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Chapter 61 - Capítulo 58 – Quinto Desafío (Parte 5)

Capítulo 58 – Quinto Desafío (Parte 5)

El oso rugía, furioso, con un ojo sangrando y el cuerpo girando en busca de su agresor. Cody se mantenía firme frente a él, respirando con control, el cuchillo aún en mano, su cuerpo tenso pero decidido.

El grupo gritaba desde los árboles. Gwen pedía que subiera. Lindsay lloraba. Heather maldecía. Noah observaba, sin moverse, como si el tiempo se hubiera congelado.

Cody no retrocedió. En cambio, dio un paso hacia el oso.

"Sígueme, marroncito", dijo Cody, con una sonrisa desafiante.

Y luego corrió.

No hacia el grupo. No hacia las tiendas. Sino hacia el bosque, alejándose del campamento, provocando al oso para que lo siguiera.

El animal rugió de nuevo, esta vez con furia renovada, y lo persiguió.

Las ramas crujían bajo sus patas. El suelo temblaba. Cody corría con precisión, esquivando troncos, saltando raíces, guiando al oso lejos de los demás.

Desde lo alto, el grupo observaba la escena como si fuera una película sin guion. Nadie hablaba. Nadie respiraba. Solo miraban.

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Gwen se aferraba a la rama con fuerza, el corazón golpeando en su pecho como un tambor descontrolado. Desde su posición, podía ver a Cody desaparecer entre los árboles, con el oso detrás de él.

Pensaba Gwen: *Está loco. Está completamente loco. Pero lo hizo por nosotras.*

Lindsay temblaba, abrazada a Beth, con los ojos llenos de lágrimas. "¿Va a estar bien? ¿Va a volver?", preguntaba, sin esperar respuesta.

Heather, con la ropa rasgada y el orgullo aún más, observaba en silencio. Su rostro no mostraba miedo. Solo incredulidad. *Ese idiota se lanzó contra un oso. Y ahora lo está guiando como si fuera un perro gigante. ¿Quién hace eso?*

Katie, desde otra rama, miró a Noah, que seguía en shock. "¿Crees que lo logre?", preguntó Katie.

Noah no respondió. Solo bajó la mirada, como si calculara algo imposible.

Izzy, colgada boca abajo, murmuraba: "Esto es arte. Esto es caos. Esto es Cody".

Owen, aún atrapado entre dos ramas, gritaba: "¡Cody, vuelve! ¡Te debo una cena! ¡Y una canción!"

El bosque se tragó los sonidos. El rugido del oso se alejaba. Y el grupo quedó suspendido en la cima, entre miedo, admiración y silencio.

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Confesionarios:

Gwen (seria, con hojas en el cabello):

"Cody se lanzó contra un oso. No por gloria. No por puntos. Por nosotras. Y eso... eso no se olvida."

Lindsay (emocionada y llorosa):

"¡Fue como una película! ¡Pero sin efectos especiales! ¡Y con más miedo! ¡Y Cody fue el héroe! ¡Y yo quiero que vuelva!"

Heather (cruzada de brazos, molesta):

"¿Quién se lanza contra un oso? ¿Quién dice 'sígueme marroncito' como si fuera un chiste? Cody. Ese lunático. Y ahora... tengo que admitir que fue valiente. Odio eso."

Katie (con voz suave):

"Pensé que iba a morir. Pensé que todas íbamos a morir. Pero Cody... hizo algo que nadie más habría hecho. Y eso me cambió."

Izzy (con la máscara de oso en la cabeza):

"¡Fue hermoso! ¡Fue salvaje! ¡Fue Cody! ¡Y si no vuelve, lo buscaré! ¡Con otra máscara! ¡Y con galletas!"

Owen (emocionado):

"¡Cody es mi nuevo héroe! ¡Y si sobrevive, le voy a escribir una canción! ¡Y si no... le voy a escribir dos!"

Noah (mirando a la cámara, serio):

"Cuando me dijo 'cuídalas', entendí que no era solo una frase. Era una orden. Una promesa. Y ahora... tengo que cumplirla."

