Ficool

Chapter 27 - La niña del invierno: capitulo 6

La voz me sacó de mi letargo.

—Ester… soy yo, Estefan. No estés a la defensiva. He venido a entregarte esto. Sé que es muy valioso para ti.

El encierro borraba las estaciones. Hacía tanto que no veía un rostro familiar… que casi olvidé cómo se sentía. Me obligué a respirar, a mantenerme erguida, porque en el fondo… esperaba este momento.

—Estefan… —susurré—. Dime la verdad… ¿Liliana tuvo algo que ver con la desaparición del rey?

Mi pregunta cayó como una piedra en el agua. Él bajó la mirada. Su silencio no fue una negación, sino algo peor. Cuando iba a insistir, sacó un sobre de entre sus ropas y dudó en entregármelo.

—Este lugar ya no es seguro —dijo él mientras miraba hacia la entrada—. La capital está a punto de estallar. Los disturbios crecen cada noche… y los nombres que gritan, son los tuyos.

No respondí.

—Algunos caballeros aún te ven como una traidora —continuó, en voz baja—. No olvidan lo que hiciste al norte. Pero tampoco olvidan por qué lo hiciste. Estuvieron allí. Pelearon a tu lado. Vieron cómo sangraste por salvar al rey… incluso si eso significaba perderlo todo.

Lo miré a los ojos.

—¿Y el resto?

—Los civiles… especialmente los de la capital… —hizo una pausa—. Para ellos eres un monstruo. Quieren verte morir por lo que hiciste. No entienden las razones, ni quieren entenderlas.

Bajé la mirada. No por vergüenza. Sino porque ya lo sabía.

—Y, sin embargo —añadió Estefan—, en el norte… en los pueblos que aún resisten, hay quienes siguen resistiendo. Aquellos que lo perdieron todo… son los únicos que aún creen que puedes salvarlos. Irónico, ¿no? Fuiste su ruina… y ahora eres su última esperanza.

—Lo hice por él —dije, con una calma que dolía—. Porque el rey estaba vivo. Y porque nadie más iba a traerlo de vuelta.

Él asintió, como quien ya conocía la respuesta, pero necesitaba oírla una vez más.

—Lo sé. Por eso sigo aquí, siendo fiel a los verdaderos Winter.

Tomé el sobre con manos temblorosas. Mis ojos apenas lograban enfocar. El encierro, el hambre, la traición… todo me nublaba. Pero lo que vi a continuación me corto la respiración.

—¿Qué es esto… una broma?

Estefan, no contestó de inmediato. Se acercó, como si temiera su propia respuesta.

La primera fotografía, en blanco y negro, mostraba una instalación abandonada.Esas paredes altas y desconchadas, que al principio confundí con óxido o con la huella lenta de la humedad, eran en realidad sangre seca, que se había fundido con el cemento, como si el edificio entero hubiera sudado un crimen hasta agotarse.

Era como si alguien hubiera blandido un cuchillo una y otra vez hasta formar charcos.

Y en algunos rincones, había marcas de manos, como si alguien hubiese intentado gatear hacia la salida antes de desangrarse.

De no ser por el informe detallado, jamás habría comprendido lo que estaba viendo.

En las siguientes imágenes aparecían cápsulas de vidrio, alineadas como pequeños sarcófagos.

Dentro, los cuerpos flotaban suspendidos en un líquido turbio, pálidos, con las venas negras marcadas bajo la piel.

Algunos tenían membranas entre los dedos.

Otros, implantes metálicos atravesándoles las costillas.

Proyecto: Angel Engine, decía el informe.

Objetivo: crear soldados a partir de huérfanos.

Tasa de mortalidad: 67%.

—El proyecto Angel Engine. Creemos que fue abandonado… o migrado —dijo Estefan, sin apartar la vista del informe.

Sentí que el aire se espesaba.

—¿Liliana tiene que ver con esto? —murmuré, con la voz atrapada en la garganta.

