-¿Q-quién es usted? -preguntó el muchacho con una gota de sudor recorriendo su rostro-.
Ignoré completamente la pregunta del chico y comencé a analizar la situación rápidamente:
Tendré grandes problemas si ambos bandidos se coordinan y me atacan al mismo tiempo. No puedo dejar que el calvo musculoso se una a la batalla. El mejor movimiento es acabar velozmente con el rufián de melena oscura y evitar que retroceda con su compañero. Esta pelea no puede convertirse en dos personas contra una.
¡Qué situación en la que decidí meterme!
Sin dar tiempo a pensar, me abalancé fugazmente desenvainando mi espada en dirección del primer ladrón, necesitaba neutralizarlo de inmediato. Ataqué con mi arma en mi brazo derecho apuntando a su pecho, precisaba punzarlo con un ataque letal en el corazón para acabarlo.
-¡Q-qué! -gritó el malhechor al verme tratar de liquidarlo-.
Pude ver su cara cambiar de una expresión de confianza a una que demostraba pánico mientras me aproximaba a él. Sus instintos entraron en acción, ¡estaba a punto de morir! Lo más ágil que pudo, levantó su sable y anuló mi estocada desviándola a su lado izquierdo en el último instante, suprimiendo efectivamente mi ataque.
-¡Huff... huff...! -empezó a suspirar agitado, como si hubiese visto su vida pasar en frente de sus ojos-.
-¡Mierda! -medité ofuscado al haber fallado-.
No había conseguido aniquilar al criminal. Él retrocedió de inmediato al lado de su compañero con una voltereta hacia atrás, sus ojos no me quitaban la mirada de encima. Una expresión de tensión se manifestaba en su semblante.
¡Muno, a este tipo no se le debe tomar a la ligera! -pronunció a su compañero agitado-.
-Ya me di cuenta, atacaremos a la misma vez -respondió el delincuente mientras planeaba su siguiente movimiento-.
Los forajidos no me dieron tiempo ni siquiera para reflexionar cuando embistieron en mi contra. Uno corría por mi izquierda, mientras el otro se acercaba por la derecha. Sus manos tensaron con fuerza el mango de las cimitarras para tajarme, y en un movimiento veloz cortaron con potencia en mi dirección.
Antes de que sus hojas tocaran mi cuerpo, usé ambas piernas para dar un salto hacia atrás y recomponerme. Pero en el instante en que volví a levantar mi mirada, mis ojos solo se encontraron al maleante calvo; el de cabellera negra había desaparecido de mi panorama.
Una sombra se empezó a proyectar en el suelo a mi alrededor, cada segundo que pasaba esta silueta se volvía más y más grande. Pronto me di cuenta de la causa: miré hacia arriba para ver al matón faltante encima mío con su filo en ambas manos, él había saltado en aquel instante para arremeterme desde las alturas.
-¡Demonios! -exclamé desesperado por el inesperado ataque-.
Agarrando mi espada por el mango y la hoja, bloqueé horizontalmente la estocada de mi enemigo antes de que me alcanzara. Un sonido metálico hizo eco en la arboleda, mientras chispas amarillas salían disparadas de nuestros estoques por el inmenso impacto. Mis piernas se entumecieron por la contusión de nuestro choque de poder.
Pero por supuesto que eso no sería todo, en lo que parpadeé sentí la presencia del otro malhechor lampiño detrás mío cargando su tajada en mi contra. Era físicamente imposible esquivar esta ofensiva conjunta.
Debo admitir que trabajan muy bien en equipo para mi desgracia.
Alcé mi brazo zurdo para intentar defenderme, su sable me impactó de lleno mandándome a volar y rodar por el suelo. Di al menos unas tres rotaciones antes de que la fricción frenara mi movimiento.
Ahora me encontraba en el lodo, cubierto de suciedad y sacando fuerzas para levantarme.
Súbitamente cuando estaba de rodillas sucedió:
Mi corazón comenzó a palpitar como si de tambores de guerra se tratasen, cada latido más rápido y fuerte que el anterior. Podía escuchar claramente el insoportable esfuerzo de mi órgano. Mi respiración se volvió agitada como nunca, el aire se volvió espeso como si el bosque me negara la respiración. Cada segundo que pasaba mis jadeos se volvían más veloces e intensos. Mi visión se nubló, mis ojos temblaban de manera anormal mientras mis oídos zumbaban en locura. El pecho me comenzó a doler intensamente, un escozor insoportable me carcomía los huesos. Sentí que regresaba... el olor a barro, la mugre en mis ropajes, la sensación de muerte; todo era igual que ese momento. Mis dos manos inconscientemente se dirigieron a mi cabeza mientras seguía hiperventilando, y mi cuerpo cayó al piso nuevamente mientras el presente se desvanecía y mi mente era consumida por el pasado.
-¡NO! ¡NO LO HAGAS POR FAVOR, TE LO IMPLORO! -grité alterado y tembloroso mirando a la nada-. ¡POR FAVOR, NO! ¡TE LO SUPLICO! ¡NO DE NUEVO!
Lágrimas comenzaron a salir incontroladamente de mis ojos, derrumbándose en mis mejillas y cayendo al suelo de tierra. Seguidamente mis gritos desgarradores y desesperados retumbaron en toda la arboleda en ese momento.