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El rugido del oso sacudió el campamento como una explosión. Las ramas aún se mecían por la caída de Heather, Gwen y Lindsay, y el grupo gritaba desde lo alto de los árboles. Cody, sin pensarlo, se había lanzado desde la copa, cayendo como un proyectil sobre el animal y clavándole su cuchillo en el ojo izquierdo. El caos fue inmediato: tierra volando, gritos, el fuego temblando. El oso se revolvía con furia, y Cody rodaba por el suelo, con sangre en la cara y barro en los brazos.

Pero Cody no se detuvo. No podía. No con todos tan cerca. No con las cámaras grabando cada segundo. Esto no era un espectáculo. Esto era algo que debía resolverse en otro lugar.

El oso rugió de nuevo, girando su cuerpo con violencia, lanzando zarpazos al aire. Cody se levantó, jadeando, y miró hacia el bosque. Sabía que había una zona más allá del perímetro del campamento, un claro oculto entre rocas y vegetación, donde las cámaras no llegaban y los campistas no se atrevían a entrar. Lo había explorado en secreto, entrenado ahí, escondido su cuchillo ahí. Era su refugio. Su terreno.

Y ahora, sería su campo de batalla.

Con un grito, Cody se giró y corrió hacia el bosque.

"¡Sígueme, marroncito!", gritó, con una mezcla de rabia y estrategia.

El oso lo siguió.

Las ramas se cerraban sobre ellos. El fuego del campamento quedó atrás. Los gritos se apagaron. Cody corría entre árboles, saltando raíces, esquivando troncos, guiando al oso hacia el claro. Cada paso era una promesa. Cada zancada, una decisión.

El animal lo perseguía con furia ciega, rompiendo ramas, dejando huellas profundas en la tierra. Cody sintió el temblor en cada paso, el calor de la sangre en su rostro, el ardor en su costado donde una garra lo había alcanzado. Pero no se detuvo.

Finalmente, llegó al claro.

Un espacio abierto, rodeado de piedras altas y árboles densos. El cielo apenas se veía. El suelo estaba cubierto de hojas húmedas y raíces expuestas. No había cámaras. No había gritos. Solo él... y el oso.

Cody se detuvo. Se giró. Respir hondo.

El oso emergió entre los árboles, con el cuchillo aún clavado en el ojo, la respiración agitada, la furia intacta.

Cody soltó el cuchillo. Lo dejó caer al suelo.

Y le quité los puños.

"Ahora sí. Tú y yo."

El oso rugió.

Y cargó.

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[Ahora si música para el show, aqui lo imagino con Skillet - Monster]

La luna iluminaba el claro con un brillo frío, proyectando sombras largas entre los troncos caídos y la hierba alta. Cody estaba en el centro, respirando con fuerza, cada músculo tenso y con los puños listos. Frente a él, el oso espeluznante avanzaba con pasos que hacían temblar el suelo. Su ojo herido sangraba, un recordatorio punzante del cuchillo que Cody le había clavado, y el animal parecía más enfurecido que nunca.

"Bueno... si pensabas que te iba a dar un pase gratis, amigo, tengo malas noticias para ti", murmuró Cody con sarcasmo, mientras sus ojos estudiaban cada movimiento del oso.

De repente, el oso embistió, lanzando un zarpazo lateral que levantó polvo y hojas. Cody rodó hacia un lado, sintiendo cómo el aire levantado por la garra le golpeaba la cara. Se incorporó rápido y lanzó un **puñetazo al hocico del animal**. El impacto apenas hizo retroceder al oso, pero Cody levantó una ceja:

"Uy... casi me das un masaje facial de lujo, ¿gracias?"

El oso gruñó y, con una rapidez exagerada para su tamaño, cargó de nuevo. Cody saltó lateralmente y, aprovechando la cercanía, **clavó el cuchillo en el hombro del oso**. Un rugido sacudió la noche, y el animal retrocedió un paso, calculando su siguiente ataque. Con un zarpazo lateral, lanzó a Cody **por los aires varios metros**, quien aterrizó rodando sobre troncos partidos.

"Perfecto... vuelo gratis, ¿y de primera clase? No, espera... clase oso asesino", murmuró Cody mientras se incorporaba.

El oso avanzó de nuevo, y Cody levantó el cuchillo, decidido. Esta vez no iba a esquivar solo; Iba a contraatacar. Lanzó un **golpe directo a la mandíbula**, seguido de uno al estómago, usando su velocidad para mantenerse fuera del alcance de la fuerza bruta del animal.

