Ficool

Chapter 3 - 03

Hace unos meses atrás...

Se hizo costumbre hacer reuniones para discutir sobre las nuevas leyes que serán usadas al estar el muro listo, las cuales se usarían de manera general. Por mi parte solo escuchaba la opinión de todas en silencio, si una propuesta era de mi agrado movía la cabeza en un asentimiento. Al participar, mamá cree que tengo ideas absurdas.

Yo no tuve la idea de hacer un caos solo por traumas del pasado.

La mayoría de esas señoras no las conozco, dice mamá que han sido importantes en este tema, ya sea porque contribuyen en ayudar o han vivido una experiencia dolorosamente triste de violencia y han sido reconocidas por ello.

Jugaba con la lencería de mis muñecas anhelando que esta junta acabe pronto, a alguien se le ocurrió vernos apenas saliera el sol, si, mamá tuvo que pensarlo.

—¿Que haremos al momento de reproducirnos?

Llamó mi atención la pregunta de Olivia, una mujer que por lo menos entiende y sabe que esto es una locura extrema. No se negó cuando mamá la invito a ser parte de esto ya que son buenas amigas, aun así busca a su modo encontrar alguna excusa que haga detener el plan. Espero que nadie tenga una respuesta a esa pregunta, será complicado tener hijos sin hacer... aquello, si no existe solución se cancelará el muro.

—Oh, no te preocupes por ello, lo pensé desde un principio. La inseminación artificial será algo obligatorio. En las puertas del muro pueden instalar un buzón de montaje y la abertura será más grande, en la siguiente reunión hablaremos de eso— madre explica con seguridad.

Esa idea es más que mierda. ¿Y en verdad el mundo está en manos de estas personas? Que suerte.

Creo que las demás no piensan igual que mi mente retorcida, le están aplaudiendo a mamá, no puedo creer que esta mujer ya tiene planeado hasta cómo respirar en un futuro.

—¿Y cuándo vamos a abrir las puertas del muro?— pregunté sin poder contener el tono de emoción. Sería interesante que si vamos a estar separadas de los hombres por lo menos volver a reunirnos.

Todas dejaron de aplaudir en seco, parece que acabo decir algo del otro mundo.

—Jamás. Te recuerdo que es para protegernos, no para morir al acercarnos a un hombre.

—Es solo que yo...

—Hija mía, ¡acabas de darme una nueva ley! Si alguien atraviesa el muro tendrá que pagar una sentencia— sus brazos rodearon mi cuello con cariño.

Los aplausos volvieron con una ola de felicitaciones y posibles sonrisas.

La reunión siguió por los siguientes minutos, Olivia se dio por vencida en intervenir. Las leyes ya estaban oficialmente elegidas, no habrá persona que se excluya, todos debemos de cumplir estrictamente estas sin importar que.

Al salir de la residencia de Sara, una líder inferior que se propuso de anfitriona, nos encontramos con medios de comunicación que esperan tener noticias sobre lo que pasará y qué planes tienen en mente yo y las líderes inferiores. A este punto sospecho que mamá toma siempre el poder de decidir que se va a hacer o no, no he podido crear mi propia ley.

Y ese papel lo tengo yo, no es como que me interese mucho liderar, solo... que cada quien a lo suyo, ¿no?

Las guardaespaldas que nos acompañaban me guían al auto ayudándome a sentarme. Escucho a mamá interactuar con la prensa encantada de contestar cada pregunta con confianza en sí misma, algo que no tengo ni en broma.

Me gustaría ser menos yo, y es doloroso ser alguien que las personas no deseaban y esperaban en ti. Tengo defectos de sobra y eso solo ven en mi, nunca se dan el tiempo de conocerme, ni de decir, quiero conocer hasta lo más profundo de tu ser.

Susana entró al auto sentándose a mi lado, reconoció de forma automática que estaba sumergida en mis pensamientos negativos como acostumbro hacerlo. Rodeó con su brazo mis hombros, brindándome un abrazo reconfortante.

—Tu mandas aquí, eres quien decide que hacer o no.

—Si ese fuera el caso estaría en casa preparándome para mis clases de piano— susurre dejando caer la cabeza en su hombro.

—Solo quiere lo mejor para ti. Terminando este alboroto, Tia Lourdes te dejará tocar algún piano— mueve entre sus dedos algunos de mis mechones.

