En la cafetería de la Estación Espacial, Marzo apoyó los codos sobre la mesa y miró a los demás con aire conspirativo.
"Dicen que Ruan Mei ya está al borde de la locura… Algunos incluso la han escuchado murmurar sobre horribles demonios que la persiguen."
Aleph y Himeko, que disfrutaban tranquilamente de un café, soltaron una breve risa.
"¿Eh? ¿Y a ustedes qué les da tanta gracia?" Preguntó Marzo, confundida.
Welt se acomodó los lentes con calma, aunque unas gotas de sudor frío bajaban por su frente. Con un pañuelo lo secó, suspiró y respondió con gravedad.
"Marzo, hay cosas que es mejor no sacarlas a la luz."
Dan Heng, a su lado, asintió en silencio.
En su interior, Welt recordó cierto episodio de años atrás. Una sola vez, por accidente, había dejado en ridículo a Himeko frente a un chico que la había invitado a salir. Las consecuencias fueron meses de crueles represalias imposibles de olvidar. Un escalofrío recorrió su espalda.
Su mirada volvió a los dos que reían con su café en mano.
"Aleph… ¿acaba de despertar a un monstruo que estaba mejor dormido?" Pensó con inquietud.
***********
Esa noche, cuando la mayoría ya dormía, Aleph permanecía despierto en su habitación, revisando las nuevas opciones del sistema.
"Burroughs ¿en qué consiste 'Variant-M'?"
[Es una mecánica experimental de alto riesgo. Permite la creación de nuevos demonios por varios métodos… aunque el principal es la mezcla de ADN. Se recomienda extrema cautela a la hora de intentar usarla, Maestro.]
Aleph se quedó pensativo unos segundos.
"…Vamos a probar."
Con Bufudyne moldeó hielo en forma de tubos de ensayo. El primero lo llenó con su propia sangre, brotando de un corte intencional. La observó con una leve incomodidad, rosa-púrpura, igual que aquella vez en el Universo Simulado cuando Tayzzyronth lo había cortado.
Luego, sigilosamente, se coló en la habitación de Stelle. La chica dormía profundamente, desparramada en la cama, con Cupcake el mapache roncando a su lado. Con sumo cuidado tomó un mechón suelto.
Con lo que necesitaba ya en manos se dirigió a su siguiente objetivo.
Marzo murmuraba en sueños cosas extrañas.
"Dan Heng… deja de pelear con el señor McHamburguesa Feliz… Y tú, Aleph, no te lo comas…"
Aleph arqueó una ceja, preguntándose qué clase de imagen tenía ella de él. De todos modos, tomó un par de cabellos y se retiró.
Cuando llegó el turno de Himeko y Welt, recapacitó.
"No… eso terminaría muy mal." Murmuró mientras desistia de meterse en sus habitaciones.
Así que cambió de objetivo.
En la sala de archivos, Dan Heng dormía en un futón. Aleph creó una niebla helada con Bufudyne.
Su razonamiento fue bastante simple.
Los Vidyadhara son Dragones, los dragones son reptiles ¿No se sienten más letargicos los reptiles con el frío?
Pero justo cuando la jeringa pinchó la piel, Dan Heng abrió los ojos y lanzó un golpe frontal devastador. Aleph alcanzó a activar Ilusionista, distorsionando la percepción del vidyadhara.
Dan Heng, que había golpeado con fuerza, parpadéo confundido al ver que no había nadie allí, y, tras murmurar en medio de un bostezo sobre lo cómodo que estaba el frío, se volvió a dormir.
Aleph salió tambaleandose, frotándose la frente con lágrimas en los ojos.
"Las cosas que uno hace por la ciencia…" Gruñó entre dientes, apretando la jeringa llena de sangre obtenida.
.....
De regreso en su cuarto, Aleph respiró hondo frente a la pantalla holográfica.
[Ingrese los ingredientes]
Uno a uno los colocó. Se cristalizaron y se desintegraron en luz.
[¿Desea crear un nuevo demonio?]
[Sí/No]
Aleph seleccionó [Sí]. Una marea de colores llenó la habitación.
Tragó saliva, estaba bastante ansioso por los resultados.
Tras tres minutos exactos, el resplandor se condensó. Una figura pequeña emergió: una lagartija de escamas púrpuras, con reflejos del mismo tono que el cabello de Marzo y ojos dorados como los de Stelle.
El animalito soltó un chillido suave y saltó sobre la cama, luego sobre la cabeza de Aleph, acomodándose como si ese fuera su lugar.
"…No es lo que esperaba." Murmuró, desconcertado. Pero pronto sonrió, acariciándola con un dedo, la lagartija soltó un chillido feliz y froto su cabecita contra su dedo.
"Aunque… no está mal. Es bastante bonita y cariñosa."
La interfaz apareció de nuevo.
[Asigne un nombre.]
Aleph pensó unos segundos.
"…Corruid."
Confirmó la elección. La lagartija chilló de nuevo, como aprobando, y se acurrucó a dormir sobre él.
************
La tarde llegó con un aire más relajado. Tras un día agitado, los miembros del Expreso se reunieron para merendar. Welt y Dan Heng degustaban té con calma; Himeko y Aleph café humeante; mientras que Stelle y Marzo se deleitaban con pasteles acompañados de jugo de frutas.
El murmullo tranquilo se interrumpió cuando Pom-Pom entró con un porte solemne.
"¡Atención todos!"
Los seis lo miraron con curiosidad.
"Como saben, faltan pocos días para el Festival Carismonia en Penacony, al cual han sido invitados."
Marzo levantó los brazos emocionada.
