Siguiendo los pasos de Gallagher, el grupo llegó al interior de un parque temático adornado con luces parpadeantes y figuras caricaturescas de gran tamaño.
"El parque de los Estudios Reloj." Anunció Gallagher con un gesto amplio. "El centro de entretenimiento más popular de todo Penacony."
Marzo lo miró con escepticismo, entrecerrando los ojos.
"¿Un parque de diversiones? Esperaba… no sé, una biblioteca enorme o un archivo polvoriento si íbamos a hablar del Relojero." Se detuvo, bajando un poco la voz. "Perdón, señor Gallagher, pero… de verdad no le veo el sentido."
Gallagher negó con la cabeza y sonrió con un dejo de paciencia.
"Entiendo tu duda, niña. Pero olvidas algo importante, perspectiva y cultura. Aquí es donde la historia se refleja de la forma más auténtica. Puede que lo veas como un parque de diversiones… pero yo lo veo como una prisión. Una que encierra el pasado de este mundo entre disfraces y colores."
Marzo se rascó la cabeza, incómoda por la respuesta.
Gallagher continuó, con un tono más neutro.
"Hace tiempo, Penacony era conocida como Asdana, un planeta prisión bajo dominio de la Corporación. Aquí eran traídos convictos de todas partes aquí con un solo propósito, recuperar la memoria que se filtraba en el macrovacío para el Jardín de los Recuerdos."
El grupo guardó silencio, escuchando atentos.
"El sistema estelar Asdana tiene una concentración inusual de memoria. Quizá para los nativos no sea nada especial… pero para los prisioneros fue devastador. La exposición frecuente creó un fenómeno sin precedentes, sus sueños comenzaron a unirse, a superponerse, hasta formar un mundo compartido. Allí podían encontrarse, y vivir vidas casi tan reales como en la vigilia."
"Eso suena increíble." Comentó Marzo con asombro.
"Todo tiene un precio." Respondió Gallagher con un tono seco. "Y los dulces sueños no son la excepción. No todos hallaban consuelo en ellos. De entre esos prisioneros se alzó uno, liberándose de los grilletes de la Corporación. Decidió luchar por su libertad."
Señaló entonces una figura de cartón con aspecto de mafioso con algunos detalles de lobo.
"Ese fue Hanu. El gran líder de Villa Ensueño, pacificador y aliado de los débiles."
Aleph recordó a Relojito y como anduvieron usando el Truco Reloj para ayudar a la gente.
"Entonces… ¿las caricaturas de Relojito son casi como un semi-documental del pasado de Penacony?"
Gallagher se encogió de hombros.
"La historia la escriben los vencedores. Pero inevitablemente, hay conexiones entre lo que muestran esas animaciones y lo que realmente ocurrió."
Stelle y Aleph miraron a su alrededor, notando la gran cantidad de miembros de la Familia Sabueso en el lugar.
"Supuestamente recibieron una orden del mismo Sunday de cerrar este sitio." Explicó Gallagher con un dejo de fastidio. "Aunque ni yo sé exactamente por qué."
Caminaron hasta una plaza central donde se alzaba la estatua de Relojito. Gallagher extendió un brazo hacia ella.
"Una vista hermosa, ¿no lo creen?"
Himeko, algo cansada de tantas evasivas, intervino con firmeza.
"Si todos los personajes de la caricatura están basados en personas reales, entonces es bastante evidente que Relojito está basado en el propio Relojero. En la animación, aparece como compañero de Hanu y uno de los fundadores de Villa Ensueño. ¿Podemos asumir que tomó el lado de Asdana en su lucha por la libertad?"
Gallagher asintió lentamente.
"Fue una gran guerra por la libertad. Hanunue no estuvo solo lo acompañaron Bufones Enmascarados, Anónimos, Historiadores Espurios, Plañideros, la Vanguardia de la Profecía… incluso visitantes de más allá. Y al final, triunfaron. Entre ellos estaba quien en el futuro sería llamado el Relojero."
Stelle, Marzo y Aleph intercambiaron miradas confusas.
"Espera…" Murmuró Stelle. "Si esa guerra fue hace tanto tiempo… el Relojero debería tener siglos de vida."
Gallagher sacudió la cabeza.
"No puedo asegurarlo. Cuando conocí a Mikhail, él ya era el Relojero. Tal vez el título se hereda."
"Entonces…" Marzo entrecerró los ojos con curiosidad. "¿Cuántos años tienes tú, Gallagher?"
Él se quedó callado unos segundos, como si lo pensara en serio, antes de responder.
"... Trece."
Todos se quedaron en silencio un tanto incrédulos.
Solo Aleph se mantuvo serio, recordando lo absurdo de sus propias circunstancias.
Después de todo, él mismo aunque decía tener quince años, técnicamente apenas había vivido un año como Aleph. Stelle por lo que sabía de sus recuerdos apenas llegaba a los siete, y Marzo… apenas tenía tres. La única con una edad normal y bastante acorde a su apariencia era Himeko.
Gallagher no se inmutó ante las reacciones y retomó su relato.
"Cuando Hanunue liberó Asdana, la paz aún estaba lejos. Faltaban recursos, había conflictos internos y enemigos externos. El futuro era incierto… hasta que el Relojero propuso a La Familia convertir Asdana en Penacony, el planeta de las celebraciones. Desde entonces, lo llamaron el Padre de Penacony."
Marzo arrugó el ceño.
"Pero… si el Relojero era el padre de Penacony, ¿por qué traicionó a La Familia? ¿Y cómo sabes tanto de todo esto, Gallagher?"
De pronto, una realización la golpeó, como si el mismísimo Expreso Astral la hubiera chocado. Sus ojos se abrieron de par en par y lo señaló con un dedo tembloroso.
Los puntos se conectaron en su mente.
Y pensándolo en retrospectiva.
¡Era demasiado obvio!
¿Como sabía tanto? ¡Es por que estuvo allí?
¿Por que habló tanto de Hanu? ¡Era todavía más obvio!
"¡Gallagher… eres Hanu!"
Todos lo miraron, sorprendidos.
Gallagher arqueó una ceja, mirándola como si fuera una tonta.
