica. Este sujeto se acercó al líder militar.
—Hemos llegado en paz —el extraterrestre se mostró temeroso—. Por favor, no buscamos conflicto, ni deseamos causar daño, ni viceversa.
Hizo una pausa, observando cuidadosamente alrededor con preocupación.
—Sabemos que nuestra llegada puede ser inquietante, pero no tuvimos otra opción. Denos una oportunidad. —Nuestro mundo dejó de existir y no tenemos a donde ir. Necesitamos su ayuda —dijo mientras levantaba su mano.
Justo cuando estaban a punto de estrechar las manos, un disparo resonó en el aire. El cuerpo del representante cayó al suelo, atravesado por una bala.
El caos estalló.
—¡Atacad! —gritaron algunos alienígenas, mientras otros optaron por huir, llevando a los niños consigo. La batalla comenzó. Humanos y alienígenas se enfrentaron, pero los extraterrestres, en su mayoría, lograron escapar.
Octubre de 2006.
Tras años de conflicto, las razas llegaron a una tregua. Se estableció una alianza para convivir en paz, pero fue efímera, como un espejismo antes de la tormenta.
Marzo de 2010.
Los problemas comenzaron a resurgir. Varias desapariciones misteriosas de humanos y niños alienígenas sacudieron al mundo y sin dejar rastro.
—¿Dónde se esconden esos seres? —preguntaban, ya que, con su apariencia idéntica a la de los humanos, era casi imposible reconocerlos.
Para hacer frente a la amenaza, las naciones unieron fuerzas y enviaron agentes especiales a patrullar. Sabían que, entre ellos, el enemigo podría estar oculto.
La pantalla se oscureció, finalizando los reportajes