En el vagón principal, Aleph se dejó caer sobre el sofá, con la mirada pesada y los párpados cada vez más bajos. Había pasado varias horas jugando videojuegos con Marzo.
Lo último que alcanzó a oír antes de que sus ojos se cerraran por completo fue la voz de Pom-Pom dando sus anuncios.
"¡Pasajeros, hemos ingresado al sistema Asdana! Faltan un par de horas para llegar a Penacony."
Y entonces, el sueño lo envolvió.
.....
Cuando volvió a abrir los ojos, ya no estaba en el Expreso.
Se hallaba en lo que parecía el lobby de un hotel lujoso con alfombras rojas, lámparas de cristal, paredes forradas de terciopelo… pero algo estaba mal. Mesas, sillones y plantas estaban adheridos a los techos y paredes como si la gravedad hubiera decidido volverse loca.
Una tenue luz azulada iluminaba el lugar.
Una caja musical sonaba de fondo, lenta y melódica, tiñendo la atmósfera de un aire ominoso.
"Lo único que podría empeorar esto es que aparezcan Stelle o Marzo disfrazadas de banana, cantando esa tonta canción de batidos de frutas que invento Marzo…" Aleph murmuró con fastidio mientras se pasaba una mano por la frente.
"¿Canción de batidos de frutas?"
La voz femenina detrás de él lo hizo brincar como si le hubieran pinchado con una aguja. Se giró listo para regañar a quien fuera, pero las palabras se ahogaron en su garganta.
Ante él se alzaba una mujer de belleza etérea. Cabello largo cayendo como una cascada, un rostro perfecto aunque inexpresivo, y una voz serena, casi plana.
Aleph quedó mudo.
Se parecía tanto… y al mismo tiempo era distinta.
"¿Mei?" Murmuró sin darse cuenta.
La mujer parpadeo con desconcierto, y lo observó sin comprender.
Aleph soltó una risa un tanto incómoda.
"Perdona. Te confundí con alguien más."
Ella asintió suavemente.
"Mi nombre es Acheron."
"…Aleph Avesta."
El nombre provocó un breve destello de sorpresa en los ojos de la mujer pero ella lo borró con la misma rapidez que apareció, recomponiendo su expresión antes de que él pudiera notarlo.
"No deberías estar en este lugar." Dijo finalmente.
"¿A qué te refieres?" Preguntó.
Pero Acheron negó con la cabeza.
"Sígueme. Te sacaré de este lugar."
Él suspiró, y optó por seguirla.
........
Sombras humanas los aguardaban en los pasillos. Tenían formas vagas, pero sus voces eran bastante familiares.
"Ignóralos." Advirtió Acheron sin volverse. "Si los miras demasiado, perderás el camino."
El chico asintió en silencio y mantuvo los ojos en la mujer que avanzaba delante de él.
Llegaron a un callejón sin salida, Aleph la miró por unos momentos preguntándose si se había perdido.
"¿Y ahora qué?"
"Sólo observa."
A un costado había una fuente de agua dorada, burbujeante. Acheron se inclinó, sumergió la mano y sacó dos esferas líquidas que brillaban con una luz dorada.
Colocó una contra el muro y, al estallar, se transformó en un puente resplandeciente que parecía más una rampa que conectaba la pared y el suelo.
"Tu turno." Comentó mientras daba unos pasos sobre la pared.
Aleph siguió su ejemplo y pronto comenzó a caminar por las paredes.
....
El recorrido terminó en una puerta blanca. Acheron se detuvo, girándose hacia él con una expresión más seria.
"Hay algo que debo decirte. Mi memoria… es un tanto defectuosa. Me cuesta recordar nombres y rostros. Cuando me reencuentro con alguien, casi nunca estoy segura. No puedo confiar en la memoria… sólo en las emociones que despierta en mí."
Sus ojos se clavaron en los de Aleph.
"Y contigo… siento que ya nos conocíamos."
Aleph sonrió con tristeza. Era tanto una condena como una bendición.
"Yo también lo siento."
Era imposible dejar de lado sus viejos anhelos y tener un nuevo inicio. Había muchas personas que extrañaba, Mei era una de ellas.
Ella se giró, dándole la espalda.
"Las despedidas siempre son tristes. Los reencuentros, inciertos. Pero aunque mi memoria me falle, conservo algo que no me abandona... el juicio para ver la verdad, incluso cuando uno mismo se fuerza a creer en una mentira."
Aleph frunció el ceño.
"¿Qué quieres decir con eso?"
"Nada que importe por ahora." Acheron negó con suavidad. "Dime, 'Aleph'… ¿te gustaría volver a verme?"
Él sonrió, fuera de la rareza de este encuentro, ella era bastante agradable. Por lo que no dudó en responder.
"Sería un gusto."
Los labios de Acheron se curvaron en una sonrisa apenas perceptible.
"Sólo espero que nuestras armas no apunten al otro."
Antes de que Aleph pudiera preguntar, un dolor insoportable estalló en su pecho.
Miró hacia abajo, la katana de Acheron se había deslizado fuera de su corazón. Ella volvío a envainarla con calma, como si nada.
"Nos veremos otra vez… cuando todo color sea borrado, y solo quede blanco y negro."
....
"¡Aleph!"
La voz de Pom-Pom lo recibió al abrir sus ojos.
Sentado de nuevo en el sofá del vagón, parpadeo mientras respiraba con algo de dificultad. Aleph se llevó una mano al rostro, sorprendido al sentir lágrimas resbalando por sus mejillas.
"¿Qué te ocurre?" Preguntó Pom-Pom con preocupación.
Aleph se tocó el pecho, no podía recordar mucho pero una sensación persistió.
"Siento… que alguien importante me hirió."
Antes de que pudiera decir más, Stelle se lanzó sobre él en un abrazo repentino.
"¡Perdón, Aleph! ¡De verdad no debí quedarme con ese yogurt que le robé a Marzo! Te prometo que la próxima vez lo compartiré contigo."
Aleph la miró con desconcierto.
Marzo, desde la entrada del vagón, abrió los ojos como platos.
"¡¿Así que fuiste tú?!" Gritó mientras la señalaba con un dedo acusador.
Stelle chilló y se escondió detrás de Aleph, usándolo como escudo humano mientras Pom-Pom suspiraba con exasperación.
**********
El Expreso Astral finalmente se detuvo con un suave traqueteo.
Las puertas se abrieron y los pasajeros comenzaron a descender, recibiendo de inmediato el aire festivo y vibrante de Penacony.
