Ficool

My Hero academia : alas de origami

aisehistory
7
chs / week
The average realized release rate over the past 30 days is 7 chs / week.
--
NOT RATINGS
246
Views
Synopsis
Después de morir a los 21 años, Ren se despierta en un mundo desconocido con una segunda oportunidad para cambiar su destino. Con su habilidad para crear origamis y su determinación, Ren busca encontrar un nuevo propósito en la vida y superar sus miedos y dudas. ¿Podrá aprovechar al máximo esta nueva oportunidad? el inglés no es mi idioma materno, lo siento por algún error, no me pertecese my Hero academia, fotos y personajes no originales, derechos a su respectivos creadores
VIEW MORE

Chapter 1 - capitulo 1 ignorancia

Pensamientos: 'Hola'

Susurros: {Hello}

Sonidos: [boomm]

No puedes ser tan bueno en la vida. Cuántas veces le habían dicho eso en la cara: "No seas tan bueno". Los que son muy buenos siempre son utilizados. Una sociedad donde ser prestativo era signo de debilidad, algo irónico y triste al mismo tiempo. Si no te das tu lugar, las otras personas nunca te respetarán. Se sentía como una herramienta desechable, sin valor ni importancia, siempre lista para ser utilizada y descartada.

Era un ciclo: el niño bueno que sufría por los valores que le implementaron sus padres, personas humildes, la clase de personas que nunca decían no cuando se trataba de ayudar a los demás. Al final, la triste realidad golpea: "Hoy por ti, mañana por mí", solo que casi nunca era por ti. La gente se aprovechaba de su bondad, sin siquiera detenerse a pensar en cómo se sentía él.

Cuando llamas a la puerta, cuando sinceramente necesitas una mano amiga, tienes que estar preparado para un rotundo "no", disfrazado de "no puedo en este momento". Era triste, pero Ren había aprendido hace mucho a vivir así. No tenía muchos recuerdos maravillosos. La soledad y la desilusión habían sido sus compañeras constantes.

Sus padres, ahora fallecidos, murieron antes de verlo graduarse de médico. Al final, a su fiesta faltaron las personas que más quería ver a los ojos y sentir aquel sentimiento de logros. Horas y horas de turnos lo habían fundido en un ciclo de cansancio y ayuda a personas que casi nunca veía dos veces en la vida. Era joven, 20 años, cuando lo diagnosticaron con un derramamiento cerebral por tener unos vasos sanguíneos rotos. La noticia fue un golpe devastador, como si el destino se hubiera vuelto en su contra.

Era triste. Ren quería pensar que su legado había sido corto pero esperanzador, aun cuando llegaba a una solitaria casa de dos cuartos y fotos de sus padres llenas de polvo. La casa estaba vacía y silenciosa, con un aire de abandono que parecía reflejar su propio estado de ánimo. Nunca se olvidaba de alguna señora mayor que ayudaba con un mejor tratamiento. Una sonrisa de esperanza era alegría. Podía ver a su madre en sus pacientes, y ahora él mismo, al igual que su padre y su madre, estaba postrado en cama.

Si era sincero consigo mismo, la situación no era nada alentadora. Conocía esas posturas, las miradas no tan disimuladas de los enfermos. Una visita poco frecuente de su familia lejana... Si era triste. La ignorancia mantiene al hombre feliz hasta que descubre la verdad. Nunca fue feliz. Sabía la verdad desde el comienzo: Ren Uzuki iba a morir a la edad de 21 años. Irónico, lamentable; y tal vez, si era duro consigo mismo, algo patético. La vida parecía haberse burlado de él, quitándole todo lo que había trabajado para construir.

Pero aún en su situación, el gran ardor de satisfacción en su pecho nunca disminuyó. No sabía cuántos mensajes deseándole mejoras había recibido. Tal vez unos cien, de varias edades, agradeciendo por distintas cosas. Al final, todas se resumían en una sola frase: "Gracias por su ayuda". Fue su misión. Se comprometió y, aunque corto, nunca abandonó a alguien hasta el final. La sensación de haber hecho algo bueno, de haber dejado una huella en la vida de alguien, era lo que lo mantenía vivo.

Aunque en la muerte, aun con la alegría, un sutil pensamiento que lo había acompañado desde su niñez le susurraba al oído más fuerte que nunca: "Deberías haber sido más egoísta". Sus intereses ante todo, su bienestar, su salud, su vida. Sí, no lo había hecho. Al final, y mientras sentía que la vida se le escapaba de las manos, tuvo la leve sensación de comprensión. Había sido demasiado bueno. La ironía de su situación era cruel: había pasado toda su vida ayudando a los demás, y ahora se encontraba solo y abandonado en su lecho de muerte. La soledad y la desilusión lo envolvían, como un manto de tristeza que no podía sacudir.

---

"¡Ren!... ¡Ren!... ¡REN!" El grito llegó a sus oídos como un fuerte golpe en la cara, haciéndolo sentir como si hubiera sido despertado de un sueño profundo.

