Ficool

Chapter 38 - Capitulo 37: Seriedad.

*DANIEL*

Estaba acostado en mi cama, mirando al techo, sin nada que pensar ni hacer. El silencio de la habitación me envolvía, pero mi mente no paraba de dar vueltas. Aún podía escuchar las palabras de los padres de Sofía, especialmente las de su padre, retumbando en mi cabeza como si fueran una grabadora que se repetía sin cesar. Dos días habían pasado desde esa maldita reunión, pero los recuerdos seguían frescos, como si hubiese sido ayer.

Me senté en la cama, mirando las paredes vacías de mi habitación. La conversación había sido tensa, demasiado tensa. Había esperado que fuera difícil, claro, pero nunca imaginé lo duro que sería escuchar todo lo que me dijeron, todas esas dudas que sembraron sobre mi relación con las chicas. Sobre mí.

Sobre todo lo que estaba dispuesto a construir con ellas. Me había mantenido firme, como siempre lo hacía, pero la verdad era que esas palabras seguían pegadas a mi piel, dándome una sensación extraña en el estómago.

¿Realmente era tan estúpido por pensar que podía manejarlo todo? ¿Que podía mantener una relación como la que tenía con ellas? ¿Era eso posible? Las palabras del padre de Sofía seguían retumbando en mi cabeza, y me preguntaba si alguna parte de ella también sentía el mismo miedo que yo, aunque nunca lo dijera en voz alta. Todos esos pensamientos que habían cruzado mi mente en esos días, esa idea de que las chicas alguna vez pudieran alejarse, me consumían.

Pese a que intentaba mantenerme firme, las preguntas seguían persiguiéndome. ¿Qué pasaría cuando una de ellas decidiera irse? O peor aún, ¿qué pasaría cuando todas se cansaran? Sabía que no era una relación normal, que el amor y los celos serían problemas que tendríamos que enfrentar inevitablemente. Pero en el fondo, la idea de perderlas me aterraba. ¿Cómo iba a soportar eso?

Mi teléfono vibró en la mesita de noche, rompiendo el silencio. Miré la pantalla y era un mensaje de Sofía.

Sofía: "Nos vemos esta tarde. Tengo que hablar contigo."

El nudo en mi estómago se apretó un poco más. Había algo en su tono que me hizo pensar que esta conversación sería diferente, algo más serio. Me levanté de la cama y comencé a vestirme sin decir una palabra. Sabía que tenía que prepararme para lo que vendría. A veces las decisiones que tomamos nos llevan por caminos inciertos, y uno de esos momentos estaba a punto de llegar.

El tiempo pasaba lento mientras me dirigía a su casa, cada paso que daba parecía más pesado que el anterior. Algo en mi interior me decía que la conversación que tendría con Sofía podría cambiar las cosas, tal vez para bien, o tal vez para mal. Pero no había vuelta atrás. Había tomado decisiones, y las consecuencias de esas decisiones no solo me afectaban a mí, sino a todos los involucrados.

Llegué frente a su casa, deteniéndome un momento antes de tocar la puerta. La sensación en mi pecho se intensificaba, una mezcla de ansiedad y expectativa que no lograba identificar completamente. Sabía que lo que viniera después sería importante, tal vez crucial para lo que vendría después. Respiré hondo y di un paso adelante, tocando la puerta con firmeza.

No pasó mucho tiempo antes de que la puerta se abriera, y allí estaba Sofía, mirándome con una expresión que no pude descifrar. Había algo en su rostro, una especie de serenidad tensa que hacía que mis pensamientos se aceleraran aún más.

"Pasa," me dijo suavemente, dándose un paso atrás para dejarme entrar. "Tenemos que hablar."

Cerró la puerta detrás de mí sin hacer ruido, y un silencio incómodo llenó la entrada. No era el tipo de conversación que solíamos tener, de esas ligeras y despreocupadas. Sabía que lo que íbamos a discutir hoy era diferente.

La habitación tenía la misma calidez acogedora que siempre, pero la atmósfera era distinta. Todo parecía cargado con una energía que no podía ignorar. Sofía no me dijo nada más, simplemente se giró y comenzó a caminar hacia el salón, invitándome a seguirla.

"¿De qué se trata todo esto?" le pregunté, más por impulso que por realmente esperar una respuesta concreta. Era como si las palabras ya estuvieran en el aire, flotando entre nosotros, esperando ser dichas.

