Volviendo a la realidad, en la habitación de hotel de Aleph.
Black Swan estaba ya mucho más calmada tras su breve intercambio con Constanza. Mientras jugaba distraídamente con su teléfono y acomodaba un poco el lugar, robaba sin remordimientos algunos de los dulces escondidos en el alijo secreto dentro de la maleta de Aleph.
No pudo evitar reír un poco.
"¿No es esto prácticamente lo mismo que robarle un dulce a un bebé?"
El timbre de una llamada la interrumpió. Un número desconocido aparecía en la pantalla. Frunció el ceño, pensando que quizá se trataba de un error.
"Qué curioso…" Murmuró, aceptando la llamada.
"Ja ja ja. Dime, ¿te divertiste en Penacony, Acheron?" Comentó con tranquilidad. "Mis balas te dejarán como coladera, impostora. ¡Más te vale ir buscando un ataúd de buena calidad en lo que te queda de tiempo!"
Black Swan arqueó una ceja, llevándose un caramelo a los labios.
"Lamento decepcionarte, pero no soy Acheron. Solo una humilde Memokeeper al servicio del Jardín de los Recuerdos."
El hombre suspiró, aunque no sonaba realmente molesto.
"Vaya. Pensé que eras esa mujer. ¡Ja! Nada mal, ¿acaso eres la guardaespaldas de esa impostora o algo así? ¡No te preocupes, guardaré una ronda completa para ti, sólo asegurate de dejar limpia tu frente!"
"... Vaya, cuanta intensidad."
"Jajaja ¡Es una cualidad que deja encantada a cualquier dama!"
Black Swan se tumbó en la cama con las piernas cruzadas, disfrutando de su juego.
"¿Aunque no deberías confirmar primero si soy o no una aliada de Acheron, seguidor de La Cacería?"
El hombre rió por lo bajo.
"Qué misteriosa eres, muñeca. Bueno, no me importa. Tengo cuentas que ajustar con esa mujer. Aunque los Guardianes de la Galaxia no sean ya lo que solían tras el desastre, no dejaré que cualquiera tome ese nombre como tapadera."
Black Swan ladeó la cabeza, divertida.
"Qué interesante. Y dime… ¿cómo te llamas, extraño que marca números al azar?"
"Boothill. Así me llaman."
Las golosinas en su boca parecieron más dulces. Quizá podría sacar provecho de aquella conversación nacida de un simple error.
************
En la frontera de los sueños, Aleph suspiró.
"Llegados a este punto parece que no nos quedan muchas opciones."
Se acercó al guardia de la Familia Sabueso que bloqueaba el camino, dispuesto a hablar. Pero antes de que pudiera decir algo, Stelle lo sorprendió por detrás con un golpe limpio de su bate. El hombre cayó inconsciente en el acto.
Aleph, Marzo y Himeko la miraron con incredulidad.
Stelle ladeó la cabeza, genuinamente confundida.
"¿Qué? En las películas, cuando alguien dice que no quedan opciones y hay un guardia bloqueando el paso, casi siempre significa que alguien tiene que noquearlo."
Antes de que Aleph pudiera responder, una carcajada grave resonó.
"Escuché un buen alboroto y me preguntaba qué estaba ocurriendo... ¿Pero quien diría que se trataría de ustedes?"
Al voltearse, vieron a Gallagher acercarse. Sus ojos se posaron en el grupo y soltó un suspiro al ver a Stelle.
"Ya que están aquí… ¿en qué puedo ayudarles?"
Himeko dio un paso al frente y lo saludó con cortesía.
"Un placer saludarlo, señor Gallagher. Aunque a juzgar por el tono en que nos habló… casi parecería que nos estaba esperando."
Gallagher sonrió.
"Usted es demasiado educada, Himeko. No debería dirigirse a mí como 'señor'."
Himeko parpadeó.
"Sr Gallagher... ¿Acaso sabe mi nombre?"
Él levantó la mano con tranquilidad mientras sacaba un cigarro y un encendedor.
"Sería raro que no lo supiera. Al fin y al cabo, es parte de los Anónimos, la tripulación del legendario Expreso Astral. Y, además, huéspedes de honor del mismísimo Relojero."
Sus ojos se desviaron a Stelle.
"Y a ti ya te conocía. Naturalmente también ya sabría de ustedes."
Stelle ladeó la cabeza, confundida.
"¿Le hable de Himeko y los demás? Porque no recuerdo nada." Murmuro en voz baja con confusión.
Himeko contuvo su curiosidad, retomando el asunto que los había llevado hasta allí.
