Ficool

Chapter 90 - Píldora de Intuición

En una habitación de su mansión, el comerciante Lerwen ojeaba unos papeles con el ceño fruncido. El té de la mañana humeaba sobre el escritorio.

—Bien… —murmuró—. Todo va de acuerdo a lo planeado. Hoy debería salir el primer cargamento de cristales de petrificación hacia la ciudad de Month. Si todo sale bien, pasarán desapercibidos, camuflados entre los minerales que envié al gremio.

Solo falta que la Academia Cielo Eterno cumpla su palabra. Ese pergamino de arte oculta será un gran regalo para el príncipe.

Mientras estaba hundido en sus pensamientos, un golpe sonó en la puerta.

—Mi señor —dijo una voz—, llegaron los informes de la semana.

—Adelante —respondió Lerwen.

Un mayordomo de unos sesenta años, canoso y delgado, se acercó con unos papeles. Se paró frente al escritorio y comenzó a leer.

—Ya recibimos a los niños que envió el Colmillo Azul. Están con los esclavistas y, en unos días, serán vendidos en la subasta del subterráneo.

—Bien —dijo Lerwen—. No quiero que se filtre nada. Nadie puede saber que estoy trabajando con esclavistas y organizaciones criminales.

El mayordomo asintió y continuó:

—También, ayer recibimos el último cargamento de cristales de petrificación. Ya hemos hecho el pago a la organización del Sol Sangriento.

Los dos se estremecieron un instante al escuchar aquel nombre.

Lerwen sudó frío y soltó un suspiro antes de hablar:

—Qué bueno que todo salió bien. No quisiera problemas con esos lunáticos del Sol Sangriento.

El mayordomo tomó el último papel, tragó saliva y dijo:

—Por último, mi señor… algunos espías en el gremio nos han informado que se ha descubierto un tesoro en las Cuevas Meteorito, al sur de Trimbel.

Lerwen alzó las cejas y rió con ganas.

—Eso es genial. Prepara a los hombres, que se alisten para salir de expedición.

—Sí, mi señor.

El mayordomo salió sin mirar atrás.

Lerwen se reclinó en su asiento, pensativo, mientras las horas avanzaban lentamente.

Afuera de la ventana, un cuervo negro como la tinta observaba con interés. Sus ojos destellaban con una luz siniestra, como si estuviera esperando que algo ocurriera.

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Al caer el mediodía, la nieve empezaba a derretirse lentamente. El viento helado arrastraba pequeños cristales que brillaban bajo el sol. Las calles de Trimbel estaban desiertas; incluso el gremio parecía abandonado.

Cualquiera que llegara pensaría que era un pueblo fantasma… pero estaría equivocado.

La mayor parte de los habitantes estaba reunida en el coliseo de la academia, eufórica, esperando el comienzo de las batallas de los veinte mejores.

El coliseo estaba lleno; incluso el cielo sobre la academia estaba repleto de bestias voladoras. Sobre sus lomos se aglomeraban personas: algunos disfrutaban de la compañía de bellezas y buen alcohol, otros con una mirada aburrida y unos cuantos tomando una siesta. El aire vibraba con expectación.

Cuando la impaciencia estaba a punto de explotar, la voz del director de la Academia Viento Profundo resonó por todo el recinto.

—Bienvenidos a todos y perdón por la espera. Antes de dar inicio a la batalla, dejaré claras las reglas.

El eco de su voz recorrió el coliseo, mezclándose con el murmullo del público.

—Como sabrán, a esta etapa solo se clasificaron los veinte mejores resultados de ayer, y de este grupo de jóvenes solo cinco serán aceptados en la Academia Viento Profundo.

El director se detuvo un momento, recorriendo con la mirada a los veinte jóvenes bajo la plataforma. Luego continuó, con un tono solemne:

—Como este año se tomó la decisión de que la prueba de ingreso sea un combate marcial, hemos decidido premiar al primer lugar del torneo. No solo con el ingreso a la academia, sino también con un tesoro que ayudará significativamente en su progreso.

