Ficool

Chapter 124 - Marionetas en la Cafetería

El aire de Bangkok, pesado y aromático, se cargó de repente con una tensión helada. El policía y los clientes controlados avanzaron, sus movimientos rígidos y coordinados. Eran marionetas vivientes, carentes de la vacilación humana normal. Sus ojos, antes llenos de vida o aburrimiento, ahora eran espejos opacos que solo reflejaban una voluntad ajena: la de Kaira Thompson.

Ryuusei levantó una mano, un gesto de contención. Su mirada permanecía fija en Kaira, la fuente de esta quietud antinatural en el caos.

—No les hagan daño —dijo Ryuusei, su voz tranquila pero firme, con un tono que buscaba la calma en el frenesí—. Solo están siendo controlados. No son la amenaza.

Brad soltó un gruñido bajo. —Genial. Justo lo que necesitaba: una batalla moral contra un ejército de zombis oficinistas.

El policía controlado fue el primero en ejecutar la orden, balanceando su porra con una fuerza y una determinación antinaturales para su constitución. Brad reaccionó con una agilidad sorprendente para su tamaño, esquivando el golpe con facilidad. Su objetivo no era el ataque, sino la inmovilización. Sujetó el brazo del oficial con firmeza, aplicando la fuerza justa para neutralizarlo sin causar una lesión permanente.

Los dos clientes, el hombre de negocios y la mujer turista, se abalanzaron sobre Ryuusei. No eran luchadores, pero sus movimientos eran inesperadamente rápidos y coordinados, guiados por una inteligencia superior y precisa. Ryuusei se movió con la fluidez de un espectro, esquivando sus intentos de sujetarlo o golpearlo. Utilizó el impulso de sus atacantes para desequilibrarlos suavemente. Cada movimiento era una defensa que priorizaba el bienestar del civil controlado por encima de la victoria rápida.

Al otro lado de la calle, Bradley reaccionó con un pánico cinético. La escena era profundamente perturbadora para él. La chica que le había fascinado por su aura de despreocupación tranquila estaba usando a otras personas como escudos y armas. Se movió a supervelocidad, un borrón nervioso que cruzó la calle en un instante. Su intención era llegar hasta Kaira, quizás para detenerla, quizás para forzar una conversación directa. No había un plan, solo una reacción impulsiva. Pura velocidad sin control.

—¡Bradley, quieto! —la voz de Ryuusei fue un látigo sutil, pero potente.

Pero Bradley ya estaba en movimiento. Corrió hacia la cafetería, intentando esquivar a las marionetas vivientes. Su velocidad era innegable, una niebla que se movía a través de la gente, pero su falta de entrenamiento en combate lo hizo torpe y predecible. Esquivó al policía que Brad forcejeaba, pero en el siguiente microsegundo casi chocó con una mesa de la cafetería, derribando vasos con un estrépito violento que sonó como un disparo en medio del caos silencioso. Intentó pasar entre los dos clientes controlados que atacaban a Ryuusei, pero se enredó con ellos. Tropezó y cayó al suelo con un golpe seco, la supervelocidad inútil sin la calma y el enfoque necesarios para el combate.

Kaira, sentada en su mesa, observaba el caos que había desatado con una calma perturbadora. Había una "despreocupación" en su expresión, una falta de pánico que resultaba antinatural para una adolescente. Era hermosa, sí, pero la frialdad en sus ojos mientras dictaba las acciones de otros era inquietante. Parecía una reina en su tablero de ajedrez humano, moviendo peones con indiferencia.

—Aléjense —dijo Kaira, su voz amplificada de alguna manera, resonando en el aire denso—. No quiero problemas. Solo quiero que se vayan.

Ryuusei, mientras seguía esquivando los ataques desorganizados pero peligrosos de sus atacantes controlados, habló en voz alta, proyectando su voz con calma y autoridad hacia Kaira.

—No somos una amenaza, Kaira Thompson —dijo Ryuusei—. Solo queremos hablar contigo. Sabemos quién eres. Y necesitamos tu ayuda para enfrentar algo que supera este tipo de confrontación.

Kaira soltó una risa corta y sin humor. Sonó como el tintineo de hielo en un vaso vacío. —¿Ayuda? Me están acosando en un café público. No necesito ayuda. Tengo esto. —Hizo un gesto vago con la mano hacia las personas que controlaba.

