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Chapter 6 - LA CALLE

CAPÍTULO 6

Como dije antes, mis hermanos salían todas las mañanas a la calle, aveces Pell salía a otros lugares, como al monte a investigar como estaban los cultivos, aún tenía mucha curiosidad por saber cómo trabajaba mi hermano -¿Y si lo sigo?-, debía de investigar, así que lo debía seguir, mientras el viejo y mi hermano dormían, salí a la calle, todo era muy diferente, pero lo único que debía hacer era seguir a Pell, ¿Verdad?, poco sabía yo que me arrepentiría de haber tomado esa decisión.

Seguí a Pell a donde quiera que iba, mi investigación iba muy bien, vi que giraba hacía una esquina, y gire también, pero Pell ya no estaba, gire haber si lo encontraba si seguía de frente, pero no había nadie, intenté seguir, pero tenía miedo, el miedo no me permitía seguir adelante, entonces, una figura aparecio frente a mi.

Perros, puede que mis hermanos sean amables conmigo, pero tal vez solo era porque ahora era parte de su familia, pero los perros de otras casas no serían tan delicados conmigo.

Mientras observaba a los perros que aparecieron frente a mi, se me acercaron, -oye pequeño, no deberías andar solo por aquí, este es un lugar muy peligroso-, el perro hablaba como si el no fuera el peligro, me sentía pequeño, no podía creer que esto estuviera pasando, - lo siento señor-, esas fueron las únicas palabras que logré expresar, antes de que un nudo cerrará mi garganta.

Lo único que podía sentir era miedo, ni siquiera pensé en erizarme para espantar a estos perros, -señor, es solo un cachorro, hay que dejarlo ir-, dijo un perro que estaba al costado, -tienes razón, vete por donde viniste pequeño, tienes suerte de que yo ya he comido-, huí, por supuesto que lo hice, el perro no me siguió, cumpliendo con su palabra.

Mientras corría por el callejón, el miedo no desaparecía, me detuve a descansar un poco, todo mi pequeño cuerpo temblaba, no podía manejarlo.

Una lata cayó de la pila de basura que estaba a mi costado, y solo ahí reaccione, estaba perdido, no sabía en donde estaba, el miedo se intensificaba, -oye mira eso-, dijo un gato que salía de una caja de basura, entonces, muchos gatos comenzaron a salir, no sabía que hacer, a comparación de los perros, que me dejaron ir, estos gatos no parecían tener la más mínima razón como para dejarme ir.

¡CORRE!, ese era mi instinto, pero, no pude.....

De pronto, me veía acorralado por más gatos, eran unos 5, no!, 7, eran 10!, gatos callejeros, a ellos no les importaba nada más que ellos mismos, ya que cuando yo estaba con mamá, la expulsaron del refugio y su manada la abandonó.

Tenía miedo, aquí no estaba nadie, ni mi hermano mayor, ni mamá humana, ni siquiera mi mamá.

Justo cuando me estaba resignando a mi destino, escuché un aullido,

Pell: ¡Déjenlo en paz, gatos!

Era mi hermano, de repente, los gatos se abalanzaron en mi hermano, el los votaba con su hocico, uno, dos, tres golpes, pero no acababa, mientras fue avanzando, llegó a donde estaba, y se puso en frente, siguió ladrando y votando a los gatos que se subían a su lomo, y dijo -¡HAY QUE CORRER GATO!-, así que cuando el corrió, yo también lo hice.

Tenía que correr por mi vida, corrimos sin fin, hasta que comencé a atrasarme, mi hermano me garro con su boca, conmigo en su hocico, el no podría golpear a los gatos más que con sus pata, mi hermano se veía cansado, doblamos la última esquina, y los gatos dejaron de seguirnos, era una avenida, mi hermano igual siguió corriendo y a lo lejos se veía la casa.

Mi hermano aulló en la puerta que estaba abierta, y mi hermano mayor salió, el lo entendió todo al vernos, mi hermano me dejó en el suelo, el se tambaleaba y estaba lleno de zarpazos, mi hermano se echó rendido, poco después salió la humana y lo reviso.

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