Ficool

Chapter 63 - Capítulo 62: Aventurino

Un viejo recuerdo surgió en su mente.

"Kakavasha…"

Su hermana mayor le dijo que se escondiera. No había pasado tanto tiempo desde la pérdida de sus padres.

"Tienes que ser fuerte."

Era difícil oírla. En Sigonia el clima siempre era árido y, a pesar de todo, el cielo siempre estaba nublado acompañado del retumbar de innumerables truenos día a día.

Pero nunca probaron la lluvia.

Excepto aquel fatídico día de su nacimiento.

"Hermana."

Sus padres y su hermana solían decir que por ese mismo hecho él era un niño bendecido por Mamá Fenge.

"Hermana, tengo miedo… ¿Vendrán por nosotros?"

Su hermana lo obligó a esconderse.

"Te amo, Kakavasha."

Esa fue la última vez que pudo verla con vida.

...

Aventurino parpadeó mientras abría sus ojos. Llevándose una mano a la frente adolorida soltó un quejido al notar que había caído inconsciente.

¿Cuánto tiempo valioso había perdido ya de su limitada vida por culpa de ese estúpido poder de la Armonía?

Sacudió su cabeza.

¿Cuál era su objetivo? Ah, resolver un caso y alcanzar "una gloriosa muerte". Por alguna razón se preguntó si ese viejo recuerdo había sacudido ligeramente su determinación.

"Tal vez no tu determinación… pero algo hizo."

Una voz familiar contestó y Aventurino dudó de sus ojos al ver quién le respondía.

"...¿Acaso enloquecí?"

La figura delante de sus ojos rió como si lo encontrara gracioso.

"Siempre estuviste loco. ¿Qué te hizo creer que no?"

Aventurino suspiró.

"Incluso si tus palabras no están muy lejos de la verdad… ¿no estaría loco si hablara con una versión translúcida de mí mismo?"

La versión translúcida sacudió la cabeza, se cruzó de brazos y lo miró con desdén.

"Puedes engañar a todos, menos a ti mismo."

Fueron sus palabras.

"Hablemos con seriedad mientras caminamos." Comentó mientras le daba la espalda. "Te acompañaré, estaré contigo hasta que llegues al final de tu camino…"

Mientras se abrían paso hacia el cada vez más cercano parque temático de los Estudios Reloj, Aventurino no pudo evitar hacerle preguntas a este supuesto "otro yo" suyo.

"¿Qué eres exactamente?"

La respuesta llegó con calma.

"La mayoría en este mundo pasa toda su vida buscando una respuesta… yo soy esa respuesta. Kakavasha… yo soy tu futuro."

Aventurino estalló en carcajadas mientras sostenía su estómago.

"¿En serio? Genial. Primero eran recuerdos sueltos, luego voces en mi cabeza… ¡y ahora te veo! ¿Qué sigue? ¿Convertirme en Emanador de Armonía?"

Negando con la cabeza, continuó por una de las entradas alternas del parque.

Una pequeña figura lo hizo detenerse.

"¿Un pepeshiano?..." Aunque mirándolo desde una distancia más cercana. No, era un niño pequeño.

Independientemente de su situación, Aventurino siempre era bastante suave con los niños.

"Oye, pequeño ¿Estas bien? ¿Que haces aquí?" No pudo evitar murmurar. "¿No se suponía que los niños no tenían la entrada permitida al Momento Dorado."

Pero perdió el aliento al verlo de frente.

"Tus ojos..."

El niño sonrió y le respondió con amabilidad.

"Bonitos ¿Verdad? Mi hermana dice que mis ojos son un regalo de Mamá Fenge. Cuando son así de coloridos, traen buena suerte."

El niño abrió sus ojos con sorpresa.

"¡Vaya! Señor, sus ojos son muy bonitos."

Aventurino quedó mudo.

"¿Dónde están tus padres?"

"En un parque de diversiones. Ellos y mi hermana se adelantaron, pronto los alcanzaré."

El niño agitó los brazos en un saludo alegre y se marchó hacia la entrada.

"Debo irme, espero que también se divierta mucho Señor ¡Hasta luego!"

Aventurino murmuró en shock.