"Ok, esto se pone divertido... o al menos mortal", dijo mientras esquivaba un salto lateral del oso que casi lo aplasta. "¿Sabes? Me recuerda a esas peleas en los videojuegos donde siempre crees que puedes... hasta que te tiran por el aire."

Aprovechando que el oso avanzaba de frente, Cody se lanzó al costado y **clavó el cuchillo en la pata delantera**. El oso gritó y giró sobre sí mismo como un coloso caricaturesco, enviándolo otra vez volando varios metros. Cayó rodando, respirando con dificultad, pero no perdió la oportunidad de bromear:

"Y aquí... es donde todos decimos 'wow, qué oso tan dramático', pero yo prefiero llamarlo Mr. Mal Humor."

La pelea se volvió un intercambio frenético: Cody atacaba, esquivaba, golpeaba y usaba el cuchillo cuando podía; el oso contraatacaba con embestidas, zarpazos y saltos imposibles. Cada impacto levantaba polvo, hojas y troncos. Cody jadeaba, pero cada comentario sarcástico le daba un momento para respirar y enfocar la siguiente estrategia:

"¿Sabes qué es lo mejor? Que no puedo quejarme... esto va a quedar como la mejor historia para contar... si sobrevivo, claro."

Cody logró asestar un **golpe al hocico** mientras el oso se lanzaba hacia él. Retrocedió y, con un movimiento rápido, **clavó el cuchillo en el hombro izquierdo del animal**, provocando un rugido ensordecedor. Pero el oso, inteligente y brutal, lo lanzó otra vez por el aire. Cody aterrizó rodando, respirando con dificultad, y no pudo evitar comentar:

"Esto me recuerda a un entrenamiento de parkour... solo que con más pelo y menos reglas de seguridad".

El claro estaba destruido: troncos partidos, tierra removida, polvo y hojas flotando en el aire. La luna iluminaba la escena, destacando la figura azul de Cody frente al oso gigante y sangrante, ambos exhaustos pero listos para continuar.

"Bien... si alguien me pregunta cómo sobrevivir a un oso gigante, puedo decir: 'con sarcasmo, reflejos y un cuchillo afilado'. Sí... esa es mi receta", murmuró Cody, respirando con fuerza y ​​preparando su próximo movimiento.

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Cody respiraba con fuerza, su camiseta azul pegada al cuerpo por el sudor, la tierra y la sangre. Frente a él, el oso espantoso lo miraba con un ojo sangrante, y cada zancada hacía temblar el claro. La criatura no solo era fuerte; era **exageradamente fuerte**, casi imposible de medir, y cada embestida parecía desafiar la física.

"Ok... ¿es esto un oso... o la versión beta de King Kong con mal genio?", murmuró Cody mientras ajustaba el agarre del cuchillo.

El oso cargó con un rugido que sacudió las hojas a su alrededor. Cody esquivó hacia un costado, rodando por el suelo y levantándose de inmediato. Con un impulso rápido, **clavó el cuchillo en la pata trasera del animal**. La bestia se enfrió y retrocedió un paso, pero no tardó en saltar hacia él, lanzándolo de nuevos varios metros al aire. Cody aterrizó sobre troncos caídos, rodando y maldiciendo entre dientes:

"Y pensar que algunos se quejan de las citas... esto es peor que Tinder en hora punta."

Se incorporó y corrió hacia el costado del oso, lanzando **una serie de golpes al hocico y mandíbula**. El oso retrocedió un instante, gruñendo, y contraatacó con un **zarpazo lateral brutal**, que Cody esquivó rodando hacia atrás. Luego se lanzó de nuevo, clavando el cuchillo en el hombro izquierdo del animal.

"¿Sabes? Podrías ser menos dramático y aún así seguir siendo peligroso. Solo digo."

El oso giró sobre sí mismo y lo lanzó otra vez al aire. Cody se aterrorizó sobre un tronco, que crujió bajo su peso. Rápidamente saltó y, usando el impulso, **asestó un golpe directo al hocico**, seguido de una patada al costado. La bestia rugió, recuperándose, y lanzó otra embestida que Cody tuvo que esquivar con un salto lateral.

