Abril de 2015.
Yeimz, un chico de 14 años, está en tercer año de secundaria. Él siempre está sometido a una constante represión por las burlas y humillaciones de sus compañeros de clase. Esto le dificulta relacionarse socialmente, lo que lo hace también volver su personalidad cada vez más tranquila y desconfiada.
Él tiene una perrita, Akita, quien lo recibe con alegría cuando llegaba a casa y cuya presencia lo reconforta. Además, encuentra refugio y felicidad en los pequeños momentos con sus padres, quienes pasan por problemas económicos.
Kristell, su mamá, padece de una enfermedad y está llevando tratamientos.
Yeimz se centra en sus estudios, evitando confrontaciones. Cada vez que regresa del colegio, se tumba en la cama y observa el cielo desde la ventana.
—Ella está empeorando… ¿Qué debería hacer para ayudarla?
“Dios, ayúdala… Por favor”.
Diciembre de 2015.
Desde la perspectiva en primera persona, una niña se mostraba desorientada.
—¿Dónde estoy…? Mi cuerpo es pequeño otra vez… —miró hacia su costado y se percató de un chico de aproximadamente su misma edad, aunque no podía verle completamente el rostro—. Que luz tan fuerte… Tú eres… ¿Quién eres?
—¿Pero qué pregunta esa esa? Soy tu amigo —él le extendió su mano y le sonrió con calidez—. Vamos. Juguemos un poco y sigamos con tus rutinas.
—¿Eh? —ella dudó por una instante.
“La voz de este niño… me hace sentir increíblemente relajada”.
—¿No quieres? —él se le acercó un poco más.
—Sí, por favor… —agarró su mano—. Juguemos.
“Es verdad… Es mi mejor amigo. Que tonta soy”.
Juntos comenzaron a correr, compartiendo un instante de felicidad.
“Que bien se siente. Ojalá pudiera estar así todo el tiempo con… ¿Pero qué me sucede? ¿Por qué no puedo recordar su nombre ni ver su rostro con claridad?”.
—Disculpa que te pregunte esto. ¿Podría decirme tu nom…? —al parpadear, ella ya no vio a su amigo—. ¿Qué? ¿Dónde está? Él desapareció…
Confundida, se detuvo, y miró sus manos. Ahora sostenía un pedazo de vidrio y, a su alrededor, cuerpos ensangrentados de policías yacían en el suelo.
—¡No! ¡Otra vez no! —el miedo se apoderó de ella y al levantar la mirada, vio nuevamente al niño, quien estaba de espaldas y arrodillado en el suelo.
Con el corazón acelerado, la niña soltó el pedazo de vidrio y se le acercó.
—¡¿Estás bien?! —intentó tocarle el rostro para poder verlo, pero sus manos se humedecieron—. ¿Sangre? ¡No! ¡Estás herido! ¡¿Cómo pasó esto?!
—Lythoria, yo…
De pronto, ella fue sujetada por dos personas que la empezaron a alejar.
—¡¿Qué hacen?! ¡Suéltenme! —luchó para zafarse desesperadamente—. ¡No! ¡No me separen de él! ¡¿No ven que está herido?! ¡Necesita ayuda! ¡Déjenme!
En ese momento, el niño estiró su mano hacia ella.
—No te vayas…
—¡No me iré…! —ella intentó sujetar su mano mientras las lágrimas brotaban de sus ojos, alejándose cada vez más—. ¡Maldición! ¡¿Por qué hacen esto?!
De pronto, el entorno a su alrededor comenzó a incendiarse y desmoronarse.
***
La chica despertó de repente, su respiración agitada.
—Ese sueño otra vez…
Ella se encontraba en su cama, empapada en sudor, y las imágenes de la pesadilla aún rondaban en su mente. Su apariencia era de una joven de 14 años, y su cabello largo y azul caía en ondas suaves alrededor de su rostro. Sus ojos, aún llenos de tristeza, se llenaron de lágrimas mientras murmuraba:
—Eso pasó cuando tenía 9 años… —suspiró y se frotó los ojos para secárselos y suspiró—. Mis manos no dejan de temblar… Debo calmarme.
Al hacerlo, se levantó de la cama y se dirigió a la cocina. Tomó un vaso con agua y lo bebió lentamente mientras miraba su reflejo en el espejo.
