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Chapter 27 - capitulo 27

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Capítulo 26 – 9 de octubre de 2012

El sol madrileño apenas despuntaba cuando los primeros rayos atravesaron los ventanales de la residencia juvenil en Valdebebas. Luka ya estaba despierto. No por costumbre, sino por disciplina. El cuerpo aún se adaptaba al nuevo huso horario, pero su mente funcionaba como un reloj militar. Se había levantado, se duchó sin apuro, y se vistió con la ropa de entrenamiento. La camiseta blanca del Real Madrid, aunque aún no la sentía suya del todo, ya empezaba a pesar diferente sobre sus hombros. Consciente de ello, se detuvo frente al espejo unos segundos y dejó que esa sensación lo invadiera en silencio.

En el comedor compartido, el murmullo juvenil comenzaba a crecer. Algunos hablaban entre risas, otros revisaban el móvil. Luka, con una taza de café con leche entre las manos, escuchaba más de lo que hablaba. A su lado, un chico de pelo rizado y tez morena le dio un leve codazo.

—Tú eres el nuevo croata, ¿no? —preguntó con acento madrileño marcado—. Me llamo Mario, central. Si metes goles, me haces quedar bien.

Luka sonrió brevemente.

—Luka. Trataré.

Después, otro se acercó: un extremo rápido que no paraba de mover las manos al hablar. —Yo soy Álvaro. Y si te veo correr como ayer, te paso el balón. Pero como me la quites, vamos a tener problemas, ¿eh?

La advertencia fue entre risas. Luka respondió con una mirada firme pero sin tensión. Solo seriedad competitiva. La charla siguió, liviana, de adolescentes que comparten el mismo techo y el mismo sueño, aunque aún separados por barreras invisibles de confianza.

Cuando llegaron a los campos de entrenamiento, el aire olía a césped recién regado y a tierra mojada. Los gritos de los entrenadores ya se escuchaban desde lejos. El entrenador del Juvenil B, Luis Miguel Ramis, los recibió con su habitual mezcla de exigencia y humor seco.

—¡Vamos, chicos! Hoy quiero veros a todos con el cuchillo entre los dientes. Vosotros también, los nuevos. Especialmente tú, Luka. Enséñame si vales lo que pone tu informe.

Luka no respondió. Solo asintió. Lo de siempre: hablar poco, correr mucho.

Durante la primera hora, realizaron ejercicios técnicos. Control y pase en espacios reducidos, combinaciones rápidas al primer toque, movimientos de presión organizada. Luka no destacó por potencia, sino por precisión y posicionamiento. Sabía dónde moverse para recibir y cómo girar en el momento exacto. Más de una vez, algún compañero levantó la ceja al verlo anticiparse a una jugada. Mario, el central que le había hablado en el desayuno, murmuró al pasar junto a otro defensa: "Éste sabe. Parece que lleva meses con nosotros."

Después vino el fútbol reducido. Dos equipos, portería pequeña, sin descanso. Luka no brilló como una estrella, pero dejó claro que no estaba de paso. Dio dos asistencias y marcó un gol de zurda ajustado al palo. El grito del entrenador fue seco pero sincero.

—¡Bien, joder! ¡Así se hace!

Al terminar la jornada, el sudor le empapaba la frente, pero sus piernas aún querían más. El cuerpo técnico lo notó. Uno de los preparadores físicos, un hombre calvo y fornido, se le acercó mientras recogían los balones.

—Tienes buena base. Se nota que no vienes de paseo. Sigue así y en unos meses estarás arriba.

Luka no respondió con palabras. Solo miró al preparador y asintió de nuevo. Sabía que esa "promoción" no era un regalo. Era un camino cuesta arriba, uno que ya conocía.

Por la tarde, tras la comida, una ducha larga y una breve siesta, Luka se sentó en su escritorio con el portátil abierto. Había traído el suyo desde Croacia, aunque ahora lo usaba sobre todo para consultar el sistema. Ya había leído algunas de las habilidades disponibles, los parámetros de mejora, y esa extraña capacidad pasiva ligada a las mujeres que lo acompañaran íntimamente. Pero por ahora, solo era teoría. No había activado nada nuevo desde el "regalo de bienvenida".

Aun así, su mente se permitía un rato de desconexión. Abrió YouTube, sin buscar nada concreto. Primero, highlights de partidos del Real Madrid. Después, un clip viral de la televisión española: un programa de humor con una presentadora a la que ya conocía.

Cristina Pedroche.

La había visto antes, en Croacia, cuando a veces aparecía en fragmentos de televisión internacional o en canales de farándula que emitían contenido español. Pero ahora, viéndola en un video reciente desde Madrid, con público en directo, hablándole a una audiencia que ya era también la suya, se sentía diferente. Más real. Más cercana.

Luka dejó que el video corriera un rato. No con deseo, sino con una curiosidad nueva. Como si algo en su interior supiera que ella volvería a cruzarse en su camino. Cerró el portátil sin apuro. Nada más por hoy.

Al caer la noche, salió a caminar un poco por los alrededores de la residencia. El aire ya era más fresco. A lo lejos, el skyline de Madrid se dibujaba bajo las luces. Luka apoyó las manos en los bolsillos del pantalón deportivo y respiró hondo. Por primera vez desde que llegó, no pensó en el pasado. Ni en Croacia, ni en sus vidas anteriores. Solo pensó en lo que estaba construyendo.

Mañana sería otro día de entrenamiento. Y él ya estaba listo.

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