"Verá… una chica perdió la vida recientemente. El Expreso Astral no va a ignorar ese hecho. Por eso hemos decidido colaborar con la Familia, con la esperanza de llegar al fondo y hacer justicia en su nombre."
Gallagher inclinó la cabeza.
"...Mis condolencias por la muchacha."
Alzó una ceja al oír sobre la colaboración.
"¿Colaborando con La Familia, eh? Eso sí que es una sorpresa."
Marzo lo miró con confusión.
"¿Es malo que colaboremos con ellos?"
Gallagher negó, con un suspiro.
"No, niña. Aquí todos aman a la Familia." Comentó aunque el ligero matiz de sarcasmo en su tono no pudo escapar de la percepción de Himeko. "Por mucho que intentes resistirte al 'dulce sueño', terminarás atrapado. Este lugar es como un tarro de miel al descubierto en un enjambre de moscas."
Sus labios se curvaron como si no supiera si encontrarlo gracioso o no.
"¿Quien querría dejar este cálido 'hogar'? Solo los idiotas, los niños… o los borrachos cuyas mentes ya se han ido."
Himeko entrecerró los ojos.
"Habla como si tuviera algo que decir al respecto, Sr Gallagher."
"¿Yo? Para nada." Gallagher giró sobre sus talones. "Pero si quieren detalles del caso, este no es un buen lugar para hablar. Los llevaré a un sitio mejor."
Se giró y caminó hacia una puerta doble pintada de rojo.
Confundidos, pero sin alternativas, el grupo decidió seguirlo.
*************
Al llegar al edificio perteneciente a Sunday, Aventurino y Dr. Ratio fueron recibidos en las puertas por un Pepeshiano de cabello negro, lentes oscuros y un cigarro encendido colgando de la boca. Tosió de inmediato, traicionando lo poco acostumbrado que estaba a fumar.
Frunció el ceño.
"Este es un lugar de negocios. No cualquiera tiene permitido entrar."
Ratio dio un paso al frente.
"El señor Sunday me pidió traer a un sospechoso. Mi nombre es Ratio. Ya deberían haberte hablado de mi llegada."
El guardia golpeó su puño contra la palma de su otra mano.
"¡Ahh, eras Veritas Ratio, ¿no?! ¡Tu 'reloj de partículas virtuales' es realmente impresionante!"
Ratio parpadeó desconcertado.
"…¿Perdón?"
El guardia soltó una carcajada.
"¡El de tu cabeza, claro! Aunque no se compara con el mío. Yo soy Hendrick, orgulloso portador de la armadura de poder aniquiladora de bolsillo con caballeros motorizados completos."
Ratio se pasó una mano por el rostro.
"Eso solo existe en tu imaginación."
Hendrick infló el pecho con orgullo.
"¡Exacto! Solo un orgulloso miembro de la Familia puede ver la gloria de los caballeros motorizados."
Aventurino soltó una carcajada.
"Parece alguien encantador."
Ratio lo ignoró.
"El índice de idiotez en Penacony es alarmante…"
*********
Pronto, Aventurino y Ratio se encontraron frente a las puertas de la oficina del líder de la Familia Roble. Hendrick los escoltó hasta allí y se apartó.
"Esperen unos minutos. El señor Sunday está en una reunión importante. No debería tardar."
Mientras aguardaban, Ratio rompió el silencio.
Ratio se cruzó de brazos mientras Aventurino tarareaba con un aire bastante despreocupado.
"Escúchame. Con dos muertes dentro del sueño, la situación es crítica. La Corporación y la Familia arrastran siglos de enemistad. No esperes un trato justo. Podrían usarte de chivo expiatorio y ejecutarte en el acto."
Aventurino sonrió con calma.
"Qué lindo que te preocupes por mí. Aunque si quisiera, con mi talento podría abrirme paso incluso en tu prestigioso Club de los Mediocres."
Ratio arqueó una ceja.
"Se llama Sociedad del Conocimiento. Y no, aunque gastaras toda tu fortuna en sobornos, no lograrías entrar." Ratio le dio una mirada bastante dura. "Y ¿Preocuparme por ti? Falacias y delirios tuyos, se dice que incluso un perfecto idiota podría tener momentos de lucidez ¿Como es que aún no logró ver el tuyo?"
"Siempre tan serio." Aventurino agitó la mano, como si apartara el comentario. "Eres un pésimo jugador, Ratio. Te falta un poco de convicción sí."
