Capitulo 71 – Mia Potter (Parte 2) - R18
Fue otro día. Otro impulso.
Yo no lo mencioné. Solo lo pensé. En silencio. Mientras me secaba el cabello frente al espejo y veía mi reflejo con ojos nuevos. Algo en mí quería cambiar. No por rebeldía. Por afirmación.
Y Cody... lo notó.
Estábamos en la cafetería, compartiendo un pan de plátano y hablando de lo que haríamos en vacaciones, cuando lo dije sin pensarlo.
"Quiero hacerme un tatuaje," dije yo.
Cody levantó la vista. No se sorprendió. Solo sonrió.
"¿Ya sabes qué y dónde?" dijo Cody.
"No. Solo sé que quiero algo que sea mío. Que no se vea. Pero que esté," dije yo.
"Conozco un lugar. Discreto. Limpio. No es caro. Te puedo llevar si quieres," dijo Cody.
"¿Tú te has tatuado?" pregunté.
"No. Pero he ido con alguien," dijo Cody.
No pregunté con quién. No quise saber. Solo asentí.
"Vamos mañana," dije yo.
La tienda estaba en una calle tranquila, con un letrero que decía "Ink & Soul" en letras negras sobre fondo blanco. El interior olía a alcohol, tinta y música suave. Las paredes estaban cubiertas de diseños: lunas, flores, frases, constelaciones.
Al entrar, una chica pelirroja levantó la vista desde el sofá. Tenía una chaqueta de mezclilla con parches, botas negras, y una mirada que parecía saber cosas que nadie decía.
"Cody," dijo Grace, sonriendo.
"Hola, Grace," dijo Cody.
"¿Traes nueva clienta?" dijo Grace, mirándome.
"Sí. Mia," dijo Cody.
"Encantada," dijo Grace, sin dejar de mirar a Cody.
Yo... sentí algo. No celos. Pero sí una punzada. Como si hubiera entrado en una historia que ya estaba escrita.
El tatuador nos recibió con amabilidad. Me mostró diseños. Cody me ayudó a elegir. Una mariposa. Pequeña. Delicada. Con alas abiertas y trazos suaves.
"¿Dónde quieres que vaya?" dijo el tatuador.
"En la nalga. Izquierda," dije yo, sin mirar a Cody.
"¿Privado?" dijo el tatuador.
"Sí," dije yo.
Cody se quedó afuera. En la sala de espera. Yo entré a la cabina. Me recosté sobre una camilla cubierta con papel blanco. El tatuador fue profesional. Preciso. Silencioso.
Mientras la aguja dibujaba la mariposa, yo pensaba en Cody. En su voz. En su mirada. En cómo me había ayudado a elegir algo que nadie más vería.
Y entonces escuché risas.
Suaves. Femeninas.
Me giré un poco. Desde la cortina entreabierta, vi a Cody hablando con una chica gótica. Piel clara. Cabello negro. Labios oscuros. Curvas marcadas. Ella se reía. Él sonreía.
Yo... sentí algo agrio.
No por él.
Por mí.
Porque yo estaba en una camilla, con una mariposa escondida, mientras él hablaba con alguien que no necesitaba esconder nada.
El tatuador terminó. Me limpió la zona. Me dio instrucciones. Me cubrió con una venda.
"¿Todo bien?" dijo el tatuador.
"Sí," dije yo.
Salí. Cody se levantó al verme. La chica gótica se despidió con una sonrisa que no me gustó.
"¿Cómo te fue?" dijo Cody.
"Bien. Gracias por acompañarme," dije yo.
"¿Quieres caminar un poco?" dijo Cody.
"Sí," dije yo.
Y mientras caminábamos por la acera, con el sol bajando y el aire oliendo a tinta y silencio, yo pensaba en la mariposa.
En lo que significaba.
En lo que escondía.
En lo que yo aún no sabía cómo mostrar.
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No sé cuándo empezó.
