Ficool

Chapter 7 - Capítulo 7: Expuestos

*DANIEL*

Las palabras de las chicas seguían resonando en mi mente, como una tormenta que no dejaba de rugir, sin importar cuánto tratara de calmarla. El calor de la situación me envolvía, el peso de lo que había pasado era más grande de lo que imaginaba. Cada una de ellas tenía algo que decir, y aunque intentaba procesar todo, había algo en mi interior que me decía que no podía seguir ignorando lo que había pasado. No solo por el hecho de que habíamos cruzado una línea, sino por lo que significaba todo eso para nosotros.

Miré a cada una de ellas. Valeria, con sus ojos llenos de arrepentimiento, pero también con algo más. Sofía, nerviosa y jugueteando con sus dedos. Mariana, con ese aire desafiante que siempre tenía, pero que ahora estaba nublado por la duda. Y Laura, la más calmada, pero que no podía esconder la inquietud que había en su rostro. Cada una de ellas sentía lo mismo que yo: una mezcla de emociones que ya no podíamos controlar.

Fue Valeria la que rompió el silencio.

"Lo siento, Daniel… lo siento de verdad," sus palabras salieron de su boca, pero había algo más detrás de su mirada. Algo que no podía ignorar. Algo que siempre supe que estaba ahí, pero nunca me atreví a aceptar. "No sabes cuánto… cuánto me duele verte así, sin saber qué hacer. Pero te voy a ser honesta, Daniel, no sé cómo seguir ignorando lo que siento. No desde hace tiempo. No puedo simplemente pretender que todo esto no pasó, ni que no soy la misma que antes."

La confesión de Valeria me golpeó como un rayo.

Siempre supe, siempre supe que algo había entre ellas y yo. Había momentos en los que podía sentirlo, pero me negaba a verlo. Sus sentimientos, los de todas ellas, habían estado ahí, flotando entre nosotros como una nube invisible. Y ahora, ahí estaba, haciéndome frente con la verdad que no quería admitir.

"Lo sé, Valeria…" mi voz salió más suave de lo que quería. No quería admitirlo, pero era cierto. "Siempre supe que algo estaba pasando, no solo contigo, sino con todas ustedes. No soy tonto. Sé que todas han tenido algo por mí. No soy ciego. Pero siempre me mantuve firme en mi posición porque no quería romper lo que teníamos. Esta amistad… es lo más importante para mí. No podía arriesgarme a perderlo."

Las palabras salieron de mi boca con un dolor que no esperaba. Estaba siendo honesto, pero también me estaba desgarrando por dentro. Siempre me prometí a mí mismo que nunca cruzaría esa línea, que nunca dejaría que algo más que la amistad existiera entre nosotros. Sin embargo, las cosas nunca son tan simples, y ahí estábamos, todos rotos por una noche que ninguno de nosotros podía tomar de vuelta.

Sofía fue la siguiente en hablar, como si estuviera buscando una respuesta, algo que pudiera salvar lo que había quedado de nosotros.

"¿Por qué lo haces tan difícil, Daniel? Sabes lo que hay entre nosotros. Sabes cómo nos sentimos. ¿Qué esperabas que pasara? Las cosas no siempre son fáciles de controlar. Tú y yo, tú y todas nosotras, somos humanos. Hubiera pasado en algún momento. Pero no quiero que todo esto se termine por una noche de locura. Todo esto no tiene que cambiar lo que somos. Somos tus amigas, y… lo que sentimos no tiene que ser un error."

Suspiré, y me senté en el borde del sillón, tratando de calmar mis pensamientos. "No se trata de eso, Sofía. No se trata de que sea un error. Se trata de que esto cambia todo. No quiero que el sentimiento que tenemos entre nosotros se convierta en algo más, no quiero perder lo que tenemos. Sabes cuánto valoro nuestra amistad, cuánto me importa cada una de ustedes. No sé... cómo seguir viéndolas después de... de todo esto. No sé cómo seguir siendo el mismo."

Mariana habló luego, con su usual tono desafiante, pero había una fragilidad en su voz que no podía esconder.

"Lo hicimos todos, Daniel. Todas estuvimos involucradas. Y tú también. No solo nosotras. No te hagas el mártir ahora. Tú también lo quisiste, también cediste a la tentación. Pero no significa que esto tenga que destruirnos. No me hagas creer que no te importa. Sabes que hay algo entre nosotros. Lo sabes."

