Ficool

Chapter 7 - En algún lugar

—Es… aterrador —mencionó Kenji con voz apagada.

—Lo es. Quien diga lo contrario simplemente miente… o es un insensato. Sentir miedo es natural. Sin embargo, la clave está en no dejar que te paralice. Luchar es nuestra única oportunidad.

—Como capitana de la Orden de Cazadores Oscuros, nuestro deber es luchar fuera de las murallas. Acabar con ellos y alcanzar la paz es nuestro único propósito, incluso si la muerte toca a nuestra puerta.

—Luchar y proteger es la tarea de las cinco órdenes elementales. Porque si no lo hacemos nosotros… ¿quién lo hará?

—Por eso, cuando regresamos sanos y salvos de cada misión, cada aldea y pueblo que defendemos, cada monstruo que abatimos… representa una pequeña victoria. Y esas pequeñas victorias, sumadas con el tiempo, nos han permitido seguir aquí.

—El precio ha sido alto. Hemos perdido a muchos. Buenos amigos, compañeros valientes… Sus nombres están grabados en nuestras memorias.

—¿Crees que podrán ganar alguna vez? ¿Acabar con ellos? —preguntó Kenji, con duda en los ojos.

—No lo sé, Kenji. Sinceramente, no lo sé. Quizá esta lucha sea eterna. Un equilibrio precario entre la luz y la sombra. Pero no luchamos por una victoria final en un futuro distante.

—Luchamos por el hoy. Por proteger a quienes podemos proteger ahora. Por repeler la oscuridad… un día más.

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Luego de un rato de conversación, Elise se apartó de la ventana y extendió su mano, colocándola sobre el hombro de Kenji.

—Ahí es donde entras tú, Kenji. El poder que tienes ahora mismo es especial. Tu elemento es clave para luchar contra la raza oscura. Tener tu apoyo será una gran ventaja para nosotros.

—El problema es que el camino no será fácil para ti, ya que ese poder representa el odio y la destrucción para la raza humana.

—¿Por qué?

—No sé por qué decidió elegirte a ti… pero es una historia que conocerás más adelante. Creo que aún es muy pronto para hablar de ello.

—Dicho esto, tengo una propuesta para ti.

—Te entrenaré. Me encargaré de formarte en combate cuerpo a cuerpo y en la manipulación de la energía elemental, con el fin de que puedas controlar tu poder de forma eficaz. Además, seré quien mantenga el sello activo para que no pierdas el control.

—Te ayudaremos en la búsqueda de tu padre, y también en el rescate de la chica. Haremos todo lo que esté a nuestro alcance para cumplir ese objetivo. Además, te daremos acceso a los textos antiguos; en ellos podrías encontrar una forma de volver a tu mundo.

—A cambio de eso, prometerás que nos ayudarás en nuestra lucha, y te prepararás para ser parte de la Orden de Cazadores Oscuros. Sin embargo, antes de enlistarte en nuestra orden, deberás entrar a la Real Academia Elemental.

—¿A la academia?

—Sí. Uno de los requisitos para ser parte de la orden y que se te permita salir de los muros, es que asistas y te formes en la academia por un año entero.

—¿Un año…? Pero eso… será demasiado tiempo…

—Confía en mí. Será el tiempo suficiente para que estés listo. Además, en el Salón de Egeos es donde encontrarás la entrada a la Biblioteca del Nexo Elemental, lugar donde se encuentran los textos antiguos que te mencioné.

—Por ahora, daremos inicio a tu entrenamiento. Empezaremos mañana, a primera hora del día… así que prepárate.

—Por lo pronto, puedes descansar. Siéntete como en casa.

De esa forma, la conversación terminó cuando la luz del atardecer se filtró por las ventanas del salón.

—Capitana… por ahora, me retiro —mencionó Sofía, haciendo una reverencia cortés.

—Está bien. Te acompaño hasta la puerta.

—En ese caso… me gustaría que Kenji sea quien me acompañe.

—¿Pero…?

—Está bien —intervino Kenji—. Iré con ella.

—Te lo agradezco.

Así, ambos se dirigieron hacia la puerta principal.

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—Qué raro… ¿por qué habrá pedido que sea yo quien la acompañe a la salida? —se preguntó a sí mismo.

—Kenji.

—¡¿Sí?!

—La verdad… no sé cuáles son tus verdaderas intenciones para venir a este mundo, pero…

—Quiero que te quede muy claro lo que voy a decirte a continuación.

—…

—Pienso que todo esto es una locura, pero…

—…la única razón por la que decido apoyarte es porque la sensei está de tu lado. Si ella confía en que esto puede funcionar, supongo que tendré que poner mi fe en su juicio… aunque no en el tuyo.