"Esos ojos… Mamá Fenge… ¡No!" Negó con todas sus fuerzas, era imposible. "No puede ser. Se supone que ya no quedamos más Avgin…"

Corrió tras él, pero solo escuchó su voz alejándose.

"Papá, Mamá, Hermana… ¡allá voy!"

La figura translúcida volvió a manifestarse.

"Cosas como estas sólo en Penacony ¿Verdad?"

"... ¿Otra vez tú?" Aventurino entrecerro sus ojos con molestia. "¿Que es lo que quieres?"

"¿No lo has sabido siempre?"

Sacudió la cabeza con desdén.

"La Familia es todo menos compasiva, si en verdad extendieran sus manos a todo aquel que necesita ayuda. ¿Por qué tendrían muros tan altos y fosas tan profundas? Sin embargo muchos se niegan a ver esto, cegados por el dulce sueño y la felicidad vacía que este les da. Esperar caridad de ellos o de otra gente es como esperar que la Legión Antimateria salve un mundo. Fantasías que ni un Historiador Espurio contaría." Su risa sólo molesto más a Aventurino.

"¿No es así, Ka-ka-va-sha~? ¿Todavía crees que con tu mísera fuerza puedes derribar esos muros y abrirte paso a la verdad? No me hagas reír."

El reflejo lo acuchilló con palabras.

"Ahora vives con tiempo prestado, tú, la tonta hiena que dejo de lado su orgullo y buscó ayuda en el primer grupete de tontos lo suficientemente capaz que se cruzó en su camino. Sabes lo complicado que es hallar oportunidades, por eso las buscas desesperadamente como un deshidratado el agua en el desierto."

"... Por la forma en que lo dices suena como si dijeras que eres mejor que eso."

El Aventurino translúcido bufo.

"Soy mejor que el tonto que dejó su espalda descubierta para que Sunday pudiera aprovechar la oportunidad de hundirle sus garras."

Su expresión se tornó más seria.

"Escúchame bien. Ya deberías saber cuan raro es para nosotros decir la verdad." El reflejo hizo una mueca de desagrado. "Ya veías venir una posible traición de Ratio ¡Y fue un magnífico acto! Vamos, dilo, sabes que tengo razón ¿Que, creías que existía la posibilidad de que realmente alguien como tú hubieras ganado al menos un ligero apreció de su parte?" La figura translúcida parecía apenas ser capaz de aguantar la risa. "Después de todo... ¿No tienes una gran personalidad?"

"... No se de que hablas."

"La culpa es tuya, Don Precavido. Estirado, rígido, pusilánime, con un complejo de inferioridad del tamaño de un planeta. Ganaste tanto y aún tiemblas por perderlo."

Se inclinó con una sonrisa torcida.

"Todos ven tu bravuconería exterior, las grandes apuestas que haces. Pero bajo la mesa… tu mano tiembla mientras te aferras a las fichas como si tu vida dependiera de ello."

Una carcajada escapó de su boca.

"No es de extrañar que la Taberna del Fin del Mundo te enviará una invitación al fin y al cabo... ¿No eres perfecto para ser un miembro de los Bufones Enmascarados?"

El reflejo caminaba a su lado con calma, como si disfrutara cada palabra que le lanzaba como un dulce veneno.

"Incluso lograste engañarte a ti mismo."

Aventurino soltó una carcajada seca, cruzando los brazos.

"Uno de los mejores métodos para evitar que otros vean tus verdaderas intenciones es engañar a todos, incluso a ti mismo."

El reflejo rio con suavidad, sacudiendo su cabeza mientras una sonrisa torcida curvaba sus labios.

"Entonces explícame algo, Kakavasha… ¿por qué rechazaste la invitación de los seguidores de la Exultación? Después de todo, esa Vía es la más adecuada para alguien como tú."

Inclinó la cabeza con falsa confusión.

"¿Por qué en su lugar elegiste la Corporación? ¿Conservación? No encajas en esa Vía. Me pregunto si acaso existe un solo punto en común entre tú y ella."

Aventurino lo miró con molestia, frunciendo el ceño.

"Ya deberías saberlo. Y ahora cállate o desaparece. He perdido suficiente tiempo con tus charlas ociosas. Tiempo que podría haber aprovechado mejor."

Siguió caminando bajo la luz artificial del Parque Temático, ignorando las carcajadas que lo seguían como un eco.