Aleph bajó dando un largo bostezo, mientras Corruid se acomodaba sobre su hombro. Stelle intentó tocar a la pequeña criatura, pero recibió una mirada gélida que la rechazó de inmediato.
"¡Eh! ¿Por qué contigo sí y conmigo no?" Protestó, haciendo un puchero.
Marzo se rio.
"Parece que incluso las mascotas tienen buen gusto."
La réplica le valió una mirada asesina de Stelle, quien soltó un resoplido y se cruzó de brazos con molestia.
"¡Tch! Ni que fueras tan especial."
Antes de que el grupo pudiera dispersarse, Pom-Pom los detuvo para hacerles una petición.
"¡Escuchen bien! Necesito que estén atentos a tres nombres Tiernan, Legwork y Razalina. Guardia, mecánico y topógrafa del Expreso respectivamente. Yo no puedo dejar el tren, así que quiero que investiguen qué fue de ellos."
Todos asintieron.
"¡Bien!" Pom-Pom sonrió y alzó su pequeña manita. "¡Que tengan un buen viaje!"
Himeko se detuvo cerca de Dan Heng.
"¿Seguro que no quieres venir? Yo podría quedarme en tu lugar. Penacony podria ser interesante."
Dan Heng negó con calma.
"No es mi ambiente. Prefiero quedarme y mantener el registro del Expreso actualizado. Además, alguien debe acompañar a Pom-Pom."
Welt puso una mano en el hombro de Himeko y asintió.
"Ya tomó su decisión. Está bien así."
Himeko exhaló resignada, y finalmente siguió al grupo.
......
Más adelante, Marzo hojeaba un folleto colorido mientras caminaba al frente, leyendo en voz alta con emoción.
"El Gran Hotel: habitaciones de lujo, spa, casino, buffet interminable, fuentes de chocolate, ¡y hasta un observatorio privado!"
Los ojos de Aleph y Stelle brillaban de la emoción.
Al final no pudieron evitar chocar con un botones cercano.
"Ah perdón." Dijo Stelle mientras Aleph lo ayudaban a levantarse.
"No hay problema, estimados huéspedes." Comentó. "Mi nombre es Misha, y es un gusto darles la bienvenida."
Aleph y Stelle lo saludaron amablemente.
"¡Eh! ¡Dejen de distraerse y sigan!" La voz de Marzo los obligó a darse vuelta y cuando volvieron a mirar Misha ya se había ido.
.....
En la recepción los esperaba una mujer de aspecto refinado con un traje azul.
"Bienvenidos. Soy Alley. Sus habitaciones están listas…" Comentó con una sonrisa, pero luego de revisar la lista de reservas su expresión se volvió rígida.
"Según el registro, las reservaciones son para Welt Yang, Himeko, Siete de Marzo y Dan Heng. No hay espacio para más invitados. Todas las habitaciones están ocupadas por el Festival Carismonia."
El silencio cayó de golpe.
"Yo soy Dan Heng." Declaró Aleph con solemnidad.
"¡No! ¡Yo soy Dan Heng!" Replicó Stelle con la misma seriedad.
Ambos se encararon.
"Sólo puede haber uno."
Los bates fueron colocados en sus manos como si fuera lo más natural.
"¡Vas a caer Danleph!" Dijo Stelle.
"¡Vas a caer Danstelle!" Dijo Aleph.
El ambiente iba a desbordarse hasta que una voz se alzó.
"No será necesario."
Aventurino, apareció con una sonrisa encantadora. A su lado, un joven de porte solemne con traje elegante —Sunday, líder de la Familia Roble— y una mujer de aura brillante, Robin lo acompañaba.
Ellos intervinieron, suavizando la situación y logrando que Alley ajustara los registros.
"Consideren este problema resuelto." Dijo Sunday con calma.
Marzo, sin poder contenerse, brillaba de emoción frente a Robin.
"¡Soy tu fan! ¡Me sé todas tus canciones!"
Robin rió, llevándose una mano al pecho.
"Me alegra conocer a alguien tan apasionada. Gracias por tu apoyo."
Con una despedida amable, se marchó con su hermano.
Aleph y Stelle se miraron entre sí, completamente perdidos.
"¿Robin?" Murmuró él. "¿Acaso es amiga de Batman?"
"¿Canta?" Añadió Stelle con confusión.
Marzo casi se cae de espaldas.
"¡¿Cómo pueden no conocerla?!"
.....
En un rincón más apartado, Himeko los reunió.
"¿Lo notaste?" Preguntó mientras miraba a Welt. "El mensaje de la invitación estaba encriptado del mismo modo en que los Anonimos suelen hacerlo."
Welt frunció el ceño.
"Eso plantea demasiadas preguntas. ¿Quién lo envió y por qué?"
Himeko asintió.
"Robin también parecía estar usando la Armonía para ocultar que está perdiendo la voz ¿Que la forzó a usar su voz de forma tan imprudente a pocos días del inicio del Festival?" Fruncio ligeramente el ceño mientras continuaba. "La Familia ha invitado a demasiadas facciones nosotros, la Corporación, los Bufones Enmascarados… y quien sabe cuántas más."
Welt asintió con gravedad.
"Tantas preguntas y sólo acabamos de llegar... Esto no amerita nada bueno."
Mientras tanto, Marzo, Aleph y Stelle bebían cócteles frutales como si nada.
Himeko suspiró y murmuró una disculpa apenas audible. Especialmente hacia Marzo, que había soñado con unas vacaciones tranquilas.
.....
Finalmente, tras la charla, el grupo se dispersó. Aleph ayudó a llevar las maletas de Himeko, Marzo y Stelle hasta sus habitaciones.
Stelle insistió varias veces en compartir la suya con él, pero la respuesta conjunta de Himeko, Welt y la propia Marzo fue un rotundo "no".
Aleph incluso ofreció ceder su habitación, pero ella refunfuñó.
"No es la habitación lo que me molesta…"
Sin comprender del todo, Aleph dejó el asunto de lado y entró en su cuarto.
Comenzó a desempacar, lanzando la chaqueta sobre la cama, y justo cuando estaba a punto de dejarse caer para probar la suavidad del colchón, la puerta se abrió.
Aventurino entró con una sonrisa despreocupada.
.......
Aventurino apoyó un hombro contra el marco de la puerta, con una sonrisa despreocupada.
Sus miradas se cruzaron y Aleph fruncio el ceño al reconocer en sus ojos la mirada de un apostador que había encontrado la carta necesaria para su victoria.