Suspire tensamente escuchando a mamá entrar al auto estableciendo de prisa una conversación con Susana, animada del gran impacto que ha tenido la noticia del muro y cómo serán las cosas en un futuro.

—Odio las veces que no puedes ocultar lo que sientes— recibí un pellizco en la mejilla. Hice a un lado la cabeza rodeando los ojos.

—Odiame lo que quieras, no puedes cambiar lo que te desagrada de mi.

Y no volvió a decir nada porque sabe que es cierto, ella nunca deseó una hija discapacitada que es un dolor de cabeza.

En el presente...

Sin tomar el tiempo de pensarlo, esta vez lo vuelvo a golpear con más fuerza directo en el rostro, sonó muy duro el impacto que dude si era necesaria la violencia en este caso y que cada uno siguiera su camino.

No, no debo de olvidar quien soy y cual es mi misión, por lo que no lo dejaré en paz al menos hasta que reciba una explicación y me asegure de que se vaya lo más rápido posible.

Preparó de nuevo mi movimiento como si fuera una beisbolista en un partido importante.

Seguramente me veo ridícula.

—Deja de hacer eso— ordenó él en tono serio.

—Oh si no, ¿qué?

Y así de fácil que es hacer reír a un bebé me arrebató de las manos el elemento esencial de defensa que tenía a mi disposición. Que fuerte.

Consejo del día: No golpear a alguien si es posible que sea más fuerte que tu, recomendable que no sea un desconocido.

—Dámelo ya mismo o te reportaré— advierto retrocediendo unos pasos, si parece que lo voy a hacer puedo asustarlo un poco.

—Estás loca, haz lo que quieras. Quiero verte tratando de irte por tu propia cuenta.

Chasqueó la lengua, si ese es un desafío se ha metido con la persona incorrecta, ya no me interesa reportarlo y advertir a las demás lo inseguras que están por el acceso a este lado. Primero debo de tener la razón y ya después les daré la noticia.

Doy la vuelta con los brazos cruzados y la barbilla en alto mostrando que puedo caminar sin ayuda de nadie. Las rocas esparcidas están tratando de provocar una caída, no podía pisarlas sin doblar el pie, da igual, lo estoy haciendo bastante bien.

El aura que creía tener se va tan rápido como vino al tropezarme con una raíz gruesa, antes de que pudiera caer al suelo el idiota agarra firmemente mi brazo evitándolo.

—Número uno, deberías de ser un poco cuidadosa, tienes moretones y no puedes ponerte en el riesgo de caerte— noto que su agarre alrededor de mi brazo es suave, cosa que agradezco en el fondo.

—Si, como digas. ¿Algo más?

Muevo mi brazo haciendo que me suelte, ¿debería de ser tan... él?, es molesto que trate de controlar mis acciones, no es nadie para que diga lo que es bueno y malo.

—De hecho si, me debes unos lentes nuevos.

Tomó mis manos de una manera que parecía tan natural en él. Depositó sus lentes rotos a modo de que los sostengo entre mis dedos, parece que un nuevo problema debo de resolver antes de que alguien se entere sobre el acceso que aún no descubro en el muro. Tengo tantas preguntas y pocas respuestas, necesito saber la historia completa de este ser masculino en como encontró la forma de pasar a este lado.

Quizás si le hago el favor de darle nuevos lentes pueda guardar el secreto de este encuentro inesperado y del muro, darme la información que necesito saber y quien sabe, luego pensaré en que más pueda servirme.

Suelto un suspiro pesado. No se por que estoy haciendo lo que él dice, si yo quisiera lo dejaría solo y correría a avisarle a las otras, tengo muchas opciones que podría hacer, sin embargo al mismo tiempo estoy limitada. Quiero respuestas.

—A cambio de información, sabes perfectamente a que me refiero con eso. Si quieres tus estupidos lentes vuelve aquí, misma hora en una semana.

No recibo respuesta alguna, lo que me hace fruncir el ceño, ¿acaso se fue tan de prisa?

