Los compañeros del chico golpeado por Yeimz quedaron inmóviles por unos segundos, sorprendidos por su inesperada reacción.
—¿Así que finalmente te animaste a pelear? —dijo uno de ellos con una sonrisa desafiante, mientras se acercaba a Yeimz lentamente.
Sin más preámbulos, los dos chicos restantes decidieron enfrentarlo. Yeimz, gracias al entrenamiento que había realizado durante meses, logró mantenerse al nivel de ellos. Sus movimientos, aunque aún no eran perfectos, le permitieron evadir y bloquear los ataques. Sin embargo, solo se enfocaba en defenderse.
Desde la distancia, Bruno tenía la intención al ver que la situación se complicaba. No obstante, Yeimz levantó la mano hacia él, deteniéndolo.
—No, Bruno… —su voz firme—. Me prometiste no entrometerte ¿cierto? Este es mi problema, y debo resolverlo por mí mismo.
Bruno, aunque frustrado, asintió y retrocedió, confiando en su amigo.
Uno de los chicos aprovechó ese momento para lanzar una patada directa al estómago de Yeimz, quien no pudo reaccionar a tiempo. El impacto lo empujó contra la pared, dejándolo sin aliento por unos segundos.
Antes de que pudiera recuperarse, el agresor lo sujetó por el cuello.
—¿Qué pasa? ¿Eso es todo lo que tienes? —se burló mientras apretaba.
Con un movimiento rápido, Yeimz quitó la mano de su oponente de su cuello, sujetó su brazo y, sin detenerse, lo lanzó al suelo. El otro agresor, viendo la oportunidad, trató de lanzar un puñetazo al rostro de Yeimz, pero este lo evadió con agilidad y respondió con un cabezazo preciso, derribándolo.
—¡Eso es, Yeimz! —Claire estaba visiblemente emocionada.
De este modo, Yeimz logró vencer a los tres chicos. Él se mantuvo en pie, mirando a su alrededor y sintiendo una mezcla de alivio y alegría.
“Lo… hice”. Un leve suspiro escapaba de sus labios.
Sin embargo, al girarse, su expresión cambió al ver a alguien inesperado.
Larry, un estudiante de otra sección pero del mismo grado, se encontraba observando todo. Él era conocido por sus habilidades excepcionales en pelea, fruto de su entrenamiento en diversas academias de artes marciales.
—No está mal —Larry cruzó los brazos y se apoyó en la puerta mientras miraba seriamente a Yeimz—. Así que tú fuiste capaz de derrotarlos.
Yeimz lo miró con cautela, aun recuperando el aliento.
—¿Y tú quién eres?
—Soy Larry —dio un paso al frente—. Y quiero saber qué tan bueno eres en realidad. ¿Qué te parece una pelea amistosa justo ahora?
Yeimz negó con firmeza la propuesta de Larry, sacudiendo la cabeza.
—Lo siento, pero no voy a pelear contigo.
Larry, con una expresión seria, usó sus manos para empujarlo.
—¿De verdad vas a negarte? Después de todo, esos a los que golpeaste eran mis compañeros. Creo que debería tomar medidas al respecto.
Bruno, viendo que Yeimz estaba visiblemente fatigado, intervino.
—¡Déjalo ya, Larry! Él no está en condiciones de pelear.
Pero Yeimz levantó la mano hacia Bruno, deteniéndolo.
Bruno apretó los puños, claramente frustrado, pero retrocedió.
Yeimz, por su parte, se encontraba luchando contra sus propios pensamientos. “¿Por qué todo tiene que complicarse tanto…? Solo quería descansar después de esa pelea”. Su victoria anterior le trajo un desafío mayor.
Larry, sin esperar más, adoptó una postura defensiva.
—Veamos si puedes resistir.
Con rapidez, Larry lanzó un golpe, pero era un amague. Antes de que Yeimz pudiera reaccionar, él se agachó y lo pateó en la pierna.
—Tienes buen equilibrio —notó que Yeimz no había caído.
“¿Cómo voy a ganarle…? ¿Podré siquiera resistir?”, pensó este último.
La pelea comenzó a intensificarse. Larry atacó a Yeimz con una serie de golpes y combinaciones rápidas. Los movimientos eran demasiado precisos y veloces para que Yeimz pudiera preverlos o bloquearlos. Cada impacto lo hacía tambalearse, mientras su cuerpo acumulaba el dolor.
A pesar de ello, Yeimz se negaba a caer. Cada vez que Larry lo derribaba o lo golpeaba, él se levantaba nuevamente, impulsado por la frustración.
