Capitulo 56 – Quinto Desafio (Parte 3)
Los Topos Gritones salieron del bosque como una caravana desordenada, guiados por el mapa que Gwen sostenía con la seriedad de quien carga el destino del grupo en papel reciclado. El claro se abría frente a ellos, y en el centro, una caja metálica esperaba como si fuera un premio... o una trampa.
Cody se adelantó, con Noah siguiéndolo de cerca. Ambos se agacharon frente a la caja, que tenía el logo de Total Drama estampado como una firma burlona.
"Hora de ver qué nos dejó Chris. ¿Una cena gourmet o una piedra con instrucciones?", murmuró Cody, mientras abría la caja con cautela.
Dentro había una mochila grande, dos tiendas de campaña enrolladas, cuerdas, linternas, una brújula, una navaja multiusos y un pequeño kit para hacer fuego. Nada de comida.
"Genial. Sobrevivencia nivel: tutorial", dijo Noah, girando la brújula entre los dedos. "Al menos no moriremos desorientados. Solo hambrientos", añadió con sarcasmo.
Izzy se lanzó sobre la navaja como si fuera un tesoro arqueológico, mientras Owen levantaba una tienda con entusiasmo infantil.
"¡Podemos construir una fortaleza! ¡O una pista de baile! ¡O una trampa para mapaches!", gritó Owen, abrazando la lona como si fuera un peluche.
Heather se acercó con paso firme, cruzando los brazos frente al grupo como si ya estuviera en campaña electoral.
"Bien. Ya que tenemos los recursos, necesitamos liderazgo. Y yo propongo que sea yo. Tengo experiencia, visión, y no me distraigo con ardillas", dijo Heather, mirando de reojo a Izzy.
Gwen, que estaba revisando las linternas, levantó la vista con una ceja arqueada.
"¿Tú? ¿Después de lo de las hormigas? No gracias. Yo voto por Cody. Él sabe lo que hace y no tiene un historial de traición", dijo Gwen, con tono firme.
Heather frunció el ceño.
"¿Desde cuándo Cody es el nuevo héroe?", preguntó con desdén.
"Desde que tú empezaste a perder aliados", respondió Gwen, sin pestañear.
Lindsay observaba la escena como si estuviera viendo una telenovela. Beth se acomodaba la mochila, incómoda con la tensión. Izzy ya estaba probando la navaja en una rama, ajena al drama.
Cody se mantenía en silencio, observando el grupo. Pensaba en cómo evitar que esto se convirtiera en una guerra civil de reality show.
El silencio que siguió al intercambio entre Heather y Gwen era espeso como lodo. Lindsay miraba a ambas como si estuviera viendo el final de una telenovela. Beth se acomodaba la mochila, incómoda con la tensión. Izzy ya estaba probando la navaja en una rama, ajena al drama.
Cody se incorporó lentamente, con la mochila aún en las manos. Observó al grupo, midiendo el ambiente como si fuera una bomba a punto de estallar.
"Ey, ey. No vamos a pelear por esto. Tenemos un desafío que completar, y no hay tiempo para egos", dijo Cody, con tono firme pero conciliador.
Heather lo miró con desconfianza, como si no supiera si estaba siendo desafiada o elogiada.
"¿Y tú qué propones, pacificador?", preguntó Heather, cruzando los brazos.
"Vamos a dividir el trabajo. Heather, tú puedes organizar la base. Gwen, tú coordina el armado de las tiendas. Yo me encargo de conseguir comida", dijo Cody, manteniendo la calma.
Gwen asintió, aunque no bajó la guardia.
"Está bien. Pero si Heather empieza a dar órdenes como si esto fuera su reino, me voy a buscar ardillas con Izzy", dijo Gwen, con tono seco.
"¡Sí! ¡Ardillas revolucionarias!", gritó Izzy, levantando la rama como si fuera una antorcha.
Owen levantó la mano como si estuviera en clase.
"¿Puedo ir contigo a buscar comida? ¡Tengo olfato para bayas! ¡Y para cosas que se mueven!", dijo Owen, con entusiasmo.
"Claro. Tú y Noah vienen conmigo. Las chicas se quedan armando la base. Si encontramos algo comestible, lo traemos. Si no, improvisamos", dijo Cody, mientras ajustaba las correas de su mochila.
Noah suspiró, resignado.
"Genial. Aventura en el bosque con entusiasmo y sarcasmo. Mi especialidad", dijo Noah, mirando a Owen como si ya estuviera preparándose para lo peor.