Brad, forcejeando para inmovilizar al policía sin hacerle daño, gruñó, el sudor corriéndole por la frente. —Esto es una estupidez, chica. Deja de usar a esta gente. No tienen la culpa de tu paranoia.

Bradley, recuperándose en el suelo después de su caída, miró a Kaira con una mezcla de fascinación, horror y frustración. La chica que le gustaba, la que parecía tan genial y desapegada, estaba controlando a otras personas como si fueran juguetes rotos. Era una manifestación retorcida y poderosa de su "rareza", y eso, extrañamente, la hacía aún más interesante. Su mente iba a mil por hora, incapaz de enfocarse en una sola cosa: ¿Debería correr? ¿Debería usar su velocidad para desarmar a la policía? ¿Debería simplemente desaparecer?

Ryuusei logró desequilibrar a uno de los clientes controlados, haciéndolo caer suavemente a un lado. Luego esquivó al otro, moviéndose con una precisión que contrastaba con la torpeza cinética de Bradley.

—No vamos a lastimar a esta gente, Kaira —dijo Ryuusei, manteniendo su voz monótona y calmada—. Solo queremos hablar. Entendemos que no confíes en nosotros. Pero hay algo más grande en juego, algo que nos conecta a ti y a nosotros.

Kaira se encogió de hombros, su "despreocupación" transformándose en una indiferencia fría y calculada. —No me interesan sus "cosas más grandes". Solo quiero la paz que ustedes interrumpieron. Si no se van... tendré que ser más... persuasiva.

La tensión aumentó. Los movimientos de las marionetas se volvieron ligeramente más agresivos. Brad logró finalmente inmovilizar al policía, sujetándolo firmemente pero con cuidado contra una pared.

—Esto no funcionará —dijo Ryuusei, dándose cuenta de que Kaira no iba a ceder mientras se sintiera amenazada o acorralada. Necesitaban una tregua y un cambio de escenario.

Miró a Brad. —Retirada táctica. Tenemos que encontrar una forma de hablar con ella sin tener un ejército de marionetas interponiéndose.

Brad asintió, forzando al policía a retroceder y a sentarse suavemente en un bordillo.

—Oye, chica —gritó Brad a Kaira, su voz fuerte y clara—. Nos vamos. Por ahora. Pero vamos a hablar. No vamos a rendirnos. Te encontraremos de nuevo.

Kaira no respondió de inmediato. Mantuvo su mirada fija en ellos, sus ojos fríos y profundamente escépticos. Luego, con un gesto sutil de su mano, las marionetas se detuvieron. El policía dejó de forcejear con Brad, sus ojos aún vidriosos. Los clientes se quedaron quietos, como estatuas de sal.

—Háganlo —dijo Kaira, su voz tranquila y autoritaria de nuevo—. Váyanse.

El equipo de Ryuusei aprovechó la oportunidad. Brad soltó al policía, quien se quedó parado rígidamente. Ryuusei asintió a Kaira, un reconocimiento silencioso de la tregua momentánea. Bradley, aún un poco aturdido, se levantó torpemente y siguió a Ryuusei y Brad mientras se retiraban.

Dejaron atrás la escena del caos silencioso: la cafetería con los vasos derribados y las sillas volcadas, y las figuras inmóviles de las marionetas de Kaira, esperando la orden de volver a la normalidad. La tensión se disolvió en el bullicio de la calle.

—Joder —masculló Brad, limpiándose el sudor—. Eso fue... innecesariamente complicado.

Bradley caminaba a su lado, aún procesando lo que había visto. La belleza de Kaira y el horror silencioso de su poder se mezclaban en su mente. Era una chica peligrosa. Y eso, de alguna manera retorcida, la hacía más real y fascinante.

—Ella es poderosa —dijo Ryuusei, su mente ya trabajando en el siguiente movimiento—. Su control es absoluto. Y su desconfianza, también. Tenemos que encontrar un punto de contacto que no implique la confrontación. Algo que apele a su soledad, o a la carga de su poder.

Habían logrado el primer contacto. Pero Kaira Thompson, la chica con el poder de convertir a otros en marionetas, no sería una recluta fácil. La negociación bajo control apenas había comenzado, y la siguiente ronda requeriría una estrategia mucho más cuidadosa e íntima.

More Chapters