Larry, al notar esto, se detuvo y miró a Yeimz con una expresión de desdén.
—No eres gran cosa —su tono frío—. Tienes fuerza, pero no tienes habilidad. Solo eres un saco de músculos que no sabe cómo usarlos.
Las palabras de Larry hicieron que algo dentro de Yeimz explotara.
—¡Eso no es cierto! —se lanzó al ataque.
Larry, confiado, intentó golpearlo nuevamente. Sin embargo, esta vez, Yeimz esquivó habilidosamente tres de sus ataques consecutivos. Aprovechando la apertura, lanzó un puñetazo certero que impactó directamente en la quijada. El golpe hizo retroceder a Larry, quien, por primera vez, frunció el ceño.
—Interesante… —murmuró, mientras se llevaba una mano al rostro. —Así que te has mecanizado algunos de mis movimientos.
Yeimz, jadeando pero manteniendo su postura, no respondió. Sus ojos estaban llenos de determinación, mientras se preparaba para lo que venía a continuación.
Larry, sin contenerse, descargó una serie de golpes rápidos sobre Yeimz. Cada impacto lo dejaba más exhausto, y su cuerpo comenzaba a ceder ante el desgaste de la pelea. Yeimz trató de bloquear los golpes, pero la fuerza de Larry lo superaba, y no pudo evitar caer de rodillas, sin fuerzas para continuar.
—Esto se termina aquí, Yeimz —esbozó una sonrisa triunfante mientras levantaba el puño, preparándose para un golpe directo al rostro de su oponente, buscando noquearlo como siempre hacía con sus oponentes.
Pero, antes de que Larry pudiera ejecutar su golpe, alguien intervino.
Con gran rapidez, Lythoria detuvo el puño de Larry, sujetando el puño con su mano. La expresión de sorpresa en el rostro de Larry fue instantánea.
Sin que Larry pudiera reaccionar, Lythoria ejecutó una patada al rostro de este, haciéndolo estrellarse contra las mesas del salón. Luego, con una dulce sonrisa, se dirigió hacia su amigo y le estrechó la mano para ayudarlo a levantarse.
—Lo hiciste bien, Yeimz. Tuviste el coraje de enfrentarlos y lograste vencerlos, incluso diste pelea a alguien que se considera experto.
Larry, furioso, se levantó rápidamente.
—¡No te metas, Lythoria! ¡Esto no tiene nada que ver contigo!
Ella no se inmutó ante sus palabras y, con una calma imponente, agregó:
—No permitiré que sigas haciéndole daño a mi amigo. Si quieres llegar a Yeimz, primero tendrás que enfrentarte a mí y derrotarme. Claro, si lo logras.
Además, Lythoria destacó la injusticia de la pelea.
—Tú has recibido entrenamiento profesional, una ventaja que Yeimz no tiene. A pesar de eso, él fue capaz de golpearte, aun estando agotado.
Larry, después de recuperarse de la sorpresa, lanzó un desafío a Yeimz.
—El último día de clases, tendremos un duelo. Tendrás tiempo para fortalecerte, así que este será un enfrentamiento para cerrar la etapa de secundaria.
Antes de que Lythoria pudiera intervenir, Yeimz dijo:
—Acepto. Lucharé contigo ese día…
Lythoria se quedó sorprendida ante la rápida respuesta de Yeimz.
—Por mi orgullo, no puedo dejar las cosas así. Al menos quiero una revancha con él —Yeimz mostró una mirada firme y llena de determinación.
Esto hizo que Lythoria sonriera.
Larry, al escuchar la respuesta, añadió:
—Yo también entrenaré, pero no para enfrentarme a ti, Yeimz —su sonrisa era burlona—. Lo haré para vencer a Lythoria y demostrar su superioridad.
Ella lo miró con seriedad.
—¿Así que me estás desafiando también?
Larry asintió con una sonrisa confiada.
Lythoria sonrió de manera amenazante.
—Si Yeimz te vence, entonces no habrá necesidad de que me enfrentes. Pero si él pierde, debes estar seguro de que no me contendré.
Larry asintió, incómodo.
—Entonces así será.
***
Yeimz fue llevado a la enfermería de la escuela mientras que los tres chicos que lo habían acosado fueron suspendidos por unos días.
—Voy a vencer a Larry —murmuró recostándose en la cama.
En ese momento, Bruno y Claire entraron en la enfermería.
—¿Cómo estás? —ella se mostró muy preocupada.
—Necesito su ayuda —expresó Yeimz.