Heather no dijo nada más, pero aceptó el rol sin discutir. Gwen empezó a desenrollar una tienda con precisión quirúrgica. Lindsay se sentó en el suelo, mirando la lona como si fuera una alfombra mágica.
"¿Esto va sobre el suelo o sobre nosotros?", preguntó Lindsay, confundida.
"Sobre el suelo. Es una base. No es una capa de invisibilidad", dijo Gwen, sin levantar la vista.
Beth empezó a organizar las linternas, mientras Izzy intentaba encender fuego con dos piedras y una canción tribal improvisada.
Cody se giró hacia el grupo antes de entrar al bosque.
"Si no volvemos en una hora, asuman que Owen se hizo amigo de un oso y yo estoy negociando con él", dijo Cody, con una sonrisa.
"Y yo estaré escribiendo mi testamento en hojas de árbol", dijo Noah
El grupo se rió, y por un momento, la tensión se disipó. Cody, Owen y Noah se adentraron en el bosque, dejando atrás el campamento en construcción. Las chicas continuaron trabajando, cada una con su estilo, mientras Heather y Gwen mantenían una tregua silenciosa.
Cody caminaba con paso firme, aunque cada tanto se detenía para recoger bayas con una precisión que hacía pensar que había tomado un curso de botánica en línea.
"Estas sí son comestibles. Las vi en national geographic", dijo, mostrando un puñado de bayas moradas.
"¿Y sobrevivieron alli?", preguntó Noah, sin dejar de escribir en su cuaderno.
"Si. Aunque estuvieron viendo colores que no existen durante tres horas."
Owen, por su parte, ya había llenado media mochila con frutas, piedras brillantes y lo que parecía ser un nido abandonado.
"¡Esto será útil para atraer peces! O para decorar la fogata. O para hacer un sombrero tribal", dijo, colocándose el nido en la cabeza.
"¿Y si pescamos primero y decoramos después?", sugirió Cody, señalando el lago que ya se divisaba entre los árboles.
Mientras tanto, en la base de los Topos Gritones, el ambiente era... menos pacífico.
Izzy estaba de rodillas frente a la fogata, con los brazos en alto y una expresión de éxtasis.
"¡Oh gran espíritu del fuego! ¡Acepta mi ofrenda de hojas secas y mi danza de la combustión espontánea!"
Heather la observó con una mezcla de desprecio y curiosidad antropológica.
"¿Está bien dejarla hacer eso?", preguntó Beth, mientras colocaba estacas en el suelo.
"Si el fuego la consume, será por voluntad divina", respondió Heather, antes de girarse hacia Trent, que estaba armando una tienda con eficiencia silenciosa.
"¿Sabías que Gwen una vez dejó que Cody se cubriera de hormigas por error? Fue durante el reto del pantano. Ella dijo que era 'parte del aprendizaje'."
Trent levantó una ceja, pero no respondió. Heather continuó, con voz dulce y venenosa.
"Y ahora actúa como si no le importara Cody, pero lo mira como si fuera un episodio perdido de su serie favorita. ¿No es raro?"
Beth frunció el ceño, incómoda. Gwen, a unos metros, fingía no escuchar, pero sus manos temblaban ligeramente mientras ajustaba una cuerda.
Heather sonrió. El veneno estaba haciendo efecto.
Pero antes de que pudiera lanzar otro dardo verbal, una voz inesperada la interrumpió.
"¡Heather, ya basta!", dijo Lindsay, con tono firme... o lo más firme que Lindsay podía lograr.
Todos se giraron. Incluso Izzy detuvo su danza.
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Lindsay clavaba una estaca en el suelo con la delicadeza de quien cree que está plantando una flor. "Esto va aquí, ¿verdad? Porque si no, ya arruiné el feng shui del bosque", decía con una sonrisa concentrada.
Gwen se acercó con los brazos cruzados y una ceja arqueada. "No sabía que el feng shui aplicaba a tiendas de campaña", dijo con tono burlón.
"¡Claro que sí! Todo tiene energía. Hasta los mosquitos", respondió Lindsay, mientras luchaba con una cuerda que parecía tener voluntad propia.
Gwen se agachó junto a ella, fingiendo ayudar mientras observaba su técnica caótica. "Ey, gracias por lo de antes. Lo de Heather. No todos los días alguien se lanza a defenderme como si fuera una princesa en peligro", dijo con tono medio serio, medio sarcástico.