"Esto ya parece una coreografía de baile... un baile mortal con un oso gigante como pareja. ¡Genial!"

Cody aprovechó un momento en que el oso estaba desequilibrado y **clavó el cuchillo en el costado**, justo donde la carne estaba expuesta por la herida anterior. El oso rugió y retrocedió, sacudiéndose, pero enseguida lanzó un salto brutal, enviando a Cody otra vez volando por los aires.

"Ok... ¿alguien quiere decirme si este entrenamiento incluye seguro de vida?", murmuró mientras rodaba por el suelo y se incorporaba.

El intercambio continuó con **golpes ida y vuelta**, esquivas y embestidas que levantaban polvo, troncos y hojas. Cody comenzó a usar el terreno a su favor: saltando sobre troncos caídos, rodando entre rocas, lanzando golpes al hocico, hombros y costado del oso, mientras cada impacto provocaba rugidos ensordecedores.

"Maldito oso... no sé si esto es pelea o episodio especial de Deadpool con versión gigante de peluche asesino", dijo Cody, jadeando mientras esquivaba otra embestida.

El oso parecía anticipar cada movimiento, pero Cody lograba **herirlo con el cuchillo estratégicamente**, empujándolo a retroceder, perdiendo fuerza momentáneamente. Se incorporó rápidamente, jadeando y lanzando un **puñetazo al hocico**, seguido de otro golpe al estómago, mientras el oso se tambaleaba pero no caía.

"Ok... esto es definitivamente peor que cualquier spoiler de película que he recibido", murmuró Cody, mientras saltaba hacia atrás para esquivar un zarpazo que levantó tierra y troncos.

El claro estaba destruido: polvo flotando, troncos partidos, hojas esparcidas. Cody respiraba con dificultad, jadeando, pero su mirada estaba fija en el oso, listo para **continuar el ataque y sobrevivir a esta locura exagerada**.

Cody estaba agotado. Su camiseta azul estaba rasgada y empapada de sudor y sangre; su rostro y brazos mostraban cortes y hematomas de los impactos anteriores. El cuchillo que había usado para herir al oso ya no estaba en sus manos: había caído en un crujido de troncos después de un salto que lo había lanzado al aire. Ahora solo le quedaban sus puños, su fuerza y ​​su instinto.

El oso lo miraba con ojos encendidos, llenos de rabia y cálculo. Cada zarpazo levantaba polvo, hojas y troncos rotos, y cada embestida hacía temblar la tierra bajo Cody. Sus respiraciones pesadas llenaban la noche; cada músculo le dolía, pero no podía retroceder.

"Maldita sea... esto no va a ser como antes... esto va a doler", pensó Cody mientras esquivaba un zarpazo que rozó su brazo izquierdo, dejando un corte profundo que ardía. La sangre se escurría entre sus dedos mientras se incorporaba.

El oso cargó de nuevo, embistiéndolo con toda su fuerza. Cody rodó hacia un lado, pero el impacto lo hizo caer sobre la hierba, raspándose la espalda y sintiendo cómo la fuerza de la bestia lo empujaba al límite. Se levantó rápidamente, jadeando y con los ojos fijos en el animal.

Esta vez decidió **atacar directamente**, aunque cada golpe lo obligaba a medir la fuerza: no podía permitirse errar. Lanzó un puñetazo al hocico del oso, sintiendo cómo los nudillos vibraban por el impacto. El oso retrocedió un paso, pero enseguida contraatacó con un zarpazo que le abrió un corte en el costado. Cody gimió, pero se mantuvo firme, levantando los puños de nuevo.

El intercambio fue brutal. Cody golpeaba el hocico, el cuello y los hombros del oso, usando todo el cuerpo, esquivando zarpazos, saltando y rodando. Cada impacto dejaba marcas: moretones, cortes, sangre mezclada con sudor. El oso no cedía; cada embestida era más fuerte, más rápida, más peligrosa.

Un momento de descuido del oso permitió que Cody lo golpeara directamente en el estómago, sintiendo cómo la fuerza del impacto hacía tambalear al animal. Pero el oso reaccionó rápido: lo tomó de un brazo y lo lanzó contra un tronco, rompiéndolo bajo el impacto. Cody cayó rodando, sangrando en la frente y brazos, y se incorporó lentamente.