Mi respiración se entrecortó. "No se trata de eso. No se trata de que no me importe. Se trata de que yo nunca quise ponerme en esa situación. Siempre supe lo que sentían, lo veía en sus ojos. Pero siempre me controlé. Y ahora no sé cómo enfrentarme a esto. Lo que pasó, pasó. Pero… "

Laura, la más callada de todas, fue la última en hablar. Su voz era suave, casi como un susurro.

"Esto no tiene que cambiar todo, Daniel. No puede. Te conocemos, sabes lo que somos, y aunque todo esto nos haya desbordado, no significa que no podamos seguir adelante. No significa que no podamos encontrar una solución. Pero necesitamos tiempo. Todos necesitamos tiempo."

Sus palabras me golpearon, me calmaron un poco. Sabía que ella tenía razón. No era tan sencillo, y aunque había cometido el mismo error que ellas, sentía que no estaba solo en este caos. Había algo entre nosotros, algo que no podía dejar que desapareciera tan fácilmente.

Valeria me miró, y sus ojos estaban llenos de una mezcla de esperanza y tristeza.

"Lo que pasó anoche no fue algo planeado, lo sé, pero… ¿no puedes ver que a veces, Daniel, no podemos controlar lo que sentimos? Nos desbordamos. Quizá todas estamos mal, pero hay algo que no se puede ignorar. No puedo ignorarlo más."

Respiré hondo, sintiendo un nudo en la garganta. "Yo también lo siento, Valeria. Y no lo estoy ignorando. Pero lo que pasó, no quiero que se repita. No sé cómo seguir con esto. Sé que todo ha cambiado."

Cerré los ojos por un momento, con la cabeza llena de pensamientos conflictivos. "Nunca quise que esto sucediera. Siempre traté de evitarlo. Pero… ya pasó."

Las palabras se quedaron flotando en el aire, y el ambiente, cargado de tensión, se hizo aún más denso. Sentí las miradas de todas sobre mí, como si esperaran una respuesta, una solución a algo que no podía resolverse con simples palabras. Las preguntas no dejaban de martillar mi mente, y aunque intentaba organizar mis pensamientos, la confusión seguía ganando terreno.

Lo que más me inquietaba era esa idea que ninguna de ellas decía en voz alta, pero que estaba presente en sus ojos. La misma duda que me había acosado a mí durante tanto tiempo, la misma que había tratado de evitar. Ellas querían saber qué pensaba, qué sentía, si estaba dispuesto a aceptar lo que había sucedido.

"¿Qué esperaban que pasara?" Mi voz sonó más áspera de lo que pretendía. "¿Qué pensaban que iba a hacer cuando alguna de ustedes durmiera conmigo y el resto también compartiera estos sentimientos hacia mí? ¿Qué me lanzaría a una relación con todas ustedes? ¿O simplemente pensaban que cada una iba a esperar su turno?"

El aire entre nosotros se volvió denso, cargado de una incomodidad que apenas podía soportar. "¿Qué esperaban que sucediera, que lo ignorara y que todo siguiera igual? ¿Que uno de ustedes estaría siempre a mi lado, mientras las demás se conformaban con verlo desde afuera?"

Cada palabra parecía más pesada que la anterior, como si estuviera destapando una caja que no podía volver a cerrar. Pero lo peor era que las respuestas de ellas no se hacían esperar, y lo que más me dolía era que la respuesta a esas preguntas me las hacía yo mismo.

Fue Laura la que rompió el silencio, su voz suave pero firme.

"Y si eso pasara, ¿qué habrías hecho tú? ¿Qué habrías hecho si las cosas hubieran sido diferentes? ¿Si las cosas no se hubieran desbordado y todo estuviera en tus manos? Porque tú también sabías lo que estaba pasando entre nosotras, pero decidiste ignorarlo."

Mis ojos se bajaron, como si la pregunta me hubiera golpeado con toda su fuerza. Estaba claro que Laura tenía razón. Lo había sabido, siempre lo había sabido. Pero no tenía respuestas, solo dudas.