"Buenas noches, Mr Stellaron~." Le guiñó un ojo. "Espero que no te importe que irrumpa, pero ya sabes… la fortuna siempre favorece a los que toman la iniciativa."
Aleph frunció el ceño.
"¿Y qué es exactamente lo que quieres?"
El hombre avanzó lentamente hacia él.
"¿Sabes? Me fascinan las apuestas. Tanto que entre mis colegas, los Diez Corazones de Piedra, ya se ha vuelto costumbre llamarme Ludópata. Bastante lindo, ¿no crees?"
Aleph arqueó una ceja.
"¿Y por qué contarme todo eso?"
Una risa ligera salió de los labios de Aventurino.
"Porque si queremos iniciar una amistad… ¿no debería empezar por despertar tu interés? Uno se abre, comparte un poco de sí, y después—" Sus ojos brillaron con picardía. "Se habla de beneficios mutuos. Una asociación, Mr Stellaron. Tú y yo primero… y, si resulta provechoso, entre los Anónimos y la Corporación."
Se sentó a su lado en la cama con naturalidad. Su mano descansó en el hombro de Aleph con familiaridad.
"Después de todo, ¿no es para eso que están los amigos? Para ayudarse cuando más lo necesitan."
Aleph apartó la vista, ligeramente incómodo.
"Si de verdad buscas una asociación, ¿por qué no optaste por hablar con los demás?"
La sonrisa de Aventurino titubeó un poco.
"Lo intenté, créeme. Pero la Sra Himeko y el Sr Yang parecen muy ocupados intentando apagar un… problema causado por tu compañera. Si lo que oí es cierto, La Srta Stellaron decidió entrar en guerra contra el servicio al cuarto. Parece haber iniciado con una… pequeña disputa. Según lo que oí, discutió con el personal de servicio sobre la forma correcta de preparar una hamburguesa. La cosa escaló bastante rápido."
Aleph se dio una palmada en la frente.
"Por supuesto que sí…"
Antes de que Aventurino pudiera retomar el hilo de la conversación, la puerta volvió a abrirse.
Una mujer entró tranquilamente.
Aleph la reconoció al instante.
"Esta es mi habitación." Dijo Acheron, su voz era firme pero sin agresividad.
El apostador parpadeó, genuinamente confundido.
"Curioso… esta era la habitación que yo reservé. Aunque… es cierto que la cedí a los Anónimos." Aventurino entrecerro los ojos y la miró con mayor atención. "¿Podria saber quién eres?"
"Acheron. Una Vigilante de la Galaxia." Comentó sin un solo cambió en su expresión.
"Huh ¿Un Vigilante de la Galaxia?" Comentó Aventurino, antes de que su teléfono empezará a sonar.
Después de ver de quien se trataba Aventurino se levantó.
"Parece que es mi señal para retirarme. Continuaremos nuestra charla en otro momento. No olvides lo que dije~." Le lanzó un guiño coqueto antes de desaparecer por el pasillo.
Aleph suspiró cuando Acheron lo miró con calma.
"Menos mal llegué a tiempo. De lo contrario, ese hombre podría haberte comido vivo."
El joven parpadeó con confusión.
"¿Qué…?"
Ella soltó un leve suspiro.
"Lo usó todo contigo. Encanto, retórica y ritmo en la conversación. Te fue guiando paso a paso. Cada palabra estaba pensada para guiarte hacia lo que él quiere, mientras tú crees que conservas el control."
El silencio de Aleph, acompañado de su expresión recién iluminada por la comprensión tardía, la hizo negar con la cabeza.
"Tal como pensaba." Dijo Acheron negando con la cabeza. "En fin. Disfruta tu estancia en Penacony."
Se dio media vuelta y se marchó, dejando al chico solo.
Aleph exhaló y estuvo a punto de hacer lo que había planeado desde el principio lanzarse de bruces sobre la cama para probar su suavidad.
La puerta volvió a abrirse.
Acheron asomó otra vez la cabeza.
"Me perdí. No recuerdo cómo llegar al vestíbulo."
Aleph la miró por un segundo con un rostro inexpresivo, luego soltó una risa leve.
"En serio…"
Ella lo miraba con un rostro imperturbable, lo que solo hizo que Aleph recordara a Mei, perdiéndose en cada lugar posible y como terminó volviéndose algo normal que él, Kevin o Su se turnaran para ir tras ella.
Con una sonrisa nostálgica se levantó.
"Vamos. Te acompaño."
.......
Tras regresar al cuarto, Aleph decidió probar la peculiar bañera con forma de concha marina. Sobre la mesa de luz encontró un folleto con instrucciones.
Reglas para sumergirse en el paisaje onírico:
1. La comida consumida en el paisaje onírico no saciará el cuerpo físico. Conviene comer antes de ingresar.
2. Para los forasteros, salvo excepciones, el límite seguro es de 8 a 9 horas. Luego debe tomarse un descanso en la realidad.
3. Aunque el daño físico es imposible allí dentro, una sobrecarga neuronal puede afectar reflejos, conducta e incluso el habla al volver.
El texto concluía con una advertencia subrayada que decía.
Sea prudente con apuestas y negocios. La ruina de visitantes incautos no es un juego, sino una realidad común en Penacony.
Aleph resopló y dejó las hojas a un lado.
"Qué hospitalaria bienvenida."
Se acomodó en la tina. Un líquido cristalino, de tonos violáceos, fue ascendiendo lentamente hasta envolverlo por completo.
Con los ojos cerrados y un ligero vértigo recorriéndole la espalda, Aleph se sumergió por primera vez en el paisaje onírico.
************
Aleph abrió los ojos y la sensación de ingravidez lo golpeó de inmediato. Su vista, aún borrosa, se fue aclarando poco a poco, revelando un escenario bastante... irreal. Edificios de proporciones ilógicas se elevaban hacia un cielo donde ballenas etéreas nadaban como si el aire fuera océano. Una melodía suave flotaba en el ambiente, a medio camino entre el jazz y el blues, envolviendo el lugar con un aire hipnótico.
En el centro, dominando todo, un enorme reloj semejante al Big Ben marcaba la medianoche eterna.
Aleph tardó apenas unos segundos en atar cabos.
"Momento Dorado…" Murmuró mientras recordaba una cosa descrita en el folleto de Marzo sobre los paisajes oníricos de Penacony.
Lo más urgente, sin embargo, no era el reloj ni las ballenas.
