Ficool

Chapter 29 - desafío de 3 y el 4to discípulo del dojo agua.

Max, Oliver y Gouten estaban de pie en medio de un claro, rodeados por los árboles del bosque. Lejos de cualquier estructura del dojo, el lugar era perfecto para un entrenamiento más libre.

Los tres Senkaynes se ubicaban formando un triángulo invisible. Gouten, con su sonrisa característica, mantenía la mirada clavada en Max. Max, algo más relajado, observaba de reojo a Oliver, con curiosidad. Y Oliver, atento a ambos, notaba que Gouten no le prestaba ni un poco de atención.

—Te voy a partir la cara, Max —soltó Gouten con una sonrisa desafiante.

—Cállate, enano. No quiero desfigurarte —respondió Max con tono burlón.

—¿Quién se va a lanzar primero?... —murmuró Oliver, con cautela, pero con una chispa de entusiasmo en los ojos.

Antes de que pudiera terminar su frase, una silueta surcó el aire. Gouten se había lanzado con un salto, obligando a Max a cubrirse con los antebrazos.

—Buen golpe… —murmuró Max, sonriendo mientras bloqueaba el ataque.

En un rápido contraataque, giró sobre un pie y conectó una patada que mandó a Gouten de espaldas contra el suelo.

—¡Ugh! —soltó el niño, al estrellarse contra la tierra.

Oliver entrecerró los ojos. Su momento se acercaba.

El guerrero esquivó con rapidez un golpe ascendente, lanzado por su propio hermano. Una sonrisa de emoción y orgullo se dibujó en su rostro.

—¡Ese es mi hermano! —murmuró para sí, justo antes de conectar un puñetazo directo al pecho de Oliver, que salió despedido contra un árbol.

Pero no tuvo tiempo de relajarse. Un destello de luz se encendió por debajo de él, obligándolo a impulsarse con una voltereta hacia atrás. Una ráfaga de Ki surcó el aire justo donde estaba, lanzada por Gouten.

—¿Los dos contra mí? —pensó Max, tensando el cuerpo.

Sin embargo, su duda se disipó de inmediato. Oliver se recuperó al instante, y con un movimiento veloz, sujetó a Gouten por el brazo y lo lanzó lejos, lejos de Max.

—No… claramente es un todos contra todos —concluyó Max, con una media sonrisa mientras retomaba posición de combate.

Max alzó la mano. Una esfera celeste, con un brillo blanco pulsando en su interior, se formó entre sus dedos índice y medio.

Oliver lo notó de inmediato y se mantuvo alerta.

—Detonación… —susurró Max, lanzando la esfera hacia él.

El proyectil surcó el aire lentamente, de forma torpe, casi flotando. Oliver apenas tuvo que moverse para esquivarlo. La esfera impactó contra el tronco de un árbol… y lo destrozó como si una bola de demolición lo hubiera atravesado.

Pero la esfera no desapareció.

—Eso no tuvo nada de detonación —comentó Oliver mientras se lanzaba al ataque.

—Es una técnica en desarrollo —respondió Max, bloqueando el golpe de su hermano con la palma de la mano—. Le faltan algunos pasos extra…

Hizo una pausa, y sonrió.

—Estate atento, hermanito… porque no te esperas lo que podría pasar.

Oliver retrocedió con rapidez, y su mirada se clavó en la esfera aún adherida al tronco caído.

El nombre "Detonación" no era una coincidencia.

Decidió mantenerse a distancia.

Gouten apareció con un impulso veloz, arrastrando a Oliver con él hasta que ambos se estrellaron contra una gran roca.

Oliver intentó contraatacar con un codazo directo a la espalda… pero la cola de Gouten se enroscó como una serpiente en su brazo.

En un solo movimiento, Gouten levantó a su hermano por encima del hombro y lo estampó contra el suelo detrás de él.

—¡¿Cómo es posible?! —exclamó Oliver, aún en el suelo, mirando atónito la cola que lo sujetaba.