"Yo… no lo sé, Laura," dije, la voz rasposa de tanto contenerme. "Siempre lo supe, pero nunca quise enfrentarme a esa realidad. Nunca quise hacerles daño a ustedes, nunca quise que esto se volviera algo más que amistad. La amistad es lo que más valoro. Pero ahora…" Miré mis manos, sin saber qué hacer con ellas. "Ahora ya no sé qué pensar. ¿Qué esperaban? ¿Qué esperaban que hiciera cuando ustedes me mostraron sus sentimientos? Todo esto es más complicado de lo que pensé que sería."

Entonces, Mariana levantó la vista y me miró directo a los ojos, con una mezcla de determinación y duda en su mirada.

"Entonces, ¿sí sentiste algo por nosotras?" La pregunta cayó como una piedra al agua. "¿Te atraíamos? ¿Alguna de nosotras te gustó en algún momento? ¿Nos miraste de esa forma?"

Me recosté en el respaldo de la silla, tratando de encontrar la forma correcta de responder. Sabía lo que querían escuchar, pero no podía mentir.

"¿Quién no sería atraído por ustedes?" Respondí, con una sonrisa que sabía que no tenía nada de graciosa.

"¿Cómo no iba a ver lo que estaba pasando entre nosotros? Claro que sí, en algún punto, todas ustedes llamaron mi atención. Y sí, me gustaron. No soy de piedra." Hice una pausa, cerrando los ojos por un momento antes de continuar. "Pero lo que hemos construido en casi siete años… lo que significan para mí como amigas, eso es lo que más valoro. Y no iba a permitir que algo tan insignificante como una atracción o deseo destruyera lo que tenemos."

Mi pecho se apretó con el peso de mis palabras. "Las quiero, las respeto, pero nuestra historia es lo que más me importa. No quería que este tipo de sentimientos nublaran todo lo que hemos logrado. Y ahora…" Me quedé en silencio, incapaz de articular lo que sentía. "Ahora todo está en ruinas. Y no sé cómo seguir adelante."

Mariana asintió lentamente, entendiendo lo que había dicho, aunque sus palabras seguían flotando en el aire.

"Entonces, ¿qué hacemos ahora, Daniel?" Su voz era suave, pero las palabras llenas de incertidumbre. "No podemos simplemente seguir como si nada hubiera pasado, pero tampoco queremos perder lo que tenemos contigo."

Me levanté de la silla y caminé hasta la ventana, mirando el vacío del exterior como si pudiera encontrar respuestas en el horizonte. Sabía lo que querían, lo que necesitaban, pero también sabía lo que yo necesitaba. Necesitaba espacio, tiempo.

"Lo único que puedo decir es que necesito tiempo," respondí, mi voz tensa. "No sé qué hacer con esto, con lo que pasó. Necesito aclarar mi mente y pensar en lo que quiero. No puedo seguir en este caos, no puedo. Lo nuestro es lo más importante para mí, y si eso se pierde, no sé si quiero seguir adelante. No sé si puedo seguir adelante."

Miré a cada una de ellas, y vi el dolor en sus ojos, el mismo que yo sentía. "Voy a salir de la ciudad unos días. Necesito estar solo, necesito pensar. Les pido que respeten esto, por favor."

Nadie dijo nada. Estábamos atrapados en nuestras emociones, en nuestros propios miedos. Y aunque nos doliera, sabíamos que había algo entre nosotros que no podía desaparecer tan fácilmente. La amistad, o lo que quedaba de ella, seguía siendo lo más importante.

Pero, al menos por ahora, todo lo demás quedaba en pausa.

**

El sol estaba alto en el cielo cuando llegó el momento de que ellas se marcharan. Habíamos hablado durante horas, cada palabra cargada de emociones, de dudas, de miedos y, sobre todo, de arrepentimiento. La casa, que antes había estado llena de risas y un caos inocente, ahora parecía vacía, con una tensión palpable en el aire. Ya era más de medio día, y el peso de la conversación comenzaba a desbordarme. Aunque había intentado mantenerme firme, sabía que había algo que no podía ignorar: las chicas me importaban, y no podía simplemente darles la espalda, aunque todo lo que había sucedido fuera confuso y doloroso.

