Capítulo 5: La Confesión y las puertas de un Nuevo Mundo
El joven Auror intentaba recomponerse. Había pasado por un sinnúmero de emociones en este corto tiempo, de la curiosidad a la sorpresa, al nerviosismo, al pánico, al horror, al enojo, y finalmente a la incredulidad de ser totalmente ignorado.
Este último sentimiento se incrementó al darse cuenta de que había sido inútil de principio a fin. Cansado y un poco avergonzado, se sacudió el polvo inexistente de su túnica y se preparó para irse del lugar.
Tenía mucho trabajo pendiente. No solo tenía que reportar la aparición de esta criatura en una patrulla que debería haber sido pacífica, sino que también debía informar la intervención de dos individuos que aparentaban ser de la "sociedad marginada".
A pesar de que tanto la "sociedad mágica" como la "sociedad marginada" habían iniciado el proceso de integración entre comunidades, la tensión aún era palpable. No solo por parte de los magos, conocidos por rechazar la mayor parte de lo nuevo y desconocido, sino también por parte de los marginados, quienes se mostraban cautelosos ante esta nueva y aparente sociedad.
Los marginados podrían estar acostumbrados a ser peculiares y rechazados, pero eso no significaba que todos estuvieran dispuestos a soportar ese tipo de trato, lo que inevitablemente generaba conflictos entre algunos miembros de ambas sociedades.
Cuando el joven Auror estaba a medio camino de la destartalada puerta, dispuesto a irse de una vez por todas, el niño del almacén se le acercó y lo agarró de la manga de su túnica, que acababa de alisar rápidamente con sus manos.
"Disculpe señor, ¿es usted un mago?" preguntó el joven niño al ahora nuevamente aturdido Auror primerizo.
"Sí", respondió el joven de túnicas extrañas pero elegantes. "Ahora que lo pienso, vine aquí siguiendo un rastro de energía mágica cercano. Pensé que podría ser un mago, pero solo estabas..." Se quedó quieto, concentrándose, y de repente se dio cuenta de algo. "Disculpa, niño, ¿te importaría decirme cómo te llamas y qué edad tienes?"
El niño se detuvo a pensar unos segundos, como si estuviera deliberando sobre si revelar su información a ese aparente ¿se le podría llamar adulto? Para finalmente girar la cabeza y decidir que esa información no era suficientemente importante por el momento, puesto que, técnicamente, no había cometido ningún crimen.
No podría considerarse amenazar a un montón de niños para que no te roben un delito, ¿verdad? Así que, con calma, le respondió al joven de moda dudosa pero evidentemente ornamentada: "Mi nombre es Alexander Thorne, señor, y hoy cumplo once años."
"¿En serio? Bueno, ciertamente pareces de esa edad, aunque es un poco tarde, y no conozco a nadie con tu apellido... quizás podrías ser... sí, ciertamente podría ser", dijo la última parte casi susurrando para sí mismo, como si estuviera pensando. Finalmente volvió a preguntar: "¿Alguna vez has sentido o visto que suceden cosas extrañas a tu alrededor? Cosas que no logras explicar, como si fueran… por arte de magia."
La última frase la dijo con un tono que trataba de retratar un aire de misterio, pero luego de su… interesante exhibición anterior, esta persona no parecía combinar con el tono serio y misterioso que con su voz intentaba demostrar.
Alex no tuvo que pensar mucho para darse cuenta a qué se refería la persona que tenía frente a él. Ciertamente, a lo largo de los años, había conseguido realizar actividades ligeramente peculiares, pero que en su momento descartó o pasó por alto.
Como un ligero refuerzo en su físico, pues, con lo mal e intermitentemente que Alex comía, debería haberse visto mucho más delgado y más bajo que los miembros de su edad.
Pero al contrario de lo que la lógica dictaba, parecía tener un físico relativamente promedio para alguien de su generación, quizás un poco más delgado, pero no tan notoriamente como debería haber sido con sus pobres costumbres alimenticias.
También había experimentado ligeras ráfagas de calor en su interior cuando hacía frío en invierno y no tenía ropa suficiente para abrigarse. No era un calor torrencial ni demasiado notorio, pero sí, una brizna leve que lo mantenía con energía y con menos temblores en su cuerpo.