—Ya pasó… —su mirada era apagada—. Es parte del pasado… Tengo que superar esos hechos de una buena vez y seguir adelante con mi vida.
Ella se preparó el desayuno y luego se quedó jugando con la taza mientras observaba, a través de la ventana, la vista panorámica de la ciudad que se extendía frente suyo. Su mirada se perdió entre los transeúntes y los edificios.
—¡Bien! —se despabiló, golpeó la mesa con ambas manos y se puso de pie—. Saldré un momento a despejarme —se dirigió al armario para cambiarse.
Con una ropa deportiva de color negro, salió a la calle.
—Mi nombre es Lythoria… —su tono era tranquilo pero distante—. Suelo mantener una distancia emocional con las personas, mostrando una actitud fría y seria. Llevo una vida solitaria, pero estoy bien con eso. Solo me permito sonreír sinceramente cuando estoy en mi habitación. Me sumerjo en los videojuegos, las películas y la lectura… son mis pasatiempos. Aunque tampoco es que lleve una vida sedentaria. Tengo algunas cualidades que me diferencian de los demás y me permiten hacer más cosas. Para no perderlas y mantener mi figura y agilidad, hago deporte de vez en cuando. Ah, también me gusta bailar.
“Me gustaría poder hacer todas estas cosas con él”.
Lythoria, con una expresión triste, recordó las razones detrás de esa soledad.
—La razón por la que soy tan distante con las personas es porque mis superiores, o como solemos decirles, mentores… me han enseñado a no formar vínculos con los humanos. Es una norma impuesta por los de mi raza. Todos estamos obligados a vivir bajo esas restricciones, sin excepciones. También acato ciertas misiones que me encomiendan. Es algo con lo que no estoy de acuerdo, pero no es que tenga otra opción… Los odio con todo mi ser.
“Espero todo esto acabe un día y pueda ser libre”.
Ella visitó varios lugares de la ciudad, deteniéndose cada vez para observar la alegría de las personas: grupos de amigos, padres con hijos y otros momentos.
El ambiente estaba lleno de animación, ya que faltaba solo un día para Navidad.
Al caer la noche, terminó en un parque.
—Vivo en la metrópolis. Siempre tengo la costumbre de venir a este parque por las noches. Cada vez que me siento sola o triste, observo las estrellas y me relajo —su voz era baja, casi un susurro—. Siempre trato de recordar a ese niño…, el único amigo que tuve, quien me brindaba confianza y paz. Incluso me salvó en dos ocasiones… Es como mi refugio, mi lugar seguro… —apretó los puños—. Lo que más me frustra es que no puedo dibujar su rostro en mi mente, por más que lo intente. Solo me queda una imagen vaga de su cuerpo.
Lythoria abrazó el collar que siempre llevaba consigo.
—Intento dejar todo esto atrás… pero sigo deseando volver a verlo con todas mis fuerzas. ¿Qué será de él ahora? ¿Cómo estará? Quiero saberlo todo…
Ella cerró los ojos y trató de mentalizar su aspecto actual.
—Solo le llevo siete meses de diferencia en edad… Tal vez ahora tengamos la misma estatura como cuando éramos niños o quizá sea más grande que yo…
El viento sopló suavemente el cabello de Lythoria.
—Espero que un día pueda volver a verlo y hacer más cosas juntos.
En ese instante, la silueta de una chica de cabello blanco apareció en su mente.
—¿Eh? ¿Qué fue esa sensación tan extraña? Es como si algo me llamara —se levantó lentamente de la banca y miró hacia el horizonte—. ¿Son sirenas?
A lo lejos, vio varias patrullas policiales dirigiéndose hacia un lugar específico.
—Creo que van en dirección al estadio … Seguro alguien reveló su identidad y están tras suyo. Será mejor que regrese a mi departamento. Esto se pondrá feo.
Algo en su interior la detuvo. Un impulso extraño la instó a ir hacia allá.
—Otra vez esa sensación. ¿Qué es lo que me ocurre? No es mi problema… —comenzó a correr hacia el estadio sin pensarlo más—. ¡Me necesita!
"Destinos Entrelazados: Amor y Sangre".
***
—Ya regreso —indicó Kristell—. Volveré a las tres de la tarde aproximadamente.
—¿Estás segura de que quieres hacer ese viaje? —Patrick, el padre de Yeimz, se mostró preocupado—. Te has recuperado hace poco de tu enfermedad. Creo que deberías descansar una semana más y decirle a tu jefe que no puedes.