Sabía algo de esto; sus ojos cansados, como si hubiera corrido una carrera de cien metros largos, mientras repasaba en su mente la diferencia entre volumen de hueso y cartílago. Por eso no respondió a los gritos. ¿Quién le gritaba en primer lugar? No podía un hombre morir tranquilo sin interrupciones.

"¡Ren!" Otro grito, esta vez un poco más fuerte, casi rozando un enojo total. Cuando sintió que la calma lo arropaba, abrió sus ojos con algo de pesadez aún presente.

Luego fue todo cuesta abajo. Todos, varias personas mirándolo fijamente como si fuera un ser totalmente de otro planeta, rodeado de jóvenes cada uno prestándole toda su atención pero en grado y emisiones diferentes. Unos parecían a punto de estallar de la risa, otros parecían verlo con algo de desprecio y lástima.

"Ren, qué bueno que te dignes a acompañar por fin a mi clase". La voz no revelaba más que un enojo medio disimulado. Y aunque sabia que la persona estaba molesta; no le importo

Su mente atribulada, estába pasando de un pensamiento a otro mientras trataba de entender qué diablos pasaba.

Se sentía diferente, no con el constante dolor de cabeza que sentía todos los días antes de morir. Aunque cansado, estaba más leve, menos preocupado.

"Ren, al frente ahora". No era un pedido; la voz de la señora, que tal vez era su profesora, tenía el frío tono de una orden irrevocable. La profesora, con su pelo negro y su estatura un poco más alta de lo normal, lo observaba con una mirada empática y comprensiva. Antes de pensar, su cuerpo se movía; rígido, como si él mismo se acostumbrara a la situación.

No era tan alto; su cabello, una vez castaño, ahora le caía casi en el hombro de un color blanco polar. No entendía qué pasaba, o cómo había cambiado tanto en lo que parecía ser un abrir y cerrar de ojos. Sus manos sudorosas y algo nerviosas encontraron refugio en sus bolsillos, mientras se movía por el aula

Dio un paso calmado, recorriendo su sala de aula con cautela. Mientras caminaba hacia la pizarra, Ren sentía que su corazón latía con fuerza y su garganta se secaba. No sabía qué estaba pasando, pero sentía que algo no estaba bien. No reconoció a nadie; no recordaba nada.

Solo era Ren, un médico desafortunado que murió joven; y ahora estaba en una situación que no entendía. Sus ojos brillaban bajo la luz que entraba por las ventanas del aula, tranquilo. Otro paso; su garganta comenzó a secarse aun más y su corazón había comenzado a latir con fuerza, mucha fuerza. El sonido llegaba a sus oídos como un tambor.

Otro paso, o tal vez fueron dos. Tal vez había caminado más rápido de lo que pensaba. Frente a él había una cuenta de porcentaje fácil. Su mente recorría el pasado de su propia época de escuela y estudio. Paseó sus ojos por la pizarra con calma. 'Tranquilízate', se dijo a sí mismo. Sintió una mano en el hombro cuando la mirada antiguamente fría de su profesora lo encontró.

"¿Lo recuerdas, verdad Ren?" Su voz era suave; sus ojos negro, lo observaban con algo de empatía. Ren no respondió; no sabía qué responder.

Estaba atónito; su corazón aún latía con fuerza. Su mirada buscaba un salvavidas en la mirada empática de su profesora. Cuando volvió brevemente su vista a la pizarra, se quedó quieto, demasiado recto. No parpadeaba; no podía hablar; no entendía nada.

"Tranquilízate", la voz en su mente era clara, segura, motivadora. El agarre de su profesora se apretó en su hombro. Escuchó su suspiro; estaba decepcionada. "Vuelve a tu asiento, Ren. Te quedas después de clases". Por un momento no se movió; solo sintió que su cabeza se movía en afirmación, firme pero forzado. Escuchó risas, suspiros, pero su mente realmente no los procesaba.

Volvió a su asiento, un paso rígido, sin saber si corría o se tiraba al suelo. "Tranquilízate", otra vez el pensamiento, esta vez más fuerte, más autoritario. Lo reconoció; era su voz, la voz de un Ren serio.

La voz de alguien que tenía que mantener la calma cuando algo en su trabajo no estaba yendo bien, cirugía a corazón abierto; primero auxilios de emergencia, un paro respiratorio, un paro cartidioco, distintas formas de hacer a cualquier médico trizas y un manojo de nervios.

'Tranquilízate'

-----

El regaño de Yuki, que ahora había entendido que era su profesora, fue largo y extenso; lleno de tristeza y decepción. Ren puso lo mejor de sí en tratar de entender. Habló de su falta de interés, sus notas bajas, su aparente cansancio diario, sus peleas en las horas libres. Luego tocó en un punto que lo dejó estático: "Tus padres te criaron mejor que esto, Ren. No manches su memoria".