Esto también se podía ver expresado cuando estaba en una posición en la que el calor de la estufa pública del orfanato no debería haber llegado a él —puesto que los espacios más cercanos estaban atiborrados con los pocos adultos a cargo, como la matrona y el dueño del lugar, y un montón de niños que competían por quien estaba más cerca de la estufa— pero, aun así, lograba recibir una pizca de calor, a pesar de lo lejos que se encontraba de su fuente.
Así, Alex terminó respondiendo que sí, sin decir nada más, y esperando a que el joven Auror, cuyo nombre desconocía, se explicara. Aunque podría formarse múltiples ideas sobre lo que posiblemente estaba pasando, no quería ilusionarse o trabajar solo con palabras imaginadas por él mismo, para luego descubrir que eran erróneas.
Y teniendo una buena fuente de información justo frente a él, dispuesta a hablar, ¿por qué no aprovecharla? Así, se decidió a dejar que él hablara. El joven Auror, por su parte, al darse cuenta que el niño no explicaría el motivo de su respuesta ni diría nada más, comenzó a decirle:
"Entonces, aunque no estoy seguro, y te encuentras bastante cerca de la edad límite actualmente, creo que podrías ser un mago."
Y como para confirmar sus palabras, un búho, algo viejo, pero indudablemente robusto, cayó del cielo y se paró flotando justo frente a Alex, mirándolo con una exasperación casi humana, como si le estuviera indicando que se apresurara a tomar la carta que este llevaba entre las garras.
Esta carta venía con un sello rojo en la superficie sobre lo que parecía ser papel de pergamino. Con letras escritas en tinta verde y un escudo representativo que contenía cuatro animales en el centro.
Estos siendo respectivamente: un león con un fondo rojo, un tejón con el fondo amarillo, un águila con un fondo azul y una serpiente con fondo verde. Todos estos animales rodeando una H en el centro.
Este escudo tenía divisiones y bordes dorados, junto con un par de garras doradas que se posaban a ambos lados de este. Fuera de él, es donde se podía apreciar lo peculiar del diseño. Rodeándolo, se podría apreciar una corona de espinas negras, las cuales finalizaban en una dalia negra.
Flor que se asentaba justo en la parte superior de la cimera del escudo. Detrás de él, se encontraba un gran cuervo. El tamaño de dicho animal era mucho más grande que los anteriores, poseyendo un tamaño tal que, las plumas traseras comenzaban en la esquina inferior derecha, y la cabeza se podía apreciar sobresaliendo por la esquina superior izquierda de dicho escudo.
El cuervo, como para darle el detalle final, poseía un ojo rojo, que parecía estar mirándote directamente. Esta elección peculiar de escudo parecía querer representar algo, algún cambio, pero, aun así, tratando de no modificar su diseño original.
Resultando de esta manera, un diseño original únicamente con los bordes dorados y el interior con cuatro animales, un conjunto que transmitía un aire de tradicionalidad y nobleza.
Pero ahora modificado con añadidos como el cuervo, la flor y las espinas, las cuales generaban una nueva imagen contrastante. Esto traía consigo un diseño misterioso, con un ligero toque gótico. Algo dramático, pero que, en conjunto, parecía encajar bien.
ACADEMIA LUMINA NOX
Director General: Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore
Directora de Asuntos Mágicos: Minerva McGonagall
Directora de Asuntos Marginados: Larissa Weems
Estimado Sr. Thorne:
Tenemos el placer de informarle que tiene un lugar en la Academia Lumina Nox.
Nuestra Academia ha sido forjada de la unión de la venerable Escuela de Magia y Hechicería Hogwarts y la distinguida Academia Nevermore para Marginados. Nuestro propósito es nutrir el potencial de cada estudiante, sin importar su origen. Aquí se desarrollan tanto las artes mágicas tradicionales como las habilidades heredadas y peculiares de las diversas razas sobrenaturales, incluyendo el dominio de sus afinidades personales, diversas particularidades producto de su linaje o habilidades ligadas a él.
Adjunto a esta carta, encontrará la lista de libros y materiales necesarios para su primer año.
El año escolar comienza el 1 de septiembre. Esperamos su confirmación a través de los canales establecidos o por defecto, vía lechuza, para antes del 31 de julio. Las instrucciones detalladas para llegar a la Academia Lumina Nox se enviarán una vez confirmada su aceptación.
