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BNHA: Yo soy Reiji Toga

Mister_Poderes
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Synopsis
Toda su vida fue usado como un experimento. Nunca conoció el amor, la libertad ni el descanso. Solo dolor, agujas y pruebas que lo empujaban al límite, todo por sus habilidades "especiales". Pero tras una muerte cruel… despertó en otro mundo. Uno donde esas habilidades eran comunes. Donde las personas eran libres. Donde existía la esperanza. Había renacido en el universo de Boku no Hero Academia. Con la oportunidad de empezar de nuevo, juró convertirse en un héroe. Protegería a los inocentes, y sobre todo, cuidaría a su hermana mayor. Sin embargo, su Quirk trajo consigo una maldición: una sed de sangre que no puede ignorar. ¿Puede alguien con deseos tan oscuros convertirse en símbolo de la paz? ¿O está destinado a repetir la misma pesadilla?
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Chapter 1 - Capitulo 1: Reiji Toga [1]

"Esto será lo ultimo... Lamento todo lo que has sufrido" Los ojos del científico mostraban leves sentimiento de culpas, oculto bajo la fría mirada que tenia sobre la aguja en sus manos. Un pequeño liquido se desprendió de esta, asegurándose que sea la dosis adecuada.

Frente suyo se encontraba una gran capsula, la cual estaba conectada a cientos de distintas maquinas y válvula para asegurarse el optimo funcionamiento de esta. Dentro estaba todo inundado por un extraño liquido verde semitransparente, dejando ver el cuerpo de un chico completamente desnudo flotando al medio de todo.

Su cuerpo estaba totalmente destrozado, tenia cientos de cicatrices, acompañadas por quemaduras, hematomas y corte que lentamente se regeneraban a un ritmo lento pero notorio. Cientos de agujas estaban conectadas a él, señalando sus signos vitales constantemente con un molesto pitido.

Sus ojos se encontraban fijo en el científico frente suyo, mirando atentamente cada acción y escuchando cada palabra. Su mente se encontraba totalmente en blanco, esperando ansiosamente que todo se terminara.

"Hemos descubierto la cura de múltiples enfermedades gracias a ti, incluso curando el cáncer de manera segura..." Continuo el científico, sus manos se movieron al suero frente suyo conectado a la maquina que contenía al chico. 

El científico levantó lentamente la jeringa y la conectó con precisión al puerto lateral de la línea intravenosa, justo donde el suero descendía hacia la cápsula. El líquido incoloro se deslizó con suavidad dentro del tubo, mezclándose con la solución ya en curso. Desde allí, viajaba hacia el sistema principal que alimentaba la cámara de contención, infiltrándose en el torrente sanguíneo del muchacho.

"Pero como ya sabes, todo llega a su fin. Tu cuerpo ya no podrá seguir aguantando más análisis, los últimos resultado arrojaron que tu factor curativo se estaba debilitando cada vez más..." Sus palabras desprendían un aire de agotamiento y decepción, llevaban varios años con este proyecto y finalmente llegaba a su fin. Si él estaba cansado, no quería imaginar lo que el pobre chico frente suyo estaba sintiendo en este momento, si es que sentía algo a estas alturas.

"Los altos mandos decidieron entonces dejar de financiar todo esto, si el ojo publico supiera como se descubrió todos estos nuevos avances..." Hizo una pequeña pausa, mirando al resto de científico que estaban a su alrededor, mirando silencioso el pequeño discurso de su jefe al chico. Estaba claro que era un pequeño recordatorio para ellos también. "No quiero imaginar lo que eso pueda provocar..." 

Los ojos desprovisto de vida del chico vio la cara tan familiar frente suyo, los primeros años sufrió una gran repudio a su figura y a todo su ser, siendo el principal responsable de que su vida se haya convertido en un infierno, pero con el tiempo, todas sus emociones de apagaron y ocultaron.

"Aunque el mundo no lo sepa, tu eres un héroe para toda la humanidad..." Pronuncio su ultima frase mirando fijamente a los ojos del chico, que reacciono ligeramente a esta ultima frase.

Una palabra resonó en su mente con un eco lejano: héroe.

Un héroe era quien salva a todo el mundo sin esperar nada a cambio, solo un acto de altruismo por alguien más. ¿El de verdad era un héroe? No quiso pensarlo demasiado, ya nada importaba en todo esto.