—Por alguna razón, ella cree en ti. Así que yo también he decidido hacerlo.

—Solo… no me defraudes. Porque si todo esto sale mal, o si cometes alguna locura que ponga en peligro su vida… no te lo perdonaré. Seré yo quien se encargue de asesinarte personalmente.

—Entiendo tu preocupación… pero mi intención no es hacerle daño, y tampoco te pediré que confíes en mí.

—Mi único propósito es encontrar a mi padre y salvar a Naomi. Cuando eso suceda, dejaré este mundo y volveré al mío.

—Solo asegúrate de cumplir tu parte del trato… así nosotros cumpliremos con nuestra parte también —agregó Sofía.

—…

Luego de haber intercambiado palabras, se montó en su wyvern y partió del lugar volando.

—Una cosa más… yo seré tu compañera en el entrenamiento. Así que… te deseo suerte. La vas a necesitar.

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Luego de que Sofía se retirara volando en su wyvern, Kenji regresó a la casa.

—Vaya… Ya regresaste —mencionó Elise al verlo entrar.

—Sí. La conversación se alargó un poco más de lo normal y yo…

Kenji levantó la mirada tras quitarse el calzado y se detuvo en seco a mitad de la frase.

De pie, a medio camino entre el pasillo que llevaba a las habitaciones y el baño, estaba Elise. Tenía el cabello mojado, pegado a la nuca y los hombros, con gotas de agua aún resbalando por su piel. Sostenía una toalla con la que estaba por secarse el cabello, y en el cuerpo llevaba solo un top que cubría la parte superior de su torso, y unos shorts como prenda inferior. Claramente acababa de ducharse.

Kenji se sobresaltó al verla de esa forma.

—¿Qué sucede? ¿Por qué te quedas callado de repente?

Kenji reaccionó al instante, apartando la vista bruscamente, mirando hacia la pared o al suelo, claramente avergonzado por lo que acababa de ver.

—¡Oh, esto…!

—¡Lo siento muchísimo, señorita Elise! No quise… yo solo entré. De verdad, lo siento.

—No, no, tranquilo. Es mi casa. Soy yo la que anda… así. Culpa mía. Solo… aproveché el momento para darme una ducha.

—¿Quieres que… que espere afuera? O… ¿me voy a mi cuarto?

—No, hombre, no. Quédate. Solo… iré a mi habitación a ponerme algo de ropa. Espérame, me gustaría decirte algo.

—Haa… —suspiró Kenji luego de aquello.

Mientras Elise se cambiaba de ropa en la habitación, Kenji permaneció a la espera en el pasillo.

—¿Todo bien con… con Sofía? —preguntó Elise desde el interior.

—Sí. Sí, todo bien. Solo tuvimos un pequeño cambio de palabras.

—Entiendo…

Luego de un momento, Elise salió de su habitación y se apoyó contra la pared, a un costado de la entrada, justo donde Kenji la esperaba al otro lado.

—¿Te encuentras bien? —preguntó Elise, cruzando los brazos.

—Sí… yo estoy bien. No te preocupes —respondió Kenji, desviando la mirada hacia el suelo.

—Sé que la situación ahora mismo no es prometedora, y que lo que viene a continuación puede ponerte en una posición aún más difícil, pero… yo seré tu aliada. Así que espero que confíes en mí. Me encargaré de que te conviertas en alguien fuerte, y te aseguro que daremos con el paradero de tu familia.

—Por lo pronto, toma un baño y descansa. Me encargaré de despertarte a primera hora para comenzar.

Con esas palabras, la conversación terminó y Elise cerró la puerta de su habitación.

Kenji se quedó solo en el pasillo. Soltó el aire que no sabía que estaba conteniendo y retiró su espalda de la pared. Todavía un poco aturdido por todo lo que había sucedido hasta ahora, se dirigió hacia su habitación. Al entrar, se dejó caer boca arriba sobre la cama, con la mirada fija en el techo.

—Vaya… bienvenida —murmuró para sí mismo.

—Cometí un error. Uno grave. Pensé que podría ser capaz de encontrar a mi padre y traerlo de vuelta, pero solo generé más problemas.

—Naomi… —susurró, mientras levantaba su brazo hacia el techo.

—Lamento todo lo que sucedió… Prometo hacerme muy fuerte, para salvarte y traerte de vuelta conmigo. Solo pido que, por favor… sigas con vida —dijo en voz baja, mientras cerraba su mano con fuerza.

—Padre… Madre… yo…

El sueño en Kenji era evidente. Un último suspiro bastó para que su cuerpo finalmente cediera al agotamiento. La tensión poco a poco abandonó su rostro, mientras se deslizaba hacia el sueño, con la promesa de volverse más fuerte como último pensamiento antes de quedarse dormido.

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