Sofía se detuvo un momento antes de responder. Su mirada se centró en el suelo antes de alzar la vista, como si estuviera buscando la mejor forma de abordar todo lo que tenía en mente. "Ya sabes de lo que hablamos, Daniel," dijo finalmente, sus palabras medidas pero firmes. "Mis padres… las cosas no han sido fáciles, y creo que es hora de poner las cartas sobre la mesa. No quiero que sigas pensando que esto no afecta a los dos, a todos."

Me quedé quieto, procesando lo que acababa de decir. Sabía que este momento llegaría, pero no de esa manera. Era difícil no notar el peso detrás de sus palabras, esa sensación de que todo estaba a punto de volverse mucho más real.

"¿Qué quieres decir con eso?" respondí, aunque una parte de mí ya intuía que la conversación no iba a ser como las demás. Este no era solo un tema sobre nosotros, era algo mucho más profundo.

Sofía suspiró y dio un paso hacia mí, su mirada fija en la mía. "Quiero que entiendas lo que significa todo esto, lo que implica para mí, para todos nosotros. He estado pensando mucho sobre lo que mis padres dijeron, sobre lo que tú y yo sabemos que está pasando. Esto no es fácil para nadie. Y yo… yo quiero saber si de verdad estás dispuesto a enfrentar todo lo que viene."

La pregunta flotó entre nosotros, y el silencio se instaló por un momento. No era una simple cuestión de estar juntos, era algo mucho más grande.

Sofía se cruzó de brazos y me miró fijamente. Su postura era rígida, su expresión completamente seria, y la luz cálida de la sala hacía que su cabello rubio brillara de una manera que, en cualquier otra ocasión, habría considerado hermosa. Pero ahora mismo, todo en ella me hacía sentir que estaba a punto de escuchar algo que no quería.

"Todo lo que dijeron… todas las preguntas que hicieron… No fueron solo provocaciones o insultos, Daniel. Fueron reales. Preguntas que también yo debería haberme hecho antes. Y duele, pero tienen razón en algo…"

Sentí un nudo en la garganta. La conocía lo suficiente como para saber que no hablaba en vano. Cada palabra estaba calculada, cada pausa era una daga hundiéndose un poco más.

"¿Sofía…?"

"Escúchame." Su voz se endureció. "Dijiste que estabas dispuesto a enfrentar lo que venga, pero, ¿realmente lo estás? ¿Realmente crees que puedes soportarlo cuando las cosas no sean perfectas? Cuando una de nosotras decida irse… cuando todas lo hagan. ¿Vas a ser capaz de ver cómo todo se desmorona? Porque eventualmente, Daniel, algo va a pasar. Algo va a romperse."

Cada palabra caía como plomo. Sofía no apartó la mirada ni un segundo. Sus ojos verdes parecían buscar una reacción en los míos, como si quisiera que me quebrara frente a ella.

Y por un momento, casi lo hizo.

"Así que dime, Daniel," continuó, dando un paso más cerca de mí, su voz apenas un susurro. "¿Estás listo para cuando todo se acabe?"

El silencio se hizo insoportable. Mi mente trabajaba a mil por hora. No podía creerlo. Después de todo lo que habíamos pasado, ¿me estaba diciendo que no podía seguir con esto?

Entonces, justo cuando iba a responder, justo cuando el dolor en mi pecho se volvía insoportable, la vi.

Esa pequeña curva en la comisura de sus labios. Esa chispa en sus ojos.

Y en menos de un segundo, su expresión cambió por completo.

"Supongo que deberías buscar un buen traje," dijo con una sonrisa traviesa y burlona.

"Porque en unos días, tenemos una cena con mis padres. Quieren conocerte mejor."

El mundo se detuvo.

La procesión de emociones en mi cabeza colapsó en una sola reacción:

"¿Qué?"

Sofía se rió suavemente, inclinando la cabeza con aire burlón. "Te veías tan serio, pensé que te ibas a desmayar. ¿En serio creíste que iba a terminar todo esto aquí?"

No lo pensé. No lo dudé.

Me lancé hacia ella y la besé con fuerza, tomando su rostro entre mis manos. Su risa se ahogó en mis labios, y aunque intentó apartarse en un principio, al final terminó devolviéndomelo con la misma intensidad.

Cuando finalmente nos separamos, mis manos aún en su cintura, la miré fijamente.

"Si conocerme hace que terminen de aceptar todo esto, entonces no hay problema," dije, sintiendo mi corazón golpear con fuerza en mi pecho. "Les haré ver todo lo que esperan ver… y más."

Sofía sonrió, esa sonrisa suya que me volvía loco. "Eso quiero verlo."