Solo sé que, de pronto, mi casa se volvió más cálida.
Mi madre, Helen, seguía siendo precisa, ordenada, exigente... pero algo en ella se había suavizado. Ya no revisaba el calendario familiar con la misma rigidez. Ya no corregía mi postura en la mesa. Ya no me preguntaba si había repasado mis apuntes tres veces.
Ahora cocinaba con música. A veces tarareaba. A veces dejaba que el arroz se pasara un poco sin hacer drama.
Y mi padre, Harold... parecía más feliz.
Lo veía llegar del trabajo con flores. Con películas. Con ganas de hablar. De reír. De quedarse en la cocina mientras Helen preparaba la cena.
Una noche, los vi en el sofá. Viendo televisión. Juntos. Con las piernas entrelazadas. Con las manos tomadas. Con un beso que no era rutinario. Era real.
Yo... no entendía qué había pasado.
Pero lo sentía.
Y en el fondo, sabía que Cody tenía algo que ver.
No lo decía. No lo preguntaba. Pero lo intuía.
Desde que Cody empezó a venir a casa, desde que habló con mi madre sobre filosofía, desde que se rió con mi padre sobre fútbol... algo se había movido.
Como si su presencia hubiera despertado algo dormido.
Como si su forma de estar hubiera enseñado a mi familia a respirar distinto.
Y yo... lo amaba por eso.
No lo había dicho. No lo había mostrado. Pero lo sentía.
Cada vez que lo veía, cada vez que hablábamos, cada vez que compartíamos silencios, mi cuerpo se llenaba de una energía que no sabía cómo nombrar.
Hasta que un día... no pude contenerlo.
Era viernes. Salíamos de la escuela. El cielo estaba nublado, pero no triste. El aire olía a tierra húmeda y hojas caídas. Caminábamos por la acera, con las mochilas al hombro y los pasos sincronizados.
Cody hablaba de una canción que quería aprender en guitarra. Yo lo escuchaba. Pero no lo escuchaba.
Lo miraba.
Lo sentía.
Y entonces... lo hice.
Me detuve. Lo tomé por la camiseta. Lo miré a los ojos.
Y lo besé.
No con timidez.
Con pasión.
Con todo lo que había guardado.
Con todo lo que había callado.
Con todo lo que era mío.
Cody... me respondió.
Con intensidad.
Con dulzura.
Con una mano en mi cintura.
Y la otra... en mi trasero.
No fue vulgar. Fue real.
Fue el tipo de beso que no se planea.
Que se recuerda.
Que se guarda.
Cuando nos separamos, yo estaba temblando.
No por miedo.
Por emoción.
Por vértigo.
Por amor.
"¿Estás bien?" dijo Cody.
"Estoy viva," dije yo.
Y él... sonrió.
Como si supiera que ese momento era nuestro.
Solo nuestro.
No fue una ocurrencia. Fue una decisión.
Una noche, mientras me cepillaba el cabello frente al espejo, con la mariposa aún curando bajo la piel, supe que quería que Cody volviera a entrar a mi casa. No como antes. No para estudiar. Para hablar. Para compartir algo que había guardado solo para mí.
Le escribí un mensaje corto. Claro. Cálido.
"¿Puedes venir esta noche? Quiero hablar contigo. Por la ventana del porche, como antes."
Cody respondió con un solo emoji: 👍
Y yo... me quedé esperando.
Mi madre se fue a dormir temprano. Mi padre también. La casa se llenó de ese silencio que solo existe cuando todos creen que el día ha terminado.
Yo me senté en el sofá, con una manta sobre las piernas, con el corazón latiendo como si estuviera corriendo sin moverme.
A las 10:43, escuché el crujido del porche.
Me levanté. Abrí la ventana. Lo vi.
Cody.
Con sudadera gris. Jeans oscuros. Mochila ligera. Sonrisa tranquila.
"Hola," dijo Cody, entrando con cuidado.
"Hola," dije yo.
