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Chapter 9 - Capítulo 9: Diez Años de Sangre y Acero

Diez años. Diez largos, brutales años habían pasado desde aquel primer enfrentamiento, desde el día en que la Forma Mística de Gohan se manifestó por primera vez. Diez años de un infierno constante, una guerra de desgaste contra una fuerza imparable. La esperanza que había florecido en mi corazón ese día, no se había extinguido, pero estaba desgastada, curtida por la implacable realidad de la supervivencia.

Las ciudades no eran simplemente "dañadas" ahora; eran cráteres humeantes, monumentos a la futilidad. Ciudades enteras, antaño bulliciosas, eran ahora extensiones de polvo y acero retorcido. La humanidad, lo que quedaba de ella, vivía en los márgenes, en refugios subterráneos, en cuevas, aferrándose a la vida con una terquedad admirable. Bulma, con su ingenio inagotable, había sido clave en la creación de estas redes de refugios y en el mantenimiento de un mínimo de comunicación.

Trunks, mi pequeño hermano, ya no era un niño. Tenía dieciséis años, y cada cicatriz en su cuerpo contaba una historia de supervivencia. Era un guerrero formidable por derecho propio, un maestro del "golpear y correr" que había ideado. Su cabello lila, antes brillante, ahora estaba más apagado, sus ojos azules reflejaban la dureza de un mundo roto. Había alcanzado el Super Saiyajin, un logro que en otras circunstancias habría sido motivo de celebración, pero aquí era solo otra herramienta en nuestra desesperada lucha. Había dominado su Aura Mística, usándola para volverse casi invisible para los Androides, para manipular pequeños objetos y para realizar ataques sorpresa que los enfurecían.

Y yo... yo era la sombra de lo que una vez fui, y la promesa de lo que quería ser. Los Androjos no habían sido derrotados. No. Ni siquiera habían sido realmente "dañados" de forma permanente. Cada uno de nuestros enfrentamientos terminaba con ellos retirándose por la frustración, no por la incapacidad de seguir. Mis ataques de Aura Mística podían confundirlos, interferir con sus sistemas, incluso hacer que se tambalearan. Podía repeler sus ataques más devastadores con mi forma defensiva. Había aprendido a anticipar sus movimientos con una precisión escalofriante. Podía incluso, en ocasiones, hacer que sus propios ataques se volvieran contra ellos por un breve instante.

Pero al final del día, ellos tenían energía infinita. Yo, no. Cada vez que me transformaba en Forma Mística, drenaba mi energía a un ritmo alarmante. Podía mantenerla por períodos más largos ahora, pero no indefinidamente. Y el Super Saiyajin, aunque poderoso, era ineficaz contra su resistencia ilimitada. Ellos se reían de mis ataques de ki, mientras que mis golpes Místicos los sorprendían, pero no los destruían. Era como un boxeador sin guantes luchando contra dos tanques.

"Otro sector perdido, Gohan", dijo Bulma una tarde, su voz baja y cansada. Había una nueva arruga en su frente por cada ciudad destruida. "Los detectamos dirigiéndose al Sector Gamma. Podrían llegar en cuestión de horas."

Mi puño se apretó. El Sector Gamma era donde habíamos establecido uno de los refugios subterráneos más grandes, lleno de supervivientes, incluyendo a muchos niños.

"Tendremos que interceptarlos", dije, mi voz ronca. Mi cuerpo entero dolía. Las cicatrices de diez años de batallas cubrían mi piel, recuerdos de roces cercanos, de explosiones que casi me reclamaron. Incluso la regeneración Saiyajin y mi Aura Mística tenían sus límites.

Trunks, a mi lado, asintió con seriedad. "Los entretendremos. Haremos que pierdan el tiempo. Pero, Gohan... ¿cuánto más podemos seguir así?" Su voz contenía una nota de desesperación que rara vez permitía salir.

Lo miré. Había visto la frustración en sus ojos, el peso del mundo en sus hombros. Había visto cómo se esforzaba, cómo se agotaba. Y mi corazón se encogía. Había prometido cambiar el futuro, y sin embargo, el apocalipsis continuaba. Las ciudades caían una tras otra. Los supervivientes se escondían. Y ellos, los Androides, seguían invictos, disfrutando de su cruel juego.

"Hasta que caigamos, Trunks", respondí, mi voz firme, sin permitir que la desesperación de Trunks me contagiara. "Hasta que encuentre la manera de acabar con ellos para siempre. Hay algo más. Lo sé. Algo que me falta. Una pieza del rompecabezas."

Las imágenes de mi vida anterior pasaban por mi mente: Goku, Vegeta, Piccolo. Sus batallas, sus entrenamientos, sus límites. ¿Qué me faltaba? ¿Qué pieza de conocimiento de mi "otra" vida podría ser la clave?

Me levanté. El camino era largo, la derrota no una opción. Mientras me dirigía a la salida, listo para otra batalla de desgaste, no de victoria, miré hacia el mapa holográfico. Las luces de los asentamientos humanos eran escasas, pequeñas chispas en un mar de oscuridad. Pero eran chispas. Y mientras hubiera una chispa, habría esperanza. Y yo, Son Gohan, el reencarnado, el místico, el Saiyajin, no iba a dejar que se extinguiera.

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