Este fanfiction se actualiza primero en Wattpad —> 2-3 capítulos por semana —> En Wattpad, está hasta el capítulo 36 —> Al principio puede resultar extraño, pero a medida que avanzan los capítulos, la calidad mejora significativamente. Por ejemplo, el capítulo más reciente: 36 —> Fanfiction en español en ambas plataformas —> Enlace de Wattpad si quieres ir en la sipnosis.
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Tras más de una hora de dar vueltas en la litera inferior, incapaz de conciliar el sueño, el rubio resopló con fastidio y se incorporó. Con movimientos silenciosos, salió de la camper y trepó hasta el techo, donde se tendió para contemplar el vasto manto estrellado que se extendía sobre él. La luna llena brillaba con una intensidad poco común, bañando el paisaje de chatarra en una luz plateada y fantasmal.
"Tsk... Alguien debe estar jugándome una mala pasada", murmuró para sí, dirigiendo su queja al cielo. "Una vida llena de intrigas y planes para problemas futuros, todo tirado a la mierda... Pero supongo que al menos ya no tendré que preocuparme por esos albinos".
Se acomodó con las manos detrás de la nuca, su mirada perdida en las constelaciones. Si no fuera por el viejo vejete de Danzo, quien había difundido el secreto de que él era el hijo de Minato entre Iwa y Kumo -los "mejores amigos por siempre" de su padre-, ahora mismo no sufriría de insomnio.
¿La razón? Literalmente había tenido que aprender a dormir con un ojo abierto y el otro cerrado, tras ser víctima de innumerables "muestras de afecto" por parte de shinobis de esas aldeas durante la noche. Los motivos exactos nunca le importaron; solo los altos mandos lo sabían, y eso fue suficiente para que le enviaran "flores" por la ventana. Gracias a eso, algunas noches no podía dormir, y otras lo lograba muy tarde.
Algunos ANBU lo odiaban con el alma, pero al final, su misión era protegerlo cuando era un niño... claro, siempre después de propinarle una buena paliza. Por suerte, llegó un punto en que ya no los necesitó, cuando finalmente pudo defenderse por sí mismo.
Un bostezo involuntario se escapó de sus labios, y por instinto, se estiró, disfrutando de la agradable sensación que recorrió su cuerpo. Un crack familiar sonó en sus articulaciones al sentarse en el borde del techo, dejando colgar los pies.
"¡GROARGGG.....!" "¡GRORGGG.....!" "¡GROERGGG.....!" "¡GRUARGG.....!" "¡GREARGGG.....!" "¡GRORGGG.....!" "¡GROARGGG.....!" "¡GRUARGG.....!"
Los gemidos guturales de los caminantes rompieron el silencio nocturno. Una sonrisa fría se dibujó en su rostro. "Esas malditas cosas... Como no puedo dormir, ustedes serán mi entrenamiento".
Sus manos ejecutaron una secuencia de sellos a velocidad relámpago. Un POOF sordo anunció la aparición de un clon de sombra a su lado. "Iré a practicar un rato con esas bestias.Cuida de Sophia", ordenó. El clon asintió en silencio,adoptando de inmediato una postura de centinela. Con su misión encomendada, el original saltó desde el techo, aterrizando en puntillas con un suave pock sobre el suelo de asfalto.
Se movió con la gracia de un depredador, deslizándose entre las sombras. El primer caminante, a cinco metros de distancia, miraba en dirección opuesta. Sin esfuerzo alguno, le clavó el kunai en la base del cráneo. El material oscuro y viscoso salpicó, pero él ya se había apartado con agilidad, evitando que una sola gota manchara su preciada chaqueta naranja.
Con una sonrisa confiada y su cabello al viento, saltó al techo de un sedán abandonado en medio de la calle, escaneando el área en busca de su siguiente víctima. La encontró arrastrándose por el pavimento: una mujer partida por la mitad, con las entrañas esparcidas y la piel del rostro putrefacta y gris, habitada por gusanos que se retorcían.
Bajó y se movió agachado entre los autos, como un verdadero ninja en una misión de infiltración y eliminación. Se agachó junto a ella, sin mostrar más emoción que una leve resignación-no era la primera vez que veía un cuerpo destrozado-, le clavó el kunai en la sien y continuó su cacería silenciosa.
