Ficool

Chapter 7 - Capítulo 7: Amalgama Emocional.

Solo ante dos oponentes que lo superaban ampliamente en cuanto a capacidad de combate, la mente del capitán se hizo un lío de pensamientos sobre como escapar.

Lo que solo dió como resultado un solo escenario donde sobrevivía.

Pedir clemencia.

Huir expondría su espalda y darle la espalda a un caballero de 4 estrellas era pedir ser rebanado en tiras, ahora, si decidiera luchar la situación no cambiaría, todavía sería cortado hasta la muerte.

-Patetico.

Claramente puedo discernir sus pensamientos, el hecho de que ni siquiera planeara luchar decía mucho sobre su cobardía.

Emprendí la caminata hacia el, no estaba tan lejos, solo lo suficiente para evitar quedar atrapado en la niebla.

Esa si fue una sorpresa para mi, fue un ataque casi imposible de esquivar, aun así pudieron repelerlo bastante bien, pero la diferencia de nivel era abrumadora.

Un caballero entrenado, un niño que apenas alcanzaba la adultez hizo que un grupo de adultos supuestamente entrenados al extremo parecieran niños, eso no fue una pelea.

Mientras me acercaba al capitán de esta fuerza armada, todo lo que este hizo fue soltar su arma, arrodillándose.

"Piedad, por favor, ¿quieren información sobre Obliterante? Puedo dárselas, tengo contactos, ¿son del Gremio Oper o del Gremio Adron? No importa, si perdonan mi vida les diré todo lo que se".

"Pero yo no quiero nada de eso".

Cada paso me acercaba más a el, que solo parloteaba sin cesar, este tipo es el tipo de persona que más detesto, no necesito nada de el.

Se quedó temblando en su lugar al escuchar mis palabras.

Apretó las manos y se mordió los labios.

"¿Quieres información sobre las posiciones de los guardias? ¿Refugio para evitar miradas? ¡¿Acaso quieres información sobre los nobles?!"

Me acerque hasta estar frente a el, pateandolo en el hombro y tirandolo hacía atrás un metro completo.

"¿Que sabes sobre los nobles? Quiero cualquier sucio secreto que tengas sobre ellos".

El capitán se levantó de su posición acostada, adolorido.

"¡Si, eso, los nobles, te diré todo, solo no me mates por favor!"

Sus súplicas no me llegaron, no cuando puedo confirmar que está igual de podrido que los otros.

"Si me dices, tal vez te deje vivir".

Y entonces, desde todos lados empezaron a llegar caballeros de distintos tamaños, lo que no variaba era la armadura y espadas, cada uno con espada en mano.

"Aja...¡jajajajajajajajajajajaja!"

El capitán empezó a reír como loco, empezando a levantarse mientras me señalaba con el dedo.

"¡Compañeros, ayúdenme a destruir la inmundicia que se ha infiltrado en nuestro reino!"

Todo su cuerpo temblaba, levantando un pie, luego el otro, tan rápido como pudo, su cuerpo destellando con chispas blancas.

"Estos hombres no son más que nuestros enemigos, ¡se atrevieron a infiltrarse en nuestro reino, un acto que merece la muerte!"

En su emoción, se irguio por completo levantando su mirada hacia mi.

Me quedé frente a el, quien, sin dudarlo, con un impulso de confianza significativo hizo aparecer una daga y lanzo una puñalada maliciosa a mi costado con rapidez.

Todo se ejecutó rápido, su velocidad aumentada mientras las chispas solo aumentaban en el.

"¿Acaso estoy frente a ti?"

"¿Eh?"

A su derecha, con el puño en alto, lo estrellé contra su rostro cubierto de metalizado con todo lo que tenía, puse todo mi peso en ese golpe y aproveché que se movía hacia mi para hacerlo más fuerte.

Un segundo después salió volando y rebotando varias veces sobre el pavimento antes de chocar contra una pared que lo frenó en seco.

La sangre salió de la armadura por los huecos de los ojos mientras su cabeza se desplomaba hacia abajo, con su cuerpo permaneciendo inerte.

Resople con burla al verlo intentar levantarse mientras parecía totalmente desorientado, su casco desapareció, revelando su rostro completamente cubierto de sangre que se derramaba sobre el resto de la armadura.

Observé mi puño, no había ningún dolor a pesar de haber golpeado metal con tanta fuerza un par de veces, el único indicador de que realmente estaba en un sueño, algo que ahora pongo en duda.

Utilizo la pared como apoyo, deslizándose hacia arriba mientras respiraba pesadamente, la sangre corriendo desde su rostro a todas partes de su cuerpo.

Cuando alcanzó una buena altura, se alejo de la pared, casi cayendo de bruces al suelo, aunque de alguna forma se mantuvo en pie, temblando más que una gelatina en medio de un terremoto.

"¡Compañeros, ayúdenme a defender a la nación de estos-!"

Un golpe seco en la nuca lo hizo caer.

"Ya fue suficiente".

Con esas palabras, el capitán cayó al suelo como un muñeco al que le cortaron los hilos.

"¿Por...qué?"