Su vida fue un experimento para un bien mayor, eso lo dejaba tranquilo al menos. Su sacrificio le valió a miles, o incluso millones de personas vivir en paz y tranquilidad, como el mismo había deseado tantas veces.

¿Esa no era una causa noble por la cual morir?

"¡Apaguen todo, descontaminen la zona y luego destruyan todo!" Hablo firme y fuerte el científico en jefe a sus subordinados, no podían permitir que nada de nada saliera a la luz. Incluso si la gente se enterara, sin pruebas solidas que todo esto existió ¿Quién más se atrevería a cuestionar las cosas?

"¡Sí, señor!"

El laboratorio, antes en silencio, estalló en movimiento. Los asistentes comenzaron a recoger datos, borrar registros, desmontar equipos, limpiar cualquier evidencia que pudiera comprometerlos.

El chico observó el caos una última vez. Sus párpados pesaban. Su cuerpo cedía. Para un desconocido, parecía que lo estaban anestesiando. Pero él lo sabía: esta vez no despertaría.

Esta vez era para siempre, extendió débilmente su brazo al vidrio que separaba su capsula del mundo exterior... Hubiera deseado que el final fuera viendo por ultima vez la luz del sol...

'Todo tiene un final... Y este es el mío...' Pensó cerrando los ojos, su conciencia lentamente se apago y dentro de todo el ruido que había en la sala, el suave pitido de la maquina de tomaba las señales de sus signos vitales adorno el lugar.

El científico se acerco lentamente al dispositivo, apagándolo con un leve suspiro.

"Descansa en paz, hijo..."

***

"¡Está saliendo! ¡Señora Toga, empuje más fuerte!"

Los gritos cargados de urgencia y tensión resonaban por los pasillos fríos del hospital como ecos en una caverna estéril. Las ruedas metálicas de la camilla chirriaban con cada giro, avanzando a toda velocidad sobre el suelo brillante y pulido. 

Sobre la camilla, una mujer jadeaba entre contracciones. Su bata hospitalaria estaba empapada en la zona del abdomen, la frente cubierta por gotas gruesas de sudor, y sus piernas abiertas sostenidas por soportes móviles. Su rostro mostraba un dolor agudo, contenido apenas por la determinación feroz de una madre, que esperaba que su hijo saliera lo mejor posible.

A su lado, una doctora con guantes estériles le hablaba con tono firme pero tranquilo. Sus manos sostenían la zona inferior con destreza, asegurándose de guiar al bebé con precisión en cada contracción. Una enfermera sostenía un gotario que alimentaba la vía intravenosa conectada al brazo de la mujer, mientras otra preparaba los instrumentos quirúrgicos sobre una bandeja de acero.

“¡Dilación completa! ¡La cabeza está coronando!” gritó la doctora, sin apartar la vista de su labor.

“¡A la cuenta de tres… uno, dos, tres, empuje!”

La mujer soltó un alarido que retumbó en las paredes. El cuerpo entero se le tensó como un arco, y sus músculos trabajaron con brutalidad sincronizada.

Y entonces ocurrió.

Un estallido sutil de energía apenas perceptible recorrió el aire. No era algo visible, pero todos los presentes sintieron una leve descarga en el pecho, como si el ambiente cambiara de densidad. Las lámparas parpadearon apenas por una fracción de segundo. Unos monitores pitaban con interferencia. Nada que detuviera el procedimiento, pero suficiente para hacer fruncir el ceño a los más experimentados.

La doctora no se detuvo. Sus dedos se movieron con velocidad controlada, y con un suave tirón, una figura diminuta emergió al mundo.

“¡Ya está! ¡Es un niño!”

El cuerpo ensangrentado y cubierto de líquido amniótico se movió con lentitud. Los párpados del niño temblaron antes de abrirse. Y entonces, sus ojos se encontraron con la luz del mundo… sin llanto, sin queja. Una mirada silenciosa, intensa y vacía, impropia de un recién nacido.

La mirada de la doctora fue de preocupación, lista para ejercer las maniobras necesarias para liberar sus vidas respiratorias.

Y justo entonces, el llanto estalló. 

“Estabilicen los signos vitales. ¡Llévenlo a la incubadora para evaluación inmediata!”

La madre, jadeando y con el rostro descompuesto por el esfuerzo, sonrió entre lágrimas mientras trataba de ver a su hijo.

“Mi niño…” susurró, antes de que el agotamiento la arrastrara al desmayo.