A lo lejos, el niño apareció de nuevo. Levantó los brazos con alegría al verlo.

"¡Allí está, señor! ¿Quiere jugar?" Gritó con entusiasmo, riendo como si se tratara de un juego. "¡Se me dan muy bien las escondidas!"

El pequeño salió corriendo y se desvaneció entre las atracciones iluminadas.

"¡Me esconderé primero!"

Aventurino sonrió con nostalgia y murmuró en voz baja.

"Escondidas... que lindo juego de la infancia…"

El reflejo volvió a hablar, a su izquierda, como si no pudiera tolerar un instante de silencio.

"¿Puedes recordar la despedida de tu madre? ¿Y cómo esos katicanos los persiguieron como chacales?"

Suspiró mientras sacudía lado a lado su cabeza.

"Sus risas chillonas aún te persiguen en pesadillas. ¿Recuerdas cómo tú y tu hermana tuvieron que esconderse entre cadáveres? Bañados en agua sucia, fango y sangre… la camisa blanca que tu padre te había regalado quedó arruinada para siempre."

Aventurino bufó con fastidio.

"No se arruinó. Todavía la guardo."

El reflejo rio con fuerza.

"Hoy no es más que un trapo. No bromees. No sigas fingiendo. Ahora no dejarías que tu ropa se mojara ni con una gota. Has cambiado demasiado."

Aventurino lo fulminó con la mirada.

"No he cambiado en lo absoluto." Comentó con molestia.

El reflejo negó lentamente, con un gesto condescendiente.

"Claro que cambiaste. Ahora eres el cazador. Ahora eres el que busca. Seguro debes disfrutarlo."

Aventurino apretó la mandíbula y guardó silencio. Siguió avanzando, buscando al niño entre los pasillos tenuemente iluminados.

...

Un dolor de cabeza punzante lo atravesó de repente. Se llevó la mano a la frente con un gruñido. Miró de reojo a la figura translúcida que no dejaba de seguirlo.

"¿Por qué insistes en recordarme todo lo que he hecho mal?"

"Deja de llorar como una niñita. Sólo acéptalo, eres un desastre."

El reflejo levantó la mano y entre sus dedos giró una piedra preciosa que brillaba con un resplandor ámbar. Aventurino abrió los ojos con sorpresa.

"¿Cómo… cómo tienes eso?"

El reflejo lo ignoró con un aire juguetón.

"Es un lindo Topacio. Qué lástima que ahora esté en manos de Sunday."

Sonrió y, como si nada, sacó de su bolsillo otra piedra, esta vez verde. La sostuvo a la luz para que Aventurino pudiera verla con claridad.

"Una aventurina es una piedra de la suerte y los trucos. Común, sí, pero innegablemente hermosa. Suave y brillante. A veces incluso puede reemplazar a otra lo suficientemente parecida."

Giró la piedra entre sus dedos con deleite.

"Una auténtica lástima que ahora también esté en las manos de Sunday. Sabes cual es su nombre ¿Verdad?"

Los labios de Aventurino se apretaron. Bajó la cabeza y murmuró en voz baja.

"…Jade."

El reflejo soltó una carcajada.

"Ni siquiera Sunday fue capaz de distinguir un jade de una aventurina. Todos ganaron, y a la vez todos perdieron. Topaz, Jade, Aventurino… tres corazones de piedra unidos incluso más que La Familia, dando lugar a este espectáculo bajo las narices de los dirigentes de Penacony."

Aventurino bufó.

"Tres fichas eran más que suficientes. Todo o nada."

El reflejo inclinó la cabeza, disfrutando de la incomodidad que causaba.

"¿La primera o la segunda? No falta mucho para que obtengas tu respuesta."

En silencio, Aventurino recordó su jugada maestra. La verdadera aventurina, su piedra angular, seguía oculta en su bolso. Para lograrlo había tenido que recurrir a un método terrible, destruirla.

Reducirla a simples fragmentos, escondidos entre el resto de joyas para pasar inadvertida ante los ojos de Sunday.

El reflejo rio suavemente, con una crueldad que helaba la sangre.

"Ahora sí que se parece a ti. Diminuta. Patética. Reducida a pedazos… igual que tu vida."

