Tres días después de la confrontación, el grupo cruzaba un desierto de pétalos secos, guiados por un mapa antiguo que Lysara encontró bajo el altar carnal. El sol nunca brillaba allí, y sin embargo, el calor era constante... como si el terreno respirara, esperando algo.
Dominic avanzaba en silencio, las palabras de Aria aún repitiéndose en su mente: "somos fragmentos de ella".
¿Pero quién fue "ella"?
—Ahí está... —susurró Seraphyne, señalando un templo que emergía del polvo como una corona derruida—. El Templo de la Flor Eterna.
Un santuario construido antes del Primer Sistema, según las leyendas. Las columnas eran huesos de árboles antiguos, y su entrada tenía una puerta circular cubierta de símbolos rotos. Al tocarla, Dominic sintió una corriente cálida en su pecho.
El sistema parpadeó.
[Reacción emocional profunda detectada.][Dominic Lewis posee la Llama Residual del Alma Original.][Condición cumplida: Acceso permitido al ritual de remembranza.]
La puerta se abrió con un suspiro de viento y dolor.
El interior del templo era un vacío estelar. No paredes, no suelo. Solo un firmamento flotante. En el centro, una flor de cristal rojo se abría lentamente. Al acercarse, una voz suave —como la de una madre, una amante, una diosa— los envolvió.
—Bienvenidos... partes perdidas de mí... y tú, mi amado.—¿Estás preparado para recordar... lo que una vez juraste olvidar?
Dominic asintió. Evelyn tomó su mano. Aria, su brazo. Seraphyne su espalda. Lysara... su corazón. Todos rodearon la flor.
Entonces, el mundo explotó en recuerdos.
Un cielo invertido. Torres de luz. Hombres y mujeres que volaban entre dimensiones.
Ella estaba allí.
De cabello dorado, ojos como galaxias. Su nombre era Kaelyra, y fue la guardiana del núcleo prohibido del primer sistema mágico. Su existencia era un equilibrio imposible entre humanidad y divinidad. Y a su lado... Dominic, aunque con otro nombre: Lucenith.
—Nos amábamos en contra de todo —dijo ella, desde el recuerdo—. El sistema no aceptaba amor. Solo evolución.
Las visiones mostraron su primera noche juntos, su huida del núcleo central, su risa entre mundos. Pero también, la traición.
Caelum.
—Él era tu hermano. Te amaba... y me deseaba. Cuando escapamos, él activó el Código de Fragmentación. Me partió en cuatro, y te borró a ti. El sistema nos convirtió en armas... y en castigo.
Dominic cayó de rodillas, jadeando.
Las cuatro mujeres vieron sus reflejos en ella. Kaelyra era todas… y ninguna.
—No están obligadas a amarlo. No son solo partes de mí… ahora son ustedes mismas. Pero si desean completar el ciclo… solo una podrá fundirse conmigo, para sellar el destino.
La flor empezó a cerrarse. La visión se desvanecía.
Kaelyra, en sus últimos segundos, miró a Dominic.
—*Si quieres salvarlas… tendrás que elegir:
Reunificarme.
Liberarlas.
Romper el sistema.Y por primera vez… tomarás una decisión que no te fue dada por el código.*
Y entonces, silencio.
De regreso en el templo, Dominic estaba en el suelo. Las consortes a su alrededor. Nadie hablaba.
Lágrimas caían. No de dolor, sino de verdad.
—Ahora lo sabemos… —susurró Aria.
—Ella… vivía en todas nosotras —agregó Seraphyne.
—Y aún así, no somos ella —dijo Evelyn—. Somos nosotras.
Lysara se acercó a Dominic, arrodillándose.
—Entonces, Dominic Lewis… ¿Qué harás? ¿Nos reunirás… nos liberarás… o destruirás el sistema que nos hizo así?
Dominic alzó la vista.
Su corazón, dividido.Su alma, cargada.Y el mundo… a punto de cambiar.
[Nueva misión desbloqueada: Decisión del Portador Carmesí][Tu siguiente elección cambiará el destino de todos los reinos.]
[¿Qué hará Dominic Lewis...?]