"Esto... esto es demasiado... más de lo que cualquier humano debería soportar", pensó mientras se limpiaba la sangre del rostro.

Cody volvió a avanzar, atacando con puños y rodillazos al costado del oso, apuntando a zonas vulnerables, tratando de cansarlo. Cada golpe que recibía lo dejaba más marcado: hematomas que se extendían, cortes profundas que escurrían sangre y dolor constante en cada músculo. El oso, implacable, seguía atacando, cada zarpazo y embestida más letal que la anterior.

El claro era un campo de batalla sangriento: troncos partidos, tierra removida, hojas y polvo flotando en la luz de la luna. Cody respiraba con dificultad, cada inhalación quemando sus pulmones. Sus ojos estaban llenos de concentración, su cuerpo dolorido pero decidido. No había espacio para bromas; cada movimiento podía ser mortal.

Cody lanzó un último combo de puñetazos al hocico y costado del oso, esquivando un zarpazo final con un salto lateral que le arrancó un corte en la pierna. Se levantó jadeando, con los puños ensangrentados, respirando con fuerza. El oso lo miraba, herido, con el rugido más bajo y cargado de furia que había emitido hasta ahora.

Ambos estaban exhaustos, heridos y conscientes de que **cada golpe podía ser el último**. Cody sabía que no podía retroceder, que no podía fallar: era **puños contra fuerza bruta**, resistencia contra poder, humano contra monstruo. Y, por primera vez, la pelea se sintió verdaderamente mortal.

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Cody estaba agotado. Su camiseta azul estaba rasgada y empapada de sudor y sangre; su rostro y brazos mostraban cortes y hematomas de los impactos anteriores. El cuchillo que había usado para herir al oso ya no estaba en sus manos: había caído en un crujido de troncos después de un salto que lo había lanzado al aire. Ahora solo le quedaban sus puños, su fuerza y ​​su instinto.

El oso lo miraba con ojos encendidos, llenos de rabia y cálculo. Cada zarpazo levantaba polvo, hojas y troncos rotos, y cada embestida hacía temblar la tierra bajo Cody. Sus respiraciones pesadas llenaban la noche; cada músculo le dolía, pero no podía retroceder.

"Maldita sea... esto no va a ser como antes... esto va a doler", pensó Cody mientras esquivaba un zarpazo que rozó su brazo izquierdo, dejando un corte profundo que ardía. La sangre se escurría entre sus dedos mientras se incorporaba.

El oso cargó de nuevo, embistiéndolo con toda su fuerza. Cody rodó hacia un lado, pero el impacto lo hizo caer sobre la hierba, raspándose la espalda y sintiendo cómo la fuerza de la bestia lo empujaba al límite. Se levantó rápidamente, jadeando y con los ojos fijos en el animal.

Esta vez decidió **atacar directamente**, aunque cada golpe lo obligaba a medir la fuerza: no podía permitirse errar. Lanzó un puñetazo al hocico del oso, sintiendo cómo los nudillos vibraban por el impacto. El oso retrocedió un paso, pero enseguida contraatacó con un zarpazo que le abrió un corte en el costado. Cody gimió, pero se mantuvo firme, levantando los puños de nuevo.

El intercambio fue brutal. Cody golpeaba el hocico, el cuello y los hombros del oso, usando todo el cuerpo, esquivando zarpazos, saltando y rodando. Cada impacto dejaba marcas: moretones, cortes, sangre mezclada con sudor. El oso no cedía; cada embestida era más fuerte, más rápida, más peligrosa.

Un momento de descuido del oso permitió que Cody lo golpeara directamente en el estómago, sintiendo cómo la fuerza del impacto hacía tambalear al animal. Pero el oso reaccionó rápido: lo tomó de un brazo y lo lanzó contra un tronco, rompiéndolo bajo el impacto. Cody cayó rodando, sangrando en la frente y brazos, y se incorporó lentamente.

"Esto... esto es demasiado... más de lo que cualquier humano debería soportar", pensó mientras se limpiaba la sangre del rostro.

Cody volvió a avanzar, atacando con puños y rodillazos al costado del oso, apuntando a zonas vulnerables, tratando de cansarlo. Cada golpe que recibía lo dejaba más marcado: hematomas que se extendían, cortes profundas que escurrían sangre y dolor constante en cada músculo. El oso, implacable, seguía atacando, cada zarpazo y embestida más letal que la anterior.