'¿Padres?' El pensamiento lo arrolló como un huracán. Sus ojos, que habían permanecido totalmente quietos, brillaron con un aparente reconocimiento. Recuerdos, situaciones, nombres, humillaciones, convicciones, sacrificio... Todo volvió de golpe, sin avisar, sin piedad. Soledad, frustración, burlas, enojos... Todo se instaló en él como un tatuaje en su piel, imborrable. Ren se sintió como si hubiera sido golpeado por un tren. Los recuerdos de su pasado lo arrollaron, y se sintió abrumado por la tristeza y la ira.

Ren Suyi, un niño que quedó huérfano después de un asesinato masivo de un villano que se volvió loco en medio del banco. Los héroes llegaron tarde; civiles murieron, sus padres murieron. Su madre, una mujer humilde y compasiva, con una habilidad innata para curar a los demás. Sus ojos tenían la habilidad de reflejar la luz a tal punto que podía ver dentro del cuerpo humano con precisión, útil en medicina, pero inútil en una pelea. Su padre, héroe de un nombre poco conocido, capaz de transformar su energía vital en papel que movía a libertad con su mente, útil para situaciones de rescate, pero con muchas debilidades. Era un héroe del curso de apoyo. Ambos murieron a manos de Muscular, un héroe famoso por el desastre y la masacre que dejaba en sus apariciones.

Luego estaba el propio Ren, la burla de varias personas en la escuela con habilidades superiores. Sus habilidades eran las de un habilidoso creador de atracciones, papel de origamis. Había heredado lo mejor de sus padres: los ojos morados de su madre y la habilidad de papel de su padre, pero era débil. Las personas lo veían como algo inútil; nadie respetaría a alguien que hace un pajarito de papel y lo nombra como un quirk.

"Me entiendes, Ren", esa voz otra vez; era su profesora, una mujer estricta y exigente, pero también con un lado compasivo y comprensivo. Su voz era firme, pero también había un toque de calidez en sus palabras. Tal vez ya había terminado de hablar. No recordaba mucho, no sabía mucho. Ren Suyi lentamente apartó las cosas de su mesa de aula. "Haré mi mejor esfuerzo, sensei". Su voz era calmada, fuera de sí, algo extraña. La mujer no lo cuestionó; solo lo observó fijamente por unos segundos. Luego asintió: "Limpia el aula antes de salir, Ren". Con lo último dicho, se giró y cerró la puerta mientras se retiraba.

Ren se quedó perdido, en su turbulento estado solo se dejó caer en su asiento. Dio un largo y necesario suspiro. '¿Trasmigración?' Todo fan de anime sabía que significaba la palabra. Boku no Hero, un setenta por ciento de los fanes de anime habían escuchado sobre el manga por lo menos una vez. Ren lo sabía; sabía que no sabía nada. No podían reencarnarlo en Naruto; al menos sabía todo; era fan de la obra a muerte. Aquí, no había visto mucho; olvídalo, no había visto más de una hora del anime. Sabía cosas, conocía a algunos personajes, entendía la premisa, luego todo se acabó. Era como si estuviera recordando solo la sinopsis de la obra.

Sus ojos morados recorrieron el aula con calma. Reclamar nunca había resuelto los problemas en su vida. Origami, ¿una habilidad inútil? ¿Por qué no compartes esa opinión con Konan? Bueno, si puedes mantener tu cuello en su lugar luego de pensar en menospreciar a su papel.

Ren también podía doblar la luz, tal vez por eso tenía recuerdos de su madre tratando de enseñarle aplicaciones básicas. Aunque sus poderes eran inspiradores, eran totalmente subestimados por los demás, pero realmente no lo eran. Este niño, estas personas, realmente daban tan poco por él que él mismo llegó a la conclusión de que era simplemente inútil.

Su cabeza giraba, su mano se levantaba, y el papel crujía suavemente bajo sus dedos. Una simple mariposa de papel surgió de su mano y voló por el aula con gracia, sus alas de seda susurrando al viento. Su mente la controlaba, le ordenaba los giros, le decía qué dirección tomar: más rápido, más lento, estático. La luz de la tarde los arropaba a través de la ventana, bañando la habitación en un cálido resplandor dorado que hacía brillar los ojos de Ren.

Luego, su mente pasó a otra imagen, una menos pacífica, más mortal, más peligrosa. Y cuando su mariposa se transformó en un shuriken que giraba por la sala, el aire silbaba al pasar por sus bordes afilados. No pudo evitar que una sonrisa irónica pareciera en su cara. Era rápida, ágil; sus ojos la seguían y su mente la guiaba con una precisión mortal. Luego creó otra, y luego otra. Cuando el techo de su clase estaba rodeado de objetos giratorios que bailaban entre ellos sin chocar, el sonido de su corazón por fin encontró un ritmo, y se sintió un poco menos preocupado. El aire estaba lleno del susurro del papel y el zumbido de los shurikens, un concierto de sonidos que lo hacía sentir vivo.

¿Quién era él otra vez?.