Aventurino lo ignoró por completo.

El reflejo lo observó con seriedad, inclinándose hacia él como un juez que dicta una sentencia.

"¿De verdad crees que podrás salir impune una vez que descubran lo que hiciste? Romper una piedra angular es considerado un sacrilegio, una ofensa al mismo cuerpo de Qlipoth."

Aventurino chasqueó la lengua y agitó su mano con desdén.

"A Diamond solo le importan los resultados. Siempre que lo obtenido pese más que el costo… el fin justifica los medios."

Aventurino suspiró con un dejo de resignación.

"Incluso hecha pedazos, mi Aventurina conserva su poder. Claro… reducido, pero sigue siendo útil. Para lo que quiero lograr, es suficiente."

El reflejo caminaba a su lado con calma

"Útil, sí. Pero dime, Kakavasha… ¿de verdad crees esa basura de que mientras mayor es el riesgo, mayor es la recompensa? ¿O es solo un dogma que te obligaste a tatuar en tu piel para sobrevivir?"

Aventurino arqueó una ceja, impaciente.

"¿Y ahora vienes a cuestionar mi método?"

El reflejo rio suavemente.

"Lo llamas método. Yo lo llamo un ritual de autodestrucción. Cada paso que das se acerca más a un suicidio con reglas de etiqueta. Cada decisión que tomas parece calculada para acorralarte, como si buscaras el filo de la navaja solo para sentir cómo corta."

Aventurino negó con un movimiento seco.

"Lo que a ti te falta es visión. No puedes ver cómo voy a alcanzar el éxito."

"Éxito…" El reflejo suspiró, sacudiendo la cabeza con fingida pena. Mientras descendían por un camino en espiral. "Muy bien, sigamos bajando. Veremos si esa visión tuya alcanza para iluminar este espiral."

...

El eco de risas lejanas del parque contrastaba con el silencio pesado que los envolvía.

Un grito infantil desgarró la quietud.

"¡Señor!"

Aventurino corrió y encontró al niño, acorralado por Memes hostiles que extendían sus brazos para atraparlo.

Con un chasquido de sus dedos, Aventurino liberó un puñado de fichas doradas que giraron en el aire antes de caer como guillotinas. El suelo tembló. Los Memes fueron aplastados en destellos amarillos, disueltos como humo en la nada.

El niño lo miró con alivio y un tanto de vergüenza.

"Supongo que perdí el juego de escondidas… pero es bueno verlo otra vez, señor."

Aventurino le devolvió una sonrisa ligera.

"¿Encontraste a tus padres y a tu hermana, pequeño?"

"Sí. Pero ahora ellos también juegan a las escondidas. Papá dijo que cuando termine el juego me llevará a ver una pelincula."

Aventurino rió, acariciándole el cabello.

"Se dice película."

"¿Ah sí? ¡Película entonces! ¿Quiere venir con nosotros? Mi hermana dice que cuando vemos películas nos sentimos felices. Y usted… usted parece que lo necesita."

Aventurino arqueó una ceja, sorprendido.

"¿Por qué invitarme?"

"Porque parece muy triste. Yo quiero verlo feliz."

Por un instante, Aventurino se quedó sin palabras. Luego sonrió con ironía y negó con la cabeza.

"Ya soy feliz."

El niño lo observó, ladeando la cabeza con confusión.

"No lo parece."

Aventurino desvió la mirada con sentimientos complicados.

"Eso no importa."

El niño sonrió.

"¿Es eso así? Bueno, de todas formas ¡Espero que pueda que hallar diversión y tranquilidad aquí en el parque temático!"

Aventurino parpadeo con desconcierto al darse cuenta de algo, aún no sabía el nombre del niño.

"¿Cómo te llamas?"

El niño rió y retrocedió unos pasos.

"Si quiere saberlo… ¡tendrá que atraparme!"

Aventurino suspiró.

"Soy demasiado viejo para estas tonterías."

El reflejo estalló en carcajadas.

"Viejo, sí. Casi un anciano quejumbroso. ¿Por qué no sacas un bastón, Kakavasha? Quizá el niño se apiade de ti."

Aventurino chasqueo su lengua mientras el comentario encendia algo competitivo en él.

"¿Que sabes tú?"

...