—Sí, mamá —añadió Yeimz—. Además, aún ni amanece. Son las cuatro de la mañana. Podría ser peligroso. Mejor quédate aquí con nosotros esta vez.
—Lo siento, mis amores —Kristell les sonrió cálidamente—, pero ya le confirmé al gerente que iré y que estoy bien. No se preocupen, me encuentro en perfectas condiciones y llevaré el carro. Si este negocio resulta, generará muchas ganancias para la empresa, lo que me permitirá ascender. Así podremos recuperar más rápido lo invertido en mi salud. Yeimz terminará el colegio pronto y necesitaremos dinero para su ingreso a la universidad. Es necesario que vaya.
“Estoy segura que podré cerrar ese negocio. El gerente me prometió un adelanto si tenía éxito. Con eso, podré comprarles algo y sorprenderlos esta noche”.
—Está bien —Patrick la besó—. Cuídate mucho y vuelve temprano.
—Sí. Tú tranquilo —dirigió su atención hacia su hijo—. Nos vemos, amor.
De este modo, Kristell emprendió el viaje hacia la metrópolis. Durante el camino, repasó sus líneas para asegurarse de sonar más convincente ante el cliente.
—Puedo conseguirlo… No… ¡Debo lograrlo! ¡Lo haré por ellos!
Al llegar, se dirigió al punto de encuentro y asistió a la reunión pactada. Tal como lo había planeado, logró estrechar la mano del nuevo socio y concretar el acuerdo, lo que le permitió recibir un adelanto de su salario de fin de mes.
—¡Sí, lo hice! —dio un pequeño salto de alegría, pero se avergonzó al notar las miradas de los demás—. Ups… creo que me dejé llevar un poco. Bueno, no importa. Ahora debo darme prisa en desayunar y comprar los regalos. Veamos… hay tiendas cerca, por suerte. Todo está saliendo de maravilla.
Antes de salir del edificio, tuvo una extraña sensación en el pecho.
—¿Qué fue eso? —caminó hacia la salida y, con el rabillo del ojo, vio algo descender con rapidez a través de la ventana—. Creo que mi vista me engaña.
Al salir del edificio, escuchó jadeos de una chica y le dirigió la mirada.
—¿Estás bien…?
***
Patrick experimentó un mal presentimiento. La taza que sostenía en la mano cayó al suelo, coincidiendo con un terremoto repentino que sacudió la ciudad.
—¡Yeimz! —lo tomó de la mano y salió de la casa.
Más temblores se produjeron poco después, alarmando a toda la población.
Cuando todo se calmó, las noticias informaron que el epicentro de los fuertes terremotos repentinos se ubicó cerca de la metrópolis del país, acompañado de intensos vientos en forma de ondas expansivas. Además, se reportó un trágico accidente automovilístico ocurrido pocos minutos antes de las sacudidas, con múltiples víctimas fatales, entre las cuales se encontraba Kristell.
—Esto no puede ser cierto… Todo eso tuvo que pasar justo hoy…
Esa misma tarde, Patrick encargó el cuidado de su hijo a los vecinos y se dirigió a la metrópolis lo más rápido que pudo para ver con sus propios ojos el cuerpo de su esposa. Durante todo el trayecto, recordó los mejores momentos a su lado.
—¡Maldición, maldición! ¡¿Por qué demonios tiene que estar pasando esto?! ¡Mi esposa no puede estar muerta! ¡Esto debe ser un error! ¡KRISTELL!
Al llegar y ver su cuerpo, quedó paralizado por el impacto.
El cuerpo de su esposa yacía inerte, pero no mostraba ninguna herida a pesar de que su ropa estaba manchada de sangre en la zona del estómago.
—¿Qué fue lo que ocurrió aquí…?
Sin encontrar una explicación, los médicos forenses realizaron la autopsia de Kristell y, para su sorpresa, descubrieron que su corazón estaba destrozado.
—¿Esto fue producto del accidente…? —cuestionó Patrick al enterarse—. No hay manera que eso sea posible … ¡¿QUÉ MATÓ A MI MUJER?!
Esa misma tarde, el cuerpo de Kristell fue cremado, recibiendo Patrick la cenizas.