"No, niña. Solo soy uno de los muchos 'hijos' criados por el Relojero."
Bajó la mirada, y su tono se volvió más sombrío.
"Pero soy un traidor."
Soltó un suspiro mientras cerraba sus ojos.
"Porque yo traicioné a Mikhail."
Himeko lo miró con ojos entrecerrados.
"... ¿Que hiciste?"
"No hice absolutamente nada... y esa, fue la peor traición de todas."
Gallagher negó con la cabeza.
"Yo también tenía compañeros en quienes confiaba… hasta que caímos en una trampa de la Familia Roble."
Su voz era áspera, cargada de reproche, aunque no a ellos.
"Mikhail ya estaba demasiado viejo para protegernos. Así que nos separamos, buscando nuestro propio camino. Para la Armonía… éramos traidores. Pero los verdaderos traidores fueron otros."
Se giró, dándoles la espalda.
"Queríamos limpiar nuestro nombre. Demostrar que Mikhail no era un traidor. Hallar al verdadero culpable, devolver la Armonía a Penacony…" Comentó con neutralidad. "Pero fallamos. Todos nuestros pasos nos llevaron a callejones sin salida."
Se rió sin alegría, bajando la cabeza.
"Al final me rendí, convirtiendome en el perro derrotado hoy ven. La Familia me aceptó de nuevo, y me dieron este puesto como una especie de perdón. Pero no es más que un grillete. Un castigo. Estoy aislado de mis viejos compañeros… y de mi pasado."
Su voz bajó a un murmullo.
"En cuanto a Mikhail… lo último que supe es que murió en silencio, en un lugar oscuro donde nadie lo encontraría. Fue entonces cuando comprendí que el Penacony que conocía nunca volvería."
Cuando comenzó a caminar, Himeko lo detuvo con una voz firme.
"Espera. Lo lamento… pero, ¿ese es realmente el final de la historia?"
Gallagher la miró de reojo y suspiró.
"Eres perspicaz, Himeko. No, ese no fue el final. Lo último que supe fue que alguien heredó el título de Mikhail. Esa persona ha trabajado desde las sombras, en contra de La Familia, todo este tiempo."
Aleph dio un paso al frente.
"¿Sabes quién es?"
Gallagher negó con la cabeza.
"Ya pasó demasiado tiempo. No puedo asegurar si lo que escuché es real." Cerró los ojos un instante antes de abrirlos de nuevo, clavando la mirada en ellos. "¿Entienden por qué les revelo esto?"
El grupo guardó silencio.
"La razón es simple. Creo que estas muertes tienen relación con el legado del Relojero. Y cuando el misterio se resuelva—ya sean ustedes o yo—todos tendremos nuestras respuestas."
Aleph abrió la boca para replicar, pero Gallagher lo calló con un gesto de la mano.
"Ya les he dicho todo lo que sé. Considérenlo un gesto de gratitud. Gracias por escuchar los ladridos de un perro viejo."
Entonces frunció el ceño, como si percibiera algo extraño.
"…¿Eh? Algo pasó en el parque."
Su expresión se tensó. Finalmente, suspiró.
"Buena suerte, todos ustedes."
Y con eso, se marchó.
...
El grupo se dejó caer en unas bancas cercanas, intentando procesar la avalancha de información.
"Si el Sr Gallagher tiene razón." Comenzó Himeko, cruzando los brazos. "El verdadero traidor debe estar en la Familia Roble. Lo cual refuerza algo, la acusación de Aventurino contra Acheron probablemente no sea más que algo infundado."
Aleph no pudo evitar sonreír al escucharlo.
Stelle, al notarlo, le dio un golpe en el hombro.
"¿Y eso por qué fue?" Preguntó él, desconcertado.
Ella solo apartó la mirada, haciendo pucheros.
Aprovechando la ausencia de los Sabuesos, Aleph mencionó su encuentro con Relojito.
Marzo rodó los ojos.
"¿En serio, Aleph? No importa cuánto te guste una caricatura, no puedes llamarla tu amiga."
Bajó la voz y su expresión se oscureció.
"Ese tipo de cosas nunca terminan bien."
Himeko suspiro y se llevó una mano a la frente.
"¿Todavia tienes problemas con eso, Marzo? Dan Heng lo revisó, lo más seguro es que sólo haya sido una ilusión tuya."
"¡Pero te digo que Evie era real!"
Aleph se inclinó más cerca de Stelle.
"... ¿Quien es Evie?" Murmuro en voz baja.
Stelle se estremeció ligeramente.
"... La medusa parlante de la caricatura favorita de Marzo."
"Ya veo..."
Pobre Marzo.
Aleph suspiró y, sin más, usó el poder de Truco Reloj sobre ella. El mal humor de Marzo se suavizó, su tensión se deshizo en calma.
Himeko lo observó bastante sorprendida.
"Ese poder… es increíble."
Stelle, en cambio, mostró una sonrisa bastante inquietante.
"Si yo tuviera eso, sería invencible en todos los juegos de cartas… ¡por fin podría ganarle a Dan Heng!"
"Marzo." Intervino Himeko. "Envíale un mensaje a Welt. Necesitamos saber cómo van las cosas de su lado."
Ella asintió, sacando su dispositivo. Minutos después, la respuesta llegó al chat grupal del Expreso Astral.
[Welt: "He tenido un encuentro con Acheron. No se preocupen, confirmé que no es enemiga, sino aliada."]
Marzo abrió los ojos como platos.
[Marzo: "¿No que era peligrosa?"]
[Welt: "Como dije, me aseguré. Estamos en camino al Pabellón del Rocío Matutino. Les avisaré si descubro algo más."]
...
Mientras avanzaban hacia dicho pabellón.
Aleph comenzó a sentir un cosquilleo extraño recorrer su cuerpo.
"¿Estás bien?" Preguntó Marzo mientras lo ayudaba a pararse bien despues de casi tropezar.
"... Eso... creo." Murmuro mientras apretaba los dientes.
Himeko soltó un suspiro mientras le daba una mirada de reproche.
"¿Cuanto tiempo llevas aquí Aleph?" Preguntó con los brazos cruzados.
"... ¿Casi ocho horas quizás?"