—Controlar el movimiento de la cola es como respirar… —respondió Gouten con una sonrisa.

Acto seguido, lanzó una patada descendente. Oliver, aún en el piso, alzó los brazos y bloqueó el golpe justo a tiempo.

Oliver, con el brazo aún atrapado, agarró la cola con su mano libre.

Con un giro rápido en el suelo, logró ponerse de rodillas… luego de pie.

Sin perder tiempo, comenzó a girar sobre su eje como un torbellino, arrastrando a Gouten con él.

—¡¡MALDITO TRAMPOSO!! ¡¡SUELTA MI COLA!! —gritaba Gouten, girando en el aire sin control.

Desde un costado, Max cruzó los brazos y soltó una risita.

—Yo dije que la consideraba una desventaja…

Oliver soltó a Gouten, haciéndolo chocar de espaldas contra la roca.

Pero antes de poder respirar, una esfera de energía lo impactó por el costado: era la técnica "Detonación" de Max.

El golpe lo arrastró violentamente hasta estrellarlo contra la misma roca, dejándolo atrapado entre la esfera sólida y la piedra.

—Detonante... —susurró Max, arrojando una pequeña esfera de luz amarilla hacia la "Detonación".

Oliver, presintiendo algo, empujó la esfera azul a un lado y desvió el nuevo proyectil con el brazo.

La esfera amarilla se disipó como una nube de humo.

Entonces lo entendió: Detonación era una bomba de contacto, y el Detonante era la chispa necesaria.

—Ja, ja… me sorprendes, Oliver —comentó Max con media sonrisa—. Progresaste muchísimo. ¿Qué fue del chico tímido?

—No lo sé… solo sé que pelear me entusiasma. Es entretenido.

Pero Gouten no había terminado. Desde el suelo, enroscó su cola en el tobillo de Oliver y lo derribó.

—¡Auch! —se quejó Oliver, justo antes de recibir un pisotón en la espalda.

Desde el suelo, cargó energía y lanzó una esfera hacia Max, que la desvió de un manotazo.

Entonces, para sorpresa de todos, la esfera "Detonación" se movió por sí sola…

Golpeó en seco a Gouten, haciéndolo desplomarse junto a Oliver.

Max se acercó, cruzado de brazos, y sonrió.

—¿Gané?

—Sí… —respondió Oliver con voz ronca, aún en el suelo.

Gouten se sacudió el polvo y lo miró con curiosidad.

—¿Cómo hiciste tu propia técnica?

Max se acomodó la muñeca y respondió con tono didáctico:

—Son solo dos esferas de Ki al máximo de carga. Hacés una extremadamente sólida, como una roca, y la otra frágil, como una chispa.

—¿Y?

—Cuando colisionan, se reparten la energía entre ellas. Es una colisión de opuestos. La explosión que se genera no es por el impacto… sino por el desequilibrio.

Gouten abrió los ojos.

—¡Suena genial!

Max sonrió.

—La que usé ahora apenas tenía un 5% de potencia. Solo quería empujarlos con la onda expansiva.

—¿¡Solo 5%!?... ¿Tanto nos subestimas? —reclamó Gouten, frunciendo el ceño.

Max lo miró sin paciencia.

—Gouten... ¿eres imbécil o solo te gusta actuar como tal?

—¿Eh?

—Creé esta técnica con fines destructivos. ¿Y quieres que te la tire al 100% en la cara? ¿Estás escuchándote?

Gouten abrió la boca para responder, pero Max no le dio tiempo.

—Ni siquiera la probé en una pelea real. ¿Y pretendes que la use sin medir consecuencias contra ti o contra Oliver?

—Cierto… —bufó Gouten, frustrado.

—¿Ves cómo la cola también puede jugarte en contra? —comentó Max, cruzado de brazos—. Tuviste suerte de que Oliver no es como nosotros dos. Si yo te la hubiera agarrado… no te soltaba hasta darte una paliza.

—Sí, ya veo… —murmuró Gouten, mirando su cola—. Pero… ¿no hay forma de adaptarla al combate?

