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Chapter 5 - CAPÍTULO 4: LÍNEA ENTRE EL MIEDO Y EL CORAJE

Lythoria bajó ágilmente del cerco de un salto.

Ella se acercó a Yeimz y a sus amigos con una actitud amigable, saludándolos con naturalidad. Yeimz, visiblemente sorprendido, no sabía qué decir.

—¡Hola! —dijo Lythoria—. Hace tiempo que no nos vemos. Me di cuenta de que olvidé pedirte que intercambiáramos contacto la última vez que hablamos.

Ella sacó un pedazo de papel de su bolsillo, ofreciendo su número a Yeimz.

—Aquí tienes —le extendió.

Yeimz, algo nervioso, lo recibió, sin poder ocultar la ligera sonrisa que se formaba en su rostro. En ello, Lythoria desvió la mirada hacia los chicos.

Yeimz se dio cuenta de que era el momento de presentarlos.

—Ellos son mis mejores amigos, Bruno y Claire.

Lythoria, con una sonrisa cordial, les estrechó la mano a ambos.

—Encantada de conocerlos.

Bruno y Claire, aún un poco incrédulos por todo lo sucedido.

—¡El gustó es nuestro! —dijeron al unísono.

Después de eso, Lythoria se inclinó ligeramente y, antes de irse, le dio un beso en la mejilla a Yeimz, lo que lo dejó aún más sorprendido.

—Fue un placer verlos a todos. ¡Hasta luego!

Al pasar al costado de Yeimz, se detuvo un momento y comentó:

—Espero que nos toque el mismo salón cuando comiencen las clases. Sería genial poder pasar más tiempo juntos como amigos.

En el camino, Lythoria notó con su aguda audición los murmullos de otros estudiantes. Claramente, estaban incómodos por la inesperada interacción que ella había tenido con Yeimz y sus amigos, sabiendo que ellos eran marginados.

Lythoria, al escuchar esos comentarios, endureció su mirada por un instante, observando con seriedad a todos aquellos que murmuraban a sus espaldas.

Mientras caminaba junto a sus amigos, Yeimz no podía ocultar su emoción mientras miraba el papel con el número de Lythoria escrito. Sin embargo, no tardó en notar la incomodidad de los demás estudiantes.

—¿Qué está pasando?

Claire, al percibir su confusión, se acercó.

—Yeimz, ¿sabes quién es Lythoria?

Él la miró, sorprendido por la pregunta.

—No, no lo sé.

Bruno, con tono casual, explicó:

—Lythoria es una de las personas más destacadas de la escuela. Es conocida por sus habilidades en casi todo: deportes, estudios, actividades extracurriculares. Su personalidad se caracteriza por ser distante con todos.

—¿Distante? —preguntó Yeimz.

Bruno asintió, cruzándose de brazos.

—Sí. No tiene amistades ni acepta propuestas de otros, porque es obvio que la mayoría solo quiere estar cerca de ella por su reputación o por su físico.

Claire intervino, con una expresión pensativa:

—Y ahora, de repente, fue amigable contigo. Eso es lo que incomoda a otros.

Yeimz, desconcertado, miró a Bruno y Claire.

Bruno, con una sonrisa traviesa, rodeó con su brazo a su amigo.

—Bueno, Yeimz, parece que tienes suerte. Lograste acercarte a ella.

Claire se unió a las bromas, sonriendo maliciosamente.

—¿Quién diría que Yeimz se llevaría la atención de Lythoria?

El rostro de Yeimz se puso rojo mientras lo asimilaba.

“Esto es extraño”. Él sentía que todo estaba desarrollándose de una manera muy inusual. Por un instante, sonrió de manera pícara.

—Tal vez… esto es como una de esas comedias románticas de mis mangas… —murmuró para sí mismo, dejando volar su imaginación por un momento.

Sin embargo, pronto su ánimo decayó. Recordó su historial de mala suerte.

—Seguramente todo esto solo es una coincidencia…

Bruno y Claire lo miraron con curiosidad, pero prefirieron no decir nada mientras continuaban caminando hacia la escuela, dejando a Yeimz absorto.

Todos ingresaron a la institución para participar en la formación, como parte de la ceremonia de entrada del nuevo año escolar. Yeimz caminaba junto a Bruno y Claire, pero no podía evitar sentirse nervioso. Su miedo interno hacia algunas personas lo hacía observar a su alrededor con aprehensión.

Sus temores no tardaron en materializarse. Varias miradas hostiles lo interceptaron, algunas cargadas de desprecio y otras de diversión malintencionada. Un par de chicos se acercaron para lanzarle comentarios.

—Este año también nos vamos a divertir contigo —dijo uno, con burla.

Yeimz bajó la mirada, intentando ignorarlos.

Bruno, notando su incomodidad, le tocó el hombro para tranquilizarlo.