Stelle, Marzo y Himeko le dieron miradas de reproche.
"¡Deberias salir y tomarte un descanso!"
"Estúpido Aleph ¿Ya olvidaste las reglas?"
El grupo retomó su camino hacia el pabellón. Mientras Aleph tercamente las seguía.
Las grandes puertas de tono verdoso claro se alzaban al frente. Los demás cruzaron primero.
Aleph tropezó.
Al incorporarse y pasar al otro lado.
Una vista extraña lo recibió.
Un olor acre mezclado con el fuerte hedor de la sangre asaltó su nariz acompañado del rugido bestial de quien sabe que clase de cosa.
Ante sus ojos se extendía una ciudad devastada, en llamas, sin rastro alguno de sus compañeras.
"¿Que demonios?" Murmuro con desconcierto.
.....
Aleph avanzó por la ciudad devastada con un ceño fruncido marcado de fastidio.
"¿Por qué siempre termino en estas situaciones de mierda?" Masculló, justo antes de que un goblin intentara emboscarlo por la espalda.
No perdió tiempo su puño atravesó a la criatura reduciéndola a cenizas.
Entonces la escuchó.
Una voz suave, majestuosa, tan dulce que parecía querer envolverle el alma. Apenas un par de notas y su cuerpo comenzó a moverse por inercia, con una expresión ausente, como un muñeco sin voluntad.
…No, no otra vez.
Un destello de lucidez lo hizo reaccionar. Conjuró un pincho de hielo y lo clavó en su pierna, apretando los dientes por el ardor. El dolor lo ancló a la realidad, despejando la niebla en su mente.
"Ya me cansé de sus jueguitos."
La molestia en su voz era tan fría como el hielo que lo rodeaba. Y a cada paso que daba hacia aquella melodía, los demonios surgían de entre las sombras para detenerlo.
Ninguno representó un verdadero obstáculo, eran borrados de su camino uno tras otro, dejando sus restos congelados decorando las ruinas como meras estatuas hiperrealistas.
El canto creció en intensidad. Y con él, la irritación de Aleph.
Al dar los últimos pasos, por fin la vio.
Sentada con gracia, su silueta altiva apenas era cubierta por un atuendo ostentoso que apenas podía llamarse ropa. Su cabello, atado en dos largas coletas, brillaba con tonos que ozilaba entre un azul-indigo profundo y un rosa tenue en sus puntas. Sus ojos eran una mezcla bastante hermosa de azul y rosa, le recordaron por un instante a alguien más… pero Aleph desechó la idea con un gesto de la mano, no era momento de distraerse
Ella le sonrió con dulzura.
"…¿No te gustaría participar en mi banquete?"
Con un chasquido suave, tres luces se encendieron en la oscuridad. Tres grandes mesas surgieron bajo su fulgor.
En la mesa central, la mujer degustaba tranquilamente una taza de té junto a otra figura femenina pálida como la cera, con un vestido corto blanco y un sombrero a juego que la hacía parecer una muñeca, con ojos de un púrpura ardiente rodeados de llamas espectrales del mismo color.
A la izquierda, un hombre de belleza casi irreal vestía un traje negro impecable. Junto a él se encontraba un muchacho japonés de aspecto corriente, con una sudadera gris oscuro con capucha verde y shorts negros. Su cabello desordenado y sus ojos dorados brillaban en la penumbra con un fulgor difícil de ignorar.
En la mesa derecha, en soledad, aguardaba un hombre de piel oscura y cabello blanco, cuya presencia era tan pesada que bastaba verla para sentir la amenaza de una tormenta.
Todos, al unísono, alzaron sus bebidas —té, café, cerveza— y fijaron la mirada en Aleph.
Sus voces se fundieron en una sola, reverberando en el aire.
"¿Dónde elegirás sentarte, joven heredero?"
Aleph trago saliva sin saber como continuar.
La mujer sonrió al ver su desconcierto.
"Este es mi banquete. No temas, heredero. Aquí no hay respuestas correctas ni equivocadas… solo verdades. Y de ellas no podrás escapar."
***********
Dentro del Pabellón del Rocío Matutino, Welt y Acheron avanzaron desde la entrada.
Acheron miró a Welt con curiosidad al verlo tan atento a su teléfono.
"Recibí un mensaje de mis compañeros." Comentó en voz baja. "Solo querían saber si estaba bien, deberíamos ir a verlos parece que han encontrado información importante."
"... Si hacemos eso ¿No perderíamos una oportunidad de investigar en el Pabellón?"
Welt lo pensó por unos instantes y finalmente suspiro, tomando su teléfono una vez más les escribió en el grupo de chat que estaría en el Pabellón del Rocío Matutino.
.....
Al cruzar la entrada, ambos intercambiaron una mirada.
"¿No está demasiado… vacío?" Murmuró Welt, frunciendo el ceño.
Acheron respondió con calma.
"El transcurso fue bastante tranquilo... un lugar tan protegido no debería estar desierto. Esto no presagia nada bueno."
Continuaron por un pasillo silencioso.
"Existe la posibilidad de que la alarma de emergencia hubiese hecho que vaciaran la mansión."
Acheron señaló una puerta entreabierta delante.
"Incluso dejaron las puertas abiertas."
"Supongo que no pueden culparnos por ingresar si dejaron la puerta abierta ¿Verdad?" Dijo Welt mientras comenzaba a avanzar.
"Un momento."
Acheron sacó ligeramente su katana, recubriéndola con una delgada capa de energía. Al notar la mirada de Welt, volvió a envainarla.
"Ustedes tienen permiso oficial para estar aquí." Explicó. "Yo no. Si me atrapan, no habrá excusas que me salven. Esta técnica me permite ocultar mi rastro… al menos por un tiempo."
Welt asintió.
"Esa técnica parece bastante útil."
....
Un balcón los condujo a una vista inesperada, una maqueta gigantesca del Momento Dorado se extendía en la sala inferior.
"... ¿Sera que usan este modelo debaten asuntos importantes?' Se preguntó Welt en voz baja.
Bajaron por una escalera lateral.
En silencio, Welt se acercó a Acheron, que se había agachado, observando algo.
"¿Qué ocurre?"
