Ficool

Chapter 25 - El despertar de Oliver Songoku.

—¿Mocoso… qué crees que estás haciendo? —preguntó Gorgo, intentando sonar serio, pero con los ojos abiertos de asombro ante la postura del niño.

—Ni yo lo sé… —respondió Oliver, con la voz temblorosa pero firme—. Solo sé que… estoy manteniéndote lejos de mi primo.

Gorgo respiró hondo. Por un momento, su mirada se quedó fija entre los puños de Oliver, clavada en esos ojos que no sabían cómo pelear, pero que aun así estaban decididos a hacerlo.

Y esa respuesta… esa respuesta tan simple, tan sincera, lo volvió a golpear más fuerte que cualquier técnica.

"¿Dónde está ese villano que jure ser? ¿Por qué… por qué estoy dudando ahora?", pensó Gorgo, sintiendo que las paredes internas de su personalidad comenzaban a tambalearse.

―Mocoso… hagamos un trato… ―sugirió Gorgo, bajando ligeramente los puños, sin dejar de observar la firmeza inquebrantable del niño frente a él.

― ¿Un trato?

―Ya no voy a matar gente innecesariamente. Vete. Busca un hogar para ti y tu primo, un lugar donde puedan estar a salvo… ―respondió con un tono inusualmente calmo―. Los perdono, ¿sí? Desaparezcan. No los seguiré…

― ¿Eh? ―exhaló Oliver, aún confundido―. Pero antes dijiste que buscabas al maestro Baldur… ¿¡para qué?!

―Eso no necesitas saberlo… Solo lárgate.

―En las noticias te nombran un asesino… ¿y ahora vienes buscando a mi maestro? ¡¿Qué clase de broma es esta?! ―le respondió Oliver, con los puños temblorosos, la voz cargada de temor y el brazo aun sangrando.

―Mocoso, he matado a mucha gente. Te lo pido, por favor… no me obligues a meterte en la pila de cadáveres. Ya tuve demasiados problemas con el otro mocoso gruñón. No quiero tenerlos contigo.

― ¿Gruñón?... ¿Estás hablando de Max?... ―preguntó Oliver, entre alerta y espanto―. ¡¿Qué le hiciste?!

―Me vi obligado a matarlo. Ya había causado demasiados problemas… ―le respondió Gorgo. Pero, de pronto, sintió una leve presión en el cuerpo, una sensación sutil pero sofocante que lo obligó a ponerse en guardia de inmediato.

Notó que los ojos del niño se abrían con sorpresa, pero sus cejas se curvaban hacia abajo con el ceño fruncido, como si algo oscuro y profundo emergiera desde su interior.

Gouten, que también estaba escuchando, se quedó completamente pasmado, los ojos abiertos como platos.

― ¿Qué dijiste que hiciste? ―preguntó Oliver, con una voz extrañamente calmada, pero vacía de miedo.

― ¿Eh?... ―balbuceó Gorgo, dando un paso atrás―. ¿Qué pasa ahora?...

― ¿Mataste… a mi hermano?

― ¿"Hermano"?... ¡Mierda! ¡Lo arruiné! ―pensó Gorgo, sintiendo cómo la tensión en el aire se volvía asfixiante.

Extrañamente, Oliver dio un paso al frente.

—¿Uh? —exhaló confundido un hombre, levantándose de su asiento, con la mirada centrada en el techo de una sala blanca y brillante.

—¿Sucedió algo, señor Bronmir? —le preguntó un joven de pie, en una de las esquinas del cuarto.

—No, nada… Acabo de sentir algo curioso en el aire —respondió, soltando una sonrisa enigmática—. Curioso no… interesante —se corrigió.

—¿Interesante? ¿Cómo qué?

—Algo que ocurre de forma antinatural. Biológicamente, es imposible, pero puede que esté por pasar. Es como si el aire se convirtiera en tierra… o el agua en fuego. ¡Imposible! ¡Pero puede que suceda!

—¿Por qué habla de forma tan enigmática?

—Porque hablo con poca certeza. Porque aún no ha pasado. No estoy seguro. A lo mejor me equivoco… pero tal vez no. Ja, ja, ja… Me siento un idiota hablando así.

Oliver dio otro paso al frente, mirando a Gorgo. Se sentía impotente… pero no retrocedía.

"Te he llamado 'debilucho' y me disculpo. No hay nada de malo en ser débil. No todos nacemos con las mismas fortalezas; tal vez destaques en cosas diferentes, con facilidades distintas. Solo… no te atormentes por estupideces como esa…"

Lágrimas se deslizaban por las mejillas de Oliver. Su mirada, llena de frustración, estaba clavada en Gorgo, quien dio otro paso atrás, visiblemente confundido.

La mente del chico se encontraba en ese espacio oscuro de antes, aquel donde había logrado visualizar ambas esferas de luz.