***
Yeimz entrenaba intensamente cada mañana junto a Bruno y Claire. Por las noches, se veía practicando en solitario, perfeccionando sus movimientos
Lythoria lo observaba desde la distancia en secreto. En ocasiones, veía cómo Yeimz se detenía a medio entrenamiento, dudando de sí mismo. Parecía preguntarse si había tomado la decisión correcta al aceptar el desafío de Larry.
Esto interrumpía sus esfuerzos, recordándole el dolor de las golpizas previas.
Una de esas noches, mientras Yeimz descansaba, sintiendo una inseguridad que lo invadía, Lythoria se acercó sigilosamente desde atrás.
—Parece que te falta un poco más de optimismo, ¿no? —lo miró con ojos llenos de deseo mientras le ofrecía un refresco que había traído.
Yeimz, al escuchar su voz tan cerca, dio un salto del susto, mientras Lythoria lo observaba con una mirada coqueta y tranquila.
Ella se sentó junto a él, sin apartarle la mirada.
—Vamos. ¿Por qué no te sinceras conmigo? ¿Qué te tiene tan asustado?
Yeimz miró al frente, sin saber si debía compartir sus sentimientos.
Finalmente, suspiró y comenzó a hablar con algo de dificultad.
—Siempre he sido una persona tranquila, pero también he sido víctima de bullying… —él miraba sus manos—. Se han aprovechado de mí, y me siento como si fuera mi culpa, por permitirlo todo. Ahora quiero cambiar, ser más fuerte, pero a veces me siento... inseguro. Soy un desastre.
Lythoria, al escuchar sus palabras, lo miró con comprensión.
—Lo entiendo, de cierto modo —su mirada no se apartaba de sus ojos. Luego, cambió de tema—. ¿Y tus padres? Nunca me has hablado de ellos.
Yeimz se quedó en silencio por un momento.
—Mis padres… murieron hace un tiempo —dijo, sin mirarla, como si el dolor de esas palabras aún lo afectara—. Mi padre fue asesinado por esa organización misteriosa, y mi madre… ella falleció en un accidente automovilístico.
Lythoria, al enterarse de la tragedia, se sorprendió.
—Lo siento mucho por haberte preguntado —se mostró apenada.
Yeimz, al notarlo, le sonrió levemente.
—No te preocupes. Quería hablar de esto algún día, aunque no me gusta mucho tocar el tema. Fue algo que me deprimió mucho, sobre todo porque se anunció en todos los noticieros del país… Algo que alarmó a mucha gente.
Lythoria acarició suavemente a Akita, quien se había acercado.
Ella miró a Yeimz con una expresión triste, sin saber qué hacer en ese momento.
El ambiente entre ellos se volvió un poco tenso.
Lythoria, notando su inquietud, decidió abrazarlo de manera inesperada.
—Todo va a mejorar, ¿lo sabes? —su sonrisa era cálida, intentando reconfortarlo—. Si te lo propones, todo mejorará. Solo espera un poco más.
Yeimz, un tanto sorprendido por el gesto, se relajó.
—Sabes... yo también he perdido a mi familia, pero fue en mi planeta de origen. No lo recuerdo porque era apenas una bebé, así que no siento esa tristeza profunda como tú. —comentó Lythoria—. Pero… a veces extraño a alguien que conocí aquí, en la Tierra. Era una persona muy especial para mí, y fui separada de él. Ahora, solo conservo vagos recuerdos sobre él.
Yeimz la observó con curiosidad. La confesión de Lythoria era inesperada, y sus palabras parecían llevar una carga emocional que no había mostrado antes.
Lythoria, al percatarse de lo que acababa de decir, sonrió nerviosa, algo preocupada por haber revelado más de lo que debía, por lo que cambió de tema.
—Vamos, sigue entrenando —mostró su misma energía usual—. Dejemos esas conversaciones para otro momento. No es bueno ponerse triste ahora.
Yeimz asintió, aún intrigado por lo que había escuchado.
—Te acompañaré. Voy a ayudarte a mejorar ¿está bien? —Lythoria sonrió mientras hablaba, su sonrisa y mirada eran calculadoras—. Pero, claro, habrá una condición. He notado que tu fuerza aún es algo débil.
Lythoria se levantó, tomó un par de mancuernas y les puso un peso considerable.
—Cuando puedas levantar esto sin esfuerzo, te guiaré más a fondo.
—Lo haré. Ya verás.
Con una sonrisa satisfecha, Lythoria se dirigió hacia la ventana.
—Muy bien, entonces... Te dejo entrenar. ¡Buena suerte!
***
A medida que pasaban los días, Yeimz se ejercitaba con más determinación, esforzándose por alcanzar el peso propuesto por Lythoria. Aunque su progreso era lento, cada vez se sentía más fuerte y seguro de sí mismo. En sus días de descanso, Lythoria lo visitaba para seguir saliendo, como al cine o restaurantes.
En una de esas ocasiones, mientras caminaban por una galería, Lythoria notó el interés de Yeimz por los videojuegos. Siempre se detenía frente a estos puestos.
—Parece que te gustan los videojuegos. ¡Que coincidencia!
Yeimz, un poco avergonzado, asintió.
—Entonces, ¿qué te parece si vamos a mi departamento a jugar? También podríamos ver algunas películas —propuso Lythoria, con una sonrisa cómplice.
Esto pasmó a Yeimz, ya que nunca ha estado en el departamento de una chica.
***
Yeimz no pudo evitar sentirse tímido en el departamento de Lythoria. Observó cada ambiente, notando lo bien organizado y ordenado que estaba todo.
—Siéntete como en casa —expresó ella.
Yeimz asintió, pero seguía observando todo con fascinación. Lythoria se sentó en su mueble, con una mirada ligeramente coqueta.
—Eres el primer chico que visita mi departamento.
El rostro de Yeimz se sonrojó al instante.
—Te sonrojas tan fácilmente... —rió Lythoria.
—Volví a caer en otra de tus bromas.
—No estaba bromeando —ella cogió el control y encendió la televisión, dejando a Yeimz completamente perplejo ante estas palabras.
A lo largo de la noche, vieron un par de películas juntos.
“En las últimas semanas, he desarrollado sentimientos profundos hacia Yeimz. Yo aún no he verificado si él es realmente esa persona… ¿Y si me estoy equivocando?”, miró de reojo a Yeimz. “Lo dudo…, estoy casi segura que él es esa persona… o eso quiero creer. Rayos… el miedo a equivocarme me detiene. Debo confirmarlo antes de dejarme llevar completamente”.
***
Cuando Yeimz ya se había ido, Lythoria se quedó sola en su departamento.
En su mente, ella practicaba de manera graciosa cómo pedirle a Yeimz que le mostrara su hombro para cerciorarse de una vez de su inquietud.
“No hay otra forma de saberlo”. Lythoria sonreía nerviosamente.
Además, otra preocupación rondaba en su cabeza. “¿Y si me rechaza por mi pasado?”. Pensaba en los crímenes que había cometido. “¿Me aceptará?”.
***
Mientras Yeimz caminaba de regreso a su casa, desde lejos, vio a una chica distraída caminando hacia la pista, ajena al peligro de un coche que se acercaba rápidamente. Sin pensarlo, corrió y la empujó justo antes de que sea atropellada.
—¡Gracias! ¡Me salvaste la vida! —exclamó ella— ¿Cómo podría compensarte? Al menos deja que te invite algo de comer, lo que tú quieras.
Al principio, Yeimz se negó, pero ella insistió hasta que él finalmente aceptó.
—Sígueme, por favor.
Mientras caminaban, Yeimz comenzó a sentirse inquieto. Algo en su interior le decía que algo no estaba bien, pero lo ignoró al principio, hasta que se adentraron en un callejón oscuro y estrecho. No había salida a la vista.
Al darse cuenta, la chica lo miró y empezó a coquetearle sutilmente.
—Eh… esto no está bien —Yeimz retrocedió ligeramente.
—¿Por qué no te dejas llevar? —dijo ella al oído. —Déjame compensarte…
Yeimz, acorralado, no sabía cómo reaccionar. Intentó alejarse, pero la chica lo empujó contra un muro, rodeándolo con los brazos y pegando su pecho.
—Relájate y déjame ocuparme de todo… —ella lo abrazó.
En ese momento, la chica sonrió de manera siniestra, dejando al descubierto su verdadera naturaleza alienígena, dispuesta a asesinarlo sin dudar.
Pero antes de que pudiera hacerlo, Lythoria apareció de manera sorpresiva. Con una velocidad asombrosa, lanzó una poderosa patada al rostro de la chica. El impacto fue tan fuerte que la chica salió disparada contra un muro, cayendo al suelo y quedando atrapada bajo los bloques de ladrillo que cayeron sobre ella.
Lythoria se acercó con determinación, mirando a la chica.
—¡Yeimz es mío! —su voz firme, llena de autoridad—. No te atrevas a volver a ponerle una mano encima… ¡o lo lamentarás!