ARI
Pensé numerosas veces si lo que pasó de alguna forma podía evitarse, si ese día nunca hubiera ocurrido o de algún modo siempre estaría para terminar con lo que quedaba de mi vida, por más que cambiará y regresara el tiempo, fuera algo inevitable que tendría que sobrellevar con tan solo 17 años.
Recuerdo estar perdiendo la cabeza cuando hable después de un año con el policía García, las situaciones que marcaron un antes y después de ese día fueron la gran lucha para mí. Me contó cosas que no sabía, cosas que hicieron darme cuenta de que todo lo que creía era mentira.
Porque el sabía que estaba logrando lo que planeaba: rodear de miedo para que no confiara en nadie. Y lo peor fue que funcionó.
Cada día que pasaba, me di cuenta que estaría dispuesto a hacer cualquier cosa para acorralarme.
Era imposible que no cayera en sus mentiras porque el planificó cada momento para provecho suyo.
Me quito a las personas que amaba y aunque hice todo para protegerlas, no logré evitar que murieran.
La culpa siempre me golpeóa en el corazón al ver como daban su último suspiro mientras yo intentaba levantarme del suelo. Mire a Ámbar a punto de cerrar los ojos y grité con todas mis fuerzas.
—¡Ámbar! ¡No me dejes!—le gritaba aun cuando mi cuerpo no debería permitirlo porque mi abdomen perdia demasiada sangre, sentí como unas manos intentaban de parar el sangrado mire con la vista borrosa a punto de perder el conocimiento y de un momento a otro se aclaro para ver el rostro de Jeff quien se encontraba llorando y tirando de su camiseta para romperla para rodearla por mi cintura cubriendo la herida de la bala.
—¿Eres tonta? ¿Porque te interpusiste?—dijo después de asegurarse que estaba parando el sangrado.—Maldita sea.
Miró alrededor para ver a Ámbar y después a Erick quien se acercó a su hermana. La pierna de él escurría la sangre, pero parecía no importarle.
El no podría cargarla para sacarla del edicio antes de que "el" volviera a terminar el infierno que inició.
—Jeff—dije con el dolor de abdomen aumentando cada vez, él se acercó a mí para escucharme mejor.
—Ayuda a Erick—comencé a toser él levantó mi cabeza aún cuando todavía estaba acostada en el piso, inmovilizada, para después hacerme a un lado y dejar salir de mi boca la sangre.—¡Llévate a Ámbar! Tienes que salvarla.
—¡No te voy a dejar!—me contesto de inmediato negando y yo bastante sus manos alejándolo de mi.
—El me quiere a mi y le daré lo que tanto desea.—dije cada vez más perdiendo la respiración.—Por favor no dejes que muera, no puede morir nadie más.
—Crees que te voy a dejar?—me preguntó pero podía ver en sus ojos un total miedo.—Estas muy herida.
—No estoy asustada—le contesté a lo que el se acercó a mí con un cuidado impresionante para no lastimarme.
— ¿Volverás verdad?—me preguntó al oído, a lo que solté un suspiro.
—Siempre me pregunté como llegaría la muerte—dije a lo que el se alejo para ver mi cara.
Me voy a asegurar que el no vuelva aunque eso implique también perder mi vida.