Era el hecho de que estaba cayendo en picada desde el cielo.
"Ahora recuerdo por qué odio las alturas…"
Su grito se perdió en el aire mientras extendía los brazos.
Haciendo uso de Zan y Garu alteró las corrientes de viento que lo rodeaban; con Bufudyne, condensó la humedad hasta formar superficies de hielo sobre las que comenzó a deslizarse en espirales descendentes.
La multitud abajo lo señaló, aparentemente creyendo presenciar algún tipo de espectáculo callejero o similar.
La ilusión se quebró pronto.
De un punto cercano, otra figura caía dando alaridos.
"¡¡Aleeeph!!"
Era Stelle.
"¡Ahora entiendo a los que le tienen miedo a las alturas! ¡Lo retiro todo, jamás volveré a burlarme de los pajaritos sin alas!"
Con un impacto, chocó contra Aleph y se aferró a él como si su vida dependiera de ello.
"¡Sálvame! ¡Es tu deber como patiño proteger a la protagonista!"
Aleph sintió un impulso muy fuerte de simplemente soltarla. Pero antes de que pudiera decidir, el peso añadido los desestabilizó.
Ambos se precipitaron sin ningún control hacia abajo.
El choque contra el suelo levantó un cráter en la calle. Aturdidos, miraron sus cuerpos intactos, no tenían ningún hueso roto. Pero también notaron la torpeza en sus movimientos, parecía ue moverse aquí era un tanto más complicado que en la realidad.
"Bienvenidos."
Una voz melodiosa los sacó del trance. Frente a ellos estaban Robin y Sunday.
"Es un gusto verlos, estimados invitados." Comentó Sunday con un sonrisa.
Robin, con una sonrisa cálida, extendió una mano.
"No se preocupen. Es normal sentirse extraños la primera vez."
Con un gesto delicado, desplegó el poder de la Armonía. Una nota luminosa los envolvió, y de inmediato Aleph y Stelle sintieron cómo recuperaban control sobre sus cuerpos en el paisaje onírico.
"Gracias…" Murmuró Aleph mientras se sacudía el polvo del cuerpo.
Una vez hecho eso Robin se despidió y se giró para marcharse junto a Sunday.
Aleph no pudo evitar murmurar en voz baja.
"Tenía unos ojos muy bonitos."
Stelle frunció los labios en un puchero.
"Sí, los ojos de Robin son lindos."
"¿Robin? Ah, sí… ella también tiene ojos bonitos."
La expresión de Stelle se torció en desconcierto.
**********
Tras caminar un rato por las calles del Momento Dorado, Aleph no pudo evitar sentir vibras de Las Vegas como se la veía en películas.
"¿Qué son esas cosas?" Stelle señaló uno de los vehículos.
Curiosa, buscó información en su teléfono. Poco después abrió mucho los ojos.
"¡¿Qué?! La Familia desarrolló tecnología para traer ciertos objetos de aquí al mundo real. ¡Y los deslizadores son uno de ellos!" Después de su chillido emocionado volteó para ver a su acompañante. "¡Imaginate las posibilida...des." Su rostro se volvió inexpresivo al notar que su acompañante la había abandonado.
.....
Aleph se encogió de hombros, prefiriendo dejar a Stelle con su emoción y seguir explorando por su cuenta.
Fue así como acabó frente a una tienda peculiar.
Un ojo gigantesco, incrustado en la pared, lo observaba fijamente.
"Bienvenido, visitante." Su voz retumbó desde todas direcciones. "Soy el Dr. Edward." Su mirada se mantuvo en Aleph mientras el ojo parecía querer mirarlo de forma más clara. "Y alguien pidió que te mostrara algo…"
Intrigado, Aleph aceptó.
Una burbuja de recuerdos se desplegó frente a él, tragándolo hacia una escena familiar, el interior del Expreso Astral.
Pom-Pom estaba reprendiendo a una figura oscura y cubierta de sombras. La voz de ese hombre era prácticamente idéntica a la de su antiguo profesor de matemáticas, el señor Tachibana.
El regaño era bastante duro, principalmente por un error de navegación que casi había provocado la colisión del Expreso. La figura, cabizbaja, murmuró que quizá era "el peor de los Anónimos".
"¡Nada de eso!" Refutó Pom-Pom con firmeza. "El peor de los Anónimos fue Aha, la Exultación."
Aleph abrió mucho los ojos. Incluso la figura sombría quedó en shock.
Pom-Pom explicó entonces aquella vieja historia de cómo Aha viajó en secreto en el Expreso, disfrazado de Trazacaminos, bajo la guía de Akivili. Durante un año entero convivió con ellos, hasta que, de la nada, reveló su identidad y estalló la mitad del Expreso… y, de paso, un planeta cercano.
"Por eso." Concluyó Pom-Pom. "Nadie ha sido peor Anónimo que Aha."
El recuerdo se disolvió. Aleph emergió nuevamente en la tienda, pensativo. Se despidió del Dr. Edward y volvió a las calles.
....
No había caminado mucho cuando alguien chocó de frente con él.
Era una chica de cabello grisáceo, respirando agitadamente. Detrás de ella, los miembros de la Familia Sabueso se acercaban.
Ella le dio una mirada suplicante.
"¡Por favor… ayúdame!"
Aleph la miró unos segundos, sopesando la situación. Luego suspiró.
"¿Eh?" La sorpresa pintó su rostro cuando Aleph la levantó como una princesa, pero no tuvo tiempo de reaccionar.
Aleph pronto se lanzó a correr.
.....
Media hora más tarde, lograron escabullirse en un callejón oscuro evadiendo a los miembros de la Familia Sabueso.
La chica, ruborizada, susurró con una voz débil.
"P-puedes bajarme…"
Él la dejó en el suelo.
"Gracias." Comentó ella mientras desviaba la mirada. "Me llamo Firefly, una artista de la familia Iris."
"Aleph Avesta." Respondió él, aunque la manera en que ella lo miró lo dejó confundido. Casi parecía que ella esperaba que se presentará con otro nombre.
"¿Nos conocemos?" Pensó Aleph, intrigado. Pero Firefly no dio lugar a preguntas.
"Déjame invitarte a comer. Es lo mínimo que puedo hacer por tu ayuda." Comentó mientras le daba miradas de reojo.
........
Mientras tanto, en otra parte del Momento Dorado, Stelle caminaba con el ceño fruncido y un bate colgando del hombro.