Mientras se la llevaban para el procedimiento postparto, el recién nacido fue cuidadosamente colocado sobre una cuna térmica. Sus constantes eran estables, pero había algo... más. Algo que los monitores no podían explicar del todo. Niveles energéticos fluctuantes. Una anomalía orgánica aún sin identificar.

Pero por ahora, para el personal, era solo un bebé más con una posible activación temprana de su Quirk. Nada inusual en un mundo como ese.

No era común que un recién nacido tuviera una activación instantánea de su Quirk, sobre todo considerando que este no era un Quirk de mutación, pero tampoco fue una mala señal. Después de todo, el primer bebe en nacer con un Quirk también se había iluminado al nacer.

***

‘Una nueva oportunidad…’

Fue el pensamiento del bebé en manos de la mujer que, hacía solo unas horas, lo había traído al mundo con un esfuerzo casi sobrehumano. El pequeño cuerpo, aún algo tembloroso y envuelto en una manta hospitalaria, descansaba sobre su pecho, sintiendo el calor suave de la piel materna y escuchando el retumbar rítmico de su corazón. Era reconfortante. No tanto por el contacto en sí, sino porque esa presencia... era real. Humana. Cálida. Sin batas frías ni jeringas clavándose en su piel.

Abrió los ojos lentamente. La luz era tenue, pero suficiente para distinguir el contorno del rostro que lo observaba con atención. Una mujer joven, de cabello rubio claro y ojos marrones que brillaban con ternura, lo sostenía con ambas manos, como si temiera que el mínimo movimiento pudiera dañarlo. Sus rasgos eran suaves, y aunque el cansancio aún pesaba sobre sus párpados, una sonrisa honesta le cruzaba el rostro. No había rastro de frialdad en su mirada, ni de cálculo ni de objetivos ocultos. Solo emoción contenida, genuina, como quien acaba de recibir algo demasiado valioso para ser descrito.

"Hola, mi amor…" susurró con voz ronca, agotada, pero profundamente amorosa. "Eres tan hermoso…"

El bebe la miro fijamente, aunque su pequeño rostro no desplegaba ninguna emoción. En sus pensamientos, el asombro se tradujo en algunas pocas palabras.

‘Ella… es mi madre.’

Aquella mujer no lo observaba como una pieza de laboratorio, ni como una herramienta invaluable. No lo evaluaba. Lo acariciaba.

Poco después, la puerta se abrió suavemente. Un hombre de contextura delgada, con cabello castaño peinado hacia atrás y rostro común, entró con una mezcla de nervios y alegría evidente en su caminar. Llevaba un pequeño ramo de flores baratas y algo desordenadas en las manos, pero su expresión se transformó apenas posó los ojos sobre ellos.

"¿Cómo están?" preguntó con una sonrisa que no podía ocultar.

"Ven, míralo... acaba de abrir los ojos," dijo la mujer, y se los ofreció con cuidado.

El hombre se acercó con lentitud, como si temiera romper la escena con su sola presencia. Cuando lo tuvo enfrente, bajó la mirada hacia su hijo. El bebé lo observó en silencio, midiendo sus gestos. Ningún juicio, ninguna frialdad. Solo emoción torpe, real. Sus labios temblaban, y sus ojos se humedecieron sin permiso.

"Hola, pequeño…" dijo al fin, tocando con suavidad la diminuta mano que asomaba entre las mantas. "Soy tu papá."

La conciencia del bebe se volvió a estremecer.

Papá.

El hombre que lo había llevado a una vida de experimento también fue su anterior padre, sin embargo, esta vez no hubieron miradas frías, ni falsas palabras de esperanzas o de culpa contenida.

Una mirada de amor puro se poso sobre él, ambos lo miraban con amor y ternura a la nueva alegría que había aparecido en sus vidas. 

"¿Y como lo vamos a llamar, cariño?" Pregunto dulcemente la mujer, con sus ojos fijos en el hombre a su lado. El hombre miro durante un momento al bebe, su mente repasando todas las opciones que había pensado desde que su esposa le había anunciado que tendrían otro bebe.

Abrió la boca lentamente, dudando de su decisión final, mirando a la frágil criatura que el amor de su vida tenia entre manos.

"Reiji... Reiji Toga se llamara" Sentencio con una ligera sonrisa, mirando los inocentes ojos del bebe que les brindaba una pequeña sonrisa.

'Reiji... Es un bien nombre...'