El niño desapareció dentro de un pequeño laberinto. Su voz resonaba entre los muros, cantando con alegría.

"Brilla~, brilla~ ¡Alcanza las estrellas! ¡Todas son preciosas joyas al alcance de tus manos!"

Aventurino se detuvo, mientras una sensación nostálgica lo envolvía.

Aquella canción...

Era tan similar a la que alguna vez le cantó su madre.

"¿Lo recuerdas?" Preguntó el reflejo.

Él asintió en silencio.

"La canción de tu madre… y después, cuando ella ya no estaba, la de tu hermana."

Palabras flotaron en el aire.

Todo rocas, nada de agua, un camino de grava y nada más.

Aventurino se mantuvo en silencio.

Siguió caminando hasta un callejón sin salida. Allí, sobre el suelo, yacían unas esposas oxidadas, cubiertas de manchas rojas que parecían frescas.

El reflejo habló con voz venenosa.

"¿Lo recuerdas? El vestigio de tu primer trabajo." Comentó con un suspiro. "El número de barra en tu cuello debería refrescar tú memoria de aquellos días como esclavo."

Aventurino se mantuvo en silencio.

"El último Avgin, convertido en un lindo trofeo. Una posesión valiosa, un símbolo de estatus para un hombre codicioso. Nada más."

"Cállate."

Pero la figura no lo obedeció.

"Tus cadenas. Y tu primera arma."

Un destello cruzó la mente de Aventurino.

El rostro de su primer dueño.

"Un hombre que adoraba el estatus… y a los niños. Se llamaba a sí mismo un conocedor de bellezas. Y tú, pequeño Kakavasha, eras la joya de su colección. ¿Recuerdas su mirada? Sus dedos enguantados acercándose a ti, no solo para arrastrarte a trabajar."

"¡Basta!"

El reflejo continuó, mientras hacía oídos sordos a sus intentos de callarlo.

"Recuerda. La noche en que intentó alcanzarte. Tú rompiste las cadenas. Las envolviste en tu puño. Y cuando reaccionaste… ya no respiraba."

La respiración de Aventurino se volvió áspera.

El reflejo río.

"Parece que te aferras a ocultar tú debilidad ¿Por qué? Es algo natural, todos las tienen."

"¿Cómo alguien tan débil puede arriesgarse tanto…?" Murmuro Aventurino.

El reflejo lo aplaudió, con sarcasmo.

"Un amante del peligro, eso eres. A pesar del miedo, eres un adicto a la adrenalina de jugar con tu vida. Un apostador que arriesga todo incluso cuando la banca ya ganó. ¿Sabes cómo te llaman en realidad?"

Aventurino lo fulminó con la mirada.

"¿Cómo?"

El reflejo se inclinó, con una sonrisa torcida que parecía partirle el rostro.

"Un auténtico pervertido sin remedio. Alguien que no puede vivir sin bailar con la muerte. No eres un jugador, Kakavasha. Eres la apuesta misma."

Mas palabras flotaron en el aire.

Si hubiera agua nos detendriamos a beber.

Mientrasel reflejo desaparecia Aventurino no pudo evitar murmurar.

"... Irse después de dejar esas palabras. Eso es trampa."

.....

El camino siguió.

El reflejo no se cansaba de hablar, como si cada paso en el parque fuera una excusa para abrir más heridas.

"Tu madre solo les dejó dos cosas. Ese collar… y aquel amuleto de oro. Si los hubieras vendido, tú y tu hermana tal vez habrían tenido una vida normal. Quizá hasta tranquila. ¿No lo piensas a veces? Esa pudo haber sido tu mejor jugada."

Aventurino frunció el ceño.

"Solo eran dos cosas. Y nunca habría una tercera."

El reflejo sonrió con malicia.

"Dices eso con tanta firmeza… pero ¿no te has arrepentido más de una vez de no haberlo hecho? Vamos, Kakavasha. Atrévete a decir que me equivoco."

Aventurino le lanzó una mirada fulminante.

"Si no tienes nada mejor que decir, cállate."

La figura translúcida inclinó la cabeza con fingida inocencia.

"Seguro que lo dices por ella. Por tu hermana. Después de todo, solías ser un buen niño."

Aventurino se giró bruscamente hacia él, y el reflejo se regocijó al recibir toda su atención.