Anticipamos con entusiasmo su llegada.
Atentamente, Minerva McGonagall, directora de la Academia Lumina Nox
Esta carta a los ojos del joven Auror fue una confirmación de sus pensamientos. En cambio, ahora fue el turno del joven Alex de sorprenderse. Esto fue la gota que colmó el vaso.
El joven niño había logrado mantener la compostura mientras un evento tras otro lograban ampliar sus horizontes. Y ahora, lo que parecía ser una carta de aceptación para una escuela de magia y ¿marginados?, lo que sea que significara, acababan de romper la frágil compostura que el niño había logrado mantener.
Adjunta a esta venía otra carta, la cual, si lo que indicaba la primera era cierto, deberían ser los materiales necesarios para la escuela, y entonces, como todo niño pobre, llegó a una pregunta lógica. Una pregunta que seguramente la gente ya había considerado, pero que, aunque pareciera ignorante, debía preguntar de igual manera.
Entonces, con voz mesurada, él dijo: "Pero señor… yo soy pobre, míreme, no tengo nada, ni dónde caer muerto. ¿Cómo se supone que me permita todas estas cosas?"
Su tono, aunque ligeramente crudo y de réplica, era producto de años sin conversaciones prolongadas y decentes con otras personas. Este joven, que llevaba once años viviendo en un orfanato, nunca había sentido conexión con los que lo rodeaban y con el pasar del tiempo, tampoco sintió la necesidad de hacerlo.
Esta experiencia lo convirtió en alguien, aunque ligeramente astuto para su edad, socialmente torpe, o quizás, mejor dicho, ignorante de las connotaciones y leyes no escritas para el lenguaje social de la época.
De hecho, se había contenido bastante, pues estaba acostumbrado al trato agresivo de los que lo rodeaban. Los de su orfanato solían ser enemigos constantes, pues, aunque te defendieras, solo lo veían como un desafío y una motivación para intentarlo nuevamente.
Los niños de la escuela pública lo rechazaban por su apariencia y vestimenta. Por último, se encontraban los adultos, que hacían la vista gorda como si nada hubiera sucedido.
Habiendo escuchado la pregunta del niño y la forma en que este lo llamaba, el joven Auror se dio cuenta de que, para su vergüenza, él nunca le había dicho su nombre al niño. Entonces, con una voz un poco más baja pero aún audible, dijo:
"Discúlpame, no me di cuenta, soy Taylor, Connor Taylor." Con una voz un poco más confiada, añadió: "¡Un orgulloso Auror del Ministerio de Magia!", diciendo esta última parte con un tono progresivamente más alto.
"En cuanto al asunto de pagar los materiales, tengo entendido que nuestra escuela tiene una beca para alumnos en situaciones como la tuya. Eso debería ayudarte, al menos en parte."
Alex asintió hacia el joven Auror, de quien se enteró recientemente su nombre era Connor Taylor, ¿o quizás debería referirse a él como señor Taylor? Había escuchado a personas referirse a otras principalmente por sus apellidos.
Quizás era una costumbre allí, o tal vez, solo era la forma particular de hablar de este joven. Eso sería otra cosa en una larga lista de cosas con las que tendría que ponerse al día.
Con una ocurrencia repentina, el niño le preguntó al joven Auror: "¿Me podría decir cómo llegar al lugar donde debo comprar todas estas cosas?"
Ahora, el Auror podía ver algo ligeramente diferente en los ojos del niño, ¿era un pequeño atisbo de anticipación?
Finalmente, sintiendo un poco de simpatía por este niño y un sentido de responsabilidad —o quizás un deseo de limpiar un poco su imagen indecorosa anterior—, le dio a Alex las indicaciones necesarias para saber cómo llegar al barrio comercial mágico donde la mayoría de la gente solía comprar sus materiales escolares.
Le indicó que primero buscara el edificio blanco y alto del banco, para poder recibir su beca escolar. Finalmente, luego de una serie de momentos agitados que sucedieron en menos de cinco minutos, el joven Auror se retiró para informar a sus superiores sobre la situación.
Y por primera vez, Alex hizo lo mismo, retirándose y volviendo voluntariamente al orfanato con el búho. No solo para poder responder la carta, sino también para descansar y comenzar al día siguiente a buscar las puertas a esta nueva sociedad mágica que le daba la bienvenida.