Ficool

Chapter 2 - CAP 1

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Capítulo 1: Soy un dragón

Oscuridad.

Eso fue lo primero que encontré al abrir los ojos. Intenté moverme, pero todo a mi alrededor era una pared viscosa que me oprimía. Estaba envuelto en un líquido espeso y cálido… aunque, curiosamente, podía respirar. O al menos eso parecía.

Desorientado, palpé mi entorno, tratando de entender dónde estaba. Pero el esfuerzo fue demasiado. Un profundo cansancio me invadió y, sin poder evitarlo, me volví a dormir.

Desperté poco después, todavía dentro de aquel extraño espacio cerrado. Intenté nuevamente moverme, pensar, razonar… ¿en qué me había reencarnado? ¿Era esto parte del proceso? Antes de poder sacar conclusiones, el sueño me venció otra vez.

Este ciclo se repitió una y otra vez. Perdí la noción del tiempo. Podrían haber pasado días, semanas… o incluso meses.

Pero hoy era distinto. Sentía una presión en el pecho, una urgencia que no podía ignorar. Algo dentro de mí gritaba que, si no salía pronto de aquel encierro, moriría.

Con las pocas fuerzas que tenía, empecé a golpear las paredes. Una y otra vez. Sentía que mi energía se agotaba, pero no podía detenerme. Entonces, con un último esfuerzo desesperado… crack.

Un sonido rompió el silencio, y fue como una melodía celestial para mis oídos. ¡Había una grieta! Seguí golpeando con más fuerza, impulsado por la esperanza, hasta que finalmente una luz cegadora me recibió.

Había salido.

Lo primero que vi fue… el cascarón. Me quedé boquiabierto. Era un huevo colosal, tan grande como un ser humano. ¿Eso me había contenido todo este tiempo?

Pero mi asombro no terminó ahí. Al mirar mi cuerpo, supe de inmediato que ya no era humano. Frente a mí había un torso cubierto de escamas negras con reflejos plateados. Mis garras brillaban como plata recién forjada. Sentí un peso en la espalda y, al girar la cabeza, descubrí un par de enormes alas aún flácidas, sin fuerza para moverse bien.

Mi reflejo me lo confirmó.

Tenía el cuerpo de un lagarto gigantesco, de mirada fiera y movimientos pesados. Una cola robusta se agitaba tras de mí. De mi cabeza sobresalían dos cuernos: uno negro como la noche, y otro plateado como la luna.

Me tomé un momento para asimilarlo.

—Soy... un dragón —susurré, con una mezcla de incredulidad y emoción.

Y no cualquier dragón: uno de tipo occidental, con un cuerpo imponente y majestuoso, negro con detalles plateados.

Inspiré profundamente, intentando controlar la oleada de emociones. A pesar de lo que había leído en muchos fanfics —donde los dragones, al nacer, devoraban el cascarón para obtener energía—, la idea de comer eso me repugnaba. Tal vez por mi conciencia humana. Tal vez por simple instinto. Pero decidí no hacerlo.

Decidí explorar.

Me acerqué a la salida de la cueva y lo que encontré fue una caída abismal. Estaba en la cima de una montaña inmensa, rodeada de nubes tormentosas y rayos que caían como látigos divinos. No podía bajar sin arriesgar la vida.

Resignado, regresé al interior de la cueva, donde el aire era más cálido y el terreno, aunque húmedo, era seguro. Busqué comida con el olfato y la vista. Solo encontré algunas ratas y gusanos… pero, para mi sorpresa, los devoré con gusto. No sabían mal. Supongo que mis papilas gustativas también cambiaron.

Una vez satisfecho, me recosté en el nido de lodo, pasto seco y carbón. Mis alas todavía no podían sostenerme, así que debía esperar a que se endurecieran antes de pensar en volar o bajar la montaña.

Estaba por dormirme cuando un sonido agudo resonó dentro de mi mente.

> Ding. Vinculación en proceso: 10%... 20%... 40%... 80%... 100%.

> ¡Felicidades al anfitrión por vincularse con éxito al Sistema de Evolución Infinita!

Me incorporé de golpe, sorprendido. ¡Un sistema! ¡Tal como en las novelas ligeras o RPGs!

Con los ojos brillantes de emoción y el corazón latiendo con fuerza, exclamé:

—¡Sistema! ¡Dime tus funciones y entrégame el paquete de regalo para principiantes!

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