"¡Por fin unas vacaciones de verdad! Y ojalá esta vez sin que algo raro las interrumpa…"
Pom-Pom tosió exageradamente, llamando de nuevo la atención.
"Discúlpame…" Murmuró Marzo, algo apenada.
"Antes de pensar en festivales, es hora de ocuparse del Expreso Astral. En Lavatopia se limpiará el exterior… lo que significa que ustedes, como pasajeros, deben hacerse cargo del interior."
Stelle se levantó de golpe.
"Yo… yo tengo algo urgente que hacer." Comentó mientras intentaba huir.
Pero rápidamente fue interceptada.
"Ni lo sueñes." Aleph la sujetó del brazo.
"Es un trabajo para todos." Añadió Marzo, cruzándose de brazos.
Con un suspiro derrotado, Stelle finalmente aceptó su destino con lágrimas en sus ojos.
Pom-Pom, satisfecho, comenzó a repartir tareas. Una vez asignadas, cada uno partió a su sección correspondiente.
***********
Más tarde, en el vagón de reuniones, Aleph acomodaba libros y recogía tazas cuando vio entrar a Stelle, que venía arrastrando un cubo tras limpiar los baños. Ambos se percataron de un regaño en progreso, Pom-Pom estaba gritándole a Dan Heng.
"¿Qué pasó aquí?" Preguntó Aleph con curiosidad.
Pom-Pom, con la escoba en su mano, los señaló.
"¡Miren a su alrededor!"
El suelo estaba encharcado, con charcos que reflejaban la lámpara del techo.
Dan Heng se rascó la nuca, incómodo.
"Pensé que usar la magia himnonube para limpiar sería más eficiente…"
Stelle se llevó la mano a la cara.
"Dan Heng, arregla esto ya mismo."
Aleph lo pensó un momento.
"Con un trapeador tardarías siglos… podrías evaporar el agua con la misma técnica."
Dan Heng asintió encontrándolo razonable.
"Tiene sentido."
Pero antes de que pudiera actuar, Pom-Pom gritó indignado.
"¡No lo alienten a hacer locuras!"
Un segundo después, Aleph y Stelle salíeron expulsados del vagón, con Pom-Pom persiguiéndolos con su escoba en alto.
....
Más tarde, en el vagón de fiestas, Marzo, Stelle y Dan Heng charlaban despreocupadamente. Aleph se unió poco después.
"¿Han visto a Welt? Necesito hablar con él."
Antes de que recibiera respuesta, Marzo lo miró con ojos brillantes.
"¡Oh, por cierto! ¿De dónde salió esa linda lagartija?"
Aleph, con Corruid dormida en su cabeza, sonrió con calma.
"Es un poco complicado de explicar… pero digamos que es mi nueva amiga, Corruid."
Dan Heng se inclinó.
"¿Puedo sostenerla?"
Aleph asintió y se la pasó. Mientras Dan Heng y la criatura se observaban mutuamente, Marzo contestó la pregunta pendiente.
"El señor Yang salió hace unas horas, dijo que tenía asuntos importantes que resolver."
En ese momento, Himeko apareció con un delantal blanco, cargando una olla humeante y sonriendo con satisfacción.
"La cena está lista."
Stelle y Marzo palidecieron al instante.
"El señor Yang… realmente es astuto." Murmuró Marzo. "¿Será normal en la gente mayor?"
Aleph arqueó una ceja.
"¿A qué te refieres?"
Con un susurro, Marzo le explicó la razón de sus reacciones.
"Himeko es… una cocinera un tanto peculiar."
Al destapar la olla, los recibió un aroma indescriptible y un contenido aún peor una especie de curry imposible de clasificar como "comida".
"Me esforcé mucho." Comentó Himeko con una sonrisa confiada.
Nadie tuvo el corazon suficiente como para rechazarla.
Mientras todos miraban sin saber que hacer.
Aleph tomó una decisión, dio un paso al frente. Bajo la mirada incrédula de todos, levantó la olla y consumió todo el contenido.
"¡Aleph!" Lo regañó Himeko. "Ahora tendré que pedir comida para llevar."
El joven cayó inconsciente de inmediato.
Corruid chilló con tristeza, bajó de las manos de Dan Heng y acarició la frente de su maestro con su diminuta patita.
"¿Qué le pasa?" Preguntó Himeko, desconcertada.
Stelle abrió la boca para responder, pero Marzo la tapó enseguida, sudando frío.
"Él… últimamente ha tenido ciertos problemas de energía. Es normal que se desplome, cosas de la pubertad…"
Himeko abrió los ojos sorprendida, pero rápidamente asintió con comprensión.
"Ahora que lo dices… considerando sus características, Aleph nunca fue exactamente humano. Tiene cierto sentido que su pubertad sea un tanto peculiar."
Marzo parpadeó curiosidad.
"¿Características no humanas?"
Himeko asintió.
"Si ¿Recuerdan cuando tras salir de Jarillo-VI por primera vez se hizo ciertos estudios?" Al verlos asentir Himeko continuó. "Allí pudimos ver que Aleph tenía dos corazones. Así como otras cosas más curiosas."
"¿Como que?"
Himeko soltó una risita y los miró con una sonrisa.
"¿Por que no preguntarle ustedes mismos?"
****************
Tras despedirse de Asta y Arlan, el Expreso Astral emprendió nuevamente su viaje. Mientras Pom-Pom, Himeko y Dan Heng discutían qué ruta a Lavatopia tomar, una sacudida brusca estremeció el vagón arrojándolos a todos al suelo.
"Hmm la caída no estuvo tan mal, he tenido peores." Comentó Stelle. "Aunque siento algo muy duro bajo de mi."