—Aún teníamos planes… Yo debí impedir que hicieras ese viaje… ¿pero cómo iba a saberlo? —cayó de rodillas, con la mirada perdida en el vacío—. Todo fue tan fugaz… —abrazó la urna antes de ponerse de pie—. No puedo derrumbarme ahora… Mi hijo me necesita. Debo volver con él y dar lo mejor de mí. Yeimz…
Al llegar a la metrópolis y durante el funeral, Patrick se mantenía serio y en silencio mientras abrazaba a su hijo, quien no dejaba de llorar.
“Debo ocultar este inmenso dolor que siento… Estoy seguro de que ella haría lo mismo en mi lugar. Te extrañaré, mi amor. Será difícil seguir sin ti, pero nuestro hijo y los recuerdos que compartimos me darán la fuerza para continuar”.
Tras la tragedia, Patrick, se vio en la responsabilidad de asumir múltiples empleos para mantener la estabilidad económica en el hogar, lo que redujo el tiempo que podía pasar con su hijo. Ahora solo podían verse los domingos.
Durante la semana, Yeimz se encontraba en su habitación, acompañado de su perrita Akita. A menudo, las lágrimas caían, pero su sonrisa se mantenía nostálgica, recordando los momentos felices que había compartido en familia.
—¿Por qué tuviste que irte, mamá…? —abrazó con fuerza la almohada—. Te haré sentir orgullosa desde el cielo cuando veas todo lo que lograré…
Marzo de 2016.
Al llegar a cuarto año de secundaria, Yeimz consiguió trabajo como mozo, sintiendo la responsabilidad de ayudar a su padre económicamente.
—Tengo que esforzarme… No puedo dejarlo con toda la carga.
Patrick, por su parte, tenía un viejo amigo llamado Yoru, quien siempre le ofrecía ayuda económica. Sin embargo, él rechazaba la ayuda, ya que quería proveer para su hijo con sus propios medios. Ante esto, Yoru le consiguió un empleo.
En agradecimiento, Patrick le invitó a beber. No obstante, mientras conversaban y reían, algo inesperado ocurrió. Todo se oscureció de repente. El sonido de destrucción y caos llenó el aire, como si el lugar estuviera siendo devastado.
***
Yeimz esperaba a su padre, pero él no regresó a casa esa noche.
Al día siguiente, la noticia que llegó fue devastadora: Patrick había sido asesinado. Su cuerpo fue encontrado inerte, con múltiples heridas.
—¿También él…? Por favor… que alguien me explique por qué la vida me ha arrebatado a mis padres… ¡Estoy harto! ¡¿Qué se supone que haré ahora?! ¡Estoy solo! ¡Completamente solo! ¡No tengo a nadie! —golpeó el suelo mientras las lágrimas caían—. ¡ASESINARÉ AL RESPONSABLE! ¡LO JURO!
Desde ese día, Yeimz se vio obligado a valerse por sí mismo. Buscó más empleos de medio tiempo para poder solventarse y subsistir.
Yoru comenzó a proporcionarle ayuda económica de manera anónima, enviándola sobres con dinero firmados como un "familiar lejano" que lo apoyaba.
“Es lo menos que puedo hacer por Patrick. Lamentablemente tengo que mantener mi distancia contigo para poder protegerte, niño. Te apoyaré en todo lo que pueda desde las sombras. Espero puedas superar pronto esto”.
Con el dinero que recibía, Yeimz lo utilizaba estratégicamente para cubrir sus necesidades básicas, ahorrando el resto. Su meta era clara: reunir suficiente dinero para poder financiar sus estudios en la metrópolis nacional.
—Continuaré mi educación secundaria allí e ingresaré a una buena universidad.
Aunque había varias instituciones destacables en su propia ciudad para lo que quería estudiar, Yeimz sentía una necesidad inexplicable de mudarse a la capital.
Julio de 2016.
A mediados de su cuarto año de secundaria, con el dinero recaudado, Yeimz decidió dar el paso. Se mudó a la metrópolis con Akita, con el objetivo de continuar sus estudios, terminar la secundaria y prepararse para la universidad.
—Un nuevo comienzo —sonrió con determinación—. ¡Puedo hacerlo!
Octubre de 2016.
Yeimz, ahora con 15 años, vive su vida cotidiana en la metrópolis. Durante su nueva etapa escolar, él se ha hecho amigo de dos personas: Bruno y Claire.