Ratio soltó un suspiro mientras agitaba una mano con indiferencia como si al alejar a Aventurino estuviera alejando a una mosca particularmente molesta y persistente.
"Convicción sin razón es estupidez. Y si vas a hundirte, procura no arrastrarme contigo al fango."
Aventurino lo miró con serenidad.
"Desde el principio estaba listo para poner mi vida en juego. Aunque las probabilidades sean mínimas, o incluso cercanas a cero... sé que puedo ganar. Tres fichas bastarán."
Y con una sonrisa decidida, añadió.
"A partir de ahora, es todo o nada."
Las puertas se abrieron con un chirrido. Aventurino entró primero, dejando a Ratio detrás.
El erudito negó con la cabeza mientras murmuraba.
"…Tonto ludópata."
....
Dentro de la ostentosa oficina, Aventurino fue recibido por la mirada impasible de Sunday.
"Qué recibimiento tan frío." Aventurino se inclinó con una sonrisa burlona. "Esperaba más calidez de un anfitrión conocido por sus bienvenidas."
"En primer lugar, esto no fue una invitación." Respondió Sunday con serenidad. "Fue una convocatoria."
Sus ojos se fijaron en él, tranquilos pero duros.
"No tengo los prejuicios de mis mayores contra la Corporación, pero tampoco veré tu presencia con indulgencia. Mucho menos cuando una de las víctimas es mi hermana menor."
Aventurino asintió.
"No habría esperado menos del jefe de la Familia Roble."
Sunday sonrió.
Aventurino frunció el ceño.
"Algo no está bien." Pensó mientras comenzaba a mirar a su alrededor.
Las puertas se abrieron detrás de él. Varios miembros de la Familia Sabueso entraron bloqueando la salida.
Sunday apoyó las manos sobre la mesa.
"Ahora que todos están aquí, el interrogatorio puede comenzar."
Un dolor punzante atravesó la cabeza de Aventurino. El aire vibró con un aura armónica que rodeaba a Sunday.
"Oh alma de triple cara." Entonó con solemnidad. "Quema su lengua y sus palmas con hierro ardiente, para que no pronuncie falsedades ni votos huecos."
Aventurino apretó los dientes, inclinándose sobre el escritorio para no perder el equilibrio.
"¿Qué… me hiciste?"
Sunday no contestó. En su lugar un miembro de la Familia Sabueso lo hizo.
"Bajo la luz de la Armonía, toda maldad se revela. Bajo el ruego del jefe de la Familia Roble, su resplandor desciende. A partir de este instante, responderás a las preguntas."
Sunday alzó la mirada hacia él.
"Tienes exactamente ciento trece segundos para demostrar tu inocencia y ganarte mi confianza."
El dolor lo golpeaba con fuerza, pero Aventurino sonrió con descaro.
"¿Y si me niego a responder?"
Sunday lo observó con indiferencia.
"Puedes intentarlo, si quieres. Pero no me culpes si recibes el 'rechazó' de la Armonía."
***********
Tras treinta minutos siguiendo a Gallagher por la frontera de los sueños —y después de derrotar a un par de memes entrometidos—, el grupo terminó subiendo unas escaleras interminables hasta llegar a unas puertas negras. Al cruzarlas, se encontraron con un bar iluminado tenuemente por lámparas rojas con suave música de Jazz de fondo.
Aleph sonrió de todo corazón… hasta que escuchó a Himeko toser discretamente en su mano. Al girarse, ella lo miró con seriedad.
"Ni lo pienses. Nada de bebidas alcohólicas para ti."
El chico se desinfló de inmediato, lo que provocó la risa burlona de Stelle.
"Pobrecito, castigado antes de poder disfrutar de la diversión de la hora feliz."
"¡Eso iba para usted también, jovencita!"
Stelle chasqueo su lengua con molestia.
"Rayos."
Detrás de la barra, una mujer de cabello rubio corto y ojos vivaces los saludó con energía.
"¡Gallagher! Qué milagro verte por aquí. ¿Qué te trae a este rincón olvidado?"
"Solo buscaba un lugar tranquilo para hablar." Respondió mientras se encogia de hombros.
"Entonces llegaste en el mejor momento. Tengo el día libre y puedo encargarme del bar todo el tiempo que quiera."
La mujer sonrió al grupo.
"Bienvenidos al Bar de los Terrores, damas y caballeros. Aquí servimos una amplia gama de bebidas, todas menos Felizalma. ¿Por qué conformarse con lo más ordinario de Penacony cuando pueden probar creaciones únicas? Aquí solo servimos alegría y risas."