Marzo a su lado asintió.
"Sí, no estuvo tan mal aunque... Creo haber visto una extraña sombra gigantesca allá afuera."
"¡Pues claro que no sintieron la caída, si cayeron sobre mí!" Gritó Aleph mientras se quitaba a Stelle y Marzo de encima.
Pom-Pom, aturdido, parpadeó un par de veces antes de darse cuenta.
"Esto no es la ruta marcada… parece que nos desviamos."
Otra turbulencia, más leve, hizo temblar el Expreso. Pom-Pom apretó los dientes y chasqueó la escoba contra el suelo.
"¡Cuando esos intrusos entren, aprenderán lo que es disciplina!"
"¿Intrusos?" Preguntó Aleph, arqueando una ceja.
"Obvio." Respondió Pom-Pom. "Esa sacudida fue de una nave que nos embistió."
Las puertas se abrieron y, efectivamente, dos figuras aparecieron. Primero un hombre castaño con un uniforme de la Corporación, y tras él, un joven alto de cabellos rojos, ataviado con una armadura plateada adornada en rojo y oro.
Con paso solemne, el segundo se inclinó.
"Saludos. Soy Argenti, caballero consagrado a la Vía de la Belleza y fiel servidor de Idrilla, nuestro Aeon radiante."
Stelle y Aleph se miraron, suspirando al unísono.
"Más bocas que alimentar…" Murmuraron, con evidente disgusto.
Marzo infló las mejillas, lista para regañarlos, pero las palabras murieron en su garganta al notar la mirada fija de Argenti sobre ellos.
"Qué prodigio contemplar tres almas tan hermosas." Dijo con una voz rebosante de calidez.
Marzo retrocedió con una risita incómoda.
Stelle, desconcertada, se señaló a sí misma antes de sonreír y alzar el pecho.
"Vaya, al fin alguien con buen gusto."
Aleph, en cambio, se sorprendió cuando Argenti tomó su mano con una ligera reverencia y le daba un beso.
"Mas entre todos, es un honor especial conoceros, joven radiante." Comentó mientras le guiñaba un ojo.
Aleph se escabulló de inmediato, escondiéndose tras Dan Heng. Argenti acababa de revivir ciertos recuerdos que sinceramente creía que estaban mejor olvidados.
"¿Puedo al menos conocer vuestros ilustres nombres?" Preguntó Argenti con gentileza.
Stelle, radiante, se adelantó.
"Soy la futura leyenda intergaláctica, una solitaria heroína cuyas hazañas no tienen paralelo, ¡El Bate Galáctico!"
"¡Stelle!" La reprendió Marzo. "Un poco de seriedad…" Ella suspiró con desgana antes de presentarse. "Yo soy 7 de Marzo."
Aleph salió de su escondite para presentarlos con calma.
"Yo soy Aleph, y el es Dan Heng." Aunque manteniendo una distancia prudente.
Argenti inclinó la cabeza.
"Perdonad mis excesos. Preguntar y conocer es mi costumbre, mas mi intención nunca es importunar."
Entonces, con un solemne brillo en su mirada, lanzó su pregunta.
"¿Acaso conocéis a Idrilla, encarnación de la Belleza que todo lo abarca, interior y exterior, alma y carne, forma y espíritu?"
Stelle parpadeó, confundida.
"¿De qué hablas? Y… espera, ¿qué haces aquí?"
Con una voz vibrante, Argenti explicó.
"Nosotros, los Caballeros de la Belleza, peregrinamos sin descanso, ofreciendo manos amigas, profesando devoción y extendiendo la gracia de Idrilla en cada rincón del vasto cosmos. Donde haya corazones que duden, allí brillarán nuestras lanzas, espadas y escudos."
Su acompañante, Vilite, intervino con calma, interrumpiendo la oratoria.
"Antes de nada… ¿puedo echarme una siesta en ese sofá?"
Dan Heng, tras una breve mirada, asintió. Vilite se dejó caer con un suspiro y en segundos roncaba suavemente.
Welt y Dan Heng pronto se retiraron también, acompañando a Himeko para comprobar el estado del Expreso.
Marzo, mirando por la ventana, frunció el ceño.
"Hay muchos escombros… y rojo. Mucho rojo."
Cuando volvió la cabeza, se encontró a Argenti recitando con pasión el credo de su orden, con Stelle y Aleph escuchando atentos.
Marzo suspiró y, imitando a Vilite, terminó recostada en otro sofá, cayendo en una siesta breve.
...
El descanso no duró. Un golpe sordo la despertó y pronto soltó un pequeño quejido mientras sentía la frialdad del suelo con su rostro, había rodado al piso.
Ante sus ojos, Aleph blandía su bate de hielo frente a Argenti, quien erguía su lanza con solemne serenidad. Stelle, entusiasmada, animaba desde atrás.
"¡¿Qué está pasando?!" Exclamó Marzo.
Stelle con ojos brillantes le explicó todo.
"Argenti le preguntó a Aleph si confiaba en Idrilla. Aleph dudó… así que lo retó a un duelo de caballeros. ¡Va a demostrarle su fe con acciones!"
"¡¿Un duelo?!" Marzo casi se arranca los cabellos.
Argenti inclinó la cabeza hacia Aleph.
"Perdonad mi osadía. Mas, incapaz soy de expresar mi fe con palabras que calen; dejad que mi lanza hable por mí."
Aleph, con respeto, asintió.
"No te preocupes, lo entiendo."
Las armas se alzaron, el frío bate brilló con una ligera carga eléctrica.
El agarre de Argenti sobre su lanza se apretó, los ojos de ambos brillaban de la emoción y el ansía de batalla.
