El enfrentamiento se convirtió en un torbellino de golpes, explosiones y maniobras impredecibles. 17 y 18, furiosos por la humillación, atacaban con una ferocidad inaudita, liberando ráfagas de ki sin descanso. Pero yo estaba un paso adelante, no solo en velocidad, sino en percepción. Mi Forma Mística del Super Saiyajin me permitía sentir la más mínima fluctuación en su ki, anticipar sus movimientos antes de que los ejecutaran.
Esquivaba sus puñetazos con movimientos fluidos, casi danzarines, cada evadida una declaración de mi superioridad. Cada vez que sus ataques pasaban de largo, un destello plateado de Aura Mística se extendía, interfiriendo con sus sensores, causándoles momentáneas disfunciones. Podía ver la frustración en sus ojos, el creciente resentimiento de ser incapaces de golpearme limpiamente.
Trunks, el Guerrero Fantasma, era una distracción maestra. Se movía tan rápido que parecía teletransportarse, disparando ráfagas de ki a sus espaldas, luego desapareciendo antes de que pudieran responder. Sus ataques eran irritantes, pero efectivos para dividir su atención y exasperarlos.
"¡Quédate quieto, mocoso!", gritó 17, lanzando una furiosa ráfaga de ki hacia Trunks que el chico esquivó por poco.
Fue en ese instante de distracción cuando lo vi. Una abertura. Una fracción de segundo en la que 17 bajó la guardia, su atención fija en Trunks. Había estado buscando ese "golpe definitivo", esa técnica final que pusiera fin a todo. Y ahora, la vi.
Canalicé mi Forma Mística del Super Saiyajin a un punto crítico, sintiendo ambas energías, el ki y el aura mística, fusionarse en una sola, pulsando con una intensidad abrumadora en la palma de mi mano. No era un simple Kamehameha. Esto era diferente. Era una técnica que había conceptualizado durante mis años en la Sala del Espíritu y el Tiempo, una combinación de fuerza destructiva y manipulación etérea.
"¡Onda Mística Ascendente!", grité, liberando la energía.
De mi mano surgió no una esfera de energía, sino una columna de luz dorada y plateada, densa y resplandeciente, que se disparó hacia 17. No era solo poder; la Aura Mística en su interior deformaba el espacio y el tiempo a su alrededor, haciéndola imposible de esquivar, o incluso de percibir completamente por sus sensores. Era un ataque que desafiaba su propia composición artificial.
17 sintió el impacto antes de verlo. La expresión de confusión en su rostro se transformó en una de puro horror mientras la columna de energía lo envolvía. No fue una explosión instantánea; fue una desintegración controlada. Su forma comenzó a distorsionarse, sus circuitos a sobrecargarse, sus partículas a separarse a un nivel subatómico. Su grito fue cortado abruptamente.
18 miró con incredulidad y terror cómo su hermano simplemente... se desvanecía en la luz, sin dejar rastro. Sus ojos, normalmente fríos, se abrieron de par en par.
"¡17!", gritó, con una emoción cruda que nunca antes había mostrado. La rabia pura la invadió, y se lanzó hacia mí con una furia ciega, sus puños desatando un aluvión de golpes. "¡Tú, bastardo! ¡Te voy a destrozar por eso!"
Respondí a sus ataques, cada impacto chocando con la defensa de mi Aura Mística. Sentía la fuerza de sus golpes, pero ya no con el mismo efecto. La rabia la hacía descuidada, predecible. Y yo tenía un plan.
Mientras Trunks seguía distrayéndola con ataques relámpago, preparé el mismo ataque. Mi energía estaba drenándose, pero sabía que solo necesitaba un golpe más.
"Este es el final para ti también, 18", dije, y la Onda Mística Ascendente comenzó a formarse en mi mano.
El terror se apoderó de su rostro al reconocer la misma energía que había desintegrado a su hermano. Intentó evadir, intentó disparar, pero era demasiado tarde. La columna de luz la envolvió, y un grito desgarrador resonó por el Sector Beta antes de que ella también se desvaneciera en la nada.
El silencio que siguió fue atronador. El humo se dispersaba lentamente, revelando la devastación, pero también un cielo que, por primera vez en diez años, comenzaba a clarear, con un tenue azul asomando entre las nubes rojizas.
Mi Forma Mística del Super Saiyajin se disipó, y caí de rodillas, el agotamiento era abrumador. Mi cuerpo temblaba, cada músculo adolorido, cada gota de energía drenada. Pero la sensación de la victoria, de la liberación, era infinitamente más poderosa que el dolor.
Trunks aterrizó a mi lado, sus propios ojos llenos de lágrimas y una emoción desbordante. "Gohan... lo hiciste. ¡Lo hiciste! ¡Están... se fueron!"
Me desplomé, y Trunks me atrapó antes de que mi cabeza golpeara el suelo. Lo miré, y la sonrisa que se formó en mi rostro, aunque débil, era la más sincera que había tenido en mucho tiempo.
"Se acabó, Trunks", susurré. "Hemos cambiado el futuro."
La era de la destrucción había terminado. La reconstrucción de un mundo y la esperanza de una nueva era apenas comenzaban.