<< Cuando un Senkayne conserva una frustración tan intensa que lo lleva al límite, pensar se vuelve un lujo. Entonces el cuerpo entra en un estado de lucidez: una respuesta instintiva en la que todo se reduce a un deseo inamovible… cumplir el último objetivo que la mente logró formular antes de desconectarse. >>

Los ojos de Oliver se enfocaron en las esferas. Su visión detectaba cómo la oscuridad comenzaba a disiparse poco a poco, revelando un entorno gris claro, aunque sin llegar al blanco absoluto.

<< Por alguna razón, esta vez la lucidez actuó diferente… conservando su razonamiento. >>

La esfera dorada se acercó lentamente a Oliver. Se dejó tomar por sus manos, fusionándose con él. La otra esfera, sin embargo, simplemente se alejó.

<< Oliver Songoku es un híbrido perfecto: no es más Senkayne que Terrano, ni más Terrano que Senkayne. Una exactitud del 50% en cada gen. Lo cual, en lugar de facilitarle el camino, solo complicaba el desarrollo de ambos lados. >>

<< La lucidez despertó un Zenkay, y ese Zenkay provocó que ambos linajes se tomaran de la mano… y se aferraran a Oliver. Permitieron, por primera vez, colaborar. >>

<< El potencial Senkayne de Oliver había despertado. El chico acababa de encontrar la mitad de su búsqueda. >>

El primer movimiento de Oliver se hizo notar: un balanceo circular hacia la izquierda, seguido por otro a la derecha. Una secuencia perfectamente ejecutada que confundió por completo a Gorgo.

—¡¿Por qué el mocoso está usando a la perfección mi propio boxeo?! —pensó el grandulón, incrédulo.

Gorgo lanzó un golpe, pero Oliver lo esquivó con agilidad, desplazándose con un giro a la derecha. Luego, le propinó una patada circular al costado de la pierna. La rodilla de Gorgo tocó el suelo, y apenas tuvo tiempo de ver cómo el niño se acercaba y le encajaba un zurdazo en la nariz, haciéndolo caer sentado.

Oliver adoptó una postura firme y descargó un tercer golpe, que esta vez logró ser bloqueado por los antebrazos de Gorgo. Sin embargo, la potencia fue tal —cargada con un kime perfectamente liberado— que el impacto arrastró a Gorgo por el suelo, hasta que su espalda chocó violentamente contra un tronco cercano.

—¡¿Qué demonios está pasando!? —exclamó Gorgo, con el rostro descompuesto por la confusión—. ¡¿Desde cuándo este mocoso sabe boxear?!

Oliver, mientras avanzaba con paso firme hacia su enemigo, pensaba en silencio:

—Ya no tengo miedo… ¿qué me pasó?...

Sentía el cuerpo entumecido, la respiración pesada y los músculos cansados, pero también un fuego hirviendo en su interior.

—quiero darle una paliza —reflexionó con furia contenida, sin detener su marcha.

Las gotas de sangre tocaron el suelo, y Oliver permaneció de pie. Mirando como Gorgo volvía a ponerse de pie.

―mira nada más…

― ¿qué sucede?...

―puedo ver como un chico de 6 años esta logrando intimidar a un adulto… ― le responde, con la mirada en el techo.

―suena imposible…

―no es Humano…

―eso lo explica…

― en parte si, pero me sorprende mas el latir del corazón del niño…

― ¿no creerás qué?

―yo dije que está pasando algo antinatural…

― pero no es un humano… es imposible que pueda convertirse en un…

―no dio indicios de serlo, todavía… ― le interrumpe ― pero es curioso, acaba de escuchar que su hermano murió, y lo primero que piensa es solo vencer al hombre, no actúa desde el Odio, solo está enojado… ¡es increíble que un niño reaccione así!

―yo hubiera deseado en matarlo…

― ¿ves porque me sorprende? ― le pregunta con una risa…

―ahora las cosas son mas claras… esto es un pago por mi pecado… ― pensó Gorgo, mirando con seriedad a Oliver, mientras el chico le mantenía la mirada con la misma intensidad.

―este mocoso, no es tan diferente a mi… hace lo que hace porque algo lo motivaba a ser mejor. Yo quería ayudar a Héctor con las deudas, y él protege a su primo… somos seres básicos ante un espejo…

―ponerme así de pensativo, comparándome con este muchacho, me quita toda motivación para pelear… ― se confiesa a si mismo ―acabaré con esto rápido, así poder ser libre…

―si me gana aquí, tal vez nuestros caminos se vuelvan iguales… debo diferenciarlo… tal vez sea un hijo de puta, por pensar así… tal vez le ayude a él, Perder aquí…

Gorgo hizo un movimiento repentino, pero solo logró que Oliver se colocara a su costado, imitando el desplazamiento de Gouten, y ejecutando el mismo golpe que se realizo en contra de aquel árbol.

