Ficool

Chapter 10 - Capítulo 3.9 — Manos Heridas, Alma Tibia

La Puerta no perdonaba.Pero a veces… tampoco interfería.

Después del reencuentro, hubo un silencio diferente entre ellos.Ya no era la calma de dos desconocidos compartiendo espacio.Era el silencio de dos almas que se sabían necesarias.

No hubo abrazos.No hubo palabras de bienvenida.

Solo el fuego… y dos respiraciones que, sin querer, comenzaban a sincronizarse.

Yun Yun despertó una mañana más tarde de lo usual.

Su cuerpo aún dolía por la caída, por los días de aislamiento, por la grieta donde había sobrevivido sin certeza.

Cuando abrió los ojos, no vio a Zhu Xian.

Solo el fuego, aún encendido.Y un rastro de huellas en la ceniza.

Se levantó con rapidez, alarmada. Pero antes de que pudiera llamarlo —aunque su instinto lo deseaba—, escuchó un ruido familiar: el golpe seco de piedra contra piedra.

Se acercó en silencio.

Allí estaba él, agachado en una esquina del refugio, moviendo grandes fragmentos de roca con ambas manos.

Sus palmas estaban abiertas. Sangraban. El vendaje improvisado que había usado en los días anteriores se había roto, y la carne comenzaba a agrietarse por el esfuerzo.

Pero su rostro…permanecía tranquilo.Como si la sangre fuera secundaria.

—¿Qué haces? —preguntó ella, sin acercarse demasiado.

Él no la miró.

—Este muro estaba inestable. Si otra tormenta de huesos cae… podría aplastarnos mientras dormimos.

—Podrías haberme esperado.

—Tú necesitas descansar. Yo, mover piedras.

La lógica era impecable.Irritante.

Yun Yun no respondió.Se acercó en silencio y se arrodilló junto a él.

Tomó su mano izquierda sin pedir permiso.

Él la dejó hacer.

La miró en silencio mientras ella extraía un pequeño frasco de su manga. Lo había conservado intacto desde su llegada. Una crema herbal de su secta, usada para curar las grietas de cultivadores jóvenes durante los inviernos de entrenamiento.

Con suavidad, comenzó a aplicarla sobre su palma.

Él no se quejó.Tampoco agradeció.

Pero su respiración cambió.Levemente.

Ella notó algo que no había visto antes.

Sus manos eran manos de guerrero… pero también de alguien que había cargado mucho más que armas.

—¿Por qué haces todo esto sin decirlo? —susurró ella.

—Porque no hay nadie más que lo haga.

—No me refiero a eso.

Él la miró.

Ella mantuvo la mirada.

—No esperas gratitud. No buscas gloria. No tomas el crédito.¿Es porque crees que no vale la pena?

Zhu Xian suspiró.Una exhalación breve. No de cansancio… sino de resignación tranquila.

—No es que no valga.Es que… a veces las cosas más valiosas se rompen cuando se les pone precio.

Ella detuvo el movimiento.Su mano tembló levemente.

¿Cómo podía alguien hablar así y seguir cargando el mundo?

Terminó de vendarlo con su tela interior.

Levantó la otra mano.

Repitió el proceso.Esta vez más lenta. Más consciente.

No había caricias.Pero había cuidado.

Cuando terminó, él murmuró:

—Gracias.

Ella negó con la cabeza.

—No es por ti.Es por mí.

—¿Por ti?

—Porque… si no hacía esto, me habría pasado todo el día preguntándome si aún estaba viva por suerte… o porque tú seguiste protegiendo algo incluso cuando ya no estabas seguro de que regresaría.

Él bajó la mirada.

—¿Y qué decidiste?

Ella colocó su mano sobre su pecho, suavemente, justo donde latía el corazón de Zhu Xian bajo la túnica manchada de barro y niebla.

—Decidí que no fue suerte.

—Entonces, ¿qué fue?

Ella respondió, en voz baja:

—Fuiste tú.

Esa noche, compartieron el mismo espacio para dormir.

No porque lo necesitaran.Sino porque ya no podían soportar estar lejos en el silencio.

No se tocaron.

Pero cuando las brasas del fuego murieron…

Sus manos heridas y su alma tibia hablaron más de lo que las palabras podrían decir jamás.

More Chapters