Enroscó la cola alrededor de su abdomen y la escondió debajo del dogi.

—Siendo sincero… sí, existe. Pero nunca la practiqué. —Max se rascó el labio con el pulgar—. Es un arte militar de un Senkayne antiguo… había dos estilos. Yo entrené el que no la necesita. Del otro no tengo registros.

Oliver alzó tímidamente la mano.

—Max… nos hablaste de la furia Kyodaina… ¿tú la dominas?

—Claro que sí —afirmó Max, con una sonrisa tranquila—. Es lo primero que tenés que aprender cuando te crece la cola.

—¿Nos la enseñas? —preguntó Oliver, curioso.

—No… hoy no —respondió Max, sin detenerse.

Dio media vuelta y comenzó a caminar hacia el dojo, con las manos en los bolsillos.

—Y recuerden: no salgan durante la noche. Cortinas y persianas cerradas… y por las dudas, alejen las camas de las ventanas. Eviten a toda costa la luz de las estrellas…

—Está bien… —bufó Gouten, cruzado de brazos.

—Yo quería ver ese poder… —murmuró Oliver, decepcionado.

Baldur y Hanabi esperaban en la estación de Tokio, aguardando la llegada del tren hacia Kioto.

El viejo estaba sentado en una banca mirando las vías, escuchando el suave tarareo de su nieta, quien también permanecía a su lado, contemplando el paisaje.

El bullicio de la estación era intenso, pero no lo suficiente para distraer a Baldur del canto tranquilo de Hanabi.

Giró la cabeza y notó de reojo a un hombre trajeado hablando por teléfono. Una peculiar corbata verde le llamó la atención.

Al devolver la mirada a su nieta, una molesta sensación de ser observado empezó a inquietarlo.

Revisó los alrededores con discreción. Nadie lo miraba. Ni siquiera la cámara de seguridad de la estación.

Contó mentalmente: 37 personas.

Todas estaban absortas en lo suyo.

¿Qué lo estaba molestando entonces?

Llegó a la conclusión de que solo eran los nervios… quería darle buena impresión a su nieta.

El tren llegó y abrió sus puertas.

—¿¡Qué?! ¿¡Cómo que se te escapó el perro!? ¡Voy enseguida! —gritó de repente el hombre de la corbata verde, largándose de la estación y perdiendo el tren.

Al cerrarse las puertas y avanzar el tren, llego la calma como una capa invisible.

―Abuelo… ― le llama en voz baja Hanabi ― ¿tu viste al hombre de la corbata verde?

―si, querida… ¿que pasa con él?... ― le responde Baldur.

― ¿Por qué usaba un espejo con funda de teléfono?... ― le pregunta Hanabi inocente, esta pregunta dejo helado a Baldur

― ¿Cómo dices?... ―

―usaba un espejo como si fuera un teléfono… o ¿era un teléfono nuevo?...

—Seguramente… debe ser un teléfono nuevo —murmuró Baldur, soltando un largo suspiro. Sea lo que fuera, ya no podía hacer nada.

Hanabi guardó silencio unos segundos, mirando por la ventana. Luego, sin mirarlo:

—Abuelo… ¿por qué te llevas mal con mi papá?

Baldur tardó un instante en responder.

—No creo que sea el momento para hablar de eso aquí, querida —dijo, vigilando el entorno con disimulo.

—Bueno… pero prométeme que me contarás. Mamá siempre hace que papá esquive el tema —comentó la niña, cruzando los brazos con leve enfado.

Baldur sonrió con tristeza.

—Tu madre quizás tenga sus razones… tanto como tu padre. Pero te lo prometo, Hanabi… algún día te contaré todo.

Baldur y Hanabi caminaban por las calles de Kioto. El anciano llevaba el bolso al hombro, y sobre los suyos, a su nieta.

Hanabi tarareaba bajito mientras miraba los templos antiguos con asombro.

—Querida… —le dijo Baldur con una sonrisa— ¿qué fue lo que te llevó a querer aprender artes marciales?