—¿Qué habría pasado si Richarzon me hubiera vencido en aquella pelea?... ¿Habría caído tan bajo como estoy ahora? —reflexionó Gorgo, mientras su mano atrapaba a Oliver de forma instintiva. Lo lanzó con violencia contra un árbol, aunque supo que había contenido el golpe en el último momento.

—Soy patético como villano… —se dijo, mirando su propia mano.

—¡¿No te da vergüenza matar?! —le gritó Oliver, separando su cabeza del tronco. Aunque el impacto se había suavizado, el daño seguía presente: una línea caliente de sangre bajaba por su frente hasta la mejilla.

El grandulón tragó saliva al ver cómo el niño corría hacia él sin un ápice de temor o vacilación.

—Vamos, Gorgo… no sientes dolor, y sus ataques no activan tu suero… tienes las de ganar. No pierdas ahora… —se dijo a sí mismo, cargando un puñetazo.

Oliver lo esquivó con agilidad, saltando a un costado. Aterrizó firme, y con una secuencia fluida se impulsó hacia adelante, ejecutando una postura precisa. Su puño salió disparado, cargado de kime, y se incrustó en el costado derecho de Gorgo, haciéndolo tambalear unos centímetros.

El grandulón sacudió rápidamente su brazo hacia ese lado, obligando a Oliver a retroceder. Golpeó el suelo con fuerza, provocando un temblor que hizo tropezar al niño, y aprovechó para propinarle una patada que lo arrastró aún más lejos.

Oliver rodó por el suelo, se reacomodó, y estiró las manos con decisión. Intentaba una vez más imitar a Gouten, pero esta vez… no para luchar cuerpo a cuerpo, sino para lanzar un ataque de energía.

<< Es increíble cómo un niño de seis años puede deducir la proyección de energía a través del kime del Shotokan. Solo a través de la imitación, fue capaz de canalizar esa energía, proyectarla en sus brazos… y sin saberlo, lanzar su primer ataque de Ki sin que nadie le explicara cómo hacerlo. >>

La esfera de energía se desvió hacia el cielo sin explicación. Oliver no había deducido cómo mantener el trayecto de su ataque. Ese error le costó caro: Gorgo reaccionó con velocidad y le dio un golpe en el hombro, arrastrándolo hacia un costado con un simple nudillo.

Oliver logró mantenerse en pie, pero su brazo colgaba sin fuerza. Apenas podía moverlo. Antes de que pudiera procesarlo, Gorgo le propinó un empujón con el pie que lo mandó al suelo, haciéndolo toser en seco del impacto.

—Ya no te levantes… —ordenó Gorgo con firmeza.

Pero la mano del niño se aferró a la corteza del árbol más cercano. Se impulsó con esfuerzo para volver a levantarse. Su cuerpo temblaba. La lucidez del Zenkay había terminado. Oliver había llegado a su límite. Había dado todo.

—Maldita… sea… —murmuró entre jadeos, arrastrándose por el costado del tronco. Alzó la vista... y lo único que vio fue la silueta oscura de Gorgo y su puño aproximándose a su rostro.

Cerró los ojos con fuerza, apretando los dientes… pero no sintió dolor.

Solo una leve brisa le rozó la piel.

—Se acabó… —susurró Gorgo, tocándole suavemente la frente con dos dedos.

El niño cayó hacia atrás con lentitud, casi como si lo hubieran recostado.

—Repito… no te levantes.

"Cuando peleé contra Richarzon, le gané… y lo perdí todo. Ojalá que, con esta derrota, el mocoso lo gane todo…"

—Demonios… sigo siendo débil… sigo siendo un fracaso… ni siquiera pude agarrar una de esas esferas… y no logré nada… —murmuró Oliver, frustrado, intentando ponerse de pie.

—¿Débil?... Mocoso, lo que estás diciendo es surrealista. ¿Quién carajo te dijo que eres débil? —le preguntó Gorgo, dejándose caer de espaldas, sentado.

—¿Eh?... ¿Qué haces?...

—Renuncio. Estoy cansado de esto… así que descansaré un poco y luego me largo —confesó Gorgo, con voz grave pero calma—. Dime… ¿quién fue el que te llamó débil?

Oliver, tambaleante, logró finalmente ponerse de pie, sosteniéndose el hombro ensangrentado. Y con una voz cargada de dolor y enojo, respondió:

—Mi hermano…

Gorgo abrió los ojos, sorprendido por la respuesta. Sintió el peso emocional de esas palabras atravesarle el pecho.

—Lo siento mucho… —dijo, bajando la mirada con culpa—. Mi plan… y mi jefe… me obligaban a matarlo. Pero en el fondo, yo quería buscar otra forma… algo menos cobarde…

—¿Quién es tu jefe? —preguntó Oliver, apretando con fuerza el hombro, conteniendo el dolor.