El claro era un campo de batalla sangriento: troncos partidos, tierra removida, hojas y polvo flotando en la luz de la luna. Cody respiraba con dificultad, cada inhalación quemando sus pulmones. Sus ojos estaban llenos de concentración, su cuerpo dolorido pero decidido. No había espacio para bromas; cada movimiento podía ser mortal.

Cody lanzó un último combo de puñetazos al hocico y costado del oso, esquivando un zarpazo final con un salto lateral que le arrancó un corte en la pierna. Se levantó jadeando, con los puños ensangrentados, respirando con fuerza. El oso lo miraba, herido, con el rugido más bajo y cargado de furia que había emitido hasta ahora.

Ambos estaban exhaustos, heridos y conscientes de que **cada golpe podía ser el último**. Cody sabía que no podía retroceder, que no podía fallar: era **puños contra fuerza bruta**, resistencia contra poder, humano contra monstruo. Y, por primera vez, la pelea se sintió verdaderamente mortal.

Cody estaba exhausto. Su cuerpo estaba cubierto de cortes, hematomas y sangre que escurría por sus brazos y rostro, pero sus manos, aunque magulladas y ensangrentadas, estaban intactas. Frente a él, el oso espeluznante se tambaleaba, gigante, herido y sangrando profusamente, pero sus ojos brillaban con furia hasta el último instante.

El aire del claro estaba pesado, cargado de polvo, hojas y tensión. Cada respiración de Cody dolía, cada músculo le gritaba que se detuviera, pero no podía. El oso avanzó con un último impulso desesperado, gruñendo y levantando el suelo con sus enormes patas. Cody retrocedió un paso, esquivando apenas un zarpazo que rozó su hombro. La piel se rasgó, un dolor punzante recorrió su brazo, pero sus puños permanecían firmes.

"Maldita sea... esto termina ahora", murmuró Cody entre dientes, sus ojos fijos en el animal que lo había perseguido y atacado sin piedad.

El oso se embistió de frente. Cody aguantó la mirada, tomó aire y corrió hacia el costado del animal, **golpeando con puños directos al hocico y al hombro**, usando todo su cuerpo y fuerza. El oso rugió y retrocedió un paso, pero recuperó el equilibrio y lanzó un zarpazo lateral, que Cody esquivó rodando hacia atrás. Cada golpe, cada impacto, dejaba al oso más débil, más desequilibrado.

Cody respiraba con dificultad, pero avanzó con determinación. Se lanzó hacia adelante y comenzó un **combo de puñetazos concentrados en la mandíbula, el hocico y el costado**, esquivando los últimos intentos de embestida. Con cada impacto, el oso retrocedía más, cojeando, sangrando por varias heridas profundas. Su rugido se volvió más bajo, más débil, como si la fuerza de Cody finalmente lo estuviera superando.

Finalmente, Cody vio la oportunidad. Con un último esfuerzo, saltó y lanzó un **golpe ascendente al hocico y otro directo al pecho del oso**, usando toda la fuerza que le quedaba. La bestia se tambaleó, cayó de rodillas y luego se desplomó sobre un costado, inmóvil, los ojos cerrados, dejando escapar un último gruñido profundo antes de sucumbir a sus heridas.

Cody cayó de rodillas junto a él, respirando con dificultad, sangrando, magullado y cubierto de tierra y sangre, pero con los puños intactos. Miró al oso inmóvil y, por primera vez desde el inicio de la pelea, permitió que la tensión se relajara un poco.

El claro estaba destruido: troncos rotos, tierra removida, hojas esparcidas. La luna iluminaba la escena, mostrando a Cody herido pero de pie, y al oso gigante que había sido su adversario mortal. La victoria no había sido fácil, ni rápida, ni sin dolor, pero era definitiva.

Cody se apoyó en un tronco caído, respirando con fuerza, con cortes en la frente y brazos adoloridos, y murmuró para sí mismo:

"Terminado... finalmente terminado..."

El silencio de la noche llenó el claro, pesado, casi reverente, mientras Cody se mantenía de pie, herido, pero **vivo y vencedor**.

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