La sostuvo con firmeza, asegurándose de que no se tambaleara.

—Kaaru las practica todo el tiempo —respondió Hanabi, animada—. A veces discute con papá por eso de ser el "Pilar del Fuego". Kaaru quiere serlo, pero papá no lo deja… aunque mamá dice que deberíamos hacer lo que nos haga felices. ¡Por eso estoy aquí contigo, abuelo!

Baldur sonrió con ternura, aunque sus ojos se perdieron por un instante.

—Me halaga, Hanabi… pero eso no responde mi pregunta. ¿Por qué lees manuales de karate?

—Me da curiosidad —respondió, ladeando la cabeza—. Porque Kaaru entrena todo el tiempo, y porque papá se opone a algo que parece hermoso.

Las películas lo muestran elegante, asombroso, casi como un arte… Dicen que es un estilo de vida que ayuda a quienes lo practican.

No entiendo por qué papá está tan en contra.

—¿Sabes qué es un Pilar, Hanabi? —pregunta Baldur, mientras caminaban entre los cerezos.

—No… ¿qué es? —responde ella, ladeando la cabeza.

—Un Pilar es un heraldo del conocimiento del elemento natural que le corresponde —dijo con voz pausada, casi reverencial.

—¡Wow! Entonces… ¿Kaaru quiere aprender todo sobre el fuego?

—Podría decirse así… pero para ser Pilar, no basta con desearlo. Debe ser elegido por su maestro. Tiene que ganárselo.

—Un momento… ¿un Pilar es el maestro de su propio dojo?

—Exactamente.

Hanabi lo pensó un instante, bajó la mirada… y sus ojos brillaron con asombro.

—Entonces… Abuelo… tú eres el maestro del dojo Agua… ¡eres el Pilar del Agua!

Baldur se detuvo por un segundo. No dijo nada de inmediato, solo la miró, y una sonrisa se formó en su rostro con dulzura contenida.

—Esa fue una excelente deducción, Hanabi… eres muy lista.

—Abuelo… si me esfuerzo mucho… ¿podrías elegirme futura Pilar del Agua?

Baldur soltó una carcajada profunda, entre la sorpresa y la ternura.

—Por supuesto que podrías… pero deberás ganártelo. Dártelo así porque sí sería injusto para mis otros alumnos, que llevan años entrenando.

—¡Les voy a ganar! —exclamó Hanabi, alzando el puño con una sonrisa feroz, llena de luz.

La risa de Baldur volvió a escaparse, esta vez más suave, mientras miraba a su nieta con ojos llenos de cariño.

Ambos caminaron por el sendero que guiaba al dojo, llegando cara a cara con el dojo agua.

Dentro de la casa, Max estaba forcejeando contra Oliver y Gouten, ambos niños querían ver el capitulo diario de Dragon Ball, mientras que Max defendía el canal de deportes, ya que estaba arrancando un partido de Baseball.

―VAMOS DANOS EL CONTROL, ¡son solo 23 minutos! ― le grita Gouten, con la mano de Max pegada en su cara, evitándole acercarse.

― ¡23 minutos de juego perdido! ¡ya vieron Dragon Ball completo 3 veces! ¡dejen de molestar! ― les grita Max, alejando a Oliver con la planta de su pie.

Gouten saco su cola de debajo del dogi e intento alcanzar el control con ella, pero Max mantenía la distancia.

― ¡anda Max! ¡no seas malo! ¡a ti también te gusta Dragón Ball! ― le grita Oliver saltando para alcanzar el control

― ¡pero saberte de memoria la historia no es divertido! ― le responde, de repente, la puerta principal se abre. Al girar la mirada, Max vio a Baldur, pero también se percato de la niña en sus hombros.

Sus ojos se abrieron lentamente y miro a Gouten, quien descaradamente estaba estirando su cola para alcanzar el control remoto ubicado en su mano.