Ella le mostró el suelo, allí habían marcas de huellas.
"Ya he visto este patrón antes." Murmuró con seriedad.
Welt se inclinó, reconociéndolas al instante.
"Son de Aventurino."
Acheron lo miró ligeramente sorprendida.
"¿Cómo puedes estar tan seguro?"
"A mi edad, uno aprende a fijarse en todo, incluso en lo más mínimamente sospechoso. Una nimiedad como las marcas de unas botas... No son una excepción" Welt suspiró, con un leve gesto cansado. "No me creerias si te dijera que en numerosas ocasiones habilidades como estas me ayudaron a evitar... ciertos inconvenientes."
.....
El eco de sus pasos resonaba demasiado fuerte en la mansión silenciosa. Welt y Acheron avanzaban con cautela, observando cada detalle que creyeron que podía valer mínimamente su atención.
Partes de la sala estaban chamuscadas, como si un incendio reciente hubiese lamido las paredes. Entre los restos encontraron un papel ligeramente quemado que todavía era legible.
> Por orden del mayordomo en jefe, todos los sirvientes deberán acudir al ala oeste inmediatamente después de las campanadas de la alarma. La hora exacta de reunión y el listado de tareas deberán registrarse en el archivo principal. Nadie permanecerá en sus puestos hasta nuevo aviso. La seguridad será reubicada en función de la orden del jefe de la Familia Roble.
Welt frunció el ceño al leer la fecha y hora de emisión de la nota.
"Esto fue escrito unas horas antes de la muerte de Robin."
Acheron se cruzó de brazos.
"Sea lo que sea, alguien debería haber permanecido en la mansión. Abandonarla por completo…"
"¿Insinúas que no fue un descuido, sino algo deliberado?"
Ella asintió, sin añadir más.
...
El recorrido los llevó a la oficina de Sunday, jefe de la Familia Roble. Pronto notaron que su estado no difería mucho del de otras habitaciones que ya habían observado.
"Nadie aquí tampoco." Dijo Welt.
"Si no hay nadie que nos reciba, podemos darnos ciertas libertades. Ven, te cubriré con mi técnica de ocultamiento."
Envuelto por esa discreta capa de energía, Welt se permitió revisar los estantes y documentos.
Allí se toparon con un informe que no parecía haber sido colocado allí hace tanto tiempo.
Registro de víctimas de "La Muerte":
> Víctima 7: Zhao Yuan, un Raposiano del Luofu que llegó como vendedor ambulante. Dicen que se tropezó y cayó en un charco de agua y algo lo arrastró desde adentro. Los superiores recomendaron no tener muy encuenta este testimonio ya que fue dado por un famoso borracho.
Víctima 8: Erwin Roemel, un turista humano que venía de visita junto a sus familiares desde un área cercana a Pier Point. Según el testimonio de su familia se paró para estirarse cerca de un callejón oscuro cuando una larga y afilada cola lo arrastró. Interesante.
Parece haber menciones repetidas relacionadas con espejos o superficies reflectantes.
¿Tendra alguna relación con todo?
Víctima 9: Angus, miembro activo de la Familia Sabueso. Circunstancias similares al anterior. Su compañera afirma haberlo visto peleando con un busca sueños insistente que decía que alguien había robado a su hija incluso cuando ella misma negó la acusación del padre.
Víctima 10: Sasha, también miembro de la Familia Sabueso. Era la compañera de Angus.
Conclusión (personal): Lo único consistente es la ausencia de consistencia. No existe motivo aparente, ni vínculo que una a los muertos. Esta fuerza no discrimina por edad, raza o afiliación. Es como si la "Muerte" eligiera a su próxima víctima completamente al azar…
"Parece que los rumores eran ciertos." Concluyó Welt con gravedad. "Su selección es completamente aleatoria."
Cercano a archivo encontraron algunas notas escritas con una caligrafía distinta a la anterior, quien sea que las escribió parecía ser consciente de la existencia de "La Muerte".
"No estoy del todo segura pero." Acheron hojeó las páginas. "Estas notas… dan la impresión de que Sunday ya sabía de 'La Muerte'. Como si lo único que lo sorprendiera fuera que hubiese regresado."
Mientras Welt se dirigía a buscar más cosas en el escritorio de Sunday, Acheron decidió revisar si había más cosas por encontrar en el gran librero cercano.
Tras mover sus manos entre algunos libros pudo escuchar un ligero crujido. Al moverlos a un lado pudo encontrar lo que parecía un compartimento secreto.
Allí se encontraban varías cartas e incluso.
"¿Un cono de luz?" Acheron ladeo su cabeza mientras miraba la imagen del momento grabado en el, un joven Sunday, animando a Robin en un pequeño escenario improvisado.
Welt lo observó en silencio antes de hablar.
"En varias entrevistas, Robin dijo que entre todos sus conciertos y escenarios, su favorito siempre fue ese… el que compartió con su hermano, cuando eran niños."
No pudo evitar preguntarse una cosa.
"¿Cómo será su relación actualmente?" Suspiró, ajustándose las gafas. "El crecimiento trae madurez, logros y momentos que se atesoran… pero también pérdidas irreparables."
Acheron guardó silencio. Viejos recuerdos comenzaron a agrietar la coraza de su mente. Las risas resonaron en sus oídos, y la imagen frente a ella se desdibujó hasta convertirse en otra diferente.
Un joven de cabello castaño, con ojos de un ámbar ardiente, la señalaba con una espada de cartón.
"¡Vas a caer, Emperatriz del Trueno!" Gritó con entusiasmo. A pesar de lo heroico de sus palabras el disfraz que usaba hacía que el pareciera más un Rey Demonio estereotipado de alguna extraña novela Isekai.
"¿Y se supone que debería temer tu espada, Aleph Avesta?"
Comentó su yo más joven arqueando una ceja mientras vestía un disfraz que parecía la ropa típica de un viejo ronin, pero adaptado para uso femenino.
"¿Podrian dejar de distraerse?"
Fueron las palabras de otro de sus amigos, él sostenía las reglas del juego de rol mientras acariciaba con un rostro sabio la barba falsa que acompañaba su disfraz de mago.