—Oye, no te preocupes. Estarás bien —su tono seguro—. Hemos estado entrenando todo este tiempo. Podrás enfrentarlos si te lo propones.

Claire lanzó una mirada despectiva hacia los muchachos que los molestaban.

—Exacto. De lo contrario, déjanos a nosotros —añadió, con un aire desafiante.

De repente, Yeimz levantó la vista y se encontró con la mirada de Lythoria.

“¿Por qué tiene que mirarme ahora…? No quiero que vea esto…”.

***

Después de la ceremonia, todos los estudiantes se dirigieron hacia el mural donde estaban listados los nombres para verificar sus asignaciones de salón.

Yeimz buscaba su nombre entre la multitud, pero no pasó mucho tiempo antes de que algunos chicos lo empujaran deliberadamente al pasar a su lado.

—¿Te molestamos? —se burló uno, chocando su hombro contra el de Yeimz.

Yeimz apretó los puños pero optó por ignorarlos, enfocándose en encontrar su nombre. Sin embargo, los constantes empujones y comentarios le generaron una sensación de frustración que no podía controlar.

“¿Por qué no puedo hacer nada?”.

El temor de enfrentarse a ellos, especialmente porque eran varios, lo mantenía paralizado. Esa sensación de cobardía lo consumía.

Bruno y Claire, un poco más adelante, lo llamaron para que se acercara al ver que ya habían encontrado su nombre en el mural. Yeimz, con el ceño fruncido, avanzó lentamente, tratando de calmar las emociones que lo abrumaban.

Lythoria observó la escena desde la distancia. Los empujones y burlas hacia Yeimz no pasaron desapercibidos, y gradualmente su cólera aumentaba.

“¿Por qué no se defiende…?”. Ella apretaba los puños con fuerza. Al acercarse lentamente, resonaba en su mente ecos de antiguos recuerdos.

“Bicho raro… Bicho raro…”

Voces de niños invadieron su cabeza, llenándola de incomodidad. Sin embargo, antes de que pudiera hacer algo, sintió un toque en su hombro.

—¡Lythoria! —dijo una voz femenina.

Al girarse, vio a una de sus compañeras, quien la saludaba con entusiasmo.

—¿Este año también te unirás al equipo de básquet y vóley?

La pregunta la despabiló de su estado absorto.

—Ah… sí. Claro…

—¡Genial! —la chica se despidió rápidamente.

Cuando Lythoria volvió su mirada hacia Yeimz, vio que ya estaba tranquilo junto a Bruno y Claire. Los chicos que lo estaban molestando se habían marchado.

Poco después, mientras revisaba el mural, notó que estaría en la misma sección que Yeimz, Bruno y Claire. Esto la hizo sonreír nuevamente.

Justo en ese momento, Claire y Bruno notaron la presencia de Lythoria.

Ambos intercambiaron miradas cómplices antes de empujar a Yeimz hacia ella, con una fuerza que lo hizo tropezar levemente antes de llegar.

Lythoria lo miró, algo desconcertada por la repentina acción.

—¿Eh? ¿Yeimz?

—E-espero que nos llevemos bien este año… —él intentaba recomponerse.

Las palabras de Yeimz tomaron por sorpresa a Lythoria. No esperaba algo tan directo de él. Después de un breve silencio, sonrió suavemente.

—Así podré seguir molestándote —su tono juguetón.

Bruno y Claire, observando esto, sonrieron pícaramente.

—Esos dos… —murmuró Bruno, mientras Claire reía por lo bajo.

El momento de ingresar al salón llegó. Todos caminaron hacia sus respectivas aulas. Sin embargo, mientras lo hacían, Lythoria notó que uno de los que había estado molestando a Yeimz antes, intentaba chocarle el hombro.

Antes de que pudiera lograrlo, Lythoria, usó su hombro para empujar al chico primero, haciéndolo perder el equilibrio y caer al suelo de forma torpe. Lythoria, sin perder la compostura, giró hacia Yeimz como si nada hubiera pasado.

—Por cierto, Yeimz, ese uniforme te queda muy bien…

Él, sin haber notado lo sucedido, le agradeció por el cumplido. Mientras tanto, Bruno y Claire, quienes sí habían visto todo, miraron al chico en el suelo.

—¿Quién me empujó? —el joven mareado intentaba levantarse.

Bruno, reprimiendo una carcajada, murmuró hacia Claire:

—Definitivamente, esto no me lo esperaba.

Bruno y Claire tomaron asiento junto a Yeimz, mientras que Lythoria, por su lado, se dirigió al otro extremo del salón para ubicarse.

Yeimz la observó con cierta confusión.

"¿Por qué se sentó tan lejos?". Su mirada la seguía.