Los maleantes se acercaban a mí a paso lento cuando escucharon el horrible alarido que salía de mis entrañas:
-¡¿Qué diantres?! -mencionó el ladrón de pelo oscuro en frente mío en tono de mofa al presenciar mi ataque de pánico-. ¡¿Acaso ahora le tienes miedo a la muerte?! ¡Jamás debiste meterte con nosotros, este será tu fin!
No podía hacer nada. Mi cuerpo seguía atrapado en el bucle infernal del pasado, atrapado en un eco del ayer, un vórtice negro que engullía todo lo que se encontraba con él. Ahora me engullía a mí.
-¡Papá, mamá... Lucian! -pronuncié todavía en mi precario estado-.
-¡Awww! ¡Que ternurita, está llamando a sus padres! -se burló el malhechor calvó antes de reírse desquiciadamente-. ¡Bale, acaba con él de una vez por todas!
"Voy a morir. Voy a morir. Voy a morir. Nada me podrá salvar de esta situación, no hay nada que hacer". Esos fueron mis pensamientos antes de que una cortada apareciera en mi pie izquierdo.
-¡Ahhhh! -un alarido de daño me despertó de mis malos pensamientos en aquel momento-.
Dirigí la mirada a extremidad inferior para darme cuenta de que me habían clavado una navaja. Miré a mis alrededores mientras mi visión se iba recuperando poco a poco. Ahí estaba, a mi lado se encontraba el muchacho de antes con ambas manos en el mango del pequeño cuchillo clavándomelo en mi pie.
El mozo me agarró el hombro y me habló con una mirada llena de determinación y valentía:
-¡¿Qué estás haciendo?! ¡Reacciona! ¡¿Acaso no tienes algo por lo que vivir?! ¡Podrás llorar todo lo que quieras después de que sobrevivas esta batalla!
Estas palabras me abrieron los ojos de par en par. Él tenía razón. yo debo vivir no importa lo que cueste. Debo cumplir con mi objetivo, no puedo morir aquí en este bosque por unos bandidos cualquiera.
Me comencé a limpiar las lágrimas de mi rostro antes de comentarle al chico por mi orgullo:
-¡¿Acaso eres idiota?! ¡Debiste aprovechar la oportunidad para huir lo más rápido que pudiste! ¡Esto todo era parte de un plan de distracción!
-¡¿QUÉ DIJISTE?! -respondió furiosamente mientras una vena aparecía en su frente- ¡¿Me quedo para ayudar y lo que recibo es insultos?! ¡Ojalá te hubiese dejado muerto!
Ante mi comentario, el muchacho decidió sacar con todas sus fuerzas y sin remordimientos la hoja clavada en mi pie izquierdo.
-¡AHHH! ¡Imbécil, ten más cuidado, cabrón! -vociferé con ardor mientras un borbotón de sangre salía de mi extremidad debido a la extracción repentina del objeto-.
-¡Eso es lo que te mereces por desagradecido!
No entendía los motivos de sus acciones. ¿Por qué había decidido ayudarme? ¿Acaso sentía compasión hacia mí? ¿No podía dejar que alguien se sacrificase por él? Si es así es un completo ingenuo por pensar de esa forma. En este mundo uno solo sobrevive con maña.
-¡Haa...! -suspiré-. ¡Está bien jovencito, tomaré un poco de tu coraje y lucharé hasta ganar!
-¿Ya terminaron de rezar sus últimas palabras? -nos sacó de la conversación el ladrón en frente de nosotros con un tono de asco y burla-. No piensen que tienen esperanza. Un niño con una navaja y un guerrero derrotado por sus propias emociones.
Tenía ya cargada su espada en nuestra contra, estaba a punto de atravesarnos. Sin embargo, justo en ese instante apreté mi puño para agarrar una bola de barro con mi mano derecha, levanté mi mirada para apuntar y se la arrojé directo a los ojos para bloquear su visión.
-¡Ahhh! -gritó exaltado el bandido ante la pérdida de vista y coordinación-.
¡Era ahora o nunca! blandí mi acero dirigiéndolo a su cráneo. El criminal escuchó mis movimientos que trataban de ejecutarlo, pero ya era demasiado tarde para reaccionar. Mi hoja atravesó por completo su cabeza; un sonido crujiente salió de sus huesos y la sangre salpicó en el área de impacto manchando mi rostro y armadura.
El cuerpo del forajido cayó de rodillas todavía con mi estoque clavado en su cerebro, sus pupilas dilatadas y viradas en ese preciso instante. Lentamente saqué mi arma de su calavera y apunté con ella al bandido restante.
-¡Bale! ¡NOOOOOOOO! -chillo el calvo al presenciar el fallecimiento de su amigo-. ¡Pagarás por esto!
Como si de un demonio se tratase, embistió contra mí con una energía brutal. El cansancio ya me estaba haciendo efecto a este punto, por lo que mis músculos ya no respondían efectivamente. Fui incapaz de esquivar su acometida y acabé en el piso boca arriba, el maleante encima mío con su sable preparado para acabarme como yo había asesinado a su compañero.
-¿Así que al final no pude sobrevivir a esto, ehh? -reflexioné mi último pensamiento mientras esperaba lo peor-.
El malhechor cargó con todo hacia abajo para tajarme.
El sonido de un corte reverberó por todo el bosque en ese instante.
