El aire del Bosque de la Muerte estaba cargado de silencio, apenas roto por el sonido de una espada cortando el viento.Naruto blandía su nueva arma con determinación, mientras la voz de Gall Farion lo guiaba.
—Naruto, escucha bien. El estilo de la Espada Dios es el camino hacia la perfección absoluta. Pero para sobrevivir en este mundo, necesitas versatilidad. Hoy comenzarás con el Estilo del Dios del Norte.
Naruto apretó el mango, atento.—¡Sí, maestro!
Gall sonrió desde lo profundo de su espíritu. Aquella palabra, maestro, hacía mucho que no la escuchaba.
—El Dios del Norte es un estilo defensivo. Su objetivo es resistir y contrarrestar a múltiples enemigos. Los cortes son amplios, tu espada debe girar como un muro que no puede romperse. Usa tu fuerza y tu instinto para proteger tu vida, sin importar cuántos te rodeen.
Naruto creó una docena de clones de sombra, que lo rodearon con espadas de madera.El combate comenzó.
Golpes desde todos los ángulos.Naruto giraba, bloqueaba, desviaba, creando un círculo de acero a su alrededor.Cada movimiento era brusco al inicio, pero poco a poco su cuerpo entendió el ritmo.
—¡Uuooooooh! —rugió, desviando tres ataques al mismo tiempo con un giro completo de su espada.
Gall aprobó en silencio.—No está mal para un comienzo. Ahora… el Estilo del Dios del Agua.
Naruto jadeaba, pero no se detuvo.—Estoy listo, maestro.
—El Dios del Agua es lo opuesto. Es fluidez, adaptación. Debes ser como un río que cambia de cauce para esquivar la roca. Tus cortes no son para bloquear, sino para moverte y fluir entre los ataques enemigos.
Naruto respiró hondo.El siguiente grupo de clones cargó contra él, pero en lugar de resistir, Naruto se deslizó entre ellos.Un corte suave, un giro, una estocada que parecía un salto de agua.Su espada no chocaba contra la de los clones: se deslizaba, los desviaba, y volvía a caer con precisión mortal.
En apenas unas horas, el patio improvisado del bosque estaba lleno de clones desvaneciéndose en humo.
Naruto, empapado en sudor, sonrió mientras miraba su espada.—Maestro… lo lograré. Voy a dominar todos los estilos y seré el más fuerte.
Gall habló con voz grave, pero satisfecha.—Recuerda esto, Naruto: no hay atajos en el camino de la espada. Has dado tus primeros pasos. Pero algún día… blandirás un corte que incluso los dioses temerán.
Naruto asintió con firmeza.—¡Sí, maestro!
⏳ Dos días después…
El Tercer Hokage, Hiruzen Sarutobi, observaba en silencio desde la sombra de un balcón.En el patio de la Academia Ninja, un grupo de niños practicaba taijutsu básico.Y entre ellos, Naruto Uzumaki se movía distinto.
Mientras los demás apenas lograban dar golpes torpes, él se desplazaba con firmeza, con la gracia de alguien que conocía el peso de la batalla.Su espada de madera, en lugar de chocar, desviaba, bloqueaba y cortaba el aire con precisión.
Hiruzen entrecerró los ojos.(Ese niño… su mirada ya no es la de un simple huérfano. Ha adquirido temple de guerrero. ¿De dónde… aprendió esa disciplina?)
Al finalizar la clase, Hiruzen lo llamó en privado.Naruto, nervioso, se inclinó torpemente.—¿Hokage-sama?
El viejo lo observó con calma, pero en su mirada brillaba una decisión.—Naruto… desde hoy, serás mi alumno secreto.
El rubio abrió los ojos como platos.—¿¡Eh!? ¿Su… su alumno!?
Hiruzen asintió.—Sí. Un sucesor necesita tres cosas: voluntad, fuerza y un corazón que no se quiebra. Tú tienes esas cualidades, aunque el mundo se niegue a verlo. Desde ahora tendrás acceso a la academia, a pergaminos de jutsu y kenjutsu… y recibirás manutención directa de mi oficina. Nadie sabrá de esto, pero yo… creo en ti.
Naruto sintió un nudo en la garganta.Por primera vez, alguien lo reconocía.Se inclinó con fuerza, casi llorando.—¡No lo defraudaré, Hokage-sama! ¡Lo juro!
Hiruzen sonrió, viendo en ese niño algo que no había visto en años: el brillo de una llama que podía arder incluso más fuerte que la de Minato y Kushina.
(Naruto Uzumaki… tal vez seas el heredero que el futuro necesita.)