—No te lo diré. No quiero que arruines tu vida buscándole. No quiero que cargues con un complejo de venganza por culpa de mis decisiones…

—¿Por quién me tomas?... —le respondió Oliver con dureza.

Gorgo abrió bien los ojos, completamente desconcertado por la madurez del niño.

"Le pude ganar… pero mi honor se fue como polvo en el aire…", pensó Gorgo, soltando una leve risa.

—No entiendo por qué tu hermano te llamó débil… Pero si te sirve de consuelo, creo que pensaba de otra forma…

Porque él fue quien más me dio pelea.

Pero tú… tú en serio me diste problemas.

—Explícame… ¿cómo un hombre que sembró el terror en toda la ciudad puede darse por vencido ahora?

—Un camino de malas decisiones… que un día te caen sobre la mesa como si fueran la cuenta que tenés que pagar —respondió Gorgo con voz grave—. Tengo una mala historia… que me llevó a tomar decisiones imprudentes. Nunca te permitas caer así, niño… júramelo…

—El maestro Baldur dice que el pasado no define las elecciones de una persona —replicó Oliver, con los dientes apretados—. No justifiques tus actos asquerosos con lo que viviste…

—Niño… ya me siento como la mierda. Por favor… deja de humillarme… ya entendí que eres moralmente superior…

—¡Lo que quiero es que me digas por qué tu plan te llevó a matar a mi hermano! ¡Eso es lo que me importa!

—Increíble… —murmuró una voz que hizo que tanto Oliver como Gorgo giraran la mirada en la misma dirección.

Max estaba de pie, sujetado por los hombros por Leonel y Baldur, observando la escena con asombro.

—Estás vivo… En parte es un alivio… y en otra, qué puta suerte tienes —le comentó Gorgo, mientras los ojos de Oliver se llenaban de un brillo de alivio contenido.

—No fue suerte… —le respondió Max, con la voz algo apagada— Me inyectaron un líquido para anular el sedante que me clavó el idiota de tu compañero. Pude despertar, pero mi cuerpo está pesado… y tengo este maldito sueño…

—Oliver, ¿cómo te encuentras? —le preguntó Baldur, sosteniendo a Max desde su hombro izquierdo.

—Estoy bien… puedo mantenerme de pie. Pero Gouten apenas podía moverse…

—Pero tú estás sangrando, idiota… —murmuró Gouten, logrando incorporarse con ayuda de un árbol cercano.

—Estoy sorprendido, Oliver… Me llena de orgullo ver que lograste vencer a Gorgo…

—No lo derroté… —lo interrumpió Oliver, bajando la mirada—. Yo perdí… él simplemente se sentó y renunció.

—Ya veo… —murmuró Max, forzando su cuerpo a dar un paso adelante.

Con esfuerzo, se soltó del brazo de Baldur y caminó con dificultad hasta quedar frente a Gorgo.

Levantó el puño, y este comenzó a emanar energía, vibrando con un leve zumbido mientras lo mantenía alzado. Su rostro, en cambio, estaba completamente indiferente.

—¿Últimas palabras?

Una mano se posó en el hombro de Max, deteniéndolo justo cuando se disponía a lanzar su puño.

—¿No escuchaste a Oliver?... Dijo que "renunció" —le recordó Baldur con calma, pero con firmeza—. Aquí no hacemos eso, Max… Eso sería lo más sucio que podríamos hacer.

—Pero mató a mucha gente… merece un castigo… —replicó Max, con el puño aún temblando.

—Sí… pero no de tu mano, ni de la mía, ni de la de Oliver… —le respondió Baldur—. Va a pagar, pero como corresponde.

—Voy a llamar a la policía —anunció Leonel, ya sacando el celular.

—Entonces me voy a esconder… —murmuró Max, bajando el brazo y alejándose en dirección a su casilla—. A mí también me quieren arrestar…

—Leo… te lo encargo. Tengo que atender las heridas de mis alumnos —le pidió Baldur, tomando a los chicos de las manos para guiarlos hacia la casa.

Gorgo y Leo quedaron solos, intercambiando miradas en silencio.

—Te llegas a mover… y te capo —le advirtió Leonel, sin dejar de marcar el número.

—Tranquilo… ya me quedó claro —respondió Gorgo, sin intención de resistirse.

Tras finalizar la llamada, Leonel volvió la mirada hacia Gorgo.

—Sos suertudo, chango… —soltó, desenfundando su cuchillo con un gesto seco.

—En mi país, ya te hubieran cagado bien a palos. Incluso te habrían linchado… Son muy flexibles acá —terminó, soltando una risa incómoda, cargada de tensión.

—Me lo merecería… —admitió Gorgo, sin levantar la vista.

More Chapters