Pero antes de que su duelo pudiera siquiera comenzar, Pom-Pom irrumpió con furia balanceando su escoba de forma magistral para golpear las cabezas de ambos.
"¡BASTA! ¡Esto no es una arena de combate!"
Welt apareció detrás de él.
"El Expreso está atascado." Comentó mientras miraba a Aleph con ligero reproche, haciendo que retrocediera un poco avergonzado. "Himeko esta en busca de una solución, pero necesitamos mantener la calma."
Vilite se desperezó con un gruñido, mientras Marzo se quejaba desde el suelo.
"¡Ni siquiera pudimos dormir tranquilos!" Gritó Vilite.
"¡Necesito de mis siestas de belleza!" Gruño Marzo.
....
Marzo, todavía fastidiada por los eventos recientes, se encaminó a su habitación con un solo objetivo, recuperar su siesta perdida. Pero al abrir la puerta, lo que encontró la dejó boquiabierta.
Sentada sobre su cama, sonriéndole de manera coqueta y maliciosa, estaba… ella misma.
"Hola~" Saludó la recién llegada con un tono juguetón. "¿Que pasa? ¿El gato te comió la lengua?"
Marzo parpadeó varias veces, intentando procesarlo.
"¿Q-qué… quién eres tú?"
La otra le guiñó un ojo.
"¿No es obvio? Soy 7 de Marzo. Tú misma."
"¡Eso es imposible!" Protestó.
"¿Imposible? Por favor… en un universo con mil paradojas, mundos fracturados y horrores indescriptibles, ¿te sorprendes por una pequeñez como esta?"
Sus palabras tenían una lógica inquietante. Marzo abrió la boca, la cerró y al final la señaló con indignación.
"¡Deja de intentar confundirme!"
Su reflejo estalló en risas, burlándose de su indignación. Luego se inclinó hacia adelante con una sonrisa peligrosa.
"Ya te lo dije, soy tú. Solo que yo tengo lo que te falta, tus recuerdos, tu verdadero nombre, tu familia, tus amigos… todo lo que olvidaste."
Marzo dio un paso al frente, dispuesta a confrontarla, pero en ese momento la puerta se abrió de golpe. Dan Heng entró y, sin titubear, atravesó a la impostora con su lanza.
"¡¿Qué haces?!" Chilló Marzo, horrorizada.
"Detrás de ti." Respondió él con calma.
Ella giró y su sangre se heló. Un insecto grotesco, semejante a un escarabajo del tamaño de un humano, se retorcía al ser atravesado.
Dan Heng retiró su arma y la criatura cayó con un chillido agudo antes de disolverse en sombras.
"¿Qué era eso…?" preguntó Marzo.
"Una cría de los Insectos Aguijoneadores." Explicó. "Según los registros, generan un polvo alucinógeno con sus alas. Obligan a las víctimas a ver lo que más desean, para debilitarlas antes de atacar."
Marzo tragó saliva.
"¿Quieres decir que… todos los demás también…?"
Dan Heng asintió, y su expresión se ensombreció.
"Seguramente los demás también estén enfrentando visiones similares en sus habitaciones."
********
En otra habitación, Aleph descansaba en su cama, acariciando distraídamente las escamas de Corruid.
Un suave aleteo llamo su atención. Guardó apresuradamente a su compañera en su bolsillo, aunque la pequeña lagartija sacó la cabeza curiosa para observar.
Frente a él flotaba un joven Aguijoneador.
Pero a diferencia de los que se había encontrado antes, este no parecía particularmente interesado en atacarlo.
En cambio, extendía tímidamente una pata hacia él.
"¿Qué…?" Murmuró Aleph, desconcertado.
Con cierta vacilación, tendió la mano. Al rozar la pata, un chillido alegre escapó del insecto.
De pronto, el cuerpo del insecto comenzó a deshacerse en fragmentos luminosos que se adhirieron a Aleph, fundiéndose con la piel del brazo que había extendido para tocarlo.
"¡Oye, espera…!"
El proceso fue rápido. En lugar de dolor, Aleph sintió un torrente de emociones ajenas, satisfacción, felicidad, entrega.
El insecto quería esto.
Cuando todo terminó, Aleph observó con desconcierto su brazo izquierdo.
Gran parte de él estaba cubierto por una coraza exoesquelética retráctil, dura y brillante. Corruid lo miraba fijamente, como compartiendo su desconcierto.
"¿Qué demonios acaba de pasar…?"
***********
Mientras tanto, en el vagón principal, Argenti conversaba con un pasajero fascinado por el credo de los Caballeros de la Belleza. Su tono era solemne y lírico, describiendo con pasión los votos de su orden.
"La Belleza es llama y faro, caballeros y damas, no mero ornamento. Es verdad interior, reflejada en el alma y en el gesto."
Antes de que pudiera continuar, Dan Heng y Marzo irrumpieron, destruyendo de inmediato al insecto que lo acechaba.
Argenti, con dignidad, no ocultó lo que había visto, la ilusión de un hombre que lo escuchaba con genuina fascinación.
"Habéis llegado en un momento ideal, queridos compañeros." Comentó Argenti, inclinándose.
Más adelante, se encontraron con Stelle, quien estaba absorta en una conversación con Kafka. O al menos, con la ilusión de ella.
Cuando la criatura fue destruida, Stelle quedó con una expresión apagada.
"Así que… no era real." Murmuró con pesar.
Al notar la ausencia de Aleph, preguntó con desconcierto.
"¿Dónde está? ¿No estaba con ustedes?"
Dan Heng parpadeó.
"… Lo olvidamos."