Eso fue todo lo que pudo decir antes de perder el conocimiento.

Toda la acción fue causada por un soldado, uno con detalles rojos en su armadura.

"Ese es un oficial de la guardia personal del castillo, discúlpeme un momento".

Ónix tomo el control de la situación, comandando rápidamente a los soldados que se llevaron a los heridos y desmayados, enviando también a algunos guardias a tomar los nombres de las personas en situación de calle.

La princesa Antart llegaba mañana, si permanezco en este sueño hasta mañana, al menos debería recibirla con estas situaciones menores resueltas.

 ...

Era una montaña rocosa bastante alta, con picos irregulares y un terreno que incluso a los animales de montaña les costaría atravesar, en la base de la misma se encontraba un campamento completo de soldados, la mayoría fuertemente armados, la entrada y alrededor se encontraban protegidos por soldados con las armaduras del Reino de Obliterante, lanzas en mano y espadas en la cintura.

El campamento en si estaba compuesto por 3 grandes carpas y otras docenas más pequeñas sin un perímetro fijo para marcar el final del campamento, las carpas grandes se alzaron en el centro del campamento, con una roja de unos 20 metros a lo largo y ancho, otras dos, de negro y azul se le acercaron en tamaño con 18 metros a lo largo y ancho, las otras resultaron de menos de 10 metros cada una.

En la otra punta del campamento había una entrada que partía la montaña en dos, formando un camino angosto por dónde tres personas lucharian por caminar juntas, este estaba aún más custodiado que el exterior del campamento.

Cada persona parecía tener su rol, ya fuera montando guardia o produciendo algo de utilidad, a excepción de quienes no portaban ninguna armadura, estos eran relativamente pocos en comparación con los demás, pero sus rangos estaban muy por encima.

Estos eran la fuerza principal de Obliterante.

Los Caballeros de 7 y 8 Estrellas.

El ambiente parecía tranquilo, demasiado para lo que debería ser una guerra, aunque las cosas estaban destinadas a cambiar.

Un hombre barbudo de avanzada edad, cabello canoso, ojos marrones y tunicas oscuras que cubrían su cuerpo regordete salió corriendo de una de las carpas más alejadas al centro.

Su rostro mostraba urgencia, sus piernas moviéndose a una velocidad discordante de su edad y apariencia, lo que terminó alertando a toda persona en su camino, incluso cuando sus compañeros le gritaron y se preocuparon, no se detuvo, no respondió, el sudor bajaba por su rostro mientras su respiración se volvía cada vez más irregular debido al esfuerzo físico y a su estado mental.

Este hombre resultaba ser Tasta, Hechicero de Obliterante y soporte de combate.

En una mirada más exhaustiva, este llevaba varios documentos con el sello real que presionaba con fuerza contra su pecho, estos sobresalían de sus túnicas con cada paso en su carrera.

Pronto llegó a la carpa roja, dos guardias cuidando la entrada bloquearon su paso y no parecía que fueran a moverse.

Y no lo harían, uno normalmente pasaría por una rigurosa supervisión y permisos para entrar allí, no tenía el lujo de esperar tanto tiempo.

El hombre mayor se llevo una mano a la boca, susurrando palabras incomprensibles a su palma, cerrándola al terminar y luego extendió la mano, la luz del día lo cubrió, desapareciendo como si nunca hubiera estado en el lugar.

Los guardias, sin embargo, oyeron algo, plantandose cómo murallas de hierro inamovibles en su lugar y enfocando el oido.

Ambos se miraron de reojo, asintiendo ligeramente y volviendo a concentrarse.

El hombre mayor apareció detrás de ambos, sonriendo como pudo a los guardias que se giraron hacia el mientras intentaba apartar el terrible cansancio que sentía.

"Lo siento chicos, noticias urgentes, pasaré por el proceso cuando salga". 

Antes de que ninguno de ellos pudiera hacer nada, el hombre mayor entro a la carpa.

Uno de los guardias suspiro. 

"Si no fuera por su utilidad, el comandante lo habría despellejado vivo hace mucho".

"Lo mismo aplica para nosotros, un día de estos van a castigarnos por dejarlo pasarnos cada vez".

Ambos suspiraron, incluso a través de su armadura completa, su resignación y cansancio fue evidente por unos segundos, reincorporandose nuevamente.

Al pasar al interior de la carpa, el hombre fue recibido por una reunión de más de veinte personas, todas portando armaduras totalmente diferentes a lo que eran las usadas por los guardias, diferentes emblemas en cada una de ellas.

Todos se reunieron alrededor de un mapa, con un hermoso caballero de brillante armadura azulada a la cabeza, sus ojos estaban fijos en los del Hechicero en cuanto entro a la carpa.

Este caballero de cabello negro largo era un adulto, aunque joven, sus ojos eran marrones, con una tez ligeramente bronceada, su cuerpo se alzaba con dos metros cinco centímetros, no portaba su armadura completa, solo mantuvo las grebas, el peto y los brazaletes, lo que no disminuyó la intensidad de su presencia opresiva, estar frente a el era equivalente a pararse frente a un volcán activo.

