Pasaron los años. Las Gemas y mi padre nunca tuvieron el mejor comienzo, y mucho menos conmigo en medio de todo. Garnet y Amatista lo ocultaban con cierta facilidad, pero Perla… ella jamás lo disimuló. Para ella, yo no era Rose, y nunca lo sería.
A veces pienso que aquel momento en la camioneta, cuando todos parecíamos intentar algo parecido a la unión, fue solo un desliz, una ilusión breve que no pudo sostenerse en el tiempo.
Bueno… da igual. Aunque, siendo sincero, no sé cómo no vi esto en la serie. Para ser franco, nunca se abarcaron estos temas, y quizá era normal. Mucho menos conmigo, porque yo no soy como Steven de pequeño; yo tengo consciencia, y no estoy hecho de puro amor incondicional.
Aun así, pienso en los posibles efectos futuros y me preparo poco a poco. No tanto como debería, lo admito, pero aun así mi cuerpo aguanta más que el de un niño común. Una mejora es una mejora, y eso me basta para seguir adelante.
Actualmente tengo ocho años. Las Gemas están construyendo una especie de cabaña, la típica casita donde quieren que yo viva con ellas. Por mí no habría problema, pero el asunto es mi padre. Mudarse significaría dejarlo un poco más solo, y aunque sería más cómodo para ambos, no puedo evitar sentir ese pesar en el pecho.
Espero que me entiendas, padre. No es como si fuera a mudarme a otro continente: apenas son veinte minutos de distancia. Además, la verdad, has sido un buen padre. Me dejas hacer todo aquello que no implique un riesgo para alguien de mi edad, y me enseñaste a arreglar el auto. Me encanta eso de ti.
Y bueno… eso ha sido todo.
Sobre el entrenamiento… confieso que siento un poco de culpa por mi lento avance. ¿Te preguntas por qué? Es sencillo: se me olvidó algo fundamental. Los sentimientos son la clave en el uso de mi poder. Así que sí… me he estado enfocando solo en el cuerpo, mientras que esa parte, la más esencial, quedó en el olvido. Supongo que aquel vacío en el que estuve antes, ese espacio extraño donde perdí noción de mí mismo, me afectó más de lo que quiero aceptar. Y todavía tengo mucho que tener en cuenta.
Pasó un año. Mis sentimientos siguen a flote, siempre revolviéndose dentro de mí, pero la verdad es que siento que estoy estancado. Tengo la fuerza suficiente para invocar el escudo de diamante rosa, aunque solo por un tiempo limitado. Supongo que por ser tan pequeño aún no puedo mantenerlo por completo.
Aun así, es un logro, ¿no? Quise contarles a las Gemas lo que conseguí, pero cuando vi la cara de Perla… mejor me lo guardé para mí. No sé si fue decepción, preocupación o simplemente esa costumbre suya de proyectarme en tercera persona, pero algo en su mirada me hizo sentir que lo mejor era callar. Quizá ya está demasiado acostumbrada a compararme, a buscar en mí lo que jamás seré.
De cualquier forma, me guardo mis avances, aunque por dentro siento que estoy creciendo más de lo que ellas imaginan. Incluso he llegado a pensar que ya superé a Amatista en edad, aunque espero estar equivocado en esa suposición.
Y hablando de Amatista… justo ahora está frente a mí.
Hola, viejo —diría ella con una sonrisa. ¿Vamos a comer unas papas?
Claro respondería yo con una sonrisa de niño.
Así ambos caminaríamos.Qué buenas papas venden aquí comentaría al ver el puesto de papas que aparecía en la serie de Steven Universe.
Definitivamente diría yo con mi voz infantil, mientras seguíamos caminando por la playa.
El silencio nos acompañaba hasta que Amatista habló:Oye, Steven… dijo un poco nerviosa.
¿Sí? respondí con tranquilidad.
Ella, al notar mi calma, se relajó un poco, pero continuó:Sé que notas los cambios de Perla.
Me miró después de decir eso, y yo mantuve la calma.¿Sí? le respondí mirándola.
Bueno… espero que la perdones y la comprendas dijo, tartamudeando un poco por los nervios, aunque rápidamente logró controlarse.
Sé que no es fácil dije con mi rostro de niño, serio a mi manera, perder a alguien. Ahora imagínate para mí, que ni siquiera llegué a conocer a esa persona por la cual ella sufre.
Amatista se tensaría. Yo bajaría la mirada y mi gema brillaría como si respondiera a mi propio llamado. Amatista, sorprendida, me miraría fijamente por aquel brillo.
Pero no le diría nada. ¿Mi madre fue alguien fuerte? ¿Cómo lo comprobamos? ¿Era fuerte? ¿Amigable? ¿Alguien de confianza? ¿Tenía sus secretos? No sé si podré con este legado —diría yo con la cabeza un poco baja.
Amatista intentaría consolarme, pero en eso quedaría, en un intento. Rápidamente levanté la mirada, con una lágrima que limpié enseguida. Pensé que era duro, pero parece que todavía no soy fuerte… o soy igual de llorón que el original.
Como decía, viendo hacia el mar:No tengo madre, Amatista. No tengo una figura femenina a la cual admirar. ¿Puedo admirar a alguien que no sé cómo era? Puedo, pero no lo haré. Forjaré mi propio camino, y seré conocido como Steven Universe y no como el hijo de Rose Cuarzo. Quiero construir mi propio destino. Nada de Rose, solo Steven.
Le sonreí con una expresión de mil voltios. Amatista se quedó callada unos minutos, un silencio tranquilo, nada incómodo. Luego soltó una risita y dijo:Y yo que pensé que estarías depresivo, pero parece que me preocupé de más. No eres débil, Steven. Sigue así.
Yo la miraría felizmente, pero al ver el reloj de galleta con forma de gato que tenía en mis manos me sobresalté.¡Oh no, mi papá va a matarme! Tengo que irme, Amatista, tengo que ver la novela con mi padre. ¡Adiós, y-y-y adiós!
Así, Steven se marchó corriendo, dejando a Amatista sola en la playa. Ella suspiró, mirando el horizonte, cuando una figura se acercó a su lado.
¿Y qué piensas? preguntó Garnet, sin sus lentes esta vez, mostrando con ese gesto el compromiso que tenía hacia Steven.
Amatista, con expresión pensativa, respondió:Es fuerte… demasiado fuerte. ¿Será por su mitad gema?
Garnet entrecerró los ojos. Intentó ver los futuros de Steven, pero no pudo. Eran demasiados, un mar interminable de posibilidades que la abrumaba. Es casi imposible seguirlos todos, pensó. Aun así, dentro de sí misma, sentía la duda: Con cómo se desarrollan las cosas… no sé si podremos confiar en él.
¿Y cómo se tomó lo de Perla? preguntó Garnet finalmente.
Amatista bajó los hombros y, con un aire de resignación, contestó:Lo comprende. Sabe lo que es no tener a alguien importante. Los humanos tienen madres, y bueno… Rose ya no está, así que también perdió a alguien.
Garnet guardó silencio un momento, solo mirando la dirección por la que Steven había desaparecido. Luego una pequeña sonrisa apareció en su rostro.Vámonos, Amatista. Tenemos que terminar la casa.
Ella asintió sin añadir más, y juntas emprendieron el camino de regreso.
fin capitulo 3.