Los demás miembros del Expreso habían caído en paisajes oníricos distintos. Solo ella y Aleph habían terminado allí, pero lo que más le molestaba era haber sido abandonada sin explicación.
Stelle pateó un bote de basura con un gruñido.
"¡Tonto Aleph! ¿Por qué te fuiste sin decir nada?"
El estruendo metálico resonó en toda la calle, y no tardó en atraer miradas equivocadas. A lo lejos, varios miembros de la Familia Sabueso giraron la cabeza hacia ella.
"¿Es ella?" Susurró uno de ellos.
Otro asintió, entonces se lanzaron hacía ella.
"¡Allí está la polizona!"
Stelle palideció.
"¿Ah? ¡¿Qué hice ahora?!"
No esperó aclaraciones. Salió corriendo con todas sus fuerzas, esquivando rótulos de neón y mesas de casinos improvisados.
La persecución se alargó hasta que, sin mirar al frente, tropezó con alguien.
"¡Oof!" Se estrelló de lleno contra un pepeshiano, cayéndole encima con todo su peso.
"¡Ouch! ¡Mira por dónde vas!" Chilló el pepeshiano.
Stelle apenas tuvo tiempo de disculparse antes de que los sabuesos la alcanzaran, cercándola.
Los Sabuesos no tenían intención de dejarla escapar.
El pequeño gritó indignado, mientras los Sabuesos aprovechaban la escena para acercarse y extender sus armas.
"¡Quedas arrestada por alterar la paz!"
Pero antes de que pudieran tocarla, una voz ronca los detuvo.
"¿Qué demonios hacen?"
Un hombre de mediana edad con cabello algo desordenado con una corbata suelta apareció.
Los Sabuesos palidecieron.
"¡Señor Gallagher! E-esta chica es…"
"Una invitada." Los interrumpió con dureza. Señaló el brazalete de identificación de Stelle. "¿O es que ahora también arrestan turistas?"
Los Sabuesos balbucearon excusas, pero al final no tuvieron más remedio que retirarse cabizbajos.
Stelle suspiró aliviada y se giró hacia Gallagher.
"¡Gracias!"
"No hay problema jovencita." Gallagher asintió con la cabeza y se preparó para marcharse, pero rápidamente fue detenido por Stelle.
"Necesito tu ayuda para encontrar a alguien." Dijo.
El hombre arqueó una ceja.
"¿Alguien? ¿Como que?" Mirándola un poco más Gallagher llegó a la conclusión de que tal vez estaba buscando a su perro perdido o tal vez un niño extraviado.
"A Aleph." Stelle sacó su teléfono y le mostró una foto. "Se perdió, me preocupa que puedan engañarlo y estafarlo." A pesar de sus palabras, más que preocupación la chica parecía estar muy muy molesta.
Gallagher la observó largo rato. Su expresión pasó de la indiferencia al desconcierto, y de allí a una ligera incomodidad.
"Está bien. Te ayudaré." Al final, Gallagher decidió ayudarla, después de todo si resulta que esta haciendo algo poco ético siempre puede entregarla.
"¡Perfecto!" Respondió Stelle con una sonrisa un tanto maliciosa mientras murmuraba todo lo que quería hacerle como venganza.
¿Será que estoy ayudando a una acosadora serial? Pensó Gallagher al escucharla mientras se rascaba la nuca. Al final, resopló.
********
Mientras tanto, Aleph recorría el Momento Dorado junto a Firefly.
Primero pasaron por la estatua de Relojito.
Ella lo llevó de atracción en atracción.
"Aleph, creo que alguien nos sigue..." Le murmuro en voz baja. Aleph estaba a punto de crear un bate y decirle que podía contra quien los seguía cuando para su sorpresa, una voz familiar lo saludó a todo pulmón.
"¡Pelo gris!"
Aleph apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que Sampo lo atrajera hacia sí mismo con un brazo por encima de sus hombros.
"¿Sampo?" Aleph no pudo evitar desconcertarse.
Firefly lo miraba raro. Y Aleph, aunque feliz de reencontrarse, también sintió que algo estaba fuera de lugar con Sampo.
.....
Sampo los llevó a una atracción llamada Las Aventuras de Hanu. Un artefacto con forma de televisor envolvió a Aleph en luz, transformándolo en un personaje de dibujos animados.
"¿Hmmn...?" Murmuró Aleph mientras se miraba las patas. Tal parecía que nueva parecía incapaz de soltar un sonido distinto a ese.
"¡Rápido, Héroe de Villa ensueño! ¡La misión te espera!" Gritó Sampo, lanzándo a Aleph con entusiasmo dentro del escenario.
Lo que siguió fue una serie de disparos de caramelos, persecuciones bastante absurdas y trampas estrafalarias, Aleph terminó riendo más de lo que esperaba.
Cuando al fin salio, volvió a la normalidad con otro destello.
"¿Qué te pareció?" Preguntó Sampo.
Aleph le dio un pulgar arriba.
"Increíble."
Sampo sonrió y le dio una palmada en el hombro.
"¡Por supuesto que puedes confiar en tu querido amigo, Sampo Koski, para encontrar los mejores lugares para pasar el rato!" Comentó mientras comenzaba a reír. "Después revisa la tienda del Dr Edward, te dejé un regalo allí. Estoy seguro de que lo disfrutarás."
Mientras Firefly se movía a otro lado, Sampo se inclinó más cerca del oído de Aleph para susurrarle.
"No confíes en los mentirosos." Dijo.
Poco después Sampo se despidió alegremente, prometiendo que lo vería más tarde antes de desaparecer en las calles.
Cuando Firefly se acercó luego de algunos minutos, su expresión era un tanto extraña.
"...Perdón por tardarme tanto." Murmuro una disculpa mientras se rascaba la mejilla un tanto avergonzada.
Pero se desconcertó al ver que Aleph parecía más concentrado en mirar en silencio un espacio vacío.
"¿Eh? Tic Tac ¿Puedes verme?" Comentó el pequeño ser que Aleph estaba observando.
"Si."
"¡Maravilloso!" Relojito parecía bastante contento. Pero rápidamente dejó de lado eso para transmitirle a Aleph un mensaje con urgencia. "¡Tienes que ayudarme, Misha esta en problemas!"
"¿Eh?"
Antes de que Aleph pudiera siquiera responderle Relojito comenzó a correr.
"Eh erm ¡Lo siento!" Se disculpó apresuradamente con Firefly mientras seguía a Relojito.