*********
Al entrar, lo hallaron sentado en su cama, jugando con Corruid mientras retraía y desplegaba la extraña armadura en su brazo. Al verlos, Aleph se apresuró a retraerla, saludándolos con una sonrisa nerviosa.
"Ah… hola."
Más tarde, mientras Stelle y Marzo salían con Argenti para reunirse con Himeko, Welt, Pom-Pom y Vilite, Aleph detuvo a Dan Heng.
"Necesito hablar contigo."
Le contó lo sucedido con el insecto con seriedad.
"Sé que lo minimicé antes, pero… esto me preocupa. Tú siempre estás al tanto de los Archivos y de información importante por lo que creí que sería adecuado preguntarte esto. ¿Existe algún precedente registrado en el pasado?"
Dan Heng lo observó con seriedad.
"No he visto nada igual. Lo revisaré, pero no tengas muchas esperanzas. Si algo semejante ocurrió en el pasado, probablemente no lo dejaron registrado… lo más seguro es que fuera erradicado de inmediato sin dejar huella en los registros." Dan Heng lo miró a los ojos y se aseguró de dejar su punto claro. "Y escucha esto, Aleph, jamás lo muestres delante de nadie. La Plaga aún es un recuerdo vivo en la memoria de muchos. Si alguien siquiera sospecha de una conexión contigo… no dudarán en cazarte. Cualquier vínculo con la Plaga puede ser una sentencia de muerte."
Aleph bajó la mirada, acariciando a Corruid que se había trepado a su hombro.
"Entendido."
...
Una hora después, todos se reunieron en el vagón principal.
Himeko se sentó en su asiento, cruzando las piernas con elegancia mientras esperaba a que los demás se acomodaran en los sofás.
"Tenemos noticias que darles." Comenzó, con calma. "Welt y yo ya tenemos una idea de lo que está ocurriendo. Pero antes de pensar en salir de aquí, lo principal ahora es—"
El resto de su frase murió en el aire.
Un zumbido áspero invadió la sala mientras varios Insectos Aguijoneadores emergían desde las esquinas del vagón, arrastrando sus patas sobre el suelo metálico.
"¡Protegeme, Argenti!" Gritó Vilite, escondiéndose detrás de él mientras temblaba.
Argenti, erguido como una estatua, asintió con solemnidad, colocándose entre su compañero y las bestias.
Stelle, en cambio, no esperó invitación. Con su bate en mano, dio un paso al frente.
"Perfecto, necesitaba calentar."
Los insectos alzaron sus alas.
Aleph alzó una mano. Un Bufudyne resonó en el aire con un chasquido helado, y las criaturas quedaron aprisionadas en bloques de hielo azulino, inmóviles.
Lo único que se escuchó fue el sonido de los cristales de escarcha crujiendo.
"...Bien." Himeko retomó su postura, como si nada hubiese pasado. "Eso ilustra el punto que intentaba hacer. Estos insectos se han colado en el Expreso. Debemos eliminarlos lo más rápido posible, y lo más importante, destruir sus huevos antes de que eclosionen."
Pom-Pom, que hasta entonces se había mantenido inquieto, se agitó nervioso.
"M-mi cola… ¡me pica!"
Marzo se acercó.
Al mirar de cerca, palideció. Un huevo blanquecino y viscoso estaba adherido al pelaje. Sin pensarlo, lo arrancó y lo arrojó al suelo, para acto seguido pisotearlo numerosas veces hasta que se partió en un líquido nauseabundo.
"¡Puaj!" Exclamó, sacudiendo su bota.
Pom-Pom miró el desastre con el ceño fruncido.
"...Limpiar eso será un horror."
Uno a uno, todos se desplegaron por el vagón en busca de más huevos.
Aleph, mientras congelaba a los insectos ya nacidos, descubrió con creciente desconcierto que también podía absorberlos en su cuerpo.
Al parecer también podía mejorar su estadísticas mediante esta absorción, no era comparable a un Stellaron, pero la mejora era innegable.
**********
Tras eliminar los últimos huevos, ocultos bajo una planta del vagón, volvieron a reunirse.
Welt se inclinó hacia el grupo.
"Hay una posibilidad de salida. Podríamos forzar el salto del Expreso a hiper velocidad… pero hacerlo sin una ruta clara conlleva riesgos altísimos."
Himeko se levantó de nuevo.
"Antes de decidir, debemos entender nuestra situación. Welt y yo estamos casi seguros de lo que ocurrió. El Expreso fue tragado. Estamos dentro de un remanente del Enjambre… un Gran Insecto Aguijoneador, por el tamaño creemos que podría ser uno bastante cercano a su madurez."
Argenti abrió los ojos con sorpresa.
Todos voltaron a mirarlo.
"Eso… explica demasiado." Dijo Argenti con gravedad.
"¿A que te refieres?" Preguntó Dan Heng.
Vilite se adelantó.
"Como sabran por mi uniforme. Soy miembro de la Corporación. Me dirigía a Penacony como parte de los equipos de apoyo a los ejecutivos. Era mi primera vez en este sector… y terminé perdido, atrapado en lo que creí una cueva. Argenti me rescató. Pero al salir, luego de que cargaramos mis cosas en su nave… algo salió mal y chocamos contra el Expreso."
Himeko lo observó fijamente.
"Vilite, existe una gran probabilidad de que lo que donde estuviste atrapado no fuera una cueva si no las fauces del Insecto."
Vilite palideció, recordando.
"...Eso explicaría por que el aire era tan caliente y ese olor nauseabundo que lo acompañaba."
Argenti asintió solemnemente.
"Ahora todo encaja."