Aleph ladeó la cabeza, confundido.
"Eh… ¿'nuestro'?"
"Así es." Siobhan soltó una risita y giró hacia la trastienda. "¡Novato, ven a saludar!"
Un joven de aspecto taciturno apareció limpiando un vaso. Vestía completamente de negro, llevaba su cabello rubio atado en una coleta y un parche cubría su ojo izquierdo.
"…Dainsleif. Bartender aprendiz." Se presentó con voz baja con un tono bastante monótono. Luego bajó la mirada, apoyándose en la barra.
Un aura sombría lo rodeó, aunque su rostro permanecía impasible.
"Ugh... Como era de esperar… sigo sin poder socializar."
Una nube oscura flotaba sobre su cabeza.
Marzo se inclinó hacia Aleph y Stelle.
"¿También ven esa nube de lluvia o solo soy yo?"
"¿La nube negra que a empezado a, literalmente llover sobre él?" Preguntó Aleph con una cena alzada.
"¿Y que además produce sonidos que recuerdan a una tormenta?"
Marzo asintió.
"Sí, podemos verla." Respondieron ambos al unísono.
Gallagher pasó una mano por el hombro de Dainsleif.
"Ánimo, lo lograrás."
Las palabras bastaron para que la nube se disipara mientras el chico asentia, su rostro seguía inexpresivo pero sus ojos brillaban con emoción.
Aleph y Marzo retrocedieron medio paso al mismo tiempo mientras sus ojos se abrian de golpe
"…¡Su estado de ánimo es tan volátil como el de un protagonista shōnen!" Dijeron al unísono.
Dainsleif se cubrió el rostro bastante avergonzado, mientras Gallagher reía.
"No se burlen tanto del pobre, intenta mejorar."
El aprendiz se escabulló al otro extremo de la barra para ocultarse.
Siobhan terminó de limpiar el vaso y extendió el menú.
"Muy bien, ¿qué van a beber?"
Marzo hojeó la carta con ojos brillantes.
"¡Miren estos nombres! Sonrisa embotellada, Melancolía con limón, Sueño invencible, Ansiedad con burbujas, Éxtasis de San Valentín…"
Aleph señaló una opción.
"Aurora de medianoche... Mmm no suena nada mal."
"Yo quiero Euforia rosa." Añadió Marzo..
Mientras tanto, Stelle había conseguido a escondidas un vaso de cristal.
Himeko la regaño al ver lo que sostenía en su mano.
"¡Suéltalo ahora mismo!"
Pero ya era tarde. Stelle lo bebió todo de un solo trago, y con las mejillas rojas, proclamó su pregunta existencial.
"¿Qué fue primero? ¿El bate o la pelota…?" Murmuró filosóficamente. Aunque rápidamente lo dejó de lado mientras adoptaba una pose heroica. "¡No importa! ¡Dominaré Penacony! ¡La leyenda del Bate Galáctico será contada a todos los niños en todas las escuelas!"
Aleph y Marzo sudaron frío.
"Está realmente borracha."
Siobhan regresó con sus pedidos y, viendo la escena, suspiró.
"Tomó un buen trago de Crisis de la mediana edad. Suele pasar de vez en cuando."
Aleph y Marzo buscaron la bebida en la carta.
—1 taza de melancolía, 1 de optimismo, 1 de esperanza y 1 de inhibición.
Ambos se miraron y tragarón saliva.
De verdad era una combinación bastante... peculiar.
Mirando sus propias bebidas coloridas y burbujeantes, ambos intercambiaron miradas antes de asintir con gravedad y de beber sus cócteles de un solo trago.
"¡Espera, esas no deben beberse así de golpe!" Exclamó Siobhan, pero ya era demasiado tarde.
...
En una mesa apartada, lejos del caos, Gallagher observó la escena con una sonrisa y luego se giró hacia Himeko.
"Interesante método para mantener ocupados a los jóvenes."
Himeko probó un sorbo de su bebida y sonrió.
"Hay conversaciones que es mejor mantener entre adultos ¿No lo cree, Sr Gallagher?"
En realidad, lo que le preocupaba era cómo reaccionarían Aleph y Stelle si escuchaban demasiado pronto ciertos nombres vinculados a las muertes de Firefly y Robin.
Pero en el exterior, su expresión se mantuvo tan serena y afable como siempre, sin dejar un resquicio que Gallagher pudiera aprovechar.
....