"¿Aleph?" Aún confundida, Firefly eligió seguirlo.
.......
Al llegar, se topó con la imagen del joven botones siendo acosado por tres hombres de aspecto bastante típico de mafioso.
"Oye oye~ te ves muy bien señorita." Comentó un calvo con lentes oscuros.
"... Soy hombre." Dijo Misha mientras retrocedía hacía atrás contra una pared.
"¡Eso es aún mejor!" Dijo un tipo rubio con un peinado que hacía parecer su cabeza una flama.
Misha comenzó a sudar frío.
"¡Misha, traje ayuda!" Comentó Relojito mientras se paraba delante de Misha.
Pronto Aleph llegó.
Pero de manera un tanto diferente a lo que Relojito esperaba.
Con una mirada dura, los matones se congelaron al toparse con sus ojos dorados.
"... ¿Se atreven a codiciar mi producto sin pagar el precio?" Dijo mientras se acercaba con lentitud asegurándose de que sus pisadas sonarán con fuerza, Firefly con una mano en la frente lo siguió por detrás. "Deberían saber que entrar al territorio de otro podría llevarlos a tener un destino... 'desafortunado' ¿No creen?"
Los matones se alejaron poco a poco de Misha, a pesar de la aparente juventud del hombre frente a ellos, y de su lánguida y afable sonrisa, sus ojos les prometían mucho dolor.
"... ¿Esos son los refuerzos?" Comentó Misha a Relojito con un rostro dudoso.
"... Puede verme. Se supone que sólo las personas buenas e inocentes pueden hacerlo." Comentó Relojito tan dudoso como su amigo.
....
Finalmente tras que los matones se fueran Misha y Relojito le agradecieron a Aleph su ayuda. Firefly por un lado le dio una mirada bastante similar a la que tenía Marzo cada vez que veía a Stelle hacer alguna cosa rara.
"Puedes juzgar mis métodos, más no mis resultados." Comentó mientras inflaba el pecho con orgullo.
Por alguna razón después de que dijo eso Firefly sonrió mientras lo veía con nostalgia.
"Oye, Aleph..." Firefly lo miró con una sonrisa mientras acomodaba su cabello detrás de su oreja. "¿Te gustaría ver algo impresionante?"
Aunque desconcertado, Aleph dio su respuesta sin titubear.
"Claro."
**********
"Ven. Quiero mostrarte algo especial."
Firefly lo guió hasta el borde del distrito, hacia una zona en remodelación. Los andamios bloqueaban el paso, al ver esto ella bajó la cabeza con decepción.
"Parece que ya no es posible llegar…"
Aleph posó una mano en su hombro.
"No te preocupes."
Una corriente de aire frío llegó, Firefly sostuvo su falda para que no se levantará.
Con un chasquido de sus dedos, Aleph comenzó a moldear el hielo en plataformas sólidas que se unían como un sendero improvisado. Habiendo completado la primera parte del camino se volvió hacia ella con una mano extendida.
"Indícame el camino."
Firefly lo miró con desconcierto antes de sonreír y tomar su mano.
Juntos ascendieron, construyendo paso a paso su propio camino.
Al final cuando llegaron a la azotea más alta. Firefly abrió los brazos.
"¡Tada!"
Aleph se quedó boquiabierto, decir que la vista era increíble era subestimarla.
Desde allí podía ver todo el Momento Dorado. Y en lo alto del cielo al Gran Teatro radiante.
Sentada en la barandilla, Firefly miró con una dulce sonrisa los ojos genuinamente brillantes de Aleph.
Aunque pronto la dejó de lado mientras bajaba un poco la cabeza.
"Debo confesarte algo… Te mentí." Comentó con tristeza. "Entre aquí de forma ilegal, soy una polizonte. Vine aquí por un motivo bastante egoísta."
Ella miró a los ojos de Aleph.
"Padezco de una enfermedad llamada síndrome de entropía... ¿Haz oído de ella?" Comentó mientras miraba el paisaje con una mano sobre la barandilla. "Quienes la padecen sufren de una disociación crónica irreversible en su estado físico hasta que desaparecen lentamente y los demás apenas notan el proceso."
Ella noto la expresión desanimada de Aleph.
"Perdón por arrastrarte conmigo, Aleph. Tu no deberías tener problemas con la ley por acompañar a una tonta cuyo cuerpo es prácticamente inútil sin su soporte vital en la realidad."
Aleph negó con la cabeza.
"Yo elegí ayudarte. Así que no tienes por qué preocuparte por eso."
Ella lo miró con sorpresa y algo de desconcierto, aunque acabó soltando una risita.
"Eres un tonto."
Él sonrió.
"Puede ser."
Ambos se quedaron en silencio, contemplando la inmensidad del lugar. Finalmente, Aleph sacó su teléfono y comenzó a tomar fotos.
"¿Qué haces?" Preguntó Firefly, curiosa.
"Intentó tomar una buena foto..."
A Marzo seguro le encantaría esta vista.
"¿Quieres que nos tomemos una?"
Firefly asintió y se paró a su lado con una sonrisa feliz.
......
Sentados en la barandilla, Aleph y Firefly balanceaban las piernas de atrás hacia adelante como niños.
"Este sueño…" Murmuró ella, observando las luces doradas que se extendían más allá del horizonte. "Mi mayor deseo sería poder vivir así también en la realidad. Caminar, sentir el aire, poder vivir lo que para toda chica es una vida normal… sin la necesidad de ningún soporte vital."
Su voz titubeó al final, pero la sonrisa con la que lo dijo mostraba el anhelo que sentía.
Aleph guardó silencio mientras sus ojos se clavaban en la distancia, aunque lo que veía estaba mucho más atrás, una época oscura, cuando lo único que deseaba era desaparecer, hundirse sin dejar rastro. Recordar eso y compararlo con la situación de Firefly le daba ganas de reír por lo patético que era.
"Tu sueño… es bastante hermoso, Firefly." Suspiró mientras se perdía una vez más en sus recuerdos. "En cambio, el mío siempre fue uno bastante estúpido." Comentó mientras soltaba una risa.
"Solo quería estar al lado de... ciertas personas, ellos eran tan especiales para mi. Ellos… eran lo único que le daba sentido a cada día."
Ella lo miró con curiosidad y con un ligero brilló en sus ojos que Aleph no pudo reconocer de lo que se trataba.
"¿Ellos murieron?"
Aleph negó lentamente.
