De pronto, escucho una voz molesta y despierto de golpe. Es Eira, que está azotando mi puerta.
—¿Eres tonta o qué, Guisell? ¡Hoy es mi fiesta y tú estás holgazaneando! Las otras criadas ya están decorando todo, y tú aquí. Mi madre quiere verte.
—Discúlpame, Eira. Enseguida iré a ver a tu madre —respondo.
De pronto, veo que Eira se va y vuelvo a relajarme, pero pienso: Tengo que ver a Charlotte. Mejor corro antes de que me azote y me deje sin comer.
Los pasillos huelen increíblemente a rosas; todo está hermoso, como un cuento de princesas. El aroma se intensifica cuando entro en la cocina, donde huele a pastel de chocolate, mi favorito.
—Ahí estás, holgazana. Otra vez te dormiste, ¿verdad? —dice Charlotte con voz cortante—. Necesito que te apures a tallar los pisos y a limpiar muy bien cada plato, copa y cubierto. Todo lo quiero brillante. Hoy es la presentación de Eira ante la sociedad y quiero todo perfecto. Si algo se estropea, será tu culpa, Guisell.
—Sí, tía. Todo será perfecto.
—¡No me digas tía! No soy tu tía, ¿escuchaste? Vuelves a decir eso y juro que te cortaré la lengua, Guisell.
—Sí, mi señora.
Todo empieza a ir tranquilo; casi termino de limpiar todo lo que me pidió mi tía, pero una criada me llama para que vaya a la habitación de Eira a ayudar con su corsé. No quiero ir; me imagino que ya están sus amigas con ella. Siempre me tratan mal cuando están juntas, o incluso me pegan.
Toc, toc.
—¿Señorita Eira, puedo pasar?
—Claro, pasa. Mira nada más quién tenemos aquí, señoritas: la mugrosa huérfana. Por cierto, hueles horrible. ¿Acaso está prohibido que tomes un baño, Guisell? Olvídalo, solo queremos que limpies nuestras apatillas y no las arruines, o te azotaremos como siempre.
—Lo haré enseguida, señoritas.
—Por cierto, chicas, ¿ya se enteraron de que acaba de llegar el nieto del ministro? Dicen que es guapísimo y que terminó sus estudios en Londres. Y adivinen: el ministro vendrá a mi presentación y traerá a su nieto. No sé cómo se llama… Mi madre dice que se llama Emmet. Así que ya saben, chicas: alejen sus manos. ¡Y más tú, Guisell, ni se te ocurra acercarte!
Estas chicas solo piensan en tonterías, pienso mientras trabajo. No hay hombre más guapo que aquel misterioso que vi ayer en el bosque. Solo deseo terminar rápido, robar una rebanada de pastel de chocolate e irme a dormir.
Poco a poco empiezan a llegar personas elegantes a la fiesta. Todas las mujeres llevan vestidos realmente hermosos; toda la gente importante de la ciudad ha sido invitada, ya que mis tíos son una familia influyente y adinerada. Pero todo gracias a mis padres… La fortuna es de mis padres, aunque a todos se les ha olvidado. Gente que antes me miraba con respeto ahora solo me mira con horror. Mejor me iré a dormir; no quiero que me vean con asco por llevar este vestido sucio y roto.
---
Punto de vista de Emmet
He estado durmiendo durante siglos en la oscuridad , intentando apagar esta sed eterna. Pero no puedo dejar de pensar en esa mujer del bosque… ¿Quién es realmente?
Ahora me encuentro en esta casa, donde observé que se metió anoche. Mi abuelo, el ministro… Vaya, el viejo sigue igual. Después de tantos siglos, ha decidido vivir en este mundo donde el amor es superficial, donde nada parece valer la pena. Los olores de la fiesta son tan intensos y molestos que quisiera salir corriendo de aquí. Solo aguanto porque sé que la veré de nuevo hoy… a esa mujer de cabello rojo y ojos como el mar. Es mi Elizabeth, mi amor eterno.