Ellas, con sus vestidos y tacones de la fiesta de anoche, llevaban sus pertenencias en una bolsa. El mismo regalo que les había dado después de la fiesta, ropa cómoda, era lo que ahora usaban, y aunque intentaba concentrarme en lo que ocurriría, me sentía extraño al verlas vestidas con mis prendas, como si una parte de la normalidad estuviera regresando, aunque todo estuviera alterado por lo que había pasado.

Las cuatro se acercaron a mí, y antes de que pudiera decir algo más, me abrazaron al mismo tiempo, rodeándome con calidez. No pude evitar que mi corazón latiera un poco más rápido. El abrazo fue suave pero firme, una mezcla de afecto y una petición silenciosa, de esas que no se dicen, pero que se sienten en el aire.

"Daniel, por favor," dijo Valeria, con una voz que temblaba un poco, pero que aún mantenía esa determinación que siempre la había caracterizado. "A pesar de lo que pasó anoche, por favor, no nos cierres las puertas de tu corazón. Sabemos que no es fácil para nadie, pero te pedimos que aclares tu mente. Deseamos que regreses con nosotras cuando estés listo. No podemos borrar lo sucedido, pero lo que sentimos por ti, eso sigue ahí."

No pude responder inmediatamente, las palabras me faltaron. Mi mente estaba llena de ruido, pero el calor de su abrazo, la suavidad de sus cuerpos rodeándome, me hizo sentir que no estaba completamente solo. Era como si, aunque todo estuviera roto, aún quedara una pequeña chispa de lo que alguna vez fue nuestra amistad.

Las sentí cerca, demasiado cerca, y en ese momento entendí que, aunque todo hubiera cambiado, no podía simplemente rechazar lo que había sido una parte importante de mi vida. Ellas siempre habían estado allí, en las buenas y en las malas. Pero esto… esto era algo que iba más allá de lo que había imaginado.

Regresé su abrazo, con una calidez que no estaba segura de cómo describir. Rodeé sus hombros con mis brazos, y aunque sentía el peso de la incertidumbre sobre mis hombros, su abrazo me hizo sentir que tal vez no todo estaba perdido.

"No prometo nada," les dije con la voz rasposa, cargada de confusión. "Pero si todo se soluciona, si logro aclarar mi mente, entonces hablaré con ustedes. Y si no, pues… ya lo podrán imaginar."

Sentí cómo ellas tensaban ligeramente sus cuerpos, como si estuvieran esperando algo más, pero no supe qué más decir. La incertidumbre estaba sobre nosotros, colgando en el aire como un espeso manto. Sin embargo, sabía que necesitaba encontrar una solución, aunque no sabía qué camino tomar.

Antes de separarnos, me incliné hacia ellas y, como solía hacer siempre cuando nos reuníamos, les di un beso en la coronilla, ese gesto que había sido tan habitual para nosotros, pero que ahora tenía un peso diferente. Sentí sus cuerpos tensarse por un instante, como si ese simple gesto fuera suficiente para recordar lo que había sido nuestra amistad, lo que había sido nuestro vínculo.

No dije nada más. Sabía que no había más palabras que pudieran aliviar lo que sentíamos. Sólo pude ver cómo sus rostros se suavizaban ligeramente con ese gesto, y aunque todo seguía en el aire, algo en su mirada me decía que esperaban lo mejor.

"Nos vemos," susurró Mariana con una sonrisa, aunque no estaba segura de si realmente creía en esas palabras. Las cuatro se separaron lentamente, pero no antes de lanzarme una última mirada, llena de esperanza y, quizás, un poco de temor. Sin decir nada más, se dirigieron a la puerta, dejando que el aire cargado de emociones se cerrara detrás de ellas.

Me quedé allí, solo, con el peso de sus palabras resonando en mi mente. Sabía que mi mente necesitaba claridad, pero también sabía que el tiempo no podía esperar. Todo había cambiado, y ahora debía decidir si era posible seguir adelante con lo que había sido nuestra amistad o si eso, simplemente, ya no tenía vuelta atrás.

Pero por un momento, mientras veía la puerta cerrarse, algo en mi interior me decía que todo lo que habíamos compartido no podía desvanecerse tan fácilmente. Solo necesitaba tiempo, tiempo para entender qué hacer con lo que había pasado, para procesar lo que sentía y, tal vez, encontrar una manera de reparar lo que se había roto.

More Chapters