Se alejó unos cincuenta metros de la camper, limpiando metódicamente la zona, y luego cruzó al otro lado de la calle para repetir el proceso. Tardó algo más de una hora, podría haberlo hecho más rápido, pero no había prisa. El "entrenamiento" era bienvenido.
Finalmente, regresó. Abrió la puerta de la camper con sigilo y se dirigió al camarote, acomodándose en la litera inferior. El vehículo era espacioso, con dos habitaciones que incluían literas. Sofía, que se negaba a dormir sola, había optado por compartir la habitación con él: ella arriba, él abajo.
Cerró los ojos, y esta vez, el sueño lo venció casi de inmediato.
... Mientras tanto, Sofía, que yacía en la litera superior, había sentido el movimiento de su compañero. Alarmada, lo vio salir de la habitación. Bajó de la cama y entreabrió la puerta con el corazón en un puño, observando cómo se alejaba. Un miedo visceral la recorrió: el temor a ser abandonada. Quiso seguirlo, pero el pánico a los monstruos que acechaban en la oscuridad la paralizó. El sonido de sus pasos subiendo al techo la calmó un poco; al menos no se iba lejos.
Se sentó a la mesa del comedor, abrumada por la surrealista realidad que vivía. Hombres y mujeres que se devoraban entre sí. Para una niña normal, había sido un golpe brutal a su percepción del mundo. Todo había sucedido tan rápido: la civilización colapsando, la desesperación, y de pronto, ella corriendo por su vida junto a su familia.
Respiró hondo, recostándose y cerrando los ojos, dejando que los recuerdos fluyeran. Recordó cómo se habían unido a un grupo, cómo este había crecido con familias y supervivientes solitarios. Los meses pasaron y la situación se estancó: demasiada gente, muy pocos recursos y aún menos personas dispuestas a contribuir. La mayoría no estaba hecha para la crudeza de la supervivencia.
Shane, el líder. Daryl y Merle, los hermanos de carácter áspero pero eficaces, los matones del grupo que, pese a todo, eran los que más aportaban por voluntad propia, sin miedo. Luego llegó Rick, el amigo de Shane, y con él, todo se complicó. La primera emboscada de caminantes, la muerte de gente... Para Sofía, la culpa fue de un chico asiático y su auto ruidoso, aunque nunca lo dijo en voz alta. Después, el científico loco y suicida. Otra emboscada. Y entonces, el miedo la traicionó. Huyó.
Se encontró con Rick, quien le ordenó que se escondiera. Pero los caminantes la encontraron, iniciando una persecución desesperada que la adentró más y más en el bosque, hasta quedar completamente perdida. Durante dos días, vagó sin rumbo, convencida de que era su fin. Se reprochó su estupidez, su decisión de separarse de su madre. Lo único que podía hacer era rezar para que no la encontraran.
Al tercer día, casi al anochecer, divisó un pequeño acantilado y, más allá, un río. La esperanza renació al ver agua, por primera vez en casi tres días. Estaba sucia, pero era agua. Se preparó para descender cuando, de repente, una mancha de color naranja brillante cayó cerca de la orilla.
Desde una rama alta, un chico descendió. Y por primera vez, Sofía vio a la persona más bella de su vida. No exageraba; parecía sacado de una fantasía. Sus facciones eran perfectas, su cabello y cejas de un rubio radiante, su piel con un tenue tono dorado. Sus ropas, exageradamente naranjas excepto por la camisa negra bajo la chaqueta, parecían hechas para él. A la distancia, no podía distinguir más detalles, pero era suficiente.
Luego sucedieron cosas imposibles: él saltó hasta ella, la cargó y trepó a los árboles, viajando por las ramas a una velocidad vertiginosa. Una persona idéntica a él apareció de la nada y desapareció en una bola de humo. Su cerebro infantil luchaba por procesarlo. Sabía que la magia no existía, pero lo que había visto desafiaba toda lógica.
Sofía abrió los ojos y se levantó, acercándose a una de las ventanas. Sin querer, vio a su nuevo compañero desenvainar un objeto puntiagudo y acercarse a un caminante con la fluidez del viento, eliminándolo con un movimiento preciso. Ignoró la imagen grotesca, fascinada por la forma en que Naruto se movía en la noche: una sombra firme, rápida y silenciosa, letal y elegante.
Después de observar un rato, reflexionando sobre lo que había presenciado, regresó a la cama y se acostó. Menos de una hora después, su compañero regresó.
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N/A: [Espero que les guste....]
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