El tiempo era incierto, y si el proceso de digestión comenzaba, estarían acabados.
"Tal vez la boca esté cerrada." Comentó Vilite con expresión sombría. "Eso explicaría por qué no notamos nada antes. No había visión del espacio exterior."
Argenti dio un paso al frente, apoyando su mano en el pecho.
"Si me permiten… tengo una propuesta. Usaré una cápsula de eyección. Me dispararé hacia la parte inferior del insecto y lo golpearé con mi lanza desde adentro. El dolor lo obligará a abrir la boca. Entonces, ustedes podrán escapar a hiper velocidad."
El grupo reaccionó de inmediato.
"¡¿Estás loco?!" Exclamó Stelle, antes de mirar a Aleph.
"... ¿Por que me mirás así?" Preguntó.
"Sinceramente hubiera esperado que fueras tú, quien sugiriera algo así."
"..." Por un momento Aleph se quedó sin palabras. "¿Que clase de impresión tienes sobre mi?"
"¿Por qué cometerías semejante sacrificio?" Añadió Himeko, con firmeza mientras le daba una mirada sería.
Argenti rio suavemente.
"Porque es mi deber como Caballero de la Belleza. Cada alma presente aquí… cada uno de ustedes es un resplandor tan puro y dulce, que aunque dedicara mi vida entera a encontrar las palabras para describirlos, jamás podría acercarme siquiera a la verdad de lo que son."
Welt lo miró con severidad.
"No." Respondió Welt. "Encontraremos otra forma. Nadie debe sacrificarse."
"Incluso en un hipotético caso en el que terminaramos aceptando tu plan... ¿Que tan seguro estas de que realmente podrías lograrlo? No tires tu vida por algo tan incierto." Comentó Himeko mientras lo miraba con dureza.
"¡Exacto!" gritó Vilite con inusual furia. "¡Tú tienes que vivir! ¡Prometiste convertirte en un ídolo, y yo tu manager! Ganaríamos créditos, fama, reconocimiento en las estrellas. ¡No puedes dejarme con un contrato a medias!"
Marzo parpadeó, indignada.
"¿Eso es lo único que te importa?"
Vilite cruzó los brazos y se dio la vuelta para marcharse.
"Hmph." Le dio una mirada a Marzo. "Sí, ¿y a ti que te importa?"
Marzo lo siguió con la mirada, frustrada.
"¿Qué le pasa a ese sujeto…?"
Dan Heng negó con la cabeza.
"No juzgues a un libro por su portada, Marzo."
Argenti, mientras tanto, se acercó a Aleph.
"Antes de que el destino nos obligue a decidir…" Su voz bajó pero nunca perdió su tono animado. "Concluyamos nuestro duelo inconcluso, estimado amigo."
El silencio duró apenas un parpadeo.
Antes de que alguien pudiera reaccionar, Argenti se adelantó.
De entre sus dedos brotó una rosa roja que se elevó con gracia en el aire, girando lentamente bajo la luz del vagón.
Aleph chasqueó los dedos. El aire se volvió gélido y un bate de hielo se materializó en su mano con un crujido. Argenti, en respuesta, bajó su lanza al frente y adoptó una postura de combate.
Los dos se lanzaron al mismo tiempo.
El filo de la lanza buscó atravesar a Aleph, pero este desvió el ataque con un giro de su bate. Un segundo bate apareció en su otra mano y descendió contra el caballero, listo para aprovechar su apertura.
Argenti reaccionó de inmediato, levantó la pierna y lo pateó en el pecho, empujándolo hacia atrás. El golpe fue bloqueado con el segundo bate, pero aun así lo hizo retroceder unos pasos.
El choque inicial fue breve. Pero bastó para que ambos se estudiaran en cierta medida.
Argenti comprendió de inmediato que su rival era superior en fuerza bruta y velocidad. Aleph peleaba como una bestia guiada por instintos agudos, rápidos y demoledores… pero carente de refinamiento técnico.
Aleph, por su parte, comprendió que Argenti no blandía la lanza solo como un mero ornamento. Su estilo era hermoso, sí, pero debajo de esa belleza había acero, disciplina y una versatilidad peligrosa.
Los dos sonrieron, comprendiendo la fuerza que escondía el otro.
El segundo asalto comenzó.
Argenti alzó la lanza sobre su cabeza y arremetió con un tajo descendente. Aleph le arrojó el bate, que en pleno vuelo se transformó en un escudo helado. El golpe quedó detenido, encajado en el hielo.
Aleph no se detuvo. Saltó sobre su propio escudo, imitando el enfoque del caballero, y convocó un martillo de guerra de hielo que brillaba con un fulgor azulado.
Argenti, sin titubear, pisó el mismo escudo, extrayendo su lanza atascada y ejecutó un corte giratorio en abanico.
El filo obligó a Aleph a abandonar su ofensiva y agacharse, el tajo logró cortar unos cuantos cabellos.
Aleph descartó el martillo y, con un gruñido, cargó su pierna de electricidad. Un Zionga retumbó en el suelo, enviando un chorro de relámpagos rojos hacia Argenti.
El caballero saltó a un costado, esquivando la descarga.
Pero Aleph ya estaba sobre él. Su puño, cargado con la fuerza de un Zan y un Garu, estalló contra el torso de Argenti en un golpe devastador.
El impacto lanzó al caballero varios metros hacia atrás. Argenti aterrizó con una rodilla en el suelo, sonriendo incluso mientras el dolor le quemaba las costillas.
"Magnífico…" Murmuró entre jadeos con una mezcla de júbilo y dolor.
"¡¿Están locos?!"