"¿Recuerdas lo que te repetía? Tú, el niño bendecido por Gaiathra, debías guiar a los Avgin hacia la felicidad. Protegerte siempre. No resentir el dolor ni la pobreza. Ella lo decía con tanta fe…"

El reflejo sacudió la cabeza y suspiró.

"Un arrepentimiento para toda la vida."

Los recuerdos lo golpearon sin piedad, las risas chillonas de los katicanos, gritos de agonía, y él escondido, temblando entre la suciedad, oyendo cómo la vida de su hermana se extinguía.

"¡Cállate!"

El reflejo rio con fuerza.

"Vaya, me callas como todo un campeón. Todo ese esfuerzo cuando despiertas empapado en sudor después de gritar en tus pesadillas, finalmente está rindiendo frutos."

Aventurino apretó los puños, pero no respondió.

"¿No decías que arruinarías este dulce sueño y crearías la muerte más grandiosa? Eso predicaste desde el principio. Y todavía no lo has olvidado."

El reflejo enumeró con indiferencia.

"Robin perdió su voz. Después, su vida. Otros siguieron. Y aun así, entre todo ese desastre, a ti solo te importa una palabra."

Aventurino entrecerró los ojos.

"¿Cuál?"

El reflejo sonrió.

"Muerte."

Lo miró directamente, con una mirada burlona.

"¿Pero de quién?"

Aventurino emergió de la espiral del laberinto. Se giró hacia la figura translúcida y le dedicó una sonrisa fría.

"Tendrás que esperar al final de este juego para saberlo. No te preocupes. Guardaré un asiento en primera fila para que lo presencies."

...

El eco de la risa infantil volvió a guiarlo.

"¡No quiero irme a casa todavía! ¡Que el juego dure más, más!"

La voz del niño sonaba más cerca.

Aventurino continuó avanzando mientras combatia contra Memes con aspecto de chacal y risas de hienas que se disolvían bajo las fichas doradas que invocaba con cada chasquido.

Finalmente lo alcanzó.

El niño lo miró con cierta tristeza.

"No entiendo por qué… pero siempre tengo la sensación de que quiero aprender más de usted. Aunque sé que eso es imposible. Debería irme. Dígame, señor… ¿se divirtió jugando conmigo?"

Aventurino lo observó unos instantes antes de asentir.

"¿Volverás?"

"Pronto oscurecerá y lloverá. No quiero que los demás se preocupen."

"¿Dónde está tu casa?"

El niño rio.

"Esa es una pregunta tonta. Mi casa está donde están papá, mamá y mi hermana. Aquí, en este sueño, en esta fantasía. Ellos son mi hogar."

Aventurino suspiró mientras sus ojos y los del niño se cruzaban momentáneamente.

"Y aun así te preguntas por qué no puedo ser feliz aquí."

"¿Por qué? Se supone que todos aman los parques temáticos."

"Porque ellos no están aquí conmigo."

El reflejo apareció detrás de él, con la misma sonrisa torcida.

"¿Y dónde están?"

Aventurino bajó la cabeza.

"No lo sé."

El reflejo negó lentamente.

"Sí lo sabes. Pero no voy a presionarte… no esta vez."

Su tono cambió, dejando de lado el que había estado usando antes, su voz sonaba llena de cansancio.

Caminó hasta colocarse junto al niño.

"Míranos, Aventurino. Tu pasado y tu futuro. Estamos cansados. Dilo. Admítelo, tú también lo estas. Elegimos quedarnos aquí. ¿Por qué tú no?"

Aventurino lo miró con seriedad.

"¿Cuánto tiempo queda?"

"El tiempo es eterno, mientras sigamos en este sueño."

El reflejo posó una mano en su hombro y sonrió.

"Este es el mayor honor que podemos ofrecerte. Has elegido seguir tu camino aun si significa saltar de cabeza a tu muerte. Después de todo… tu vida siempre fue la ficha que más ansiabas apostar."

Se rio suavemente.

"A ti jamás te importó algo aburrido como el legado del Relojero. Ni quién fuera el verdadero asesino. De principio a fin, solo pusiste tu pellejo en juego porque querías una razón, una excusa para ser el centro de atención. Para montar un espectáculo magnífico… y alcanzar la verdadera libertad."