Cuando al fin lograron controlar el desastre provocado por Aleph, Stelle y Marzo, tanto Siobhan como Dainsleif estaban exhaustos. La primera limpiaba vasos con un suspiro cansado, mientras el segundo permanecía medio oculto en la barra, con la nube oscura amenazando con volver.
Himeko, sin perder la compostura, bebió un sorbo lento y dejó escapar un suspiro.
"Sus palabras son… curiosas, señor Gallagher."
Gallagher se acomodó en su asiento, cruzando los brazos.
"Curiosas o no, hay algo que deben entender. Los miembros de la Familia Sabueso pueden cometer errores —como cuando confundieron a tu joven amiga con una polizona—, pero eso no significa que se los pueda tachar de incompetentes."
Sacó de su abrigo una carpeta amarilla, cerrada con cinta de papel. En la portada se leía, escrito a mano "Detalles del caso".
"Lo mejor hubiera sido discutir esto antes, mientras ellos seguían en un estado... menos lucido." Murmuró Himeko en voz baja.
Gallagher la escuchó, pero solo se frotó la frente con cansancio antes de proseguir.
"El verdadero problema empieza aquí. Si esa muchacha estuvo realmente en Penacony… ¿cómo es posible que tengamos tan poca información sobre ella? Siendo apenas un poco más de lo que ustedes mismos hallaron."
Gallagher cerró sus ojos por un momento mientras soltaba un suspiro cansado.
"Y bueno, las cosas son así... solo recibimos malas noticias al tratar de buscar más información sobre ella, y de las peores. Simplemente desapareció. Se esfumó. Como si nunca hubiera estado aquí. Sin dejar absolutamente ningún rastro en los paisajes oníricos o la realidad."
Marzo parpadeó varias veces, perdida. Aleph y Stelle tenían expresiones igual de confusas. Finalmente, Marzo juntó las manos, con un destello de comprensión en sus ojos.
"¡Ya sé!" Gritó llamando la atención sobre si misma. "¡Eso significa que Firefly es un fantasma!"
Hubo un silencio incómodo por unos breves instantes. Gallagher soltó una carcajada, creyendo que era broma. Pero al ver la seriedad en los ojos de la chica, se quedó con la risa a medias.
"Francamente…" Suspiró, rascándose la nuca. "Este caso no se parece a nada que hayamos visto antes."
Himeko se inclinó hacia él.
"Entonces, ¿los rumores son ciertos? ¿Existe realmente 'La Muerte' en Penacony?"
Gallagher guardó silencio unos segundos. Luego asintió lentamente.
"Hasta la ciudad más brillante tiene su sombra. Y ya que todos aquí somos adultos, no voy a endulzarlo."
En ese momento, Siobhan regresó con una bandeja. Sobre ella reposaban cinco copas que brillaban con una mezcla hipnótica de púrpura, celeste y azul.
"Un regalo de la casa." Sonrió, repartiéndolas.
Gallagher alzó su copa.
"Brindo por ti, que estás despierto, con esta copa de 'Sueño dentro del sueño'…y por nuestros antepasados que cavaron sus propias tumbas."
Todos bebieron.
Aleph olfateó su vaso antes de beber un sorbo lento. Una ola de placer recorrió su cuerpo, tan intensa que casi olvidó dónde estaba. Pero al instante frunció el ceño, una sensación ominosa estaba oculta entre tanta dulzura, era tan desconcertante.
"¿Qué les parece?" Preguntó Gallagher, con ojos atentos. "Era la favorita de Mikhail."
El nombre hizo que Aleph se rascara la cabeza.
"Ese nombre… me suena familiar." Murmuró en voz baja.
Los demás respondieron con sus impresiones.
"La riqueza y las capas de los sabores son un verdadera obra maestra." Dictaminó Himeko con precisión, describiendo la complejidad de los sabores. "Especialmente con los componentes. Puedo saborear las notas picantes, su acidez mezclado con un ligero dulzor... es fascinante, aunque me gustaría saber ¿Por que el Sr Gallagher quería que bebieramos esto?"
Gallagher ignoró su pregunta y se centró en las reacciones de los demás.
"Me trajo pensamientos felices… pero también raros. Definitivamente es más refinado que Felizalma." Admitió Marzo, ladeando la cabeza.
"Es el Marzo Especial otra vez." Masculló Stelle, cruzada de brazos mientras sacudía su cabeza.
"¡No compares mi bebida con esta!" Protestó Marzo, ofendida. "¡El Marzo Especial aún está en fase de desarrollo!"
"¿Por qué no? Ambas causan alucinaciones." Stelle parecía genuinamente curiosa.