Un asistente se acercó y le entregó una pequeña caja de madera que emitía una tenue aura azul.

El director prosiguió mientras la abría lentamente:

—Dentro de esta caja se encuentra una Píldora de Intuición.

El público contuvo la respiración.

Un guerrero veterano exclamó:

—¿Una Píldora de Intuición? ¡Escuché que sus materiales son extremadamente raros!

Otro respondió de inmediato:

—Yo la vi una vez en una subasta. Su precio fue exorbitante…

Los murmullos continuaron sin cesar mientras el director mantenía la caja abierta, dejando ver la píldora.

—Como la mayoría sabrá —continuó—, todos nacemos con una marca que despierta a cierta edad y va evolucionando con nuestro conocimiento y aptitud.

De los cinco a los diez años aparece la marca; a eso le llamamos despertar. Es ahí donde un niño puede empezar a ser entrenado en artes marciales. A este proceso lo llamamos ciclos lunares.

Su voz era profunda, ceremoniosa, como si estuviera relatando una ley antigua.

—Un niño recién despertado tiene una luna casi translúcida. Cuando su marca absorbe una habilidad, la luna empieza a desarrollarse y se transforma en una media luna. Por lo general, a los quince años la media luna está completamente desarrollada y, a medida que la comprensión de su habilidad aumenta, evoluciona en una luna llena cuyo promedio está entre los veintitrés y veinticinco años.

El público escuchaba en silencio absoluto.

—Pero… es muy difícil pasar de media luna a luna llena antes de los veinticinco años. Quienes logran una luna llena antes de los veintitrés son llamados prodigios.

Pequeños murmullos surgieron entre los estudiantes.

—Por ejemplo, el fundador de nuestra academia logró una luna llena a la edad de dieciocho años. Fue un prodigio entre los prodigios, un talento que aparece una vez cada cien años. Al final de su vida se rumoreaba que ya poseía tres lunas llenas, aunque algunos dicen que eran cuatro.

El director levantó la píldora con cuidado.

—Lo normal para un artista marcial prodigio es alcanzar dos lunas llenas en toda su vida útil.

Pero además del talento… existen atajos.

Sacó un pequeño frasco de cristal con una píldora de color cian brillante.

—Este es uno de esos atajos. La Píldora de Intuición puede acortar el tiempo en que una media luna se convierte en luna llena. Para ser exactos… reduce tres años.

Y este será el premio para el ganador del torneo.

Para que entiendan cuán rara es: la academia entrega solo una al mejor discípulo cada año.

La multitud quedó boquiabierta. Incluso los estudiantes más arrogantes estaban tensos.

Solo el viento helado se atrevía a moverse, silbando suavemente entre las gradas.

—Con eso dicho… que comiencen los combates —anunció el director.

Un estruendo de aplausos llenó el lugar. Los vítores sacudieron el coliseo, vibrando como un trueno. Sabían que, con semejante premio, los combates no serían simples duelos… serían una guerra por un futuro.

El árbitro tomó el lugar del director y repasó las reglas:

—Iremos sorteando los combates uno por uno. No hay preferencias: todo será al azar.

Los diez participantes que ganen sus combates pasarán a la siguiente fase.

—Recuerden: está prohibido matar a sus oponentes o dejarlos en un estado irreversible. Quienes infrinjan esta norma serán inmediatamente descalificados y no podrán dar la prueba de ingreso nunca más.

—Por lo demás, todo tipo de armas, armaduras y hechizos están permitidos. Lo único restringido es el uso de bestias contratadas o monturas. Dicho eso… que empiece el primer combate.

Una pantalla apareció en el cielo, brillante y dominante.

Los nombres que surgieron hicieron estallar al público en euforia:

Primer combate: Loshi vs. Blink.

Fin del capítulo.

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