—Ah, perdona. Había asentido con la cabeza olvidando que no puedes verme— dice entre pequeñas risas, que cruel. Por lo menos alguien bromea con mi discapacidad, los demás se lo toman con delicadeza y cuidado de no hacerme sentir mal. Me gustaba ver el lado positivo de las cosas al no tener la condición de mirar, era para ayudarme a olvidar que debo de vivir hasta la muerte, al menos de que suceda un milagro y por primera vez apreciar un hermoso paisaje.

—Que sea secreto todo esto, no quiero que se cree un alboroto.

—Mmm, lo pensaré.

Por sorpresa me devuelve el bastón, sus pasos se hacen poco a poco menos audibles. Suelto un suspiro caminando en dirección a la casa de Susana, mamá no debe de saber absolutamente nada, mucho menos dónde acabo de estar. Necesito un verdadero descanso con la única persona de este lado que puede entenderme a la perfección y apoyarme.

~~~

—¿Qué sucedió? Luces como si un auto te paso encima— Susana pone una bolsa de hielos en los golpes delicadamente.

Cuando había llegado no tardó en recibirme aliviada de que no me pasó algo grave al irme de la fiesta con mamá. Había negado sentir dolores sin querer ser una molestia tan temprano para ella, es vergonzoso tener que depender de otras. Aun así, se aferró a tratar un poco y disminuir la hinchazón.

Cruzó las piernas abajo mío, su cama es bastante cómoda y no me apetece bajar por un rato.

—No mucho, solo me golpeó y lanzó cosas— pienso unos segundos si debería de decirle lo que sucedió hace minutos. Bajo la voz, estamos solas pero es mejor estar alerta. Saco de la bolsa de mi sudadera los lentes que el irritante me dio— Al despertar fui a dar un paseo y encontré a un hombre.

—¡No puede ser!

Le doy un codazo pidiendo discreción, pareciera que estamos en una película de espías con unas protagonistas muy idiotas.

—Fue raro... no hubo señales de querer hacerme daño y se comportó de manera diferente, incluso me hizo olvidar que eso fue ilegal, se sintió... de la misma manera que eran las cosas antes. Y le rompí los lentes...

—Entonces se van a volver a ver, ¿verdad?— pregunta preocupada, apretando entre su mano la bolsa.

Asiento con la cabeza mordiendo mi labio inferior, si está de acuerdo no habrá problemas de sentirme culpable por permitir a un hombre cruzar más de una vez el muro. Es solo para un pequeño favor, no se va a repetir.

—Prométeme que no harás algo estúpido... y se se que me vas a mentir, pero igual promételo.

En ese instante, el teléfono de Susana vibra repetidamente. Uno de mis mayores anhelos es usar uno. Mamá piensa que es inútil darle un dispositivo electrónico a una discapacitada, y tiene toda la razón, no podría ser capaz de manejar tan fácilmente, incluso las personas mayores lo logran a su tiempo, claro. No lo sé, sería entretenido entrar a un mundo lleno de diferentes personas, ir a lugares sin moverte, conocer las maravillas de la naturaleza y tener información del día contigo. A veces pienso que las personas normales tienen demasiada suerte y no se dan cuenta de ello. Caminar sin la ayuda de otros, disfrutar de la vista en cada lugar que van, saber las cosas con claridad... es frustrante pensar que soy vulnerable, no puedo tener la claridad de saber que sucede en mi entorno.

—Tía Lourdes te está buscando— informó haciéndome volver a la realidad.

—¿Qué le dijiste?

—Le conteste que estabas bien y a salvo.

Baja los hielos de mi rostro, ya no duele mucho, fue bastante útil su ayuda. Ahora le debo un favor. Genial. No tarda mamá en encontrarme, esta mujer no se cansa de fastidiar, debería de conseguirle pareja, así estaría ocupada en una relación tóxica y poco sana, justamente igual a la que tenía con papá.

Recorro con mis dedos los lentes del desconocido, tiene un diseño elegante, tiene un buen gusto, parecen ser caros por el material. Lo subestime. Quien sabe por qué le hice caso en comprarle unos nuevos, no soy su esclava ni sirvienta, aprovecho mi momento de egoísmo, confusión y sorpresa. Carajo... las cosas sucedieron tan breves que no tuve tiempo de pensar.

—¿De quién son esos lentes, cariño?

Mamá aparece en el marco de la puerta haciendo que mi cuerpo se congelara en un segundo o incluso menos

Si descubre de quién son estos lentes estaré muerta...

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