"No. Solo… estamos demasiado lejos. Ni siquiera sé cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que los vi. A veces me pregunto si ya me olvidaron, o si decidieron actuar como si nunca hubiera existido."
Su sonrisa se torció con un poco de amargura.
"Patético, ¿verdad? Aferrarse con tanta fuerza a un recuerdo borroso." Sacudió su cabeza. "Perdón si te provocó incomodidad con mis desvaríos."
Firefly apretó ligeramente la barandilla, dispuesta a responder, pero el timbre de un teléfono cortó la tensión.
Aleph bajó la mirada y sacó su teléfono, se trataba de un mensaje en el chat grupal del Expreso Astral.
[Welt: "Han ocurrido ciertos 'sucesos desafortunados'."]
[Himeko: "¿A que te refieres?"]
[Welt: "Lo mejor sería reunirse y discutirlo en persona."]
[Marzo: "¡¿Justo ahora?! Mou."]
[Marzo: "Ya estaba al frente de la fila en la tienda de cámaras.."
[Himeko: "Marzo..."]
[Marzo: "Ugh... Estoy en camino."]
Aleph suspiró, guardando el dispositivo en su bolsillo.
"Debo irme."
"Entonces te acompañare un rato más." Firefly abrió una aplicación y le envió una solicitud. "Así podremos hablar después."
Aleph aceptó con tranquilidad.
*********
Mientras caminaban por Momento Dorado, la calma comenzó a tornarse extraña cuando notaron algo, el bullicio se había esfumado por completo como si nunca hubiera estado allí en primer lugar, un silencio antinatural envolvía todo.
Ambos entrecerraron los ojos.
"Algo no está bien…" Murmuró Firefly mientras se acercaba más a Aleph.
Desde un callejón cercano emergió una figura conocida.
Sampo.
"Qué decepción, Aleph. Verte tan cómodo con ella…" Murmuró con decepción. "Bueno, no es raro que alguien se vea engañado por una cara bonita... ¿Verdad~? Ehe~."
Al terminar sus palabras su disfraz se deshizo en motas de luz anaranjada, revelando su silueta real, una chica menuda de cabello negro y ojos rojos.
Su sonrisa era tan dulce y juguetona que era imposible distinguir si se reía contigo o de ti.
"Pelo Gris, te mostraré el verdadero paisaje onírico, el verdadero Penacony."
Antes de que Aleph pudiera reaccionar, Firefly cayó inconsciente a su lado.
"¿Qué—? ¡Firefly!"
Sparkle avanzó dando saltitos, apenas alcanzándole el pecho. Con una risita intentó tocarle la frente.
Pero cuando lo hizo, nada pasó.
Aleph arqueó una ceja y soltó una risa seca, el Aleph frente a ella se desvaneció para revelar que en realidad estaba mucho más atrás y que tenía a la inconsciente Firefly en sus brazos.
"¿En serio intentas usar ilusiones contra mí?"
Chasqueó los dedos y en un parpadeo, la vestimenta de la chica cambió por completo, ahora vestía un traje chillón de payaso, con nariz roja incluida.
El tic nervioso en su ojo izquierdo fue inmediato.
Una carcajada tronó detrás.
Sampo apareció, doblándose de la risa mientras se limpiaba una lágrima del ojo.
"¡Maravilloso! Aleph, eso fue… eso fue un gran espectáculo. ¡Tengo que guardar este momento!" Levantó su teléfono y tomó varias fotos de la chica que temblaba de ira. "Este será uno de mis tesoros más preciados, te lo aseguró, Sparkle."
"¿Por qué no me dijiste que las ilusiones no funcionarian del todo en él?" Bufó ella con un puchero.
Sampo se encogió de hombros.
"No preguntaste."
Sparkle apretó los dientes y, tras un breve silencio, respiró hondo.
"Supongo que era de esperarse. Después de todo… él es el Príncipe."
Aleph parpadeó, confundido.
"¿Príncipe?"
Sparkle sonrió con cierto deleite.
"Sí. El favorecido del mismísimo Señor de las Risas." Comentó mientras le daba una mirada linda. "¡El ya lo decidió! Todos debemos poner de nuestra parte para templar a su fa~vo~rito~."
Aleph sintió que un escalofrío le recorría la espalda al recordar esa maldita palabra.
Se obligó a recomponerse y clavó su mirada en Sampo.
"¿No tienes una mejor compañera de trabajo que esta Pepeshiana?"
El estallido de carcajadas de Sampo fue tan fuerte que casi se dobló de la cintura.
Sparkle, en cambio, se quedó helada.
"¿P-Pepeshiana…? ¡Yo no soy—! ¡¿Como te atreves a comparar a la hermosísima Sparkle con un Pepeshiano?!"
"Debes admitir que realmente si pareces una." Comentó Sampo entre risas.
"¡Tu cállate!"
Aprovechando el instante en que Aleph se distrajo con las reacciones de ambos, Sparkle sacó de la nada un enorme martillo.
"¡Ve a dormir!"
El golpe descendió sobre su cabeza.
La consciencia de Aleph se quebró en un segundo.
Antes de caer, escuchó la voz de Sampo, con un dejo de genuino pesar entre sus risas.
"Lo siento, Aleph. Te lo compensaré, lo prometo."
Y todo se apagó.
"Todo esto es por un bien mayor."
************
Aleph abrió los ojos una vez más en aquel extraño lugar donde tiempo atrás había conocido a Acheron. El paisaje seguía siendo tan raro como antes.
Parecía el pasillo de un lujoso hotel con lámparas de cristal, paredes forradas de terciopelo con muebles adheridos a los techos y paredes.
No estaba solo. Firefly lo miraba, aún con cierto desconcierto, y a su lado estaba Stelle, con el ceño fruncido.
"¡Idiota!" Le espetó de inmediato, acercándose con pasos furiosos. "¿Cómo pudiste dejarme sola? ¿Acaso te importa un comino lo que pase conmigo?"
Aleph arqueó una ceja, sin inmutarse en lo absoluto por su ira.
"Ya eres bastante mayor, Stelle. Puedes cuidarte sola. No veo por qué tendría que quedarme pegado a ti."
Stelle frunció el ceño, ofendida, y con un puchero se cruzó de brazos, dándole la espalda con un bufido. Pero su molestia creció al notar cómo Aleph pasaba de largo, inclinándose hacia Firefly.
Firefly, no supo que expresión poner ante esta escena un tanto nostálgica.
"¿Estás bien, Firefly?"
La chica asintió débilmente, mientras Stelle los observaba de reojo con irritación.