"¡Obvio! Yo soy una princesa guerrera. Sin espada, pero con estacas. Y con glitter emocional", dijo Lindsay, levantando la cuerda como si fuera un trofeo.
Gwen soltó una risa nasal. "¿Glitter emocional? ¿Eso se compra o se cultiva?", preguntó, divertida.
"Se cultiva. En el corazón. Y en los comerciales de shampoo", dijo Lindsay con total convicción.
Gwen la miró con curiosidad. "Pero en serio, ¿por qué lo hiciste? Heather estaba en modo villana de telenovela y tú te metiste como si fueras su archienemiga secreta."
Lindsay se sentó sobre sus talones, dejando la cuerda a un lado. "Lo hice porque... bueno, porque me gusta Cody", dijo, bajando la voz como si confesara que robó una galleta.
Gwen parpadeó. "¿Lo dices en serio?", preguntó, aunque ya lo sabía, pero el hecho de que Lindsay lo dijera en voz alta la sorprendía.
"Sí. Me gusta. Como... nivel 'imagino que tenemos un perro que se llama Sparkles y que duerme en una cama con forma de nube'", dijo Lindsay, con los ojos brillando.
Gwen se rió. "Wow. Eso es muy específico. ¿Sparkles también tiene glitter emocional?"
"¡Obvio! Y un collar con diamantes falsos. Porque somos humildes", dijo Lindsay, orgullosa.
Gwen se acomodó el cabello detrás de la oreja. "Ya sabía que te gustaba Cody. Se te nota cada vez que él respira cerca de ti. Pero que lo digas así... me sorprende. Es lindo", dijo con una sonrisa sincera.
"Gracias. Es que tú también te preocupas por él. Y él por ti. Y yo no quiero que eso se convierta en una pelea. No quiero que terminemos en bandos. Como en las películas donde todos se odian por un chico y al final nadie gana", dijo Lindsay, con tono serio por primera vez.
Gwen asintió. "Sí. No quiero eso tampoco. Aunque... si alguna vez hay una competencia por Cody, que sepas que no voy a dejar que me ganes solo porque somos amigas", dijo con una sonrisa traviesa.
Lindsay se rió. "¡Y yo tampoco te dejaría ganar solo porque eres cool! Pero tampoco te voy a empujar por un barranco. A menos que sea parte del reto."
"Justo lo que quería escuchar", dijo Gwen, fingiendo alivio.
"Pero en serio, me caes bien. Eres como una galleta de avena que parece aburrida pero tiene chispas de chocolate escondidas", dijo Lindsay, con tono dulce.
Gwen la miró, entre divertida y confundida. "¿Soy una galleta ahora?"
"¡Sí! Pero una buena. No como las de pasas. Nadie quiere ser una de pasas", dijo Lindsay, con total seguridad.
Ambas rieron. La tienda seguía sin armarse, pero la conversación había construido algo más fuerte: una alianza inesperada entre una princesa guerrera y una galleta sarcástica.
Heather observaba desde la sombra de un árbol, con los brazos cruzados y la mirada fija en Lindsay, que reía junto a Gwen como si nada hubiera pasado. "Así que ahora somos defensoras de las góticas", murmuró Heather, con tono venenoso, mientras fruncía el ceño. "Qué adorable. Qué... estúpido", dijo, apretando los labios.
La escena frente a ella le resultaba insoportable. Lindsay, su aliada informal, su peón útil, acababa de romper el pacto tácito. "Le di oportunidades. Le di sombra cuando se quemó en el reto del sol. Y así me lo paga", decía Heather, mientras se giraba lentamente, como si el aire mismo le diera espacio para dramatizar.
Caminó hacia su mochila con paso firme, cada pisada cargada de indignación silenciosa. "Una princesa guerrera. Por favor. Lo único que ha guerreado Lindsay es contra los nudos de sus cordones", dijo Heather, con sarcasmo puro, mientras sacaba su libreta de notas.
Abrió la libreta con un golpe seco y escribió con fuerza:
**"Lindsay: traidora. Gwen: oportunista. Cody: idiota."**
Luego subrayó "traidora" tres veces con marcador rojo. "Esto no se queda así", dijo, mientras cerraba la libreta como si sellara un juramento.