Sucedió lo mismo con todos los caballeros presentes, cada uno exudaba un aura que los hacia temibles, evocando en uno diversos sentimientos.

"¡Noticias importantes de la capital!"

Tasta se adelantó, atravesando a los caballeros en su camino que lo miraban sin sorprenderse de que interrumpiera la reunión hasta llegar a la mesa y desplegar en ella los papeles que traía consigo, entregándolos al caballero que aún mantenía su mirada en el, al Hechicero no parecía afectarle la presencia de los demás caballeros, el que lo miraba era una excepción.

"Por tu bien, Tasta, espero que esto sea importante, tus faltas están empezando a superar cuan beneficioso es mantenerte aquí".

"Solo lea, los organice en orden de importancia, luego de esto, estoy seguro de que las cosas mejorarán, se lo aseguro, comandante Simón".

A pesar de la clara advertencia en la voz del comandante, Tasta se encogió de hombros y, con una actitud relajada contrastante con su comportamiento anterior, lanzo algunas palabras ominosas.

Este era Simón, poco se sabía de su pasado, sus logros, sin embargo, le dieron la vuelta a todos los reinos de la región, lo más impresionante fue que llegó a las 8 Estrellas a los 25 años y se convirtió en Comandante del Ejército Real a los 27.

Tasta no quería ponerse de su lado malo.

Simón lo analizó unos segundos, no entabló más conversación, simplemente desvío su atención al informe, sabía que Tasta no irrumpiria sin una buena razón, más que eso, el hombre nunca había mentido en el tiempo que tenía conociendolo.

Los demás caballeros estaban curiosos acerca de lo escrito, aunque no lo demostraron en sus rostros.

"Dime Tasta, ¿que es tan importante? normalmente apareces con brillitos y humo, esto, sin embargo, te hizo correr hasta aquí". 

La voz hizo que el hombre mayor levantara la mirada para buscar su fuente, no tuvo que buscar mucho, un caballero de armadura púrpura lo saludo con burla.

"Sir Desvon, la información será revelada, mientras tanto le ruego sea paciente". 

Había una sonrisa en el rostro de Tasta que no era para nada una sonrisa, el hombre mayor mantuvo su risa jocosa para si mismo, ya imaginando la expresión del caballero debajo de su armadura.

Desvon se rió por lo bajo con molestia, claramente estaba siendo objetivo de la burla del Hechicero.

"Ustedes dos siempre han mantenido este conflicto tan redundantemente que ya me sangran los oidos de solo verlos juntarse". 

Con el cabello plateado espinoso sobresaliendo del casco de la armadura completa de plata blanquecina, Laer de la Casa Vash expreso su molestia como una burla irrisoria, la armadura no hizo nada por ocultar un cúmulo de sentimientos opuestos en el.

Desvon de la Casa Noir y Tasta el Hechicero siempre habían tenido disputas entre si, casi siempre terminando en peleas que fueron detenidas por terceros antes de que pudieran escalar.

Nadie sabía cómo o por qué empezó ni cuando iba a terminar.

Lo que si sabían era que eso no iba a ser pronto 

"Silencio".

Simón apartó los ojos del informe, sintiendo un dolor de cabeza acercándose al ver a todos los reunidos en la sala.

Eso no significaba que la sonrisa en su rostro iba a desaparecer en el corto plazo.

Todos se quedaron callados, no por las palabras de su comandante, sino por la expresión en su rostro.

¿Cuando fue la última vez que ese hombre sonrió?

Para los caballeros sin piezas de armadura sobre sus rostros, sus expresiones pasaron desde la confusión hasta la incredulidad, para los que si llevaban sus armaduras completas, podías intentar deducir sus emociones a través de los pequeños movimientos en sus cuerpos.

"No sabía que podías hacer una expresión tan hermosa comandante".

El susurro de la mujer no pasó desapercibido para nadie ante el silencio en el lugar, la exitacion y el tono oscuro en el que fueron pronunciadas las palabras hizo que más de uno se incomodara y alejara de la hermosa mujer peli negra.

Simón no le dió importancia a la mujer, como si no existiera, continuó.

"La esperanza es una cosa de la que no podíamos hablar, solo la mantuvimos a través de nuestras acciones defendiendo ese paso en la cantera por meses, muchas sangre fue derramada, muchas más lágrimas, enterramos camaradas que no podemos estar seguros de que sus cadáveres no serán profanados al irnos, ahora, sin embargo, les hablaré sobre esperanza real, una que no parecía una alternativa hasta hoy".

Dirigiéndose hacia la audiencia de poderosos caballeros de 8 Estrellas reunidos, pertenecientes a familias destacadas o al Ejército Real, pudo dar un discurso que podía creer el mismo después de meses de palabras vacías y falsas promesas.

Todos estaban espectantes a las próximas palabras de su comandante.

"El Rey de Obliterante ha despertado de su letargo".

Y, como un una presa rompiéndose, innumerables emociones recorrieron los corazones de los caballeros presentes.

Las voces de todos ellos se alzaron a la vez sin freno como un concierto ruidoso.

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