Marzo irrumpió con las manos en la cintura, mirando a ambos como si fueran niños atrapados peleando en medio de la sala de estar.
Los dos contendientes voltearon al mismo tiempo. Stelle los observaba con ojos brillando como estrellas, incapaz de ocultar su emoción. Pom-Pom, en cambio, parecía al borde de un colapso, aferrado a su escoba como si fuera a desatar un ataque sobre ellos en cualquier momento.
Welt se masajeaba el puente de la nariz con exasperación.
Dan Heng, inexpresivo, se limitó a cruzar los brazos.
"Les deseo suerte en su próxima vida." Dijo.
Argenti y Aleph intercambiaron miradas, confundidos.
Hasta que una tos falsa los hizo voltearse una vez más...
Himeko, de pie con los brazos cruzados, seguía teniendo su usal sonrisa tranquila pero la mirada en sus ojos le produjo escalofríos a Aleph.
"Aleph ¿No te había dicho Pom-Pom que nada de peleas en el Expreso Astral?" Comentó con una tranquilidad, que sólo hizo que Aleph palideciera aún más.
A su lado, Vilite le dio una mirada inexpresiva a Argenti.
Ambos duelistas tragaron saliva.
En un gesto rápido, Aleph extendió una mano e invocó a Nappea para que curará a Argenti.
***********
El regaño de Himeko y Vilite fue eterno. O al menos, así lo sintieron Aleph y Argenti, que permanecieron de pie, con la mirada baja y la sensación de que la sala se había convertido en una sala de juicio.
Cuando al fin los liberaron, Aleph se dejó caer en un asiento con un suspiro, masajeándose las sienes. Su castigo había sido particularmente severo… pero aun así no se arrepentía.
"Dime, Aleph." Argenti rompió la quietud, su voz era solemne. "¿Qué opinas de mi plan?"
Aleph lo miró, frunciendo el ceño. El plan era ridículo. Arriesgado. Potencialmente suicida. Nada garantizaba que funcionara. Y, sin embargo…
Soltó un resoplido.
"Me parece una estupidez." Admitió con crudeza. "Pero quizás eso encaje conmigo. Nunca fui un genio… así que, aunque no tenga sentido, voy a creer en ti."
El caballero lo miró en silencio un momento. Luego sonrió, conmovido.
"Sabía que comprenderías. Detrás de tu rudeza late un corazón noble… una belleza interior que intentas ocultar, pero que brilla de todas formas. Y sí, puedes decir lo que quieras… pero nada acerca más a dos hombres que un buen choque de puños."
Aleph desvió la mirada, con algo de vergüenza, mientras se rascaba la nuca.
"Deja de decir esas cosas tan cursis…"
Argenti soltó una carcajada y le tendió la mano.
"Entonces, ¿me ayudarás?"
Aleph vaciló, pero terminó asintiendo.
"Sí."
El caballero inclinó la cabeza, agradecido, y se retiró para preparar lo necesario.
...
Cuando la puerta se cerró tras él, Aleph se desplomó contra el respaldo de la silla.
"¿Qué diablos estoy haciendo…?" Murmuró.
¿De verdad estaba bien dejarlo lanzarse hacia una muerte segura?
La duda lo carcomió hasta que finalmente decidio buscar consejo de la persona más sabia y sensata que conocía.
Encontró a Welt Yang revisando datos en la sala de mando. El hombre levantó la vista apenas lo vio entrar.
"Déjame adivinar… es sobre Argenti ¿No es así?"
Aleph se rascó la cabeza y asintió. Le explicó sus dudas, su desconfianza en el plan y al mismo tiempo su incapacidad para negarse a ayudarlo.
Welt escuchó en silencio y luego suspiró.
"No me gusta su idea, pero… es lo único viable. Himeko y yo hemos repasado alternativas. Todas son igual de arriesgadas, si no peores."
Aleph bajó la cabeza con frustración.
"Pero, mira…" Añadió Welt. "Si lo apoyas, al menos puedes aumentar sus probabilidades. A veces no se trata de detener una locura, sino de asegurarse de que tenga una mínima oportunidad de éxito."
Aleph abrió los ojos con sorpresa cuando de pronto algo hizo clic en su mente.
"¡Claro…! Mis demonios no mueren de verdad. Incluso derrotados, regresan al COMP. Tal vez no pueda reemplazarlo, pero sí reforzarlo… ¡puedo mandarlos con él! Aunque Argenti insista en ir, al menos no irá solo."
Welt sonrió y revolvió el cabello del muchacho con calma.
"Eso es mejor. Pero no olvides algo, Aleph. Ser empático está bien… lo peligroso es dejar que las emociones ahoguen tu juicio. No pierdas de vista tu razón."
Aleph asintió, todavía sonriendo.
"Lo recordaré."
Y salió corriendo para alcanzar a Argenti.
*********
Pronto llegó la hora de la verdad.
Todos observaron la cápsula salir disparada hacia la oscuridad dentro del estómago del insecto.
Aleph apretó los puños. Al final no había logrado convencerlo de dejar que los demonios fueran en su lugar, pero sí de permitir que Oni y Nappea lo acompañaran. Además, había cargado su lanza con sus propias magias, aumentando la posibilidad de atravesar las defensas del monstruo.
Vilite permaneció rígido, obligándose a mirar cómo la cápsula se hacía cada vez más pequeña.
Marzo lo notó y preguntó en voz baja.
"¿Tanto te importa? Apenas lo conoces desde hace un par de días…"
Vilite soltó un largo suspiro y se dejó caer en un sofá cercano. Se quitó la chaqueta y la arrojó a un lado, inclinándose hacia adelante con los manos sobre sus rodillas.