El papel crujió entre mis puños, como si quisiera desaparecerlo con solo apretarlo.

Estefan no respondió de inmediato. Bajó la mirada. Sus labios se fruncieron, no en duda, sino en asco contenido.

—Sí. Y no —dijo por fin—. La verdad… nos lleva por otro camino.

—Liliana vivió en Saint Morning por varios años. Es lo único que sabemos con certeza.

Tras abandonar Roster, se trasladó allí y participó en un proyecto evolutivo. Oficialmente, era para desarrollar medicamentos. Pero… —hizo una pausa— los informes no son claros. Hay contradicciones.

Registros que desaparecieron.

Como si alguien quisiera que le sigamos el juego.

—¿Estás insinuando que ella participó en el Proyecto Angel Engine? —pregunté, sintiendo cómo el aire se tensaba a mi alrededor.

Él no respondió de inmediato. Sus ojos se desviaron hacia la puerta, como si los gritos de la capital ya estuvieran más cerca.

—No puedo probarlo —dijo al fin—. Pero varios de sus colaboradores sí estuvieron implicados.

Ese proyecto fue el origen.

La primera chispa de la idea de crear soldados mejorados.

Humanos con el metabolismo alterado.

Armas vivientes…

Casi al nivel de los Caballeros Ejecutores.

Me llevé una mano al pecho.

Como si algo invisible tratara de romperme desde dentro.

—Y… ¿qué tiene que ver todo esto con el rey?

Estefan me miró, con los ojos de quien ya lo entendió todo… y no quiere decirlo.

—Piénsalo —susurró—. ¿Por qué sería secuestrado el rey justo cuando la línea de sucesión estaba asegurada?

Guardó silencio un instante. Pero ya no había marcha atrás.

—Todo apunta a que fue un obstáculo para Liliana.

Si atamos los cabos sueltos… ella aprovechó la ceremonia de los Fundadores para tenderle una trampa a su hermano.

Así podría culpar al norte. Y librarse de toda culpa.

Ser vista como la nueva reina que vengó a su hermano… cuando en realidad fue ella quien lo entregó.

No dije nada.

Sentía las cadenas aún sobre mi piel.

Como si fueran parte de mi cuerpo.

—No puedes rendirte, Ester. No aquí. No ahora.

—Si lo hago, esta guerra nos dividirá.

¿Has pensado en qué postura tomará el Duque de los Lobos?

¿Y si, en plena guerra civil… nos invaden?

—Saint Morning no intervendrá. Aún respetan el tratado.

Aunque ese tratado costó la vida de la familia real.

Tú lo sabes.

Estefan buscó algo entre sus ropas, y tras unos segundos, murmuró:

—En las cartas que me pediste repartir antes de tu arresto… mencionabas una alianza con el norte.

¿Estás segura de que el Caballero Ejecutor apoyará esta noble causa?

—Claro que sí —respondí con sinceridad, cerrando los ojos.

Porque la respuesta estaba clara.

—Entonces, Ester…

Levántate.

Libérate de tus grilletes.

Unamos al norte.

Al fin y al cabo, ya soy buscado como un traidor en potencia por la corona.

Estoy seguro de que, juntos, lo lograremos.

Y honraremos la memoria de Ethan.

Al quitarme los grilletes, cerré los ojos.

Visualicé el rostro de mi señor.

Me sonreía con ternura, como solía hacerlo cuando yo aún creía en el futuro.

No pude evitar mirar atrás.

Solo un instante.

Para recordarme que mi misión aún no estaba completa.

Cuando todo esto termine… le juro con mi vida que nos reuniremos de nuevo.

Mi amado señor.

—Ester, vístete rápido. El tiempo no es un lujo que podamos darnos.

Caminamos por los corredores, envueltos por el eco de nuestros pasos que ya no volverían.

Estefan me miró de reojo. Se detuvo apenas un segundo y dijo, sin esperar respuesta:

—Ester… tu cabello no era negro.

¿Por qué ha cambiado de color?

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