Entonces, como si el mundo pareciera ir en cámara lente, Max soltó el control, dejándolo caer, y con la mano libre, enrosco la cola de Gouten con rudeza, haciendo que este haga crujidos de dolor. De una suave patada se saco a Oliver de encima. Solo para meter la cola enroscada bajo al pantalón de Gouten y sentarlo en el sofá.

Como último movimiento les metió un golpe en seco a ambos niños, noqueándolos con facilidad.

<< Max nunca había reaccionado tan rápido por miedo, una proeza absurda pero sorprendente, el único motivo era evitar que la niña vea a un niño con cola de mono >>

Max atrapó el control antes de que tocara el suelo y se sentó junto a un ya dormido Gouten. Luego, giró hacia la puerta, justo cuando Baldur terminaba de abrirla.

El viejo se quedó de pie, mirando la escena con una sonrisa nerviosa: Max inmóvil, Gouten y Oliver noqueados.

Frunció el ceño, confuso.

―Juraría que los vi pelear por el control remoto… como siempre―. comentó, entrecerrando los ojos

—¿P-pelear por el control? ¡¿Cómo cree?! ¡Jamás! —respondió Max, con una gota de sudor deslizándose por su sien.

—¡Hola! —exclamó Hanabi, levantando la mano con una gran sonrisa.

—Oh… qué encantadora niña —dijo Max, visiblemente más nervioso—. ¡Hola, pequeña!

—¿Dónde está el gato? Creí haber visto una cola —preguntó Hanabi, mirando curiosa desde los hombros de su abuelo.

—Se escapó… —respondió Max, con un tono seco.

—Pero… si no tenemos gato —añadió Baldur, cruzado de brazos, observando con más atención. Max tragó saliva.

—Señor Baldur, ¿podemos hablar en privado?

—Oh… sí, claro —aceptó el viejo, bajando a Hanabi de sus hombros.

La niña, sin perder tiempo, se agachó para buscar debajo del sofá al misterioso felino. Mientras tanto, Baldur siguió a Max hacia la cocina.

Ya a solas, Max suspiró aliviado.

—Max, ¿qué sucede?

—A Gouten… le creció su cola. Entré en pánico al ver a la niña. Fue un impulso…

—Oh… Gouten también entró en esa etapa… ¿Qué hay de Oliver?

—Sí… —murmuró Max, con otro suspiro—. A Oliver aún no le ha crecido, pero intuyo que no le falta mucho. Mi idea es que, por ahora, ambos se resguarden durante la noche…

—Ya veo…

—Por cierto… ¿quién es la niña? —preguntó Max, girando para verla desde la cocina. La pequeña seguía hurgando bajo el sofá, buscando al inexistente gato.

—Es mi nieta —respondió Baldur.

Luego de una pausa, añadió con una leve sonrisa:

—Gracias. Hiciste bien en esconder la cola de Gouten. No sabemos cómo habría reaccionado Hanabi…

—De nada… —murmura Max, pero tras una pausa, frunce el ceño—. ¿Nieta?... ¿¡Usted tenía hijos!?

—Por supuesto. Tuve uno hace treinta años. Ahora él tiene dos hijos. Por ejemplo, Hanabi… ella es mi nieta.

—Oh… ya veo. ¿Vino de visita?

—En parte sí, pero también es la cuarta discípula del dojo.

—¿El discípulo que faltaba? ¿Su nieta? ¿Está seguro?

—Sí, completamente. Incluso participará en las pruebas para elegir al nuevo Pilar del Agua —le comenta Baldur.

—¿Nuevo Pilar del Agua?... Ja… será interesante de ver.

—¿Ver?... ¿No vas a participar?

—Nah… no me interesa… —confiesa Max, rascándose la nuca—. Prefiero ver cómo les va a Oliver y Gouten, tratando de ganarse el título de Pilar ante su nieta…

—Yo quiero ver cómo hará Hanabi para competir contra ellos. Ella solo leía los manuales de artes marciales… ellos dos las practican todos los días.

—Ja, ja… eso sí que suma mi interés… lo voy a ver con ansias…

 

More Chapters