La atraje con firmeza, sosteniéndola por la cintura mientras nuestras bocas volvían a encontrarse con urgencia. Sofía dejó escapar un leve suspiro entre el beso, y en un solo movimiento, saltó y envolvió sus piernas alrededor de mi cintura.

Me sostuvo del cuello, aferrándose con fuerza mientras yo la sostenía sin problemas, caminando hacia el sofá sin soltarla ni un segundo. Nuestros labios apenas se separaban para tomar aire antes de volver a fundirse en el deseo acumulado.

Cuando la dejé caer suavemente sobre el sofá, su cabello dorado se esparció sobre los cojines y su mirada traviesa se encontró con la mía.

"Esta," murmuré con una sonrisa mientras me inclinaba sobre ella, acariciando su mejilla con el pulgar, "sería la mejor forma de celebrar esto."

Sofía sonrió, mordiendo suavemente su labio inferior.

"Así que prepárate para otra noche sin descanso, querida mía."

***

El amanecer se filtraba por las cortinas, bañando la habitación con una luz cálida y tenue. Sentí el cuerpo de Sofía pegado al mío, su piel suave y cálida contra la mía. Sus dedos recorrían mi cabello con lentitud, como si quisiera memorizar cada hebra entre sus caricias.

Abrí los ojos y me encontré con su mirada. No había duda, no había miedo, solo amor. Un amor real, palpable, que brillaba en esos ojos verdes que me mantenían atrapado.

Sonreí, deslizando mi mano por su brazo con la misma delicadeza con la que ella jugaba con mi cabello.

"Vamos a hacerlo funcionar," susurré, manteniendo la mirada fija en la suya. "Entre tú y yo, entre todas ustedes y yo. No voy a dejar que nadie se sienta lastimado. No voy a dejar que nadie se vaya."

Sofía inclinó la cabeza, sus labios curvándose en una sonrisa suave antes de inclinarse para besarme con ternura. Un beso sin urgencia, sin la intensidad de la noche anterior, pero lleno de certeza.

"Entonces asegúrate de cumplirlo," susurró contra mis labios. "Porque no pienso dejarte escapar tan fácilmente."

Sonreí contra sus labios, atrapándolos en otro beso lento antes de apartarme apenas unos centímetros. Mi mano seguía recorriendo su espalda desnuda con movimientos pausados, disfrutando la sensación de su piel contra la mía.

"No tengo intenciones de escapar," respondí con voz baja, mirándola fijamente. "Aunque si lo intentara, dudo que me dejaras ir."

Sofía rió suavemente, sus dedos deslizándose por mi mandíbula antes de dejar un pequeño beso en mi mejilla.

"Exactamente. Ahora que te tengo, no pienso soltarte."

Nos quedamos en silencio por un momento, disfrutando la tranquilidad de la mañana. Pero sabía que no podíamos quedarnos así para siempre.

"¿A qué hora es la cena con tus padres?" pregunté, deslizando mis dedos por su cintura.

Sofía suspiró, acomodando su cabeza en mi pecho. "A las ocho. Así que tenemos tiempo, pero... creo que deberíamos prepararnos bien. Mi papá sigue desconfiando, aunque aceptara conocerte mejor."

Asentí. "Lo sé. Voy a hacer lo necesario para demostrarles que esto es real, que esto no es un juego."

Sofía levantó la cabeza, mirándome con una expresión seria. "No tienes que demostrar nada que no quieras. Ya aceptaron verte, lo demás depende de ellos. No de ti."

Sonreí levemente. "Lo sé, pero quiero hacerlo."

Ella suspiró antes de volver a besarme. "Bien. Entonces más vale que busques un buen traje, porque esta vez sí necesito que te veas perfecto."

Reí suavemente, pasando mis manos por su cintura. "¿Así que anoche no me veía perfecto?"

Sofía sonrió con picardía. "Digamos que en otro sentido, sí. Pero esta vez necesito que te veas como un hombre que puede llevarse bien con mis padres."

"¿Y si solo los convenzo de que no tienen opción?"

Sofía arqueó una ceja antes de reír. "Esa es una estrategia interesante, pero prefiero que primero lo intentemos por las buenas."

Asentí, dejando otro beso en su frente antes de finalmente moverme para levantarme de la cama.

"Entonces es hora de prepararnos. No voy a dejar que nadie me vea como alguien que no puede con esto."

Sofía me observó desde la cama, con una sonrisa en los labios y una mirada llena de confianza.

"Lo sé. Y por eso estoy contigo."

More Chapters