"¡Ahahaha! ¡Sabio Anaxágoras, debería calmarse! ¡O su cabello se volverá blanco… o hasta podría caérsele!"
Comentó alguien más, no podía recordar su nombre con claridad más allá de que su inicial era una K, tenía el cabello blanco y unos ojos azules que acompañaban su actitud animada conforme al papel que había escogido como el héroe legendario.
El "mago" alzó un puño.
"…¿Quieres probar mi puño mágico, oh noble e idiota Salvador? Si mi cabello se cae será culpa de ustedes."
El otro retrocedió de inmediato.
"¡Vamos, es solo un juego!"
El chico de cabello negro, a un lado, devoraba el postre de durazno que había escondido de su padre.
Su yo adolescente lo fulminó con la mirada.
"…Así que elegiste el camino de la muerte, ¿eh?"
Y sin más, se lanzó contra él.
El recuerdo se quebró de golpe.
Sus ojos se abrieron al sentir la mano de Welt sobre su hombro.
"¿Estás bien?" Pregunto. "Vi que parecias bastante pérdida en tus pensamientos ¿Ocurrió algo malo?"
Acheron sacudió su cabeza con calma.
"…Estoy bien."
Ignorando a la aún distraída Acheron, Welt tomó el resto de papeles y cartas del mismo compartimento donde habían encontrado el cono de luz. Al revisarlas, distinguió rápidamente el patrón, varias eran cartas de Robin dirigidas a Sunday, la mayoría enviadas durante sus giras fuera de Penacony.
"Al menos esto responde a la pregunta anterior." Murmuró. "Su relación no era distante. Todo lo contrario… parecen muy cercanos."
Acheron se limitó a observarlo mientras Welt dejaba las cartas sobre el escritorio y continuaba hurgando en el compartimento.
No halló más que recuerdos fotos antiguas, programas de espectáculos, pequeños objetos compartidos por los hermanos.
Entonces, una carta que Welt había pasado por alto quedó a la vista. Acheron la tomó. Su ceño se frunció al leer y, con un gesto, llamó a Welt.
Él entrecerró los ojos y leyó junto a ella, hubo una línea en particular que llamó su atención.
> Querido hermano, últimamente he tenido problemas con mi voz. Cuanto más nos acercamos a Penacony, peor se vuelve. He usado el poder de la Armonía para reforzar mi canto, para no dañar mis cuerdas vocales con el sobreesfuerzo, pero incluso eso empieza a fallar.
Hay… interferencias. Algo bloquea o distorsiona mi poder, y temo lo que pueda significar.
—Robin.
Welt ajustó sus gafas.
"Cuando llegamos, Himeko y yo ya notamos algo raro en su voz. Ahora todo encaja… pero la incógnita persiste. No cualquiera puede interferir con el poder de una Vía."
Acheron lo miró fijamente.
"…¿Te refieres a…?"
Él asintió en silencio.
"Si realmente hay un traidor en la Familia, no es un peón común. Debe ser alguien con poder real… quizá incluso de alto rango. Eso también explicaría por qué incluso Sunday no logra atraparlo."
Revisando más a fondo entre otros papeles encontraron correspondencia firmada por dos remitentes distintos.
> Carta de la Familia Alfalfa.
Sunday:
Me enteré de lo que le pasó a Robin, y te doy mi más sentido pésame. Sin embargo debo recordarte que no sólo eres su hermano mayor, si no que también eres el jefe de la Familia Roble. Tus acciones afectan a todo Penacony.
Dado las difícil etapa que ha estado pasando Penacony, te instó a que dejes de lado tu odio para evitar que este nuble tu juicio y no involucrarte en actividades cuestionables. He oído que haz estado planeando invertir una buena cantidad de tiempo y recursos para para cazar a "La Muerte". Tal acción no sirve a los intereses de La Familia y te sugiero enfáticamente que lo pienses mejor, para evitar que los líderes de las demás Familias te destituyan.
Se que crees que tiene que ver con el Relojero, pero hay cosas más importantes que requieren tu atención.
Te insto a que apresures los preparativos del Festival Carismonia. La situación exige celeridad. Los incidentes recientes no deben distraerte de tus responsabilidades como jefe de la Familia Roble. Te prometo que una vez que el Festival Carismonia termine te daré la libertad de usar una parte considerable de los recursos de la Familia Alfalfa para cumplas tu venganza personal.
Te recomiendo que actues con cuidado, el Maestro de los Sueños no parece muy conforme con las acciones que has tomado últimamente.
Atentamente, viejo Oti.
"Pareceque ni el Maestro de los Sueños ni este Viejo Oti están conformes con la reciente actuación de Sunday." Dijo Welt.
"Tampoco parece que les importe mucho "La Muerte"."
Acheron guardó con cuidado las cartas y el cono de luz de nuevo en el compartimento. Welt, mientras tanto, revisaba los cajones del escritorio.
"Encontré algo más."
Una larga lista con más de 50 nombres de diversos miembros de las distintas Familias. Cada uno con una anotación de sus acciones recientes en los últimos años, sus ocupaciones, e incluso con las posibilidades mismas de que puedan ser el traidor.
Acheron la hojeó.
"Parece que no escatimaron en ningún detalle posible."
"Esto es… esas características" Murmuró, confundida.
"¿Pasa algo?" Preguntó Welt.
Ella negó.
"Nada."
Tras un momento, añadió.
"No parece haber nada más importante aquí."
Welt dejó escapar un suspiro.
"Cuando imaginaba nuestro encuentro con la Familia, pensaba en muchas posibilidades. Nunca en toparme con una mansión vacía."
Antes de que pudiera continuar, Acheron lo interrumpió.
"Alguien se acerca."
De inmediato, Welt guardó de nuevo los papeles en su lugar. Ambos se apartaron del escritorio justo cuando la puerta se abrió.
Un hombre de traje blanco entró con pasos serenos.
"Invadir una zona prohibida… no es comportamiento propio de un invitado, señor Yang."
Sunday ladeó la cabeza, esbozando una sonrisa.
"Y mucho menos de una Guardiana de la Galaxia… ¿no es así, Acheron?"