Se sentó en una roca, cruzó las piernas y sacó una barra energética que mordió con furia contenida. "Que se diviertan. Que se rían. Que armen su tienda como si fueran mejores amigas en una comedia barata. Porque en el próximo reto, cuando haya que elegir bandos, cuando haya que confiar en alguien... Lindsay va a ver lo que cuesta no estar de mi lado", dijo Heather, con voz baja pero cargada de veneno.
Miró hacia el cielo, como si esperara que los dioses del drama le dieran una señal. "Una sola oportunidad. Eso fue lo que tenía. Y la desperdició en Gwen. En Cody. En una fantasía de suéteres a juego y perros con nombres ridículos", decía, mientras se acomodaba el cabello con gesto elegante pero tenso.
Heather se levantó, se sacudió el polvo de los pantalones y caminó hacia el campamento con una sonrisa que no era amable. Era la otra. La que solo aparecía cuando estaba a punto de hacer algo que probablemente sería recordado como "demasiado".
"Muy bien, Lindsay. Disfruta tu momento de heroína. Porque la próxima vez que te metas en mi camino... no va a haber glitter emocional que te salve", dijo Heather, mientras desaparecía entre los árboles, como una sombra con agenda.
El lago se extendía frente a ellos como una promesa de almuerzo. Cody, Owen y Noah llegaron con las mochilas reventando de bayas, algunas tan aplastadas que parecía que habían peleado con ellas. El aire olía a tierra mojada y a posibilidades absurdas.
Cody se agachó junto a un tronco caído. "Ok, necesitamos lanzas. Y no tengo navaja... oficialmente", dijo, con una sonrisa que nadie supo si era sincera o parte de un plan secreto. En realidad, tenía un cuchillo guardado en su mochila, pero algo en él quería ver hasta dónde podían llegar sin usarlo. Tal vez por diversión. Tal vez por orgullo.
"¿Y cómo vamos a afilar ramas sin herramientas?", preguntó Owen, mientras intentaba arrancar una rama con los dientes.
"Con rocas. Como los antiguos. Como los que no tenían tutoriales en YouTube", respondió Cody, ya frotando una rama contra una piedra plana.
Después de varios minutos de raspado, astillado y una cantidad preocupante de gritos, Cody logró afilar tres ramas. Luego, con cordones de sus zapatos y un poco de cinta que Noah tenía "por si acaso", amarraron pequeñas piedras afiladas en las puntas.
"Esto parece un arma medieval hecha por un niño con insomnio", dijo Noah, examinando su lanza.
"Perfecto. Vamos a pescar como si estuviéramos en una película de bajo presupuesto", dijo Cody, ya caminando hacia la orilla.
El agua era clara, los peces nadaban cerca, y los tres se alinearon como cazadores que no sabían exactamente qué estaban cazando.
Cody lanzó su lanza con precisión sorprendente. El primer pez salió del agua como si hubiera sido convocado por una profecía. "¡Uno!", gritó.
Owen lanzó con fuerza, pero su lanza rebotó en una piedra y casi le dio a Noah. "¡Dos! ¡Por estilo!", gritó, aunque no había atrapado nada.
Noah se agachó, apuntó... y tropezó. Su lanza cayó al agua, y cuando la sacó, tenía un pez pequeño clavado por accidente. "¡Uno! ¡Por accidente!", dijo, orgulloso.
La pesca se volvió un caos glorioso. Cody se movía como si hubiera nacido en un campamento de supervivencia. Owen gritaba cada vez que veía movimiento. Noah desarrolló una técnica que consistía en hablarle a los peces como si fueran niños perdidos.
**Conteo final:**
- **Cody:** 9 peces (uno tan grande que Owen lo bautizó "El jefe")
- **Owen:** 4 peces (incluyendo uno que atrapó con las manos después de perder la lanza)
- **Noah:** 2 peces (uno atrapado cuando se cayó al agua y el pez decidió rendirse)
"¡Quince peces! ¡Esto es un récord! ¡Y nadie perdió un dedo!", dijo Cody, mientras alineaban los peces sobre una roca.
"Yo casi pierdo la dignidad. ¿Cuenta?", preguntó Noah, mientras exprimía bayas sobre una hoja como si fuera chef de restaurante de bosque.
Cody encendió una fogata con ramas secas y una chispa que sacó de dos piedras que había frotado durante diez minutos. El cuchillo seguía guardado, como un as bajo la manga que aún no merecía ser jugado.
"Esto sí se siente como campamento. Amigos, pesca, fuego... y cero explosiones. Por ahora", dijo, colocando los peces sobre una parrilla improvisada hecha con alambre y una tapa de sartén oxidada que Owen había encontrado.
