Ficool

Chapter 28 - capitulo 28

---

Capítulo 28 – 10 de octubre de 2012

El cielo madrileño amaneció encapotado, con nubes grises que amenazaban lluvia, aunque sin atreverse a descargar. A las siete y media en punto, Luka ya estaba en el comedor de la residencia, un cuenco de avena y plátano delante, el móvil a un lado con los auriculares puestos. Escuchaba música instrumental, algo tranquilo para mantener la mente enfocada. Su gesto serio contrastaba con el bullicio de los demás chicos, que hablaban de fútbol, bromas o videojuegos entre risas y acentos diversos.

—Míralo —dijo Álvaro, el extremo que solía molestar a todos con su verborrea—. Siempre tan callado, como si jugara finales todos los días.

Mario rió entre dientes mientras se sentaba con su bandeja. —Déjale, tío. Así luego no nos deja en ridículo en los rondos.

Luka alzó una ceja, sin quitarse los auriculares. No era indiferencia, solo una forma diferente de estar presente.

Poco después, el grupo se trasladó en autobús a los campos de Valdebebas. La jornada no sería física ni de intensidad, sino de enfoque táctico. El partido del sábado contra el Alcobendas Levitt B estaba a la vuelta de la esquina, y el cuerpo técnico quería pulir los automatismos.

En el vestuario, el ambiente era distinto al de los días anteriores. Más serio. Ramis, el entrenador, entró con una carpeta en la mano y se dirigió al grupo sin rodeos.

—Vale, escuchad. El Alcobendas está fuerte este año. Tienen buen trato de balón, pero son blanditos en defensa si les presionáis arriba. Hoy vamos a trabajar eso, cómo castigar su salida y cómo protegernos cuando nos superen en velocidad.

Se encendió la pantalla del proyector portátil y comenzaron los análisis de video. Clips cortos de partidos anteriores del rival. Luka prestaba atención a cada jugada, visualizando mentalmente cómo se posicionaría en esos escenarios. En su cuaderno pequeño —uno que había comprado días antes— iba anotando detalles: defensas que se abrían demasiado, el portero que dudaba con el pie, el lateral izquierdo que subía sin mirar atrás.

—Vuković —dijo Ramis señalando la pantalla—, aquí tú entrarías por izquierda. Este chaval, su lateral, se va siempre arriba. Si robamos en medio campo, tienes campo libre. ¿Entendido?

—Sí, míster —respondió Luka con firmeza.

Una vez en el campo, el trabajo fue metódico. Ejercicios de presión avanzada, transiciones rápidas, simulacros de robo y contraataque. Ramis paraba cada cinco minutos para ajustar detalles.

—¡Más rápido, Luka! No te duermas. ¡Cuando robamos, tienes que ser el primero en girar y atacar el espacio!

—¡Sí, míster!

Los compañeros también comenzaban a hablar más con él. Mario le daba indicaciones en voz alta, mientras Álvaro intentaba conectar paredes con él por banda izquierda.

En un momento del entrenamiento, Ramis llamó a Luka aparte mientras los demás hidrataban.

—Tienes buena actitud. Pero no te obsesiones con destacar en todo. A veces, menos es más. ¿Lo pillas?

Luka asintió. Aún estaba adaptándose al ritmo español, a los matices de un equipo ya formado, donde cada movimiento tenía una estructura.

Tras las dos horas intensas, el grupo regresó a la residencia. Las duchas eran rápidas, los comentarios giraban en torno al partido, pero también a temas mundanos. Luka, aunque observador, ya no se sentía ajeno.

Por la tarde, tras la comida, cada jugador tenía una hora de estudio o descanso programado. Luka aprovechó para revisar el sistema desde su portátil. En la pestaña de habilidades aparecían algunas nuevas opciones, aunque bloqueadas: "Velocidad de reacción", "Precisión de remate avanzado", "Resistencia anaeróbica II". Todas con requisitos de entrenamiento específico o impacto en partido oficial.

Pero lo que sí le llamó la atención fue un nuevo apartado: Sinergias con compañeros. Una ventana en gris decía: "Interacciones positivas y conexión táctica mejoran las estadísticas de equipo y rendimiento individual. El efecto es acumulativo y más fuerte con el tiempo."

"Eso explica por qué el entrenador insiste tanto en el juego en equipo," pensó Luka, cerrando el portátil.

Antes de cenar, algunos chicos se reunieron en la sala común a ver un programa de televisión. Luka se dejó arrastrar. Cristina Pedroche apareció en pantalla y, por un momento, el ambiente se detuvo.

—Buf... Pedroche, tío. Qué mujer —comentó uno.

Luka sonrió levemente. Ya la había visto antes en la tele cuando vivía en Croacia. Y sin embargo, verla allí, tan presente en la cultura española, le hacía sentir que ya formaba parte de algo mayor.

—En Nochevieja se lía con ella —dijo Álvaro—. Se presenta en bolas, literal.

—Ya, ya... —añadió Mario—. Lo que daría por conocerla.

Luka no dijo nada, pero su mirada no se despegó de la pantalla. Era como si una pequeña semilla ya estuviera germinando en su interior.

Esa noche, al meterse en la cama, repasó mentalmente lo entrenado durante el día. Visualizó jugadas, imaginó goles. Su cuerpo estaba cansado, pero su mente no se detenía.

Quedaban apenas dos días para demostrar de qué estaba hecho.

Y no pensaba fallar.

---

More Chapters