***********
Aleph, mientras tanto, cedió ante la invitación del hombre rubio y tomó asiento junto a él. El joven japonés lo despidió con un breve "suerte".
En cuanto lo hizo, el banquete se desmoronó, y Aleph fue tragado por un vacío oscuro e insondable.
Un campo de batalla arrasado lo recibió. El cielo estaba teñido de un rojo enfermizo y desesperante, la tierra estaba sembrada de cuerpos petrificados y el sonido cargado del grasnido de una parvada de cuervos.
El sonido de cascos llamó su atención.
Cuatro jinetes esqueléticos cubiertos con túnicas negras y hoces brillantes avanzaban desde el horizonte sobre caballos monstruosos.
Donde uno pasaba, la vida se marchitaba.
Donde otro pisaba, todo se secaba.
El siguiente corrompía y pudría lo que tocaba.
El último devoraba los restos de los demás antes de ser aplastado bajo las herraduras de su propia bestia.
Aleph gruñó mientras se preparaba para pelear.
.....
En lo alto de un pilar, el hombre rubio lo observaba. El muchacho japonés también aunque su apariencia había pasado por un cambio bastante... notable, su piel ahora era tan pálida como un cadáver, marcada con tatuajes negros que brillaban tenuemente.
Ambos permanecieron en silencio, evaluándolo.
La presión para Aleph se intensificó.
El ataque mental impuesto por War trató de hundir su conciencia para volverlo poco más que una bestia.
Los cortes de la hoz de Famine drenaban su fuerza vital y magia. Sus músculos temblaban y su garganta se secaba como si no hubiera bebido en semanas.
Trató de esquivar un segundo tajo, tuvo éxito pero otro lo alcanzó. La hoja de Death pasó rozando su cuello, y aun sin cercenarlo, la piel se abrió como manteca siendo tocada por un cuchillo caliente. La sensación de su cabeza a punto de desprenderse hizo que el sudor frío goteara de su frente. Apenas reaccionó a tiempo, lanzando un trozo de hielo para bloquear un segundo tajo que buscaba decapitarlo.
Pestilence lo rozó con su guadaña carcomida, y la carne de su brazo izquierdo se ennegreció al instante. Trozos de piel se desprendieron como papel mojado, cayendo al suelo mientras un pus nauseabundo burbujeaba sobre el hueso expuesto.
Aleph resistió, tambaleante, sonriendo con ferocidad.
En parte por su propia terquedad, y en parte por la locura inducida por War.
Con una emoción desbordante se arrojó con más fuerza hacía su encuentro.
Cuando los cuatro jinetes cerraron el círculo, él se impulsó.
Saltó directo contra War, aun mientras Death le amputaba el brazo derecho en pleno aire, aun cuando Pestilence le pudría el izquierdo hasta dejarlo inútil, aun cuando Famine abría un tajo profundo en su espalda que le robaba el aire.
Aun así, clavó el pie en el cráneo del caballo de War, usándolo como plataforma de saltó y, sin más opciones que usar, lanzó su cabeza hacia adelante.
Un choque seco reverberó en todo el campo.
Su frente se estrelló contra el cráneo de War, hiciendolo añicos bajo el impacto. Aleph río mientras un líquido cristalino y burbujas brotaban de su frente.
Incluso la vista de los otros tres Jinetes alzando sus hoces contra él para acabarlo no atenuó la emoción vibrante que llenaba su ser.
El escenario colapsó como vidrio roto.
De nuevo en el banquete, Aleph jadeo, mientras miraba su cuerpo completamente restaurado.
El hombre rubio soltó un suspiro.
"Aún tiene margen de mejora... Al menos, podemos decir que su inicio es ligeramente mejor que el tuyo, Naoki."
El joven asintió de forma impasible.
"... No es como que eso sea tan complicado. Tu sabes cual era mi estado corporal en aquel entonces."
Aleph no pudo evitar quedarse boquiabierto al verlo ahora con una apariencia tan icónica.
"¡¿Demi-fiend?!"
El joven inclinó ligeramente la cabeza al escuchar ese título.
"Hmm ha pasado un buen tiempo desde la última vez que me llamaron así." A pesar de que la expresión en su rostro no cambió en lo más mínimo, Aleph pudo percibir la curiosidad en su tono. "Joven heredero ¿Donde haz escuchado, ese viejo título por el cual me llamaron en mi juventud?"
"... Eh, bueno es un poco complicado de explicar."
La mujer de cabello azul rio un poco mientras se cruzaba de piernas.
"¿Acaso hay necesidad de dar explicaciones? En este espacio bien podrías materializar el recuerdo y mostrarselo."
Aleph se rasco un poco la mejilla antes de materializar el estuche de un videojuego y pasarselo al joven.
"... ¿"Shin Megami Tensei: Nocturne"?..." Su rostro se tiño de confusión mientras leía el título y veía al personaje en la portada, que ciertamente se veía similar a él.
Una ligera risa escapó de la boca del hombre rubio.
"¡Es cierto, él había dicho que tenía tales planes!" Parecía encontrar genuinamente divertido este desarrollo y por los rostros de los demás no parecía ser el único.
El joven soltó un gruñido mientras colocaba el estuche en la mesa.
"Heredero... ¿Quien creó esta cosa?"
"Mmm según recuerdo fue una serie completa de juegos y spin-offs creados por el Sr Nakajima, un amigo de mi abuelo en colaboración con un amigo de mi padre."
Un suspiro más profundo escapó de la boca del Fiend mientras se pasaba una mano por la frente con molestia.
"Hay dos cosas que me he rendido a jamás ser capaz de comprender, los pensamientos de Stephen y... el retorcido sentido del humor de ese tipo."
Aleph permaneció confundido mientras las risas del hombre rubio continuaban.
"¡No te preocupes, Naoki! ¡Al menos eres la cara de la portada!"
El gruñido que escapó de la boca del joven era una señal más que clara de lo poco que le importaba eso.
Aleph se apartó de la primera mesa, todavía con el cuerpo pesado por la ilusión anterior. Apenas rozó la segunda, esta se deshizo bajo sus manos y el suelo desapareció.
Cayó de cara contra mármol pulido.