"¿Y si el mapache de antes regresa?", preguntó Owen.
"Que traiga especias. Y respeto", dijo Cody.
"Y que no juzgue mi técnica de pesca. Fue emocionalmente efectiva", añadió Noah.
El lago estaba tranquilo. Los chicos guardaban los peces en hojas grandes, amarrándolos con tiras de corteza como si fueran regalos gourmet del bosque. Owen intentaba organizar los peces por personalidad.
"Este se llama Carl. Este, Pez Número Dos. Y este... este tiene cara de que me juzga", decía Owen, mientras Cody lo ignoraba y seguía envolviendo los suyos con eficiencia.
Noah estaba haciendo una bolsa improvisada con ramas entrelazadas. "Esto va a funcionar. O se va a deshacer y los peces van a huir. Ambas opciones son poéticas", dijo Noah, mientras ajustaba un nudo.
Entonces se escuchó el grito.
Agudo. Humano. Femenino.
Los tres se congelaron.
Noah se enderezó de golpe. Su expresión cambió. "Eso fue Katie", dijo Noah, con voz firme.
Y sin esperar respuesta, Noah salió corriendo. No caminando. No trotando. Corriendo como si el bosque le debiera respuestas urgentes.
"¡¿Qué demonios?! ¡Noah es más rápido que yo!", gritó Cody, mientras lo veía desaparecer entre los árboles.
"¡Las caricaturas están rotas! ¡El universo está roto! ¡Noah venció a Cody en velocidad!", gritó Owen, ya intentando alcanzarlos.
Cody se quedó atrás por un segundo, sorprendido. "Esto es histórico. El sarcasmo se convirtió en impulso romántico", dijo Cody, antes de seguirlos.
Al llegar, encontraron a Katie sentada junto a un árbol, abrazando sus rodillas. Lloraba en silencio, con la cara escondida entre los brazos. Su mochila estaba tirada a un lado, abierta, como si la hubiera dejado caer al correr.
Noah se acercó primero, sin decir nada. Se agachó frente a ella, con una expresión que nadie le había visto antes: preocupación sin ironía.
"Katie... estoy aquí", dijo Noah, con voz suave.
Ella levantó la mirada. Tenía los ojos rojos, la cara manchada de tierra y lágrimas. No respondió de inmediato. Solo lo miró, como si no esperara verlo ahí.
Cody llegó detrás, con Owen pisándole los talones. Cody se agachó junto a Noah, mientras Owen se quedaba de pie, inquieto.
"¿Qué pasó?", preguntó Cody, con tono serio.
Katie tragó saliva. "Me... me perdí. Me alejé del grupo. Y luego escuché algo. No sé qué era. Corrí. Me caí. Y... no sabía si alguien vendría", dijo Katie, con voz temblorosa.
Noah se sentó a su lado. "Claro que sí. Siempre vamos a venir. Aunque tenga que correr como si el mundo se estuviera cayendo", dijo Noah, sin apartar la mirada.
Katie soltó una risa entre lágrimas. Pequeña. Frágil. Pero real.
Cody sacó un puñado de bayas de su mochila. "No es mucho, pero tienen buen sabor. Y Owen dice que no son venenosas. Lo cual no es garantía, pero es algo", dijo Cody, ofreciéndolas.
"¡Las probé! Solo me dio un poco de picazón en la oreja. Pero eso ya lo tenía antes", dijo Owen, con una sonrisa.
Katie tomó las bayas con manos temblorosas. "Gracias", dijo Katie, mirando a Noah.
"Me asustaste", dijo Noah, bajando la voz. "Y no me gusta admitirlo, pero... me importas más de lo que pensaba."
Katie lo miró, sorprendida. "¿De verdad?"
"Sí. Y si vuelves a perderte, voy a correr otra vez. Aunque tenga que vencer a Cody. Aunque el universo se rompa", dijo Noah, con una sonrisa tímida.
Cody se rió. "Noah, el velocista romántico. Esto es oficialmente el capítulo más raro del campamento."
Owen se sentó en el suelo. "Y si el monstruo del bosque aparece, lo distraemos con bayas. O con Noah cantando. Eso siempre funciona."
Katie sonrió. "Gracias. A los tres."
El bosque volvió a respirar. Y aunque las reglas del universo se habían roto, algo nuevo se había formado. Algo que no necesitaba lógica. Solo conexión.