Ficool

Amor Tras El Muro

MirnaBrey
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Chapter 1 - Capitulo 1

No necesito tener visión para notar lo que celebran, para leer sus expresiones, saber que sienten. Es una gran celebración, una muy importante aunque desde mi perspectiva es una idiotez.

Estoy rodeada de diferentes mujeres con el mismo pensamiento "somos felices así", quisiera saber como lo hacen, para ser completamente felices, porque yo… no puedo hacerlo un cien por ciento, la sonrisa que pinta mi rostro es una mentira, estoy forzada a aparentar que las cosas son increíbles, que no podría pedir algo distinto a esto, es lo que quiero.

Al menos eso dice mamá.

Las risas son audibles por donde sea, ¿por que se escuchan como si fueran forzadas? Seguramente es mi mente que me está dando un juego perverso, donde soy la persona que pierde el razonamiento y se vuelve loca, no debe de afectar, debo de controlarme.

Me limitaré a moverme de un lado a otro si no quiero perderme, es vergonzoso cuando se acercan a mi al verme caminar, no soy una bebe para que cuiden de que no caiga o me desvíe del camino, hacen verme inútil. Odio depender de otros al hacer cualquier cosa.

Escucho el sonido de unos tacones acercarse, espero y no se trate de una mujer preguntándome el por qué estoy tan alejada de todas.

—Te vas a aburrir si sigues sola.

Gire la cabeza en la dirección donde venía aquella voz la cual reconocía en cuestión de segundos, es mi prima hermana, Susana. No he conocido a otra persona tan buena como lo es ella, sabe lo que pienso y siento, diría con seguridad que me conoce mas de lo que me conozco. Si tiene algo en mente no duda en hacerlo sin miedo a lo que otras opinen, y eso admiro.

—¿Qué dices? Esto es mucho mejor que socializar con cada una de las invitadas.— comente sonriendo de lado.

Soltó un suspiro cansada, en cada evento que asistimos conoce a demasiadas personas, es su don natural que tuvo desde que hace muchos años, le da igual si son amables o no, tiene esa fascinación rara por querer conocer a todo el mundo, cosa en la que soy muy buena.

—No seas aburrida, Meg. Vinieron a celebrar lo que hiciste posible.— comentó Susana tomando mi brazo para caminar juntas por el gran salón de fiestas.

A medida que avanzábamos recibía agradecimientos y felicitaciones por el gran logro que hice, debería de sentirme satisfecha, orgullosa por dividir a las personas en dos, aunque por dentro no me alegra como se supone que debería, hice lo correcto, o al menos eso dicen todas.

—Tendría un poco de ánimo si me hubieran dicho con tiempo sobre esto.

—No te quejes conmigo, tía Susana fue quien hizo todo. De la nada llegó conmigo y dijo que me pusiera elegante y de las mejores sonrisas.— se encogió de hombros.

No tuve tiempo para seguir dando quejas, desde la terraza del salón golpeaban delicadamente una copa con un tenedor llamando la atención de todas nosotras guardando silencio en espera a lo que dirán.

—Les pido un momento de su atención. Primero que nada quiero agradecer por la presencia tan agradable de cada una de ustedes. Recuerden, hoy hace un año dejamos de convivir con los hombres, decidimos ser libres y dejar la violencia al otro lado de ese maravilloso muro.— hace una pausa mirando los alrededores.

Que enorme sorpresa, mi madre siendo el centro de atención en el público, que aburrimiento el hecho de querer aclarar incluso lo más mínimo, debe de dejar que piensen con libertad, es tan buena manipulando que ha logrado a no hacerme negar a sus ideas.

—Sin embargo… Megu hizo lo imposible por nuestro bienestar. Un aplauso para mi amada hija que ha demostrado la fuerza que puede tener una mujer cuando se lo propone. Anda, queremos escucharte, querida.

Ay, carajo, no ahora que justo estaba disfrutando de la fiesta, trataré de ser rápida y directa, quizás no tan directa porque me odiarán, a veces la verdad en exceso es peligrosa y demasiado. Al pedir honestidad nos ofendemos y al escuchar mentiras nos enfadamos, es complicado saber lo que realmente deseamos, simplemente exigimos y exigimos hasta tener la respuesta correcta, pero ya no se siente igual, pierde la emoción que buscamos.

Susana se ofrece para ayudarme a subir las escaleras de la terraza, escalón por escalón. ¿Por qué no hacen ningún ruido? Hacen de esto muy incómodo, parece que están esperando a una anciana llegar a su destino,anotaré esto como una de las desventajas de ser ciega, a espera a que hagas algo.

Al pisar finalmente el último escalón, me acerco a mamá hasta que sentí nuestros brazos rozándose, se que me están observando, analizando cada gesto y movimiento mío. Por un momento dejé de pensar en un discurso improvisado, se tendrán que conformar con pura miseria y mentira.

—Agradezco el apoyo recibido, me honra hacerlas felices, jamás las voy a decepcionar y nunca un hombre volverá a lastimarlas.— sonreí hacia abajo sin tener algo más que añadir.

Los aplausos invadieron el silencio que se había prolongado, como quisiera ver unos segundos para disfrutar de las expresiones de desconcierto por un discurso tan… simple en alguien importante.

Mi prima se inclina hacia mi oreja susurrando mientras la música y conversaciones vuelven a ser audibles.

—Buena suerte, a tu madre no le parecieron esas palabras.

Tome aire profundamente sabiendo lo que significan esas palabras, estoy en problemas por olvidar un pequeño detalle, nadie lo noto, ni yo, hasta analizar lo que dije. No quiero que esto acabe, ya no tengo las mismas ansias de llegar a casa, es lo último que deseo.

De repente, en mi interior, esa niña asustada que buscaba cualquier excusa para no llegar a su hogar volvió. La ansiedad que se generaba en mi cuerpo crecía a cada segundo. Soy una adulta, y eso no me detiene a tenerle horror por lo que me hará a solas.

Un aliento me rozó la mejilla y una presión fuerte apareció en el brazo izquierdo, la única reacción de mi cuerpo fue quedarse quieto tensándose.

—Te vas a arrepentir, parece que nunca te he enseñado a darme los créditos. Malagradecida.— advirtió mi madre entre dientes para no borrar su sonrisa falsa.

Asiento levemente cerrando los ojos.

No es justicia que toda mujer tenga libertad y paz, menos yo. No por culpa de un chico, es por la de mi mamá. Es imposible ser feliz así.