"Hmph. Ya lo verán, el Marzo Especial será famoso en toda el cosmos." Dijo mientras se cruzaba de brazos con un puchero.
Gallagher rió ligeramente, pero pronto su mirada se clavó en Aleph, quien mantenía la copa a medio vaciar.
"¿Y tú? ¿Qué opinas?"
Aleph asintió hacia Himeko, coincidiendo con su evaluación, pero añadió unas cuantas palabras más.
"A medida que bebes… surge la sensación de la decadencia. Como si el deterioro se colara con cada trago."
Gallagher cerró los ojos, pensativo, con una sonrisa dibujada en los labios.
Himeko aprovechó el silencio.
"¿Quién es Mikhail?"
En ese instante, Aleph recordó. Su primer encuentro con Acheron… aquel nombre estaba allí, difuso pero presente. Dio una palmada contra la mesa.
"¡Eso era!"
Todos lo miraron extrañados. Aleph soltó una tos falsa mientras avergonzado y volvía a sentarse.
"…Perdón. Creo que me emocione un poco más de la cuenta."
La tensión se diluyó con algunas risas. Gallagher se acomodó de nuevo y miró a Himeko.
"Ya hablaré de quién fue Mikhail. Pero antes, deben entender algo, enfrentarse a La Familia con lo que saben ahora es ingenuo. La muerte puede alcanzarnos incluso en los sueños más dulces, ¿y qué? Sucesos como estos son raros, y apenas afectan a unos pocos."
Su expresión se ensombreció.
"Si de verdad quieren resolver este misterio… tendrán que apuntar más alto. Al verdadero 'problema' de La Familia."
Soltó suspiró mientras se frotaba un ojo.
"Supongo que ha llegado el momento de hablarles de Mikhail."
Gallagher se recargó en el respaldo de la silla, sacando un cigarro que no encendió, simplemente lo giró entre los dedos.
"Ustedes deberían haber recibido una invitación con el siguiente mensaje…"
Pero antes de que pudiera continuar, Stelle levantó la mano como si estuviera en clase.
"¡Yo puedo adivinarlo!"
Gallagher la miró, confundido por la repentina interrupción. Aleph y Marzo, en cambio, solo le lanzaron miradas planas cargadas de desaprobación.
"Stelle…" Himeko trato de controlar la situación. "Compórtate, no es momento—"
"Shhh." Stelle la interrumpió con un dedo en los labios. "Déjame pensar."
La sonrisa de Himeko tembló ligeramente, mientras por dentro ya se debatía qué castigo sería más apropiado para ella después de ese comportamiento tan descortés.
Stelle, con una expresión orgullosa, levantó la barbilla.
"¡Ya lo tengo! El mensaje era'Estimados pasajeros del Expreso Astral, por favor traigan a la famosísima Bate Galáctico para salvar a nuestra gente y ofrecer una gloriosa presentación con su novedoso estilo de magia del bate.'"
El silencio fue sepulcral. Stelle se cruzó de brazos, convencida de haber dado en el clavo. Nadie habló, pero no porque estuvieran impresionados, sino porque desde Gallagher hasta Siobhan y Dainsleif que estaban más lejos, pasando por Aleph, Marzo y Himeko, todos estaban incrédulos ante semejante idiotez.
Finalmente, Gallagher se frotó el puente de la nariz y suspiró.
"…No."
Himeko, con elegancia, recogió las palabras que Stelle había pisoteado.
"El mensaje real decía 'Sé testigo de lo imposible en el reino de los sueños, encuentra el legado del Relojero, padre de Penacony, y la respuesta a la pregunta: ¿Por qué dormita la vida?'"
Gallagher sonrió mientras guardaba sus manos en los bolsillos de su pantalón.
"Correcto. Esas son las palabras exactas."
Marzo parpadeó, impresionada.
"¿Tú escribiste eso? Suena demasiado poético para ser oficial."
"Soy quien está a cargo del caso. ¿Cómo podría no saberlo?" Respondió Gallagher con seriedad. "Y no se equivoquen, ese mensaje no proviene de La Familia."
Sus ojos se encontraron con los de Aleph, clavándolos con firmeza.
"Ya deberían haber notado que la relación entre el Relojero y La Familia no es tan estrecha como aparenta."
Himeko frunció el ceño.
"¿Cómo puede ser? El Relojero es considerado el padre de Penacony. Decir que está enemistado con los dirigentes actuales suena… absurdo."
"No lo es." Gallagher negó con la cabeza. "Hace tiempo que son enemigos. Y pese a todos nuestros intentos de localizarlo, su único rastro visible son los dibujos animados y los personajes que creó."
