Tercer día en el infierno...
Sobre la gruesa rama de un árbol antiguo y retorcido,Haruya Ryūzaki yacía acostado, mirando el cielo apenas visible entre las hojas.Su cuerpo maltrecho apenas se sostenía, su mente luchaba contra el hambre y el agotamiento.
—Tres días... ¿Cuánto más podré aguantar...?
Un simple pestañeo de debilidad podía significar la muerte.
Para distraer su mente del hambre y el dolor, abrió su panel de jugador:
🛡️ Atributos:
Vitalidad: 18
Fuerza: 7
Destreza: 12
Agilidad: 16
Percepción: 14
Inteligencia: 10
Mana: 5
Nivel de Jugador: 11Puntos sin asignar: 30
Haruya sonrió con ironía amarga.
—Ja... Esto es como un maldito videojuego... un panel de jugador.
Sin dudarlo, comenzó a repartir los puntos donde más los necesitaba:
Vitalidad +10 (Para resistir los ataques brutales).
Agilidad +8 (Mejorar esquivas, reflejos, movimientos).
Percepción +6 (Detectar monstruos antes de que él sea detectado).
Destreza +4 (Atacar mejor cuando sea necesario).
Fuerza +2 (Tener un mínimo golpe sólido).
No tocaría el Mana.No era momento para fantasías mágicas.
Era cuestión de sobrevivir.
—Primero: conseguiré comida.Segundo: encontraré agua.Tercero: fabricaré un arma.Cuarto: planearé un escape.Ese es mi orden de prioridades.
Su estómago rugía desesperado.La sed le quemaba la garganta como brasas vivas.
No podía permitirse ser impulsivo.Cada decisión sería cuestión de vida o muerte.
Mientras tanto, en el castillo de los héroes...
Los jóvenes héroes despertaban en sus camas perfumadas, estirándose con placer.
—¡Ahhh! ¡Qué hermoso es vivir aquí! —dijo Souta entre risas.
—Comida deliciosa, entrenamientos, y cada vez más poderosos —agregó Renji, acariciando su espada nueva.
El instructor de espada entró en el salón, su porte recto como una lanza.
—Hoy el entrenamiento será duro. Deberán superar su propio límite —anunció con seriedad.
Los héroes se miraron entre sí, emocionados.
—¿Se acuerdan de Haruya Ryūzaki? —preguntó uno de ellos.
—¿Haruya? Da igual, seguro huyó como un cobarde jajaja.
Todos rieron, sin saber el verdadero infierno que uno de los suyos estaba viviendo.
Volviendo al infierno real...
Haruya descendió del árbol como un depredador silencioso.
Usando Sigilo Natural (Nv.3) y Percepción Agudizada (Nv.4), se movió por el bosque mortal.
Primero localizó un pequeño grupo de insectos del tamaño de su mano.Asquerosos, viscosos... pero comida al fin.
Luego, encontró unos frutos silvestres de color violáceo.
No podía arriesgarse, pero su cuerpo ya estaba al borde del colapso.
Comió.
Tragó.
Y pronto, un dolor infernal explotó en su estómago.Las piernas le temblaron, su visión se nubló.
—Veneno... mierda...
Pero entonces, su pasiva Resistencia al Veneno se activó y resistió.
A duras penas, vomitando y sudando frío, sobrevivió.
¡Resistencia al Veneno y Enfermedades ha subido a Nv.5!¡Regeneración Lenta ha subido a Nv.4!
—Tengo que ser aún más cuidadoso...
A pesar del veneno, a pesar de su estómago vacío y la fiebre en su cuerpo, sobrevivió.
Con los materiales que encontró (piedras afiladas y ramas sólidas), se refugió en otro árbol gigantesco y trabajó durante horas, tallando con paciencia brutal.
Cuando terminó, tenía en sus manos una rudimentaria daga de piedra.
La alzó ante la tenue luz entre las ramas.
—Bien... con esto, estaré un poco más protegido... —susurró, casi con ternura.
Aunque sus músculos temblaban de fatiga, aunque sus huesos dolían, algo ardía dentro de él:
Una voluntad imparable.
Durante esos días, Haruya había observado los hábitos de las bestias cercanas.Sabía que había un río cercano... pero también una manada de monstruos deformes que se reunían ahí.
Durante tres días los estudió, midió horarios, detectó cambios de patrulla.
Y supo cuál era la única ventana donde el riesgo era ligeramente menor.
Ahora.
Debía moverse ahora.
Con la daga temblando en su mano ensangrentada, con hambre devorando sus entrañas, con el miedo lacerándole el pecho...
Haruya Ryūzaki avanzó hacia el río.
Avanzó hacia su única oportunidad de sobrevivir.