Al levantar la cabeza, quedó cegado por destellos dorados, candelabros enjoyados, cortinas de seda y un perfume empalagoso de rosas. Era un salón tan sobrecargado de lujo que rozaba lo grotesco.
No tuvo tiempo de asimilarlo. Una mano lo agarró del brazo y lo alzó con sorprendente fuerza.
"¡Vamos, lento!"
Aleph parpadeó. Era Stelle, con un vestido blanco que brillaba bajo las lámparas. Su sonrisa era radiante, sus movimientos, frenéticos.
Miró hacia abajo y descubrió que su propia ropa había cambiado. Ahora vestía un traje negro impecable, idéntico al del hombre rubio de la primera mesa.
"¿Puedes no sacudirme tanto? Me vas a arrancar el brazo." Comentó con cierta molestia.
"Si sigues con esa flojera, llegaremos tarde a la boda." Dijo Stelle.
"¿Boda?" Aleph la observó, desconcertado. "¿De quién?"
Stelle lo miró como si la respuesta fuera obvia.
"La boda múltiple, claro. Dan Heng y Corruid, y luego tú conmigo, Firefly, Kafka y Bronya."
Aleph se quedó helado, la boca abierta en una mueca estúpida.
Stelle asintió, complacida con su silencio.
...…
El altar lo esperaba. Dan Heng y Corruid estaban allí, tomados de la mano. Aleph no pudo evitar murmurar con incredulidad.
"Cuando la cree era solo una linda una lagartija… ¿y ahora como es que…?"
Kafka, vestida de rojo, soltó una carcajada.
"¿Lo olvidas? La hiciste con los genes de Dan Heng, tuyos, de Stelle y de Marzo. Era natural que acabara convirtiéndose en una belleza una vez evolucionará."
Aleph se pasó una mano por la cara.
"…Esto parece un manga de pésima calidad."
Marzo, con lágrimas en los ojos, tomaba fotos con entusiasmo.
"Crecen tan rápido…"
El ramo lanzado por Corruid voló hasta Himeko, que lo atrapó y celebró con un pequeño baile. Welt suspiró con tristeza como un padre triste de que su hija treintañera aún no consiga un novio mientras se ajustaba las gafas.
"Incluso con ese ramo, será difícil que consigas pareja."
Un puño bien colocado en el estómago lo dobló en dos.
Firefly se acercó riendo, tomando la mano de Aleph.
"Deja de hacer chistes. Cuando ellos terminen, será nuestro turno."
Aleph tragó saliva, sudando bajo el traje.
Stelle, Bronya, Kafka y Firefly se apartaron para prepararse, dejándolo solo en medio del salón.
Entonces, dos nuevas figuras aparecieron. La mujer de cabello azul en coletas, y a su lado la de piel pálida y vestido blanco corto.
Ambas lo observaron con sonrisas bastante burlonas.
"¿Qué tal se siente vivir la fantasía de todo hombre?" Preguntó la de azul. "¿Te hace sentir poderoso? ¿Lleno?"
"¿O acaso el afecto de tantas mujeres calma el vacío dentro de ti?" Añadió la otra, con un tono juguetón.
Aleph bufó, desgarrando el traje hasta volver a su ropa habitual.
"Déjense de bromas. Las relaciones no son un juego. Esa tontería de 'más es mejor' es pura estupidez."
Las dos se rieron. La mujer de azul se inclinó, acercando su rostro al suyo, y lo estudió con interés.
"La mayoría lo vería como un regalo, incluso como una bendición divina. Tú, en cambio, lo desprecias… incluso con lo hambriento que estás de afecto."
Aleph negó con la cabeza.
"Algo así… simplemente no es posible para mí."
"Interesante." Dijo la mujer pálida, presentándose como Constanza.
"Y yo soy Kali." Sonrió la de azul. "No vemos seguido a alguien que busque y ofrezca ese nivel de entrega."
Aleph desvió la mirada, incómodo.
"Que romántico~" Comentaron burlonamente para su vergüenza.
...…
El salón se disolvió como humo, y lo siguiente que vio fue un castillo negro, de torres de obsidiana. En el trono central —hecho con cadáveres de la Legión Antimateria— él estaba sentado.
Multitudes de demonios lo rodeaban, aclamando su nombre con voces ensordecedoras.
Kali y Constanza lo observaban desde abajo.
"Si el amor no te mueve… ¿qué tal el poder?" Preguntó Kali. "El poder de decidir la vida y muerte de razas completas con un simple gesto."
El coro de demonios rugió, mezclando voces cargadas de adoración y temor.
Aleph los miró con un rostro aburrido sin una sola pisca de interés.
"¿Esto?" Murmuró. "Me aburre. ¿Para qué sentarme en un trono incómodo, rodeado de súbditos, cuando puedo correr libre y hacer lo que quiera cuando quiera?"
Constanza suspiró. Kali levantó un pulgar, divertida.
...…
El escenario cambió de nuevo. Una montaña interminable de oro y joyas se extendía hasta donde alcanzaba la vista.
"Quizá no te importe el afecto ni el poder." Dijo Constanza. "Pero las riquezas… estas deberían tentarte."
"Con ellas, puedes tener cualquier cosa." Añadió Kali.
Aleph arqueó una ceja.
"¿Cualquier cosa?"
"Todo lo que desees."
Su mirada se oscureció mientras soltaba un suspiro cargado de desdén.
"Lo que deseo no puede comprarse, no importa cuánto oro y joyas se amontonen."
El mundo se quebró como cristal, devolviéndolo al banquete.
Kali hizo un puchero, cruzándose de brazos. Constanza bebió su té, el único indicio de su frustración era el ligero ceño fruncido en su rostro y las pequeñas grietas que habían comenzado a formarse en su taza.
El hombre rubio rio.
"¿Ven? Alguien capaz de sonreír tan locamente en medio de una batalla nunca se conformaría con nimiedades como las que ustedes ofrecieron."
Naoki asintió, en silencio.
En la última mesa, el hombre de piel oscura terminó su cerveza de un trago. Se levantó y arrojó la botella a un lado, dejó caer su chaqueta de cuero y reveló un torso marcado como hierro forjado.
Su voz resonó con desprecio.