Nos sentamos en el suelo, frente al sofá. Como antes. Como siempre.
Pero esta vez... el aire era distinto.
"¿Todo bien?" dijo Cody.
"Sí. Solo quería hablar contigo," dije yo.
Él me miró. No preguntó más.
Y eso... me dio valor.
Respiré hondo. Me levanté. Caminé hacia la lámpara del rincón. La encendí. La luz era suave, cálida, suficiente.
"Quiero mostrarte algo," dije yo.
Cody se incorporó un poco. Me miró con atención.
"¿Qué cosa?" dijo Cody.
Me giré. Me recogí el cabello. Me quedé de espaldas. Cody se recostaba en mi cama.
Dejando caer mi camisa, solo la escuche caer, nose si fue mi respiración a la de cody la que sono, para luego seguir con mi pantalón. Dejando que Cody mirara mi tatuaje de mariposa.
Hubo un momento de pausa, donde no supe que hacer, Cody aun en mi espalda, pero senti sus manos en mis hombros.
"Sabes que no es necesario, verdad, no merezco esto, no soy tan bueno para ti" Dijo Cody en un tono sueve
Me gire para ver sus ojos, llenos de ternura y pasión
"Tal vez, pero lo quiero..." dije, justo para después tomar su rostro y besarnos.
El beso fue mágico, por no tener palabras para describirlo, sus manos me recorrían primero el cuello, bajando a mis hombros, luego a mi cintura.
Yo sentía su tacto, me calentaba con cada movimiento, su mano bajo a mi trasero, senti su amasar, cuando su otra mano recorrio mi pecho.
Mis manos recorrían el suyo sintiendo sus musculos trabajados, su olor me empezaba embriagar, solo dando espacio para pequeños respiros, sintiendo cada uno nuestro aliento.
Nose de quien nacio, pero nos recostamos en la cama, empecé por quitarle su camisa, para ver mejor su cuerpo trabajado, no mentire es muy caliente, yo era algo torpe, solo conocí lo que pude ver en internet, asi que Cody tomo la batuta.
El beso continuo, mientras el acariciaba mi piel, para luego besar mi cuello, sus labios me hacían temblar.
Bajo a mi pecho, besando, acariciando amasando con suavidad, me senti especial con cada gesto.
El me miro por un segundo al rostro, para luego sentir, como su mano entraba en la única ropa interior que aun me quedaba, sus dedos rosando mis labios, sentían increíbles sus toques.
"Lista para algo mas especial" me dijo Cody.
Separo mis piernas con suavidad y acerco su cabeza a mi entrepierna. Sabia lo que venia, lo había visto en videos. Hizo a un lado mis bragas y comenzó a masajear mis labios con su palma abierta, sus grandes dedos se sentían increíbles presionando contra mi. Simplemente me deje llevar por mis sensaciones y me encantaba.
Después acerco su cabeza, me dio un par de besos en los muslos que me volvían loca. Abrio mis labios buscando mi clítoris y al exponerlo empezó a chuparlo y lamerlo. No creo que Cody fuera virgen, por como sabia hacer todo esto, pero era los mas intenso que había sentido, mejor que cuando me tocaba yo sola.
Tome su cabeza con fuerza, lo empujaba hacia mi. Introdujo uno de sus dedos mientras seguía dándome placer con su lengua, el ritmo era perfecto y no tarde en correrme en su rostro, diría que me avergoncé, pero la sonrisa que me dio Cody me dijo que no tenia porque.
"Me regresas el favor..." dijo Cody al levantarse, exponiendo un gran bulto en su pantalon, que deseaba salir, solo pude asentir, esperando lo que veía.
