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RENACIDO COMO UN DRAGÓN EN DXD

Adamkravensilver
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Synopsis
Es mi primer fanfic y no soy escritor soy un hombre joven que quiere escribir algo y ver que sale de ello haci que no me juzguen****bueno este fanfic cera de sobre los inicios del mundo, esto principalmente por qué quiero que el protagonista cresca y madure ya que en otros fanfic al protagonista es muy carente de sentido y todo lo obtine muy fácil casi regalado y el harén sin sentido
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Chapter 1 - prólogo

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Prólogo: El Inicio de una Nueva Vida

Hoy es un gran día.

Voy en tren rumbo a la mejor universidad de Europa: la Universidad de Oxford. Estoy algo cansado; no dormí bien anoche por la emoción. ¿Quién lo hubiera imaginado? Yo, un simple muchacho de campo, admitido en una de las instituciones más prestigiosas del mundo. Es como un sueño hecho realidad.

Ah, casi lo olvido… me llamo Adam. Este año cumplí veinte. Supongo que todavía soy joven. De estatura media y aspecto algo superior al promedio —o eso me dicen—, no llamo mucho la atención. Soy huérfano desde que tengo memoria. Perdí a mis padres cuando era muy pequeño y crecí bajo el cuidado de mis tíos. Hicieron lo mejor que pudieron, y siempre estaré agradecido con ellos.

Pocos lo saben, pero tengo una gran pasión por el anime, los mangas y las novelas ligeras. Cuando murieron mis padres, ese mundo de fantasía se convirtió en mi refugio. A pesar de ser un fan acérrimo —tengo incluso figuras de colección—, llevo una vida social activa, nada que ver con el estereotipo del “otaku antisocial”. Siempre he procurado equilibrar mis pasatiempos con la realidad.

Nunca me consideré alguien especial, sin talentos extraordinarios… salvo por una habilidad: mi memoria. No llega a ser completamente fotográfica, pero es asombrosamente buena. Gracias a ella pude avanzar en mis estudios y, finalmente, conseguir un lugar en Oxford.

> "Estimados pasajeros, en veinte minutos llegaremos a la próxima estación."

Al escuchar el anuncio, una sonrisa se dibujó en mi rostro. La emoción me recorría el cuerpo. ¡Estaba a punto de comenzar una nueva etapa en mi vida!

Sin embargo, algo perturbaba la aparente tranquilidad. A mi lado, un hombre extraño captó mi atención. Llevaba un grueso abrigo de lana, pese al calor sofocante del vagón. Solo verlo me hacía sudar. Pero lo peor era esa sensación… un presentimiento oscuro, visceral, como si mi instinto gritara que algo andaba terriblemente mal.

Entonces, como si el destino se burlara de mí, el hombre se levantó lentamente y caminó hasta el centro del vagón.

Se quedó allí de pie. En silencio. Dos minutos eternos.

Una tensión insoportable invadió el ambiente. Nadie hablaba. Nadie se movía. Todos esperábamos algo… y ese “algo” llegó.

BOOM.

Fuego. Gritos. Escombros. Dolor.

Abrí los ojos con dificultad. Todo a mi alrededor era destrucción. Un dolor insoportable me atravesaba el pecho. Una valla metálica me había empalado. La sangre fluía sin control, cálida, pegajosa.

—¡No... no, no puede ser! —me repetía, la desesperación consumiéndome—. ¡No puedo morir ahora!

Mi futuro, mis sueños… todo se desvanecía. ¡Quería vivir! ¡Tenía tanto por hacer! Pero sentía cómo mis fuerzas me abandonaban. La vida se me escapaba entre los dedos.

Maldecí al bastardo que provocó todo. El hombre del abrigo… ¡se hizo explotar! Era un atentado. Y yo, por algún cruel capricho del destino, aún seguía con vida. Apenas.

Me aferré a la esperanza de que alguien me encontrara… pero en el fondo, sabía que no llegarían a tiempo.

En mis últimos momentos, mi vida pasó frente a mis ojos. No fue grandiosa, pero fue mía. Llena de pruebas, sí, pero también de pequeños triunfos. De ganas de seguir adelante… de vivir.

Y entonces, una voz desconocida me habló.

> —¿Ya dejaste de quejarte, niño?

Abrí los ojos. Una luz cegadora lo cubría todo. No podía ver nada, pero la voz retumbaba directamente en mi mente.

—¿Dónde estoy? —pregunté, mientras mi vista intentaba ajustarse.

Lo que vi era indescriptible. Un paisaje celestial. Un jardín radiante más allá de la lógica… el paraíso.

> —Estás en el Edén —respondió la voz, con una calma inquietante.

—¿Edén?

> —Vas a renacer. Es mi forma de compensarte. Cometí un error.

—¿Error?

> —Sí. Aquel hombre debía morir en otro tren. Me equivoqué. Lo envié al tuyo.

Sus palabras me dejaron helado. ¿Se refería a todos los pasajeros? ¿A mí?

> —Los demás ya eligieron su destino: reencarnar o continuar su viaje al más allá. Solo quedas tú.

La frialdad en su tono me revolvía el estómago. Hablaba de vidas como si fueran datos logísticos. Casi como si todo fuera… un trámite.

> —Elige rápido: reencarnación o el más allá.

Sentí su impaciencia. Tragué mi ira. Ya no podía hacer nada por lo que ocurrió. Solo quedaba avanzar.

—¡Reencarnación! —grité, con todo lo que me quedaba.

> —Bien. Has hecho tu elección. Reencarnarás en un mundo de magia, guerra, criaturas y aventuras. El cuerpo o especie en la que renacerás… no es asunto mío.

Antes de que pudiera replicar, mis párpados se cerraron con violencia.

La oscuridad me envolvió.

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En un valle azotado por relámpagos y truenos, se alzaba una montaña colosal. En su cima, una cueva inmensa ocultaba sus secretos en las sombras.

En su interior, en las profundidades más recónditas, un nido formado por carbón, pasto seco y lodo reposaba sobre montañas de oro y gemas ancestrales.

En el centro de ese lecho ancestral, descansaba un enorme huevo negro con manchas plateadas.

El huevo tembló.

Una grieta lo atravesó.

La nueva vida estaba a punto de comenzar.

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