Desde su asiento, Lythoria pudo notar las miradas hostiles de algunos estudiantes hacia Yeimz y sus amigos. “Es mejor mantener algo de distancia”. Ella sabía que su cercanía podía causarles problemas.

Mientras el primer profesor daba la introducción al curso, Yeimz se inclinó hacia Bruno y, con un tono decidido y serio, les susurró:

—Este año no trates de defenderme más. Quiero lidiar con esto sólo.

Bruno lo miró por unos segundos antes de soltar una leve sonrisa.

—De acuerdo, entonces. Pero que conste, lo haces porque quieres dar una buena impresión a Lythoria, ¿verdad? —su tono burlón.

—¡Eso no tiene nada que ver! —Yeimz susurró apresuradamente.

***

Esa noche, Yeimz daba vueltas por los pasillos de su casa, incapaz de tomar una decisión. Había estado pensando si debía enviarle un mensaje a Lythoria.

—¿Y si cree que soy un pesado? ¿O si no le interesa hablar conmigo? —él caminaba un lado a otro murmurando lo mismo.

Finalmente, después de mucho dudar, tomó el celular y envió un saludo.

No pasó ni cinco segundos antes de que su celular vibrara con una respuesta.

—“Tardaste un poco en hacerlo, ¿eh?” —leyó Yeimz.

"¿Estaba esperando que le escribiera?". Una mezcla de emoción y nerviosismo lo invadieron mientras leía el mensaje una y otra vez, sin saber qué responder.

***

Lythoria estaba apoyada sobre la mesa de su sala, con el celular en una mano. El lugar estaba desordenado, con algunos objetos tirados.

Lythoria, desnuda, con su cuerpo aún mojado y espuma en la cabeza, dejaba claro que había estado en medio de una ducha. Al escuchar la notificación del mensaje de Yeimz, había salido rápidamente del baño, resbalándose y dejando todo en ese estado. Ella pasaría a ordenar su mesa. Tras esto, su mirada se enfocó en el celular mientras le escribía un mensaje a Yeimz.

—¿Te gustaría salir a caminar un poco esta noche? —escribió.

No pasó mucho tiempo antes de que Yeimz respondiera.

—Claro, ¿nos vemos en el mismo parque?

Lythoria sonrió mientras escribía de vuelta.

—No te preocupes, yo paso por tu casa, será más rápido.

Sin embargo, cuando envió el mensaje, se quedó quieta al darse cuenta de lo que había escrito. En su pantalla apareció rápidamente una respuesta de Yeimz.

—¿Cómo sabes dónde vivo?

El rostro de Lythoria se tiñó de un suave rubor.

“¿Cómo no pensé en eso antes de escribirle?”.

Miró el celular por unos segundos, buscando una excusa convincente.

—Tú mismo me diste tu dirección la última vez que nos vimos. Por eso te llevé a tu departamento cuando te quedaste dormido.

Al recibir la respuesta, Yeimz asintió para sí mismo mientras leía.

—Tiene sentido… —aceptando la explicación sin cuestionarla más.

Lythoria suspiró aliviada tras ver que Yeimz no insistía, mientras dejaba el celular en la mesa y se apresuraba a terminar de ducharse.

***

Yeimz estaba alistándose para salir, revisando su celular y ajustándose la ropa frente al espejo, cuando un sonido en la ventana de su habitación lo sobresaltó.

—¡Ya llegué! —Lythoria le levantaba la mano en señal de saludo.

Yeimz retrocedió unos pasos, completamente sorprendido.

—¿Te asusté? —ella reía mientras saltaba ágilmente dentro.

Yeimz pondría una expresión pícara al notar el traje que llevaba Lythoria.

Ella, al notarlo, entrecerró los ojos con un toque de burla.

—Pervertido ¿Por qué tienes la vista tan inquieta?

Yeimz rápidamente apartó la mirada, tratando de justificarse.

En ese momento, Akita apareció en la habitación, moviendo la cola y mostrando una actitud sorprendentemente amigable hacia Lythoria.

—Eso es raro… —murmuró Yeimz—. Normalmente, Akita es hostil.

Al escuchar ese nombre, Lythoria sintió como si algo despertara en su memoria.

—¿Akita…? —repitió en voz baja, sintiéndose extrañamente intrigada.

Después de un breve silencio, Lythoria sonrió.

—¿Te importa si nos acompaña? Podría ser divertido llevarla con nosotros.

Yeimz, mirando a Akita, asintió.

—No hay problema. De paso, se distrae un poco.

Lythoria acarició la cabeza de Akita, quien ladró alegremente. Yeimz entonces se dirigió hacia la puerta de su departamento, listo para salir.

—¿A dónde vas? —Lythoria preguntó con un tono casual pero curioso.

Yeimz volteó, algo desconcertado.

—A la calle… ¿Por dónde más podríamos salir?

Lythoria esbozó una sonrisa juguetona.