Aventurino sonrió.

"Será perfecto."

El reflejo lo imitó.

"Después de todo, juntar tres Stellarones y un Emanador para el gran acto… eso sí será un espectáculo como ningún otro."

Finalmente, Aventurino, el niño y su reflejo caminaron juntos hacia el corazón del parque temático, los Estudios Reloj.

***********

Aleph abrió los ojos con pesadez. El agua onírica se desvanecía de su piel y, al incorporarse de la bañera, notó a Black Swan dormida en su cama.

"...¿Es en serio?"

La observó por un instante, confundido, pero al final simplemente se encogió de hombros.

Caminó hasta el baño, se dio una ducha rápida y se vistió con ropa seca.

El cansancio comenzó a pasarle factura.

Se dejó caer sobre la cama con nada más que unos pantaloncillos negros, con sus ojos cerrándose poco a poco. Como de costumbre, extendió un brazo buscando algo que abrazar, ya sea su peluche de Pom-Pom de tamaño real o a Stelle que una vez más se había colado en su habitación.

Sin pensarlo, la sostuvo en sus brazos.

"Mmm se siente más suave que de costumbre..." Pensó momentáneamente antes de ignorarlo.

....

No supo cuánto tiempo pasó cuando abrió los ojos de nuevo. Lo primero que sintió fue un calor ajeno, el peso leve de un cuerpo enredado entre sus brazos. Parpadeó, aturdido.

Black Swan estaba allí, acurrucandose con naturalidad en sus brazos, como si ese fuera su lugar desde siempre.

Ella bostezó con suavemente y lo miró con una expresión soñolienta y satisfecha. Por alguna razón Aleph no pudo evitar pensar que se parecía a un gato perezoso.

"Es cómodo… estar así contigo."

Aleph se apartó un poco, algo incómodo.

Lo ojos de Black Swan brillaron con un poco de tristeza al verlo alejarse tan rápido de ella.

Ella dudó un instante antes de hablar de nuevo.

"Cuando estemos solos… me gustaría que me llames por mi nombre. Por el de verdad. Por el que tenía cuando nos conocimos."

Aleph frunció el ceño con confusión.

"...¿Tu nombre?"

No sabía de qué hablaba.

La decepción se apoderó de ella, Black Swan bajó la cabeza no queriendo que el viera su expresión.

"Lo sabía… aún no es el momento."

La punzada en el pecho que comenzó a sentir lo tomó por sorpresa.

No entendía por qué verla triste le incomodaba tanto, era algo tan eloquecedor.

Como si algo en su interior le dijera que tal cosa era absolutamente imperdonable, más aún si el causante de su tristeza era el mismo.

Sus ojos se nublaron por un pequeño instante, mientras su figura se difuminaba, su ropa se transformó en uniforme escolar, su cabello se volvió rubio trenzado, sus ojos, verdes como gemas.

Pero esa visión se desvaneció tan rápido como había llegado. Black Swan volvió a ser ella misma.

Aleph, aún incapaz de comprender por qué verla de ese modo le agitaba el alma, se sentó junto a ella y, sin pensarlo demasiado, tomó su mano.

Ella se sorprendió, y después rió suavemente, como si la pesadumbre hubiera retrocedido.

"Ese gesto tuyo… no ha cambiado en absoluto."

La sonrisa que acompaño sus palabras era tan genuinamente pura y brillante, que Aleph no pudo evitar preguntarse.

¿Que clase de relación tenían?

"No me mires tanto…" Murmuró ella, apartando el rostro con mejillas algo ruborizadas.

Intentó recuperar su tono coqueto, en su lugar lo único que logró dar fue un tono dulce y suave que despertó un sentimiento familiar en Aleph... añoranza.

Aleph no pudo evitar acercarse más y darle una mirada más profunda.

"Dime algo… ¿nosotros nos conocíamos?"

Black Swan suspiró.

"Es una historia de hace mucho, mucho tiempo. Pero sí… nos conocíamos. Estuvimos cerca, más de lo que imaginas."

Su agarre se volvió más firme, casi desesperado. Mientras con su otra mano sostenía el rostro de Aleph para que pudiera mirarla a los ojos.