Con un poco de dificultada desabroche su pantalón, el tiro de su pantalon y boxer dejando su hermoso miembro libre que salió casi disparado. No pude evitar asombrarme, di un pequeño salto de sorpresa, eran como 20 cm. Es tan grande
"Puedo?" dije. Fue lo único que mi mente pudo procesar
"Por supuesto Mia, por favor" dijo Cody
Movi lentamente mi mano hacia su verga y la comencé a a rodear con mis finos dedos, era gruesa, no mentiré agradecí practicar con un pepino a escondidas. Sentía todo el calor en mi palma y la textura me gustaba, sus venas formaban un relieve interesante. Comencé con el movimiento lento de arriba abajo, en unos instantes comenzó a soltar liquido preseminal, que me sirvió como lubricante.
"Te gusta?" No pude evitar preguntar.
"Ah... me encata Mia" dijo Cody, algo que podía sentir por su rigidez en mi palma.
Movi mi mano lentamente con un agarre firme, recorriendo toda su longitud. Aumente mi ritmo progresivamente hasta alcanzar un ritmo considerable, el simplemente cerro los ojos y abrió la boca, soltando gemidos de placer. Fui moviéndome mas y mas rápido hasta alcanzar un ritmo frenético. Hasta que comenzó a correrse en mis manos.
Por curiosidad, probé lo que tenia en mis manos, su sabor diría que particular, como a piña.
Pero algo que note, es que seguía duro, por lo que lei y vi, se supone que debería haberse bajado durante un rato, pero Cody no era asi.
"Pare que aun tienes energia" Dije sonrojada por entender lo que acababa de pasar
"Lo siento, tengo mucha energía" dijo Cody con una sonrisa de satisfacción
Me deslice rápidamente entre sus piernas y tome con ambas manos su verga y lo comencé a masturbar velozmente, era bastante fácil con sus fluidos que hacían de lubricante. La comencé a besar como decía en los videos, rodee su glande con mis labios. Asi que comencé a meterla en mi boca y succionar, mis manos aun lo recorrían y masturbaban.
La saque de mi boca y comencé a lamer por la parte inferior, pasando mi lengua por su glande y el frenillo, parece que le gustaba porque comenzaba a sentir como se mojaba.
De nuevo la coloque en mi boca, dejando que disfrutara para luego sentir como su liquido caliente llenaba mi boca, haciéndome tragar.
Senti como me levantaba para colocarme debajo de el, y comenzar de nuevo a besarnos, cada vez mas intenso, sus manos y las mias recorrían nuestros cuerpos, su voz en mi oído preguntando si estaba lista, entre mis gemidos solo podía decir que si.
Me beso y se movio sobre mi, con su polla entre mis piernas. El tuvo que separarlas. El chupaba mis pezones y lentamente presionaba su polla en mi coño. Yo estaba muy mojada. Yo quería esto. Yo lo deseaba tanto. El empujo mas y mas y vio mi rostro que el placer y el dolor se mezclan en el primer acto de amor. El tomo mi virginidad. El me cogio. Y siguió follando y follando hasta que no dejaba de tener orgasmos sobre su pene. Era todo lo que esperaba y rezaba que fuera. Juro que me hubiera llenado de su leche si no fuera por los condones, que el traía.
"Cody, eres lo mejor que me a pasado, quiero hacerlo mas y mas" dije mientras miraba su rostro.
Y eso hicimos, una y otra vez, esa noche Cody me enseño muchas cosas, no sabia lo mucho que podía sentir y Cody no era nada como decían mis libros.
Esa fue la mejor noche que tuve en mi vida.
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Desperté con el sol en la cara.
La cortina estaba entreabierta. La luz entraba como una caricia lenta, dorada, tibia. El aire olía a sábana limpia, a piel cálida, a silencio compartido.
Cody estaba a mi lado.
Dormía boca arriba, con el brazo izquierdo extendido hacia mí, como si incluso dormido supiera que yo estaba ahí. Su respiración era profunda, tranquila. Su pecho subía y bajaba con ritmo de canción lenta.
Yo no me moví.
No por miedo.
Por reverencia.
Porque ese momento era sagrado.