"¿Crees que alguien puede ser indiferente con quien le salvó la vida?" Comentó con un tono más suave.
Guardó silencio unos segundos, pasándose una mano por la frente.
"Mi sueño nunca fue esta maldita posición en la Corporación. Siempre quise ser un piloto de carreras… pero mi familia nunca me tomó en serio. Me obligaron a meterme en algo 'seguro'." Rió con amargura. "Mírame ahora, atrapado en el estómago de un monstruo gigante. Vaya trabajo seguro…"
Marzo abrió la boca, pero Vilite la interrumpió con un gesto.
"Argenti fue el único que no se burló. Me escuchó, me animó, creyó en mí. Me trató como a un amigo de verdad… en tan poco tiempo. ¿Cómo no me va a importar?"
Marzo lo miró en silencio. Luego bajó la cabeza.
"Lo siento… fui grosera contigo antes."
"Olvídalo." Respondió él, sacudiendo la mano con indiferencia. "Yo creo que hubiera sido igual que tu si estuviera en tu posición."
Un rugido estremecedor se escuchó.
Desde las profundidades se alzó un estallido de electricidad roja que iluminó la oscuridad, acompañado del bramido de dolor del insecto.
"¡Ahora!" Ordenó Himeko, activando la hiper velocidad.
El Expreso Astral se lanzó hacia adelante, aprovechando la boca abierta del monstruo para escapar al fin de sus entrañas.
.....
Emergiendo finalmente del interior del Gran Insecto Aguijoneador.
Una notificación brilló en el teléfono de Aleph.
"Oni y Nappea han regresado." Murmuró con pesar. Su silencio sobre la situación de Argenti dijo más de lo que pretendía.
Vilite chasqueo su lengua.
"No. No pienso aceptar que murió así." Se puso de pie con brusquedad, girándose hacia la puerta. "Revisaré cada rincón de este sector si es necesario."
"Espera." La voz de Stelle lo detuvo.
Todos voltearon hacia ella, mientras que ella trataba de ense
"Eh… chicos. ¿Alguno de ustedes hizo esto?"
En la pantalla brillaba la notificación de un nuevo grupo creado.
Los miembros eran todos los presentes.
Casi al instante apareció un mensaje en la ventana:
[Argenti: "Estoy bien."]
[Argenti: "Gracias por la ayuda, Aleph. Tus amigos peculiares hicieron la diferencia."]
Aleph asintió en silencio, con bastante alivio.
Stelle sin absolutamente una pizca de tacto, escribió de inmediato.
[Stelle: "¿Cómo demonios sigues vivo?"]
"¡Stelle!" Exclamó Marzo, mirándola con exasperación. Vilite también le lanzó una mirada fulminante, pero la chica se encogió de hombros sin inmutarse.
[Argenti: "No estoy del todo seguro. La cápsula se abrió, y con toda mi fuerza clavé la lanza cargada. El Sr Oni me ayudó a empujar con más poder."]
[Argenti: "Rocas flotantes nos golpeaban, pero la Señorita Nappea las desvió con algo parecido a lo que usó Aleph en su duelo."]
[Aleph: "Eso se llama Zan."]
[Argenti: "¿Es eso así? Bien."]
[Argenti: "Después de eso, mis recuerdos se nublan un poco. Quedé herido, la Señorita Nappea me curó. Y cuando pensé que todo había terminado… una figura extraña y hermosa, apareció y nos salvó en el último instante antes de que perdiera el conocimiento."]
[Argenti: "Desperté hace poco. Lo primero que quise hacer fue mostrarles que sigo vivo."]
Acompañando el mensaje llegó una fotografía.
Argenti, herido pero erguido, sonriendo levemente mientras estaba de pie sobre la cápsula flotando junto al colosal cuerpo agonizante del insecto.
Vilite dejó escapar una risa corta y cansada. Se llevó una mano al rostro, negando con la cabeza, aunque una sonrisa se dibujaba en sus labios.
"Ese maldito caballero…" Murmuró.
Se levantó, recogió su chaqueta del respaldo de la silla y se la puso.
"¿Qué harás ahora?" Preguntó Dan Heng, observándolo.
Vilite ajustó los botones con calma, luego miró al grupo con seriedad.
"Iré a buscarlo. Es mi amigo. No pienso dejarlo ahí solo."
Se giró hacia ellos, y con una leve inclinación de cabeza añadió.
"Fue un placer conocerlos."
Sin más palabras, salió rumbo a su nave.
....
Posteriormente el grupo observó montones de fuegos artificiales.
"... ¿Qué está pasando ahora?" Murmuró Aleph con desconcierto.
Dan Heng negó con la cabeza.
"Debe ser el efecto alucinógeno del Gran Insecto Aguijoneador." Comentó.
Tras unos minutos cuando el Expreso Astral iba a comenzar a alejarse, un último mensaje de Argenti llegó.
[Argenti: "Espero que algún día nos volvamos a encontrar queridos amigos míos."]
Acompañado al mensaje venía adjunta una foto de él junto a Vilite en el interior de su nave.
Todos sonrieron deseándoles un buen viaje.
"¡Muy bien!" Pom-Pom golpeó sus palmas llamando la atención de todos. "¡Es hora de retomar el curso hacía Lavatopia!"
Pronto su mirada llena de reproche se enfocó en Aleph.
"Hmph." A pesar de verse bastante adorable el rostro de Pom-Pom mostró una expresión bastante molesta. "¡Como una de las causas principales de que este vagon sea un desastre, será tu deber limpiarlo!" Dijo mientras ponía una escoba en las manos de Aleph.