"No te preocupes por eso..." Murmuró suavemente. Aleph pudo sentir la intensidad de emociones en su mirada y fue precisamente eso lo que lo desconcertó.

"Lo único que importa es que, pase lo que pase, siempre seré tu aliada."

Aleph tragó saliva. Y ella sonrió complacida de provocarle esa reacción.

"Algún día tus recuerdos volverán. Mi nombre estará ahí… y también lo que vivimos juntos. Solo hay que esperar."

Un latido en su cabeza le hizo entrecerrar los ojos. Juraría haber visto una medusa translúcida flotando en la habitación antes de desvanecerse.

Black Swan apoyó su cabeza en su hombro, aferrándose a su brazo como si temiera que desapareciera.

"Aunque has cambiado… sigues siendo el mismo. Dulce. Cálido. Como lo recuerdo."

El apretón de sus brazos le transmitió un temblor que no era simple ternura era la sombra de la desesperación.

"Cuando estemos solos… no me llames Black Swan." Murmuró suavemente cerca de su oído.

"Incluso si sólo es por ahora, hasta que recuerdes el nombre que tenía cuando nos conocimos... llámame Durga."

....

Más tarde, tras un descanso reparador, Aleph se vistió de nuevo.

Black Swan salió de la habitación a regañadientes luego de que se lo pidiera.

¿Era realmente raro que le gustará como su actitud se había tornado mucho más cariñosa? Realmente se veía bastante bonita cuando hacía pucheros.

... Tal vez estaba divagando demasiado.

El sonido de una notificación se escuchó.

Tomó su teléfono y revisó el chat del Expreso.

[Welt: "¿Estas allí, Aleph?"]

[Welt: "Si ya has descansado, creo que lo mejor sería que también participaras de la reunión que estamos por tener."]

[Marzo: "¡Apúrate o te la pierdes!"]

[Stelle: *(adjunta una foto de Marzo cubierta de crema con una expresión bastante tonta)*]

[Stelle: "Ya te estás perdiendo bastantes cosas."]

[Marzo: "¡Stelle!"]

[Marzo: "¡Prometiste que no se lo mostrarias!"]

[Stelle: "Querida Marzo, como en el amor y en la guerra ¡A tu enemigo debes aplastarlo cuando la oportunidad se presenta!"]

[Marzo: "Creí que éramos amigas..."]

[Himeko: "Basta las dos."]

Pobre Himeko, Aleph ya podía ver la suspirando mientras Marzo y Stelle hacían su espectáculo.

[Himeko: Estamos en la plaza del Momento Dorado, delante de la estatua de Relojito.]

Aleph dejo el teléfono sobre la cama y se rascó la nuca. Por un momento se preguntó.

"¿Es esta la tercera… o cuarta vez que tengo que cambiarme de ropa desde que llegué?"

A este pasó ya se quedaría sin mudas de ropa.

...

El Momento Dorado hervía de gente y vehículos. Aleph se abrió paso entre el bullicio hasta la plaza donde se alzaba la estatua de Relojito.

Allí lo esperaban Marzo y Stelle, ambas con los brazos cruzados y con expresiónes serias.

Por un instante se preocupó pensando que algo grave había ocurrido.

Ambas, mirándolo como maestras que inspeccionaban a un niño revoltoso que dejó su mirada por un tiempo prolongado.

"¡Registralo!" Dijo Marzo mientras lo señalaba. Y antes de que un desconcertado Aleph pudiera siquiera parpadear, Stelle ya se había trepado sobre él, ofeateandolo.

"¿Y bien?" Preguntó Marzo.

"¡Despejado, huele a descanso!" Añadió Stelle.

Aleph las observó con una mirada extraña.

"¿Estoy en problemas?"

Las dos lo escrutaron unos segundos antes de asentir satisfechas.

"Está bien. Se ve descansado." Dijo Marzo.

"Supongo que sí." Stelle se encogió de hombros.

Sin darle opción, ambas lo tomaron de la mano y lo arrastraron frente a la estatua.

En una banca cercana, Himeko estaba sentada, tarareando una melodía suave mientras anotaba algo en su teléfono. Al verlos llegar, levantó la mirada y los saludó con una sonrisa tranquila.

"Perfecto. Prepárense. Welt no debería tardar en llegar."

More Chapters