Mi cuerpo estaba algo entumido. Un poco adolorido. No de forma incómoda, sino como si hubiera cruzado un umbral físico que no conocía. Como si cada músculo recordara que había vivido algo nuevo. Algo íntimo. Algo real.
La mariposa en mi piel seguía ahí, curando. Pero ahora no era solo mía. Era parte de algo más. De alguien más.
La noche anterior había sido nuestra.
No por lo que hicimos.
Por lo que sentimos.
Por lo que dijimos sin palabras.
Por lo que dejamos que ocurriera sin pedir permiso.
Me giré hacia él. Lo observé.
Y por primera vez, me permití pensar en futuro.
No en deberes.
No en expectativas.
En deseo.
En posibilidad.
En nosotros.
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El sol seguía entrando por la ventana, pero ahora era más claro. Más directo. Más despierto.
Yo estaba recostada sobre el pecho de Cody, con la colcha hasta la cintura y el cuerpo aún algo entumido. No por incomodidad. Por intensidad. Por haber cruzado un umbral que no sabía que podía cruzar.
Él acariciaba mi espalda con movimientos lentos, distraídos. Como si su mano pensara por sí sola.
Y entonces lo dije.
"¿Qué somos?" dije yo.
Cody se quedó en silencio. Su mano se detuvo. Su respiración cambió.
"No sé," dijo Cody, con honestidad.
"Está bien. No esperaba una respuesta clara," dije yo.
Me incorporé un poco. Lo miré a los ojos. Él me sostuvo la mirada.
"No soy ciega, Cody. He visto cómo te llevas con Eve. Con Roxy. Con otras chicas. No me molesta. Solo... lo sé," dije yo.
Él bajó la mirada. No por vergüenza. Por respeto.
"Yo quisiera ser tu novia. De verdad. Pero no puedo. Mi madre no lo permitiría. No ahora. No así," dije yo.
Cody asintió. No dijo nada.
Me acerqué. Lo besé. Suave. Lento. Con todo lo que aún no podía decir.
"Te quiero," dije yo, al separarme.
Él me miró. Con esa expresión que solo él tenía. Como si no supiera si estaba soñando o despertando.
"Y aunque encuentres una novia. Sea Roxy. Eve. O cualquier otra. Yo voy a luchar por ti. En su momento. Cuando pueda. Cuando sea libre," dije yo.
Cody se rió. No por burla. Por incredulidad.
"No sé si soy el tipo más suertudo del mundo o el de la peor suerte por las cosas en las que me meto," dijo Cody.
"Ambas," dije yo, sonriendo.
Él me acarició la mejilla. Me miró como si quisiera memorizarme.
"Gracias por esto. Por todo. Fuiste un sueño que tuve toda mi vida. Y se hizo realidad. Aunque no siento que te merezca... siempre voy a estar para ti," dijo Cody.
Yo... no pude hablar.
Solo lo abracé.
Y entonces, algo me pinchó el estómago.
"¡Ay!" dije yo, riéndome.
"¿Qué pasó?" dijo Cody.
"Algo me está pinchando. Espera..." dije yo, metiendo la mano debajo de la colcha.
..... seguía con energía después de todo lo de anoche, enserio.... Cody no es humano...
"Quisiera hacer más. Pero ya no puedo. Mi cuerpo está rendido," dije yo.
Cody se rió.
"Está bien. Es mejor que me vaya antes de que tu papá se despierte y me meta tres tiros," dijo Cody.
"Sí. Y mi mamá lo ayudaría a cargar el rifle," dije yo.
Cody se levantó. Se vistió en silencio. Se acercó a la ventana.
"¿Me vas a despedir?" dijo Cody.
Yo me senté en la cama. Le lancé un beso con la mano.
"Siempre," dije yo.
Y él... se fue.
Por la ventana.
Como antes.
Pero esta vez era diferente, el se llevo algo de mi que lo acompañara por siempre y el dejo algo en mi para toda la vida, no importa donde, el es mi Cody y yo su Mia.
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