—Por la ventana, obviamente. Es mucho más divertido.

Antes de que Yeimz pudiera protestar, Lythoria lo sostuvo firmemente con un brazo y tomó a Akita con el otro. Al hacerlo, sonrió con confianza.

—¡Espera, espera! —exclamó Yeimz, pero ya era demasiado tarde.

Con un salto ágil, Lythoria salió por la ventana, descendiendo con una serie de movimientos rápidos y fluidos. Saltaba de un borde a otro.

—¡¿Qué estás haciendo?! —gritó Yeimz, mientras Akita ladraba emocionada.

Cuando finalmente tocaron el suelo de la calle, Lythoria lo soltó con cuidado, mientras él intentaba recuperar el aliento.

—¿Ves? Mucho más práctico —ella rió disfrutando del momento.

***

Con el tiempo, Yeimz y Lythoria comenzaron a salir juntos durante las noches con mayor frecuencia. Él hacía su mejor esfuerzo para devolverle las bromas y burlas a Lythoria, pero ella siempre lograba adelantarse.

En la escuela, Lythoria comenzó a relacionarse más con Bruno y Claire, decidiendo unirse a su grupo de amigos y sentándose junto a ellos.

Esto no pasó desapercibido para los demás estudiantes. Los celos y el enojo comenzaron a surgir entre aquellos que admiraban a Lythoria desde la distancia, especialmente porque ella parecía más alegre y expresiva en compañía de estos tres, particularmente cuando estaba cerca de Yeimz.

Durante las competiciones deportivas de la institución, Lythoria no dejaba de destacar. Su habilidad y elegancia en diversas disciplinas era impresionante y siempre dejaba a Yeimz, Bruno y Claire asombrados.

En las carreras, su velocidad era inigualable. Con cada zancada, dejaba atrás a sus competidores con una facilidad casi inhumana. En el baloncesto, su destreza para eludir a los jugadores y realizar tiros precisos la convertía en el centro de atención. Sin embargo, algunos chicos parecían más interesados en otra cosa: sus ojos estaban fijos en cómo rebotaban sus pechos con cada salto. En los entrenamientos de combate cuerpo a cuerpo, nadie se atrevía a enfrentar a Lythoria. Su habilidad y fuerza eran tales que siempre salía victoriosa, incluso contra oponentes que parecían mucho más fuertes que ella.

Lythoria comenzaba a obsesionarse con una idea: quería confirmar si Yeimz tenía los dos característicos lunares juntos en su hombro.

“¿Cómo puedo comprobarlo?”. En un momento de debilidad, incluso consideró espiarlo en los vestidores, pero rápidamente desechó la idea.

—No, eso sería cruzar una línea… —sacudió la cabeza en negación.

En las clases de natación, Yeimz siempre llevaba puesto un polo.

—¿Por qué tiene que ser tan reservado? —ella se mostraba ansiosa.

 “De alguna manera, lo descubriré”.

Agosto de 2017.

La situación con los acosadores de Yeimz había empeorado. Tres estudiantes habían intensificado su acoso hacia él, claramente molestos por su creciente cercanía con Lythoria. Las burlas se convirtieron en amenazas y golpes.

Yeimz, incapaz de enfrentarse a ellos directamente, soportaba el abuso en silencio, aunque su frustración interna crecía con cada día. Por otro lado, Bruno, Claire y Lythoria no podían ignorarlo. Aunque habían respetado la decisión de Yeimz de no intervenir, su paciencia estaba llegando al límite.

—Esto ya es demasiado —Bruno apretó los puños.

—No podemos seguir permitiéndolo. —añadió Claire, con una mirada seria.

Lythoria permanecía en silencio, pero sus ojos reflejaban una furia contenida.

“¿Por qué tienes que soportar esto…?”.

Justo cuando los tres estaban a punto de intervenir, algo inesperado los detuvo.

—Tal vez Lythoria se ha convertido en una ramera al pasar tiempo con idiotas como ustedes —dijo uno de los chicos, con un tono despectivo.

Yeimz, quien hasta entonces había mantenido la calma, murmuró, amenazante:

—Retráctate…

Los chicos lo ignoraron y continuaron riendo.

Con toda su fuerza, Yeimz golpeó en el rostro al que había dicho esas palabras. El impacto fue tan fuerte que lo mandó al suelo de inmediato.

Yeimz, respirando con dificultad, se quedó mirando al chico en el suelo.

—Pueden decir lo que quieran de mí… —sus ojos estaban llenos de determinación—. ¡Pero no voy a permitir que hablen así de Lythoria!

El silencio se apoderó del lugar. Incluso los otros dos acosadores se quedaron paralizados, sin saber cómo reaccionar ante esa actitud.

Desde la distancia, Lythoria esbozó una sonrisa.

—Dales una paliza…

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