Ficool

Chapter 8 - CAP 7

Capítulo 7: La Edad de Oro de los Dioses

Falta poco. Los diversos multiversos están a punto de nacer. Dormiré hasta que llegue la hora...

En el centro del caos, una tormenta de poder descomunal, capaz de destruir incluso la esencia misma de la existencia, comenzó a calmarse. Lo que en un principio fue una explosión de energía sin control, poco a poco se disipó. Cuando la luz terminó de desvanecerse, quedaron solo millones de entidades colosales flotando en la inmensidad caótica, como brasas suspendidas en la negrura absoluta.

Y, de repente, como si hubieran recibido una orden silenciosa, todas las entidades se dispersaron en distintas direcciones, como si jamás hubieran estado allí.

Todas... menos una.

—He transmigrado —dije para mí mismo, sintiendo cómo mi conciencia se adaptaba al nuevo cuerpo que habitaba—. Estoy en el caos, en el origen mismo de todo. Yo, Arthur, he reencarnado y me he convertido en el gran Dios Pangu... aunque no exactamente como el de los mitos que leí en miles de fanfics chinos.

Abrí los ojos, y en ese instante, la verdad me golpeó con una claridad abrumadora. Sabía quién era. No solo eso, también sabía quiénes eran los otros seres que nacieron conmigo. No eran simples demonios o dioses menores como en los fanfics. No. Eran entidades primordiales, creadores multiversales... dioses al mismo nivel que yo.

—¿Qué está pasando...? —murmuré, tenso—. ¿La mitología estaba equivocada? ¿O es que este caos es distinto al de los relatos?

No importaba. Aun en medio de esa incertidumbre, mi confianza permanecía intacta. Poseía los talentos heredados de Pangu, y eso bastaba. Mientras el Pangu original abrió el mundo apenas nació, yo optaré por una estrategia diferente. Me haré más fuerte. Más sabio. Y cuando llegue el momento... reinaré sobre toda la existencia.

Me eché a reír a carcajadas. La sensación de poder absoluto era embriagadora. Pero entonces, una voz femenina, mecánica y autoritaria interrumpió mi momento de euforia.

DENG—Felicitaciones al anfitrión por vincularse con éxito al Sistema de Refinamiento Supremo.

—¿Un sistema...? —parpadeé con sorpresa—. ¡Tengo un sistema! ¡Esto es una trampa aún mayor! Ya ser Pangu es exagerado, pero ahora también tengo un sistema… ¡Seré invencible!

—Sistema, dime tus funciones ahora mismo. Y entrega el paquete de regalo inicial.

DENG—Este sistema cuenta con funciones simples, pero de un poder colosal. Puede refinar cualquier objeto, habilidad, talento o linaje. También cuenta con funciones de almacenamiento, panel de estado y misiones.

DENG—Distribuyendo paquete de regalo… Felicidades al anfitrión. Ha obtenido un refinamiento libre de nivel alto. Puede refinar un elemento a una versión significativamente más poderosa.

—¡Perfecto! Abre mi panel de estado.

DENG—Mostrando Estado.

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Nombre: Pangu

Raza: Dios Demonio del Caos

Linaje: Dios Demonio del Caos

Habilidad Innata: Talento para la Creación

Descripción del Talento: Estás destinado a crear algo grandioso.

Dao Dominante: Dao del Poder (Rige la estructura del caos)

Refinamiento Disponible: 1

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—Refina mi linaje —ordené sin dudar. Si mi linaje mejora, todo mi potencial se expandirá.

DENG—Refinando... Felicidades al anfitrión. Su linaje ha evolucionado de Dios Demonio del Caos a Gran Dios Demonio del Caos.

De inmediato, sentí un cambio en lo más profundo de mi ser. No fue una transformación física evidente, sino una intensificación de mi esencia. Todo en mí se volvió más poderoso: mi capacidad de creación, mi afinidad con el caos, e incluso la percepción del tiempo y del espacio.

—Este poder... es inmenso. Apenas he nacido y ya estoy en la cima...

DENG—Advertencia: Se le ruega al anfitrión mantener los pies en la realidad.

—Vamos, sistema, lo que digo no es descabellado. Acabo de refinar mi linaje y mi poder se ha multiplicado. Estoy seguro de que soy el más fuerte... ¿cierto?

DENG—Negativo. Su nivel actual es “Multiversal Bajo”. Se ha detectado una entidad cuyo poder es peligroso incluso para este sistema. Se recomienda extrema precaución.

—¿Qué…? ¿Una entidad que amenaza al sistema? Eso sí es preocupante. ¿Dónde está?

DENG—Ubicación desconocida. Su presencia está en todas partes y, al mismo tiempo, en ninguna.

—Maldición... Eso solo puede significar que esa cosa es un nivel de existencia que todavía no puedo comprender. Al menos no se ha movido contra mí... eso es bueno, ¿no?

DENG—Correcto. No lo percibe como una amenaza.

—Entonces, debo hacerme más fuerte. ¡Y rápido!

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En otra región del caos, una escena distinta tenía lugar.

Un hombre corpulento flotaba en la inmensidad. Su piel no era piel: era cielo. En su cuerpo brillaban galaxias, cúmulos de estrellas y nebulosas. Vestía con una toga griega y frente a él había una mujer.

Ella poseía una belleza que solo los seres divinos podían alcanzar. Su piel era del color del trigo maduro, irradiando vitalidad. Su cabello, largo y ondulado, tenía el tono del pasto en primavera. También llevaba una toga, ligera y ancestral.

Eran Urano y Gea.

—Gea, únete a mí para crear un mundo —dijo Urano con voz grave y resonante.

—Me niego. ¿Por qué debería ayudarte?

—Gea, no seas tan orgullosa. Este caos infinito es una prisión de vacío. Si creamos un mundo, al menos el aburrimiento dejará de ser nuestro enemigo.

—Piénsalo bien, Gea. Cuando estés lista, ven a buscarme.

Urano desapareció entre las sombras del caos. Gea suspiró, aliviada.

—Si fuera la Gea original tal vez no habría dudado en aceptar —pensó—. Pero yo no soy ella. Soy una reencarnada…

Recordó su vida anterior. Había sido una oficinista común, fan del anime. Aquella noche regresaba de la oficina después de trabajar horas extras. Estaba exhausta, se quedó dormida al volante... y cuando abrió los ojos, estaba en el cuerpo de la Gea primigenia.

—¡No puede ser! —gritó al cielo oscuro del caos—. ¿Por qué me tocó esto a mí? ¡Ni siquiera tengo un sistema!

Las lágrimas resbalaron por sus mejillas. No podía evitarlo. A diferencia de otros reencarnados que obtenían ventajas absurdas, ella no tenía nada más que su inteligencia y una vaga idea de mitología griega.

En ese instante, una figura abrió los ojos desde la distancia.

—Dos reencarnados... —murmuró Félix con una voz apenas audible, antes de volver a cerrar los ojos y continuar su observación.

Desde su posición, Félix observaba de vez en cuando el progreso de las deidades primigenias. Cada una creaba, destruía, debatía o se enfrentaba. Era una danza de poder, un preludio de la existencia.

Él llamó a este periodo la Edad de Oro de los Dioses.

Una era donde no existían seres débiles. Donde cada dios, sin excepción, tenía el nivel de poder mínimo para alterar universos enteros.

Una era donde el equilibrio entre el caos y la creación estaba a punto de romperse...

Y así, en silencio, el caos aguardaba el nacimiento del primer multiverso.

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