Se inclinó hacia delante, bajando un poco la voz.
"Díganme, ¿cómo creen que el mensaje de la invitación llegó al exterior? ¿Por qué piensan que la Familia permitiría que algo así se filtrara, atrayéndolos aquí para hundirlos en el caos?"
Himeko lo miró con atención.
"¿Quieres aprovechar esta oportunidad para desenmascarar al Relojero?"
Gallagher no confirmó ni negó nada. Simplemente se limitó a cambiar el ángulo de la conversación.
"Ahora entienden por qué la Familia Roble autorizó a los Anónimos para investigar, y por qué ustedes no recibieron todos los detalles." Su mirada se endureció. "El Relojero no es el héroe de la tierra de los sueños. Es, a los ojos de La Familia, la mayor mancha vergonzosa de Penacony, y la raíz de todas las anomalías que han estado ocurriendo en los paisajes oníricos."
Aleph apoyó los codos en la mesa, dándole una mirada fija.
"¿Y qué tiene que ver Mikhail en todo esto?"
Gallagher lo observó con intensidad.
"¿En serio no lo entiendes todavía?"
El silencio se alargó por unos instantes más, hasta que finalmente lo soltó con crudeza.
"Mikhail, el traidor de la Familia… es el Relojero."
********
Aventurino no podría estar en una situación más precaria aunque lo intentara. La jaqueca lo golpeaba con furia, recordándole las palabras de Sunday.
Bajo la luz de la Armonía, toda maldad se revela. A partir de este instante, responderás a las preguntas.
Puedes intentarlo, negarte a responder… pero no me culpes si recibes el 'rechazo' de la Armonía.
Chasqueó la lengua, tambaleándose al llevarse una mano a la cabeza. La maldición lo atenazaba como una cadena invisible, su tiempo de vida se había visto reducido a diecisiete horas, a menos que lograra encontrar al verdadero culpable.
¿Y así decían que La Familia daba las bienvenidas y reuniones más hospitalarias? Pura palabrería.
"Vaya, te ves bastante pálido. ¿O es que eso también es parte de tu acto?"
La voz de Ratio lo sacó de su ensoñación. Aventurino le lanzó una mirada seca.
"Tienes agallas, apareciéndote frente a mí después de traicionarme."
Se inclinó hacia él, con una sonrisa burlona.
"Dime, oh gran genio del Club de Mediocres ¿viniste a ser mi sepulturero? Vaya... qué honor tan grande."
"Así es." Ratio lo miró con calma. "Estoy seguro de que el Departamento de Inversiones Estratégicas será notificado de tu muerte. Y aunque insistas en seguir adelante con esa osadía tuya, avísame cuando ya no puedas más. Al final, será a mí a quien le toque completar la tarea."
"Entonces dile a tu gente que Aventurino estará listo para partir en diecisiete horas."
Ratio arqueó una ceja.
"¿Cómo piensas completar tu tarea con las cadenas de la Armonía apretando tu cuello? ¿Qué te da confianza, cuando tienes las manos atadas?"
Aventurino rió por lo bajo, incluso con el dolor clavado en sus sienes.
"Mi conversación con Sunday lo dejó bastante claro, hay un traidor dentro de La Familia, ocultando secretos de gran peso. Eso es todo lo que necesito. Voy a usar esta oportunidad para poner todo en marcha."
Dándole una sonrisa descarada, Aventurino levantó el bolso en su mano.
"Aunque me embargaron casi todo, conseguí poner mis manos en uno de mis alijos de dinero y joyas. Estoy a un solo paso de la victoria. Tú solo espera y observa."
Ratio negó lentamente, cerrando los ojos con resignación.
"Suena como una forma elaborada de admitir que ya fracasaste."
Aventurino se rio entre dientes ante la observación de Ratio.
"¿Y qué más quieres que te diga? No voy a contarle con lujo de detalles mi plan de supervivencia al mismo tipo que me traicionó en primer lugar, ¿verdad?"
Se dio la vuelta, acomodándose el bolso al hombro, mientras comenzaba a caminar con calma.
"Prepárate y haz lo que debas hacer. Pronto habrá una flota entera de naves de la Corporación rodeando Penacony." Lo miró de reojo, con una sonrisa burlona. "Conseguiste lo que querías, ¿no?"
Ratio sostuvo la mirada sin inmutarse.
"Lo conseguí. Y dime, ¿qué escondes en ese bolso? ¿Una baliza de Apoyo Orbital?"