"Basta de juegos, joven heredero. Has pasado las pruebas de los demás… ahora es hora de que me enfrentes a mí."
El hombre de piel oscura dejó la botella a un lado y clavó sus ojos como brasas en Aleph.
"Es momento de tu juicio. Tú, por el designio de la sangre, eres el heredero de su deber. Enfrentarás al enemigo final."
El suelo se abrió con un rugido. Llamas negras y púrpuras brotaron como un océano, engullendo a ambos.
...
Aleph cayó de pie en un vacío absoluto. No había horizonte, ni suelo tangible, solo un espacio negro que se sentía como el mismo corazón del cosmos.
Frente a él, la figura del hombre comenzó a deshacerse, piel y hueso fundiéndose hasta dar lugar a un titán. Una criatura de cuatro metros, musculosa, piel gris como hierro oxidado, y una cornamenta que coronaba su cabeza como si fuese la corona de un rey.
Su voz resonó como un trueno.
"Yo soy La Ira de Dios."
Siete trompetas desgarraron el vacío. Siete rayos descendieron en cascada. Siete truenos rugieron como bestias furiosas.
El coloso extendió sus brazos.
"El mundo que se creó en siete días. Al sonar siete trompetas, será destruido. Así lo declaró Metatrón a los hombres después de arrancar las lenguas y desgarrar las bocas de los herejes que levantaron la torre de Babel."
Sus ojos ardían como llamas infernales.
"Pero hubo tres hombres y una mujere lo bastante necios como para desafiar ese mandato. Akemi Nakajima. Dante Alighieri. Naoki Kashima. Alejandra Portinari... sellaron con sus vidas un contrato ancestral. Yo soy su guardián. Ahora dime, heredero… ¿serás la chispa que continúe ese legado?"
"¿Mis abuelos?" Murmuro Aleph con sorpresa. Pero rápidamente sacudió su cabeza, no era el momento de perderse en recuerdos apretó los dientes y le dio su orden a Burroughs.
Los círculos de invocación estallaron en el vacío y sus demonios respondieron a su llamado. Wendigo apareció a su lado, y Aleph se fusionó con él en un rugido que desgarró el aire.
El coloso lo observó con burla.
"Un truco lindo. Pero como descendiente de ese loco de Alighieri… aún no das la talla."
En un parpadeo, todo terminó.
Los demonios fueron derribados como moscas, forzados a regresar a la nada. El Wendigo se deshizo de su cuerpo. Y Aleph fue arrojado por un golpe brutal, volando como una muñeca rota hasta estrellarse contra el vacío mismo.
"Débil." El titán escupió la palabra como veneno.
Aleph intentó contraatacar, pero fue aplastado contra el suelo invisible. El coloso hundió su pie en su pecho, inmovilizándolo, y tomó sus brazos. Con un tirón, los dislocó.
El grito de Aleph resonó en la nada.
"Estúpido. Impulsivo." Comentó con decepción. "¿Acaso tu vida vale tan poco que no aprendes a pelear bien? Si sigues así, jamás cumplirás tu destino."
De una patada, lo envió rodando kilómetros a través de la nada hasta que se detuvo, jadeante, bañado en sudor y en un líquido cristalino que brotaba de sus heridas.
El titán avanzó.
"Pero debo reconocer algo. Tus ojos…" Se inclinó, fijando la mirada en la rabia ardiente de Aleph. "Son buenos ojos. Como un cachorro rabioso que intenta intimidar a un lobo. Adorable."
Su risa llenó el vacío.
Entonces, las llamas púrpuras regresaron. El aire se llenó de un olor metálico, sofocante.
Un rugido bestial hizo que un escalofrío recorriera la espalda de Aleph.
El titán lo levantó por el cabello, obligándolo a mirar.
"No apartes los ojos. ¿A dónde más mirarías?" Comentó con diversión. "Él, dijo hágase la luz, y la luz baño el mundo entero dotándolo de vida... Y así como les dio luz, es capaz de quitarsela y sumirlos en las tinieblas."
Su parte inferior era la de una serpiente negra. Su torso, brazos y cabeza pertenecían a un demonio. De su espalda brotaba un hombre humano. A sus costados se alzaban múltiples cabezas la de un dragón, una serpiente, una langosta, un toro, una cabra y un león. Su piel era negra como el hollín. Sus ojos, completamente blancos, rebosaban odio y rabia sin fin.
El coloso carcajeó.
'Este es tu verdadero enemigo. ¿Y bien, cachorro? ¿Listo para mojar tus pantalones y correr a los brazos de tu madre?"
La furia de Aleph explotó. Usando lo poco que le quedaba, impulsó su cuerpo para patear al coloso. Un crujido le atravesó la pierna, su hueso se había roto al contacto.
El titán lo arrojó como un muñeco, dejándolo tirado.
Aun así, Aleph lo miró con ojos venenosos.
"Te mataré… y devoraré tu carne."
El coloso sonrió, satisfecho.
"Inténtalo, si eres hombre."
Aleph apoyó todo su peso en la pierna buena y se lanzó hacia adelante, contra toda lógica.
El titán asintió.
"Bien hecho. Incluso bajo esta presión, puedes mantenerte en pie. Notable… para alguien tan débil."
Luego, sin más, levantó su pie y pateó su barbilla con tal fuerza que lo dejó hecho pedazos en el suelo.
El espacio estalló en fragmentos y todo se derrumbó.
De regreso en el banquete, Aleph yacía inconsciente en el suelo.
El hombre de piel oscura se dejó caer en su silla y tomó otra botella de cerveza.
Los demás lo miraron.
"¿Y bien? ¿Cómo fue la prueba?"
El hombre bebió de un trago antes de responder.
"Decente. Con la presión adecuada… puede que llegue a ser un buen heredero."
Kali y Constanza se acercaron a Aleph en suelo.
"Que tus enemigos tiemblen y sufran ante tu poder." Murmuro Constanza mientras que con el cumplimiento de su deber este espacio también comenzaba a colapsar.
"Que purges todo rastro de temor y miedo en son de lograr tu Primum Mobile, heredero."
Finalmente todo se desvaneció mientras la consciencia de Aleph regresaba a su cuerpo en la realidad.