**********
Los tres caminaron por el extraño hotel buscando la salida, Aleph se paso una mano por la frente preguntandose si lo iban a volver a apuñalar.
"Eh Aleph." La voz de Stelle lo sacó de su ensoñación. "¿Que son esas cosas?" Preguntó mientras señalaba hacía adelante a las figuras que habían comenzado a salir de aquella bruma negruzca.
Uno parecía una gema con brazos y piernas bastante cortos para el tamaño de su cuerpo, otro parecía una televisión con brazos y piernas con un rostro malicioso en la pantalla.
Y el último, parecía una especie de dinosaurio de cristal púrpura con ojos rojos y garras metálicas doradas.
Firefly los miró, momentáneamente preguntandose si debería exponerse y pelear. Pero Aleph y Stelle malinterpretaron su mirada como asustada y ambos decidieron lucirse.
Antes de que pudiera parpadear.
Aleph se lanzó con un torbellino rodeando su bate de hielo con viento, fuego y electricidad mientras lo desataba sobre el dinosaurio.
Stelle atacó a los otros dos con su lanza de fuego.
Pronto ambos regresaron ligeramente despeinados.
"Listo." Dijo Stelle mientras sacudía sus manos. Aleph por su parte se hizo crujir los dedos.
Ninguno de los dos entendía bien por qué, pero querían verse bien delante de Firefly.
El camino los llevó hasta un pasillo, cuya salida desembocaba en una sala iluminada solo por el brillo gris de televisores antiguos.
Decenas, tal vez cientos de pantallas proyectaban estática sin fin.
Había cuatro puertas, incluyendo la que usaron para entrar.
Stelle fue la primera en probar suerte, abriendo una y atravesándola con decisión. Volvió a salir… en el mismo lugar.
"¿Qué demonios…?"
Intentaron abrirlas una a una, pero sin importar qué orden siguieran, siempre regresaban al mismo lugar. Incluso volver sobre sus pasos los hacía aparecer otra vez en la sala de televisores.
El sonido de la estática comenzó a aumentar en volumen.
"Esto no me gusta." Murmuró Firefly, llevándose una mano al pecho.
"¡Yo las romperé todas!" Gritó Stelle, harta, levantando su lanza para destruir las pantallas.
"... Maldición." Murmuró Aleph mientras veía como una neblina púrpura se deslizaba por el suelo, trepando por las paredes hasta cubrirlo todo. Aleph y Stelle empujaron instintivamente a Firefly al centro, quedándose a su alrededor.
Un rugido desgarró la estática. Desde arriba, entre la neblina, descendió una criatura mucho más grande y feroz que cualquier otro enemigo que hubieran visto en su camino hacía aquí.
Tenía un cuerpo alargado como una serpiente con alas de murciélago, escamas metálicas y un único ojo rojo brillante que los devoraba con su mirada.
El segundo rugido de la criatura sacudió las paredes.
"Perfecto…" Murmuró Aleph, ajustando su agarre sobre el bate. Chispas eléctricas se encendieron en su superficie.
Un círculo de símbolos brillantes se abrió bajo la criatura. Dos cartas de tarot ardieron en el aire y, de pronto, decenas de manos cristalinas emergieron de entre la oscuridad, sujetando con brutal fuerza al ente hasta clavarlo contra la tierra. La bestia chilló de rabia, retorciéndose inútilmente bajo aquel agarre.
De las sombras de una de las puertas cercanas apareció una figura femenina.
Una mujer elegante, con una sonrisa enigmática se dirigió hacía ellos con pasos serenos.
"Qué escena más peligrosa…" Dijo con una voz tan dulce que hizo que un escalofrío subiera por la espalda de Aleph. "Pensé que quizás necesitaban un poco de ayuda."
"¿Quién… eres tú?" Preguntó Firefly, mientras la miraba con desconfianza.
La mujer inclinó la cabeza en una reverencia elegante.
"Black Swan. Una simple memokeeper, a su servicio."
Su tono era amable, pero eso no disuadió a Aleph de dar un paso al frente, interponiéndose entre ella y las chicas, con una mirada cargada de desconfianza.
Cada fibra de su ser le gritaba que no bajara la guardia.
"Vaya, qué frialdad." Black Swan llevó una mano a su pecho con una expresión fingidamente dolida. "Y yo que pensaba que, al salvarlos, podríamos ser amigos."
Aleph frunció el ceño con desagrado.
"Déjate de juegos ¿No fue tu llegada demasiado conveniente, Memokeeper?"
"¡Oye!" lo interrumpió Stelle, avanzando hasta quedar al lado de Black Swan. "No seas tan desagradecido, ella nos ayudó."
Aleph suspiró, cerrando los ojos con fastidio.
"Tú ya deberías saber que esa cosa." Señaló al monstruo atrapado en el suelo "No representaba un problema para mí."
Pero Stelle ni siquiera le presto atención mientras se disculpaba con Black Swan en nombre de los tres. Firefly los observaba, confundida, sin saber muy bien que estaba pasando.
Por un instante, Aleph cruzó miradas con Black Swan y lo entendió.
"Tch."
La mujer estaba disfrutando de la situación, saboreando cada gesto exagerado, cada lágrima de cocodrilo que engatusaba a Stelle.
Incluso ella misma parecía sorprendida de lo fácil que resultaba manipularla.
La realidad era mucho más simple, Stelle no estaba pensando realmente en nada. Solo quería fastidiar a Aleph, porque todavía estaba molesta por haberla dejado atrás.
.....
Mientras Black Swan hablaba con Stelle y Firefly, Aleph decidió acercarse al meme. Cuando creyó nadie le estaba prestando atención, apoyó su mano sobre el cuerpo cristalino de la criatura y absorbió parte de su energía.
Una notificación resonó en su mente.
[Rastro de ??? detectado: iniciando proceso de descifrado.]
[Tiempo estimado: 6h.]
[Nota: más energía absorbida = menor tiempo de análisis.]
Mientras lo observaba, un destello de tristeza cruzó fugazmente por los ojos de Black Swan pero su expresión permaneció imperturbable.
"¿Ya has llegado a este punto, pequeño?"
Finalmente, Black Swan lanzó suavemente una carta al aire. Esta se clavó contra la pared como un cuchillo, abriendo un vórtice brillante.
"Si atraviesan esto, sus cuerpos en la realidad deberían despertar."
Mientras cruzaban llegaron a oír su voz.
"Espero que nos veamos pronto."