"Puede que sí, puede que no." Aventurino rio, encogiéndose de hombros. "Solo soy un pobre desgraciado a punto de morder el polvo, repartiendo dinero por montones. ¿Es mi culpa si hay gente amable dispuesta a darme una mano por un pequeño incentivo?"
Ratio lo observó en silencio con un rostro impasible.
"…Eres un ludópata absurdamente loco." Murmuro con molestia.
"Uno de mis muchos encantos." Aventurino sonrió descaradamente.
Ratio suspiró. Sin decir más, tomó la mano de Aventurino y le forzó un pergamino dorado en la palma.
"¿Qué es esto? ¿Una receta médica, cortesía del sabio Ratio—?" Aventurino arqueó una ceja desconcertado, pero cuando levantó la vista, Ratio ya se había ido.
Solo quedaba una nota envuelta en el pergamino.
Ábrelo cuando estés en las últimas. Me lo agradecerás.
Un dolor agudo lo atravesó, más intenso que antes, obligándolo a apretar los dientes.
"Qué típico de sinvergüenzas como él… empujarme a resolver un caso sin darme ni una sola pista."
...…..
Forzando a su cuerpo a mostrarse normal, Aventurino se movió entre la multitud como si nada. Usando lo que quedaba de sus fondos, pagó a informantes cercanos para husmear sobre "La Muerte" en Penacony.
Tras varios intentos fallidos, se topó con una cantante devota de la Vía de la Belleza. Ella lo observó con desconfianza antes de preguntar sus motivos.
"¿Para qué quieres esa información?"
Aventurino puso en práctica una de las habilidades que mejor dominaba, mentir.
"Veras, soy un reportero novato cuyo deseo es irse por un enfoque un tanto sensacionalista. Por lo que esto fue lo que se me ocurrió ¿Y si recopiló rumores y historias interesantes de fantasmas de Penacony? Como sabrás, mientras más escalofriantes más atención reciben ¿Podrias ayudarme un poco?"
La mujer dudó por unos instantes antes de suspirar.
"Es un tema delicado. No sé mucho, pero se habla de gente que desaparece en los sueños… y cuyos cuerpos quedan en coma en la realidad."
"La Familia emitió un comunicado oficial. Dijeron que eran turistas que ignoraron las reglas del uso de la bañera onírica comer antes de entrar, no permanecer más de ocho horas seguidas… ya sabes, todas esas medidas de seguridad." Dijo mientras miraba a su alrededor.
"Pero yo no lo creo." Confesó con un dejo de tristeza. "Nadie ignora tan a la ligera su propia seguridad. Algo anda mal, pero yo soy solo una débil cantante, no puedo hacer nada."
Miró alrededor con nerviosismo antes de despedirse.
"Que Xipe e Idrilla te cuiden."
Aventurino sonrió con ironía al escuchar ese nombre. Justamente, su situación actual era culpa de los seguidores de Xipe.
Pero lo que realmente quedó rondando en su mente fue otra cosa.
El coma… ¿no es eso lo que sobreviene cuando alguien muere dentro de un sueño?
...…..
Más tarde, tras seguir otros rumores, escuchó que había una forma de tener un encuentro cercano más directo con esa "Muerte". Eso lo llevó a encaminarse hacia la tienda del Dr. Edward.
No llegó muy lejos. En una esquina poco iluminada, una figura pequeña lo esperaba.
Su risa burlona era inconfundible.
"Pareces un perro husmeando por todas partes, con la nariz pegada al suelo buscando el camino correcto."
Sparkle lo observaba con diversión.
"Dime, ¿tan tentador es el olor de la Muerte para ti, mi no tan estimado amigo?"
Aventurino bufó, cruzando los brazos.
"Debería haberlo esperado de alguien como tú. Al fin y al cabo, ¿no eres una de esos Bufones Enmascarados? Siempre hallando diversión en cualquier cosa."
Sparkle soltó una carcajada.
"En tu caso no es porque seas gracioso. Es que tu estupidez me resulta divertida."
Luego lo miró con un puchero.
"Te di pistas claras y simples. ¿Y qué hiciste? Dejaste que La Familia te atrapara. Como un tonto ratón que esquiva la trampa con queso solo para caer en las garras del astuto gato cuando está distraído."
Chasqueó la lengua, visiblemente fastidiada.
"Me decepcionaste. Por tu culpa perdí una apuesta con ese idiota de Sampo."
Aventurino esbozó